lunes, 16 de marzo de 2015

DAREDEVIL AÑO 20 (agosto, 1999)


¿Existe la vida después de Miller? 
Por Norman Fernández

El pasado mes de Mayo se acaba de cumplir el veinte aniversario de la llegada de Frank Miller a la colección de Marvel Daredevil. Aniversario que coincide con la revitalización de la serie que están realizando Joe Quesada y Jimmy Palmiotti en su línea Marvel Knights. Veinte años son muchos años, pero lo cierto es que la huella del trabajo del que es el historietista más influyente de la últimas dos décadas, aún se deja sentir. Reconociendo el valor y la calidad de todo el trabajo anterior con el personaje, no se puede ocultar que el Daredevil post-Milller apenas comparte con el que le precedió el uniforme -y a veces ni eso-. El paso de Miller por la colección de el hombre sin miedo vino a ser, más que un renacimiento, un parto propiamente dicho; un suceso traumático que dio como resultado un nuevo ser vivo.

 Página de Miller&Janson. Daredevil n° 180.Marvel, 1982


Frank Miller llega como dibujante a Daredevil en el episodio 158, cuando la serie se encontraba prácticamente desahuciada y con una periodicidad bimestral. Roger McKenzie era el guionista que estaba intentando desde hacia unos episodios -en concreto desde el 151-cambiar el tono de la serie haciéndolo menos distendido. La revolución comenzarla cuando Miller pasa a escribir él mismo los guiones en el episodio 165, acentuando ese tono más oscuro de personaje y serie.

No pensaba detenerme demasiado en esta primera etapa de Miller en la colección -que, por cierto, finaliza en el episodio 191-, sobre todo porque ya se han escrito muchas cosas sobre ella y no creo tener ningún enfoque nuevo que aportar. Resaltar, no obstante, que sus 33 episodios suponen una de las más brillantes construcciones no solo de unos personajes o una serie, si no incluso la construcción de un historietista como tal, el desarrollo de un talento que en algunos aspectos está todavía por igualar. 33 episodios que nos ofrecen también la creación de uno de los personajes más emblemáticos de los últimos 25 años de la Marvel, Elektra, y todo un tratado de experimentación desde el punto de vista narrativo.

¿EXISTE LA VIDA ENTRE MILLER Y MILLER?

Denny O'Neil y David Mazzucchelli es esencialmente lo que nos encontramos entre las dos aportaciones de Miller a la serie regular. Denny O'Neil era el editor de la colección durante la etapa de Miller y, según suele contar, pasó a realizar los guiones porque no encontró a nadie que quisiese suceder en el cargo al creador de Elektra. Sea como fuere, la cuestión es que O'Neil escribió la serie entre los números 194 y 226, con alguna sustitución esporádica por parte de gente como Mike Carlin, Steven Grant, el escritor Harían Ellison o el propio Miller.

Precisamente este episodio -el 219- que Miller realizó entre sus dos etapas en la serie, y que contaba con dibujos de John Buscema, constituye su trabajo menos conocido con el personaje. Se trata además de uno de los números más extraños de la colección, en el que no sale nadie con uniforme rojo y tampoco ningún personaje que se identifique a si mismo como Matt Murdock.

Narra la historia de la llegada a un suburbio industrial de una gran ciudad de un misterioso personaje -que no dice ni una sola palabra en todo el episodio- que se verá envuelto en una vieja historia de fantasmas, corrupción, amores perdidos, marginación, odio y fatalidad. Un relato de genero negro, sin concesiones, que adelanta ya alguno de los elementos que Miller explorará en Born Again más adelante.

Volviendo al trabajo de Denny O'Neil, hay que reconocer que sin estar al nivel de su predecesor -y a la vez sucesor- presenta puntos de interés. Su principal lastre reside, al igual que todos los demás trabajos de este autor, en lo confuso del discurso. Esencialmente O'Neil es un hombre con buenas ideas, pero mal desarrolladas. Su trabajo tampoco se vio favorecido por el baile de dibujantes habido en la primera parte del mismo. Klaus Janson, Larry Hama, William Johnson o Luke McDonnell se sucedieron a los lápices hasta la llegada en el episodio 206 de un joven semi-desconocldo llamado David Mazzucchelli.

Con la aparición de Mazzucchelli cambió el panorama, O'Neil ofrece lo mejor de si mismo mientras el joven dibujante va desarrollando a pasos agigantados su talento. Con Mazzucchelli, y tal vez más motivado por el talento de su dibujante, O'Neil escribe una serie de buenas historias -en especial una protagonizada por un decrépito supervillano conocido como El Buitre-, Estos son además los episodios en los que se presentará el personaje de Glorianna O'Breen -un nuevo interés amoroso para el protagonista- y desaparece el de Heather Glenn -la segunda novia eterna Matt Murdock-, en lo que parece una clara preparación del terreno para el retorno de Miller -de hecho, Miller co-escribe con Denny O'Neil el episodio que precede a Born Again-.

Una característica del trabajo de O'Neil en la serie que no se puede dejar de resaltar es el escaso desarrollo del personaje protagonista; sus guiones se centran más -o mejor- en describir los secundarios o la acción que en analizar el individuo carne de psiquiatra que le había sido cedido por su antecesor. Incluso hechos como el suicidio de su ex-novia Heather Glenn apenas parecen tener repercusión en un desarrollo de Matt Murdock como personaje.

DAREDEVIL BORN AGAIN

El propio Miller es quien acomete ese desarrollo -o más bien demolición, para volver a edificar- del personaje en su célebre saga Born Again, episodios 227 a 233. Junto con Watchmen o Dark Knight estos siete episodios forman parte de un conjunto de obras que a finales de los ochenta redefinieron el concepto de superheroe. En esta saga Miller y Mazzucchelli envuelven esta redefinición en un manto religioso que sitúan sobre una estructura de genero negro y que la convierten en una obra única. Todo el proceso de cambio interno de los personajes es descrito con una maestría envidiable, con un nivel de capacidad de transmisión de algo, que en realidad no es palpable desde el punto de vista físico, como muy pocas se ha visto en cualquier medio de comunicación de masas.

No resulta fácil despachar Born Again en tres párrafos, sobre todo porque como suele pasar al tratar casi todas las obras en las que participa Frank Miller se podría estar hablando sobre distintos elementos de ellas por tiempo ilimitado. Born Again es un todo compacto, una obra tan rica que intentar desmenuzarla en sus distintos elementos es devaluarla. Una obra tan rica que su exploración es un continúo descubrimiento de nuevas cosas.


Portada de Mazzucchelli para el recopilatorio de Bom Again. Marvel 1987

Cierto es que estos siete episodios se han visto parcialmente eclipsados por el brillo de otras obras como las ya mencionadas Watchmen y Dark Knight, pero en realidad en nada deben considerarse a un nivel inferior a estas; ni cualitativamente, ni desde el punto de vista de la revolución conceptual que supusieron.

David Mazzucchelli es seguramente el dibujante con un mayor talento innato que haya surgido en las últimas dos décadas y es precisamente durante su trabajo en esta saga cuando realiza uno de sus mayores saltos cualitativos. Aparte de su indudable talento como narrador, incrementado gracias a las innegables cualidades en ese campo de quién le escribe el guión, conviene destacar cómo a lo largo de los siete episodios de la obra Mazzucchelli va depurando su trazo hasta conseguir con él unos niveles de expresión difíciles de igualar o tan siquiera de describir.

Tanto en esta obra como en sus posteriores trabajos, David consigue conjugar unos niveles de simplicidad, sencillez y expresión que muy pocas veces se han visto desde los trabajos de Harvey Kurtzman en los tebeos de guerra de la EC o fuera de las páginas que dibuja José Muñoz.

ELEKTRA: LOVE & WAR

Casi simultáneamente a Born Again, entre 1986 y 1987, se publicaron otras dos obras de capital importancia en el personaje y en el propio cómic norteamericano: las colaboraciones de Miller y Bill Sienkiewicz, Daredevil: Love & War y Elektra Assassin. Ambas obras surgen de una de las conjunciones más importantes del mundo del cómic: se puede decir que Frank y Bill se encontraron uno al otro en el sitio justo y en el momento adecuado. Porque si una serie de obras que acabamos de mencionar revolucionaron el panorama del cómic anglosajón desde el punto de vista conceptual, las colaboraciones de Miller y Sienkiewicz lo hicieron desde el punto de vista formal.

Love & War y Elektra Assassin demostraron por el medio de los hechos que se podían realizar tebeos, grandes tebeos, utilizando técnicas y elementos hasta entonces ajenos al cómic.
Que se podía describir a Kingpin como un inmenso armario revestido de papel pintado y con una cabeza diminuta y que resultase reconocible y creíble, que se podían plasmar los recuerdos de Elektra como si los estuviese dibujando un niño -no porque sea un recuerdo de la niñez, sino que para indicar que había algo en aquella cabeza que no funcionaba demasiado bien-, y en definitiva que los tebeos tienen un componente plástico de amplias posibilidades al que no se puede renunciar.

Una de las cualidades de Miller como guionista es la de saber extraer lo mejor de los autores con los que colabora. En este caso supo o pudo controlar el impresionante talento, a veces desbocado, de Sienkiewicz. Miller tuvo la suerte de contar con uno de los dibujantes con una mayor capacidad y atrevimiento surgidos del comic-book USA, mientras que Sienkiewicz tenía para su trabajo el aval del guionista más importante de aquella época sin el que seguramente nunca se hubiese aceptado su trabajo. No es por tanto extraño que el resultado sea un producto visualmente impactante y técnicamente impecable -existen episodios de Elektra Assassin que constituyen todo un tratado de cómo conferir ritmo a una narración-.

Digamos que Miller y Sienkiewicz consiguieron cambiar la mentalidad de los lectores, consiguieron que aceptasen con entusiasmo un producto novedoso y heterogéneo. Pero más importante todavía fue el hecho de que consiguiesen cambiar la mentalidad de los editores y los responsables de las editoriales. Que les convenciesen de editar tebeos realizados de otra manera, a pesar de la complejidad que ello añadía al proceso de reproducción; que les convenciesen que ese esfuerzo merecía la pena ante la calidad del producto.

Página de Nocenti&Windsor Smith en Daredevil n° 236. Marvel 1986

NOCENTI ANO UNO
Parece ser que una vez finalizado Born Again Miller pretendía realizar una historia en dos partes con Walter Simonson en la que aparecía una violación y un asesino en serie. En realidad nunca llegaron a realizarla, a pesar de que Miller llegó a escribir el plot del primero de los episodios. Los que sí se publicaron fueron tres fill-in sucesivos; el tercero de los cuales, el episodio 236, venía firmado por Ann Nocenti y Barry Windsor Smith. Dicho episodio, en el que aparecían la Viuda Negra y una nueva versión del super-soldado, parece ser que presentaba una relación entre el protagonista y la Viuda Negra que entraba en colisión con los planes del nuevo guionista, Steve Englehart, que abandonó la serie tras escribir un solo episodio y con seudónimo.

Sin pretender faltar al respeto a nadie, el abandono supuso una ventaja para los lectores, ya que los planes de Englehart -que incluían hacer miembro a Daredevil de los West Coast Avengers- chocaban, frontalmente, con la reedifición del personaje que acaban de realizar Miller y David Mazzucchelli.

Todo ello motivó que le ofreciesen la colección a Nocenti, ante los buenos resultados de su fill-in.
De esta manera Ann Nocenti escribió la serie  regular desde el mencionado episodio 236 hasta el 291 -con apenas un par de sustituciones por parte de guionistas invitados-.

De lo que no cabe duda es de que la entrada de Nocenti en la serie se realizó por la puerta grande en un episodio que resultó ser uno de sus mejores guiones y que contaba con un trabajo de Barry Smith realmente impresionante. Para Nocenti el hecho de suceder a Miller en la serie no le supuso ningún handicap, sino lo contrario: según su visión, el hecho de que hiciese lo que hiciese nunca estaría la nivel de su predecesor la liberaba para poder hacer lo que quisiese sin preocuparse de las posibles críticas.

Respecto al tratamiento del personaje, el trabajo de Nocenti tampoco consigue llevarlo más allá de donde Miller lo dejaba; de hecho, podemos decir que vuelve para atrás. Simplemente coge ese personaje lleno de potencial que aparece paseando del brazo de Karen Page en la última página de Born Again, le vuelve a poner gafas negras y bastón de ciego y lo vuelve a convertir en abogado.

Desde este punto de vista, el trabajo de la guionista resulta mucho más interesante en lo que se refiere al tratamiento de los secundarios, empezando por su gran creación, Tifoidea.

Dentro de estos episodios de Nocenti podemos diferenciar a su vez varias etapas, comenzando por una primera en la que no existe un dibujante fijo para la colección y que supone para la guionista una toma de contacto con el personaje.

La cuestión se estabiliza con la llegada del nuevo dibujante regular, John Romita Jr, que se encargará de la serie hasta el episodio 282. Temáticamente la etapa dibujada por JRJR podemos dividirla a su vez en otras dos: una primera con guiones de carácter urbano en la que se presenta a Tifoidea, y otra posterior en la que el protagonista se pone a deambular por su país en una especie de road-movie hacia el infierno -literalmente- co-protagonizada por Los Inhumanos -que andan tras la pista del hijo de Rayo Negro y Medusa- y Mefisto y su vastago, Blackhart.

La marcha de JRJR fue cubierta por Lee Weeks y Kieron Dwyer en la parte final del trabajo de Nocenti, que nos presenta la vuelta a casa del protagonista inmerso en una pequeña desorientación que le provocará el que se meta a boxeador y se enfrente, disfrazado de Bullseye, a un suplantador de su personalidad cuya identidad no resulta demasiado difícil de adivinar. Desde un principio, una de las cuestiones que más llamó la atención del trabajo de Nocenti fue su evidente carga política -contenido social, que lo llaman los que parecen tener un bloqueo mental que les genera miedo a aplicar la palabra Política a una creación artística-.

El hecho de que de las historias trascendiese una ideología de una forma tan clara, chocó más en realidad por lo poco habitual que resulta encontrar eso en un tebeo de Marvel, que por la espectacularidad de los planteamientos. Como heredera directa del estilo de Chris Claremont que es, la principal cualidad del trabajo de Nocenti como guionista reside en su preocupación por el componente emocional de personajes y situaciones; a ese nivel, mucho más que al de un discurso político -que por otra parte me parece muy bien a rasgos generales-, es al que hay que buscar lo mejor que nos ofrece esta guionista.


Tifoidea demuestra su poco respeto por el arte religioso en Daredevil n° 256. Nocenti&JRJR.Marvel, 1986



Como dijimos, JRJR es el dibujante de la colección durante la mayor parte de la etapa de Nocenti, y su trabajo no pasó precisamente inadvertido. Sus 30 episodios constituyen, junto con su aportación en el arranque de la colección Punisher War Zone, aquel trabajo con el que consigue trascender del nivel de un buen historietista al de los más importantes del momento. Tampoco conviene olvidar el entintado de Al Williamson, uno de los grandes clásicos del tebeo norteamericano centrado desde hace años en la labor de entintador, que consigue con su trabajo embellecer y realzar el talento de los lápices de JRJR. Se puede decir sin temor a equivoco que hasta la actual llegada de Quesada y Palmiotti nadie había sido capaz de Igualar el nivel artístico de estos episodios.

En cuanto a la labor de Nocenti, el personaje de Tifoidea constituye su legado personal a los tebeos de el hombre sin miedo. Cierto es que en el momento de su creación se recibieron críticas por lo que se interpretaba como una replica poco disimulada del personaje de Elektra.

Reconociendo que en un principio el rol que parecía jugar el personaje en la sucesión de acontecimientos de la serie era paralelo al que jugaba Elektra en la etapa de Miller -que habría que enclavar en una cierta repetición de esquemas arguméntales de Miller que Nocenti realizó al comienzo de sus episodios con JRJR-, lo cierto es que la autora ha terminado construyendo un personaje con su propia personalidad -o mejor, personalidades-. Desde su abandono de la serie, el poco contacto que Nocenti ha tenido con el mundo de Daredevil se reduce a sus traba¬jos con Tifoidea, en forma de tres seriales en el Marvel Comics Presents y una miniserie de cuatro episodios aparecida bajo el sello Marvel Edge. Recientemente se ha mencionado su nombre como guionista de un especial Daredevil/Kazar que finalmente no verá la luz aún a pesar de que Nocenti ya había escrito parte del guión cuando se canceló el proyecto.

MILLER LIVES AGAIN

En plena etapa de Nocenti y JRJR en la colección regular, Frank Miller retomó su trabajo con el personaje en la novela gráfica Elektra Lives Again -1990-. La obra aparecía curiosamente bajo el sello de Epic -al igual que Elektra Assassin, por cierto-, y esa puede ser la disculpa de los responsables de la editorial para hacer como si nunca hubiese pasado nada de lo que en ella acontece a la hora de tratar personajes y situaciones con posterioridad en la colección regular. Pero independientemente del mantenimiento o no de una coherencia dentro del desarrollo de acontecimientos en los distintos tebeos de un personaje u otro -que debo reconocer que no me preocupa en exceso-, Elektra Lives Again representa una nueva demostración del talento de Frank Miller.

La obra sitúa a Matt Murdock en el intervalo que va entre las dos etapas de Miller en la serie regular, y recupera a Elektra de donde la dejaba al final del episodio 190. A partir de ahí no resulta fácil describir lo que sucede. La obra parece más la descripción del estado mental de un individuo que la serialización de una serie de acontecimientos. Desde este punto de vista del tratamiento del personaje no se trata de una obra cerrada, sino que ubica emocionalmente a Matt Murdock en el punto de partida de Born Again. En cuanto a Elektra también la recoge de la cima de la montaña en la que quedaba tras la primera etapa de Miller en la colección, y nos muestra un personaje remodelado. Elektra resulta más una presencia, una esencia, un concepto, que propiamente un personaje -de hecho, pronuncia una sola palabra en toda la obra-.



Cubierta del recopilatorio de Elektra Assassin. Epic Comics, 1987

 Viñeta de las páginas perdidas de El hombre sin miedo. Miller&JRJR. Marvel, 1994

Lo que supone para Frank Miller Elektra Lives Again es un nuevo paso adelante en su particular exploración de la narrativa en imágenes. Miller estiliza su lápiz, dejando un gran porcentaje de las bondades o defectos del resultado final en manos de su colorista, y esposa, Lynn Varley. Pero es en la distribución de los espacios en la página en donde el autor da el salto cualitativo. Miller explora la distribución de las viñetas en la página y de los espacios dentro de éstas. Personalmente lo que más me llama la atención del apartado gráfico de Elektra Lives Again son los espacios vacíos; esa manera de desencuadrar los personajes en las viñetas o las viñetas en la página y el efecto que consigue con ello. Especial mención merecen también las viñetas a una página en las que Miller vence sus limitaciones como dibujante -desde el punto de vista académico- y ofrece un trabajo realmente impresionante, a la altura de su talento como transmisor de ideas y emociones. Esencialmente se puede considerar a esta obra como un destilado de emociones en estado puro y en alta concentración.

LA CAÍDA DEL PARAÍSO

Lee Weeks constituye el nexo de unión entre la etapa de Nocenti y la de sus sucesor D.G. Chichester. Weeks se muestra como un dibujante muy influenciado por el trabajo de David Mazzucchelli en la serie, pero que va evolucionando desde un excesivo mimetismo con el ilustrador de Born Again hasta la realización de un trabajo con un estilo más o menos propio y con una buena dinámica narrativa. Su aportación a la serie concluye en la saga rebautizada como La Caída de Kingpin, episodios 297 al 300, en la que el guionista utiliza personajes y situaciones provenientes de anteriores trabajos en la editorial -en la colección Nick Fury Agent of Shield- para realizar una historia que pretende, sin conseguirlo, invertir el esquema de la relación entre el protagonista y el rey del hampa que aparecía en Born Again.

D.G. Chichester, un guionista cuyo trabajo más destacable son los episodios que realizó de la serie Terror Inc en colaboración con el argentino Jorge Zaffino, demostró casi nada más llegar que no era el autor más adecuado para continuar la labor de Nocenti pero a pesar de ello se mantuvo en la serie entre lo episodios 292 y 342 -con un par de sustituciones por parte de Glenn Herdling y Greg Wright-. Contra todo pronóstico, Chichester ha terminado siendo el guionista que más episodios ha escrito en la colección después de Stan Lee. Su Daredevil sigue unos parámetros en los que quieren conjugarse elementos de ciencia-ficción con un comportamiento del protagonista cada vez más hormonal.

Scott McDaniel es el dibujante que se encargó de sustituir a Lee Weeks como encargado oficial de la serie. Su trabajo abarca entre los episodios 305 y 332. Con Chichester ya más suelto, McDaniel va desarrollando su estilo a lo largo de una serie de sagas, La caída del Paraíso y El árbol del conocimiento, que modifican diametralmente los parámetros en los que se mueve el personaje.

Entierran a Matt Murdock -para proteger a sus amigos, en teoría-, resucitan a Elektra y recuperan a Garrett de las páginas de Elektra Assassin -sin que mayormente venga a cuento-, vuelven a Daredevil más macarra -con un nuevo uniforme para acompañar a la nueva actitud- y le crean una nueva personalidad -Jack Batlin, un aparente delincuente de poca monta enrrollado-.

Todo este cúmulo de decisiones poco afortunadas se producen durante una serie de episodios en los que a un guión confuso hay que añadir un dibujo en el que casi no se distingue nada. Lo primero, achacable al estilo farragoso del guionista y lo segundo, al hecho de que a una etapa vacilante de búsqueda de su propio estilo del dibujante hay que añadir un coloreado muy poco afortunado. En descargo de McDaniel hay que decir que en la actualidad está realizando un buen trabajo en la serie de Nightwing al haber desarrollado ya su propio estilo, en parte por una bien entendida influencia del trabajo de JRJR.

Tras la marcha de McDaniel, y después de una saga de cinco episodios de Greg Wright y Tom Grindberg en la que mandan al protagonista a deambular por las alcantarillas sin otro motivo aparente que el de manchar su traje, regresará Chichester para cerrar su ciclo. Lo único destacable de estos episodios es que el guionista los firma con el seudónimo Alan Smithee -que se suele usar en el mundo del cine cuando uno de los autores está en desacuerdo con el resultado final y no quiere que su nombre figure- ante sus discrepancias con los editores. Alexander Jubran y Keith Pollard son los encargados de ilustrar una serie de episodios en los que Kingpin regresa -lamento no saber muy bien de dónde-, desaparece Glorianna -en caída libre- y Garrett anda por ahí haciendo no se sabe muy bien qué.


Viñeta de las páginas perdidas de El hombre sin miedo Miller&JRJR. Marvel, 1994


SE ACABO LA DIVERSIÓN...

En pleno maremagnun de Chichester y McDaniel nos encontramos con la ultima aportación de Frank Miller a los tebeos de Daredevil, la miniserie realizada en colaboración con JRJR El hombre sin miedo -1993/94-. Para ambos autores la obra supone el reencuentro con un personaje de gran importancia en sus respectivas carreras; aunque el reencuentro es más con Matt Murdock que con Daredevil, ya que hasta la última viñeta de la obra no encontramos a nadie vestido con mallas del color que sea y saltando por los tejados.

El proyecto se generó principalmente por el interés de los autores de colaborar en una obra y para la ocasión Miller decidió readaptar un tratamiento cinematográfico para el personaje que había escrito con anterioridad. Adaptación que Miller realizó en forma de plot, dejando que JRJR fuese el responsable de la descomposición en imágenes de la historia. Lo que en principio iba a ser una novela gráfica fue creciendo hasta convertirse en una serie limitada de cinco episodios.

La obra vuelve a ofrecer el origen del personaje pero alejándose del la mera repetición de las historias de Stan Lee; alejándose de ese revisionismo ramplón que tan en auge parece estar entre fans y editores marvelianos. Tampoco se trata tan solo de una narración con una fuer¬te carga de viaje iniciatico: El hombre sin miedo es lisa y llanamente una historia de genero negro, no va más allá, pero tampoco lo pretende. No constituye una nueva vuelta de tuerca de ningún concepto, sólo es un tebeo perfectamente narrado, muy bien dibujado y mejor escrito -por si no lo he mencionado todavía Frank Miller es uno de los mejores escritores de diálogos y textos de la historia del cómic-. 144 de páginas de cinética narrativa y dinámica emotiva.

No se muy bien cuál fue la aceptación de la obra por parte de los fans más acérrimos -los marvel zombies-, supongo que no quedarían demasiado contentos ya que seguramente se alteraba algún evento de la vida del personaje: se ponía el traje más tarde de lo que debería, su padre era un boxeador de otro peso distinto o el camión de los residuos radiactivos era de distinta cilindrada. Pero en el fondo lo que sucede es que El hombre sin miedo no es un tebeo de superheroes. Algo que no debería extrañar a nadie porque, ¿Cómo va a escribir Miller tebeos de superheroes después de haber hecho Born Again.  En realidad el protagonista de esta obra responde a los cánones del héroe milleriano; por ello está más cerca del Dwight de Sin City que de la versión estándar del personaje.

EL DIABLO Y EL DIVÁN

De vuelta a la colección regular, tras la larga etapa de Chichester y con un episodio de transición escrito por Warren Ellis, llega Jim DeMatteis para poner un poco de orden. La llegada coincide con un cambio en el equipo editor de la serie, Marie Javins releva a Ralph Macchio, y con la inclusión de la serie en el interesante pero fallido sello dirigido por Bobbie Chase Marvel Edge. A pesar de que su estancia será solamente de siete episodios -344 al 350-, DeMatteis procederá a recapitular todo lo ofertado en la etapa anterior. Para ello, la primera conclusión a la que llega es la de que la única explicación al comportamiento que Daredevil venía manteniendo deriva de un profundo problema psicológico -al que busca explicación en uno de los pasajes de la miniserie de Miller y JRJR-. Tras ésto, el protagonista deberá afrontar su propia paranoia, tras combatir a su vez la de un curioso asesino en serie llamado Sir.

DeMatteis demuestra de nuevo su contrastada capacidad en el campo de la psicología de los personajes, y si destacable es su recreación de los procesos mentales de Daredevil, más lo es todavía la composición del/la asesino/a en serie que describe y que se demuestra como una de las más brillantes que se han llevado a cabo de este tipo de personajes. Ron Wagner es el encargado de ilustrar la mayoría de estos episodios y realiza un trabajo que sin ser excepcional presenta un buen nivel, acercando su estilo al de autores como Joe Kubert y JRJR.

DeMatteis, que por cierto ha llegado a escribir un plot para una película sobre el personaje, abandonó la serie por diferencias con los editores; pero su trabajo aunque breve sirvió para poner algo de sensatez en una colección en la que se estaban acumulando las incoherencias una sobre otra. No me estoy refiriendo al hecho de que se pudiesen variar algunas de la reglas básicas de los personajes, entre otras cosas porque no creo que deban tener ninguna aparte de la calidad y el respeto, si no que lo que sucedía es que no existía la más mínima credibilidad porque no había coherencia en los comportamientos y mucho menos concordancia de estos comportamientos con las supuestas personalidades de dichos personajes.


Página de Joe Quesada y Kevin Smith. Daredevil 6. Marvel, 1999

Los editores buscaron a continuación un guionista que le diese un tono más distendido a la serie y encontraron a Karl Kesel, que tras dos fill-in ilustrados por Shawn McManus se encargaría de escribir la serie entre los episodios 353 al 364. La versión de Kesel es la del saltimbanqui chistoso, sin que aporte nada distinto de una serie de historias rápidamente olvidables.

Su dibujante Cary Nord tampoco contribuye a facilitar que estos episodios se mantengan en nuestra memoria merced a un estilo poco dinámico y a un lápiz muy monótono.

Tal vez el único hecho destacable de esta etapa sea el regreso al final de la misma de Gene Colan a la serie que le encumbró para ilustrar media docena de episodios.

Dejando aparte la nostalgia y el respeto al reconocido talento del maestro, lo cierto es que Colan demuestra que ya no es quien era. Joe Kelly es el guionista de la mayoría de estos episodios al haberse hecho cargo de la colección tras el abandono de Kesel. En realidad Kelly ya había realizado un fill-in -episodio 358- en la etapa que le precedió que estaba ilustrado por Pascual Ferry.

Joe Kelly tampoco se mantuvo demasiado tiempo en la serie, escribiéndola entre los episodios 365 y 375, además del fill-in ya comentado, el número -1 y el anual Daredevil/Deadpool 97.

Por cierto que no es ésta una colección que se haya prodigado en la publicación de anuales -sólo 11 en 36 años-, y como anécdota puede contarse que al no aparecer ninguno desde 1876 hasta 1989 alguien se confundió y se les puso a ambos el mismo número -el 4-. De todos estos anuales el único que podríamos destacar es el de 1990 merced a contar con un dibujo bastante heterogéneo debido al británico Cam Kennedy.

Precisamente este especial Daredevil/Deadpool, ilustrado por Bernard Chang, que acabamos de mencionar resulta bastante definitorio del trabajo de Joe Kelly en la colección. Por un lado une los dos personajes que escribía para la editorial con lo que queda de manifiesto la diferencia de tratamiento entre ambos:  Kelly realiza un Daredevil con un tono mucho más hosco que el empleado en Masacre, como es lógico, y también más serio que el que empleaba Kesel. El otro elemento a destacar es el nuevo origen del que provee a Tifoidea que suaviza algunos de los hechos que Miller y JRJR narraban en El hombre sin miedo -en concreto los referidos a la prostituta que el protagonista mataba accidentalmente-, lo que constituye la enésima demostración de que Marvel difícilmente contará con elevados niveles, desde el punto de vista artístico, con editores que no ven más allá de sus narices y están todo el día reculando.

Gene Colan y Ariel Olivetti se reparten el apartado artístico de los episodios escritos por Kelly, sin que el argentino consiga mejorar lo ofertado por Colan.

Resulta además un caso curioso el de Olivetti que es un dibujante muy desigual, capaz de realizar buenos trabajos -La última historia de los vengadores o la miniserie de Picara y Dientes de Sable- junto a otros en los que realiza un dibujo apresurado y confuso; a esta última categoría es a la que habría que asignar sus episodios de Daredevil.

En cuanto a Joe Kelly, si bien su labor supone una mejora frente a la de Kesel, muestra un discurso inconexo, dosificando la intriga de una forma poco natural y sin que, a pesar de la ayuda de Chris Claremont en su episodio final -el conmemorativo 350-, se consiga dejar un buen sabor de boca en el lector.

Liquidada la etapa de Kelly, Colan y Olivetti y con los editores de Marvel ya en negociaciones con los responsables de Event, los cinco episodios restantes se realizan para cubrir el expediente hasta la liquidación de la colección. Los cuatro primeros -376 al 379- forman una historia que convierte al protagonista en un amnésico pintor francés en un interesante arranque que su guionista, Scott Lobdell, tarda exactamente 17 páginas en echar por tierra. Lo único destacable de estos episodios habría que buscarlo en el trabajo gráfico de Cully Hammer en el primer y cuarto episodio.   Finalmente,   Chichester y Weeks se encargaron de cancelar la colección en un número especial que ofertaban lo que de ellos se esperaba: un buen dibujo y una historia poco comprensible.

Por completar, además de los anuales ya mencionados, habría que referirse a la novela gráfica protagonizada por Daredevil y la Viuda Negra Matadero -1993-, escrita por Jim Starlin e ilustrada por Joe Chiodo. Se trata en realidad de una historia protagonizada por esta última en la que el hombre sin miedo juega un papel secundario, más como reclamo publicitario que otra cosa. La obra por otro lado no está exenta de interés gracias al gran trabajo que Starlin lleva a cabo al describir los procesos mentales de los asesinos psicópatas que la protagonizan. Mencionar solamente que existen una serie de productos sobre Elektra, con un protagonismo muy tangencial de Matt Murdock, generados una vez que los responsables de Marvel decidiesen resucitarla incumpliendo los acuerdos a los que habían llegado con su creador Frank Miller. De todos ellos, sólo merece destacarse el trabajo de Peter Milligan en el guión de los trece episodios iniciales de la serie regular del personaje -lástima que el encargado de la parte gráfica de dichos episodios, Mike Deodato, en lugar de narrar la historia se dedicase a dibujar mayormente lo que le daba la gana en cada viñeta-.



Cubierta de Joe Quesada. Daredevil 6. Marvel, 1999

DE EVENTOS Y CABALLEROS

Una de las pocas decisiones inteligentes que han realizado los responsables de la Marvel en los últimos años es, sin duda, el fichaje de los responsables de Event comics. Joe Quesada y Jimmy Palmiotti -que en su propio sello editorial estaban editando trabajos realmente interesantes, como Ash o Painkiller Jane- se hicieron cargo el pasado año de la línea editorial Marvel Knights en la que están desarrollando lo más interesante que Marvel ofrece en estos momento. Incluso están comenzando a expandirse, creando una nueva línea denominada Hi-Tech para la que están reclutando, con muy buen criterio, a dibujantes como Pascual Ferry o Leonardo Manco. Además existe el rumor de que se encuentran en negociaciones con Garth Ennis y Steve Dillon para que los creadores de Preacher realicen un serie limitada del Punisher.

Dentro de Marvel Knights la colección estrella es la de Daredevil, en la que se ha comenzado una nueva numeración. Quesada y Palmiotti se han reservado el apartado gráfico, mientras que para el guión ficharon al cineasta Kevin Smith. Su primer arco argumental, próximo a concluir, abarca los ocho episodios iniciales tras los que Smith será sustituido por David Mack para el segundo. Mas tarde regresará Kevin Smith para realizar otra saga y después Bob Gale se encargará de la siguiente. Por lo editado hasta ahora, podemos concluir que Daredevil esta recuperando algo de la grandeza de su pasado; porque Quesada, Palmiotti y Smith están realizando un trabajo brillante.

Por algunas de las reacciones que he visto a estos episodios parece existir un sector de aficionados al que no está agradando esta nueva serie. Por un lado, puede haber gente que esperase más del trabajo de Kevin Smith, aunque no se muy bien por qué. Smith está rallando a un gran nivel como escritor de tebeos, y si alguien esperaba que de repente llegase y revolucionase el mundo del cómic de buenas a primeras, es su problema. Por otro lado tenemos a los marvel zombies que tampoco están contentos, y tampoco se a qué es debido; pero estoy ya muy mayor para ponerme a estudiar los mecanismos de los fundamentalismos.

Porque de lo que estamos hablando principalmente es de calidad y de eso existe de manera contrastable en los episodios ya publicados. Kevin Smith se nos descubre como un gran escritor de textos: de hecho los diálogos son de una calidad inusual. Además escribe los personajes de modo que resulten creíbles y con personalidad y complejidad. Demuestra además no estar coartado por la historia del personaje y junto con sus editores y, a la vez, dibujantes toma decisiones arriesgadas. Introduce como Miller un elevado componente religioso, a niveles más estéticos que de contenido, y consigue dosificar la intriga de manera que enganche al lector. La verdad es que el arranque -con ese niño que no se sabe si es el Mesías, el Anticristo, ninguna de las dos cosas o las dos a la vez-, resulta cuando menos sorprendente.

En cuanto al apartado gráfico, el trabajo de Quesada es también impresionante. Lo cierto es que el tiempo que pasó en Event con su Ash le ha servido para madurar. Ya no es aquel joven prometedor, si no una realidad. Su estilo se ha hecho más contundente, con una fuerte carga ornamental, pero con un storytelling fluido. Se observa también una ligerisima caricaturización de los personajes -en lo que se refiere a los rostros principalmente-, que sabe utilizar como elemento expresivo. Mantiene también alguna de sus características definitorias, en especial el uso de las sombras que se ha convertido en marca de la casa.

Como conclusión, debo decir que mientras se mantenga el nivel de calidad ofrecido hasta ahora, la nueva colección de el hombre sin miedo tendrá en mi uno de sus más fieles seguidores. Cierto es que nunca se debe olvidar el pasado, sobre todo si es tan brillante como el de Matt Murdock, pero no se puede vivir mirando siempre para atrás.


Dentro de la Viñeta número cuatro, agosto 1999



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