sábado, 9 de mayo de 2015

CERVANTES, TE VEO NO TE LEO, TEBEO por GUILLERMO CABRERA INFANTE


En esta efeméride cervantina en que nace y muere un autor en un ritual con que el otoño se convierte en primavera quiero contar cómo mi iniciación literaria fue un encuentro infantil con Quijote. Aprendí a leer con los comics, que se llamaban entonces monitos y más tarde en La Habana muñequitos. Me enseñé a leer por mí mismo cuando tenía cinco años, lo que me hizo un autodidacto temprano: una suerte de Mozart de los tebeos. "Es curioso", vino a decirme José Donoso mucho tiempo después, "que seamos tú y yo los únicos escritores hispanoamericanos que nos hayamos formado en la lectura de comics". Fue entonces que supe que Donoso leía comics cuando niño. "Pero", me dijo, "es todavía más curioso que esas lecturas no se reflejen en nuestros libros". Tuve que remitir a Donoso a Tres tristes tigres, que él no había leído, para que viera cómo había personajes de comics allí, llamados Dick Tracy, Terry y los piratas y su némesis la Dama del Dragón. No se lo dije, lo digo ahora. Tampoco le dije que la primera vez que me encontré con las aventuras de Don Quijote y Sancho ilustradas fue en los muñequitos, no en un libro.

Lo que recuerdo mejor es Don Quijote, flaco en su caballo famélico, que arremete contra los molinos de viento que eran para mí máquinas raras: había visto molinos de viento, pero nunca vi un molino que pareciera una nave varada en tierra con las velas atadas a un edificio. Ésa fue para mí una visión exótica. Pero luego, en el bachillerato, leí el libro y Don Quijote me pareció más un viejo estrafalario que un caballero armado. Pero un profesor me hizo conocer ese humor que es el regalo de Cervantes a la literatura universal -y los comics-. No fue hasta Ulises que el juego con las palabras se me hizo una forma, la única, de juego con la literatura. Ésa era una invención cervantina que llegaba más allá del idioma.

De entre los innúmeros homenajes de escritores ingleses a Don Quijote (y ha habido muchos, empezando por Daniel Defoe, inventor de la novela inglesa) hay tres autores modernos. El primero es Somerset Maugham, tal vez el escritor inglés más popular del siglo, que dijo:  "La única creación absolutamente original en que puedo pensar es la de Don Quijote". Otro escritor, nunca dado al elogio desmedido, J. B. Priestley, tuvo que decir del autor y su héroe fallido: "Cervantes cogió las diferentes maneras igualmente populares (venidas de la novela picaresca), las mezcló y añadió de lo que le era propio, y en Don Quijote, en dos partes, nos dio lo que es incuestionablemente la primera obra maestra de la literatura occidental: Don Quijote es la primera novela moderna. De ella han salido bibliotecas enteras de lo que llaman ficción -pero es en muchos aspectos la mejor-. .. podemos decir en verdad que Don Quijote no es una novela en dos partes, sino dos diferentes novelas con los mismos personajes. Es significativo que es Don Quijote quien permanece en la memoria popular". (La más ínfima forma de memoria popular son, efectivamente, los comics -ahí la encontré yo cuando era niño).

El tercer escritor, el contemporáneo Anthony Burgess, es quien rinde un mayor homenaje. Aquí su narrador presenta Cervantes a Shakespeare y ante el empresario del Teatro Black-friars (o Frailes Negros), James Burbage. El narrador introduce a Cervantes como el autor de una gran novela que un tal Shelton está traduciendo al inglés en Londres. Burbage tiene una pregunta a la que todavía hoy no se le ha dado respuesta: "¿Y qué cosa es una novela? La narración se llama Un encuentro en Valladolid. Cervantes, el español epónimo, y Shakespeare, el inglés inmortal, se encuentran, pero entre ellos hay una barrera: lo que es la máxima forma de comunicación humana, la lengua. De haber leído unos comics prematuros, el cisne de Avon -o "el loro trepador"- habría entendido, por imágenes que son espejos oscuros, las aventuras del Quijote, ridiculas y memorables y tristes a la vez.

Los comics son un recuerdo infantil de Donoso -y de quien escribe ahora-. Hamlet, no mucho más tarde, diría sus monólogos -incluyendo ese "Ser o no ser" metafísico- dentro de un globo cautivo. Es que los comics eran, son, una forma de conocimiento y crean cultura. Por lo menos recuerdo a un Hamlet vestido de negro con una calavera en una mano y en la otra una daga en síntesis. Ah los comics.



Ilustración de Federico Delicado


El Pais, año 1987

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