Por Norman Fernández
La vida y milagros de John Constantine, que se ha bautizado como Hellblazer, constituye la serie más veterana de la línea Vértigo de DC. Cabe poca duda de que, independientemente de la serie que lleve el estandarte de la línea en cada momento -primero fue Sandman y ahora parece ser Preacher-, Hellblazer es aquella que mejor se ajusta al espíritu definitorio de la misma; de hecho ya era una serie Vértigo antes de que existiese la propia línea. Alan Moore fue el creador de John Constantine durante su etapa ya mítica en La Cosa del Pantano allá por 1985. Dos años más tarde nacería una colección que se encuentra próxima al centenar y medio de episodios.
Adiós, John, nos vemos en los Funny papers -páginas de comics de los periódicos- le dice su colega a Constantine. En Hellblazer 23. Delano & Tiner 1989. DC Comics.
JAMIE DELANO
Jamie Delano y John Ridgway fueron los autores seleccionados por Karen Berger para dar vida a la colección sobre la vida y milagros de John Constantine. El tándem solo se mantendría durante nueve episodios en los que el protagonista recibe una trasfusión de sangre de un demonio, asiste a un nuevo triunfo electoral de Maggie Thatcher y desbarata los planes de los Cruzados de la Resurrección y del Ejercito de la Condenación, además de joder la vida de sus amigos de una forma tan eficaz como sistemática.
Lo cierto es que este arranque de la colección se puede considerar como uno de los trabajos más importantes, aparte de por su calidad, por la influencia en posteriores obras del tebeo de finales de los ochenta. La lastima es que John Ridgway no se encontraba a gusto en la serie -a pesar de estar realizando un trabajo muy interesante, con un estilo que se adaptaba perfectamente al relato, al que además confería un ambiente propio-, debido a lo escabroso de alguna de las cosas que el guionista le pedía que dibujase. Incluso existe una secuencia de tres páginas en el séptimo episodio, en la que a una mujer le iban quitando la ropa, la piel y la carne hasta dejarle solo el esqueleto, que hubo de ser dibujada por Brett Ewins.
Después de estos episodios, y tras un cross-over con La Cosa del Pantano de Rick Veitch -en el que Constantine se prestaba a cierto experimento de inseminación-, Delano decidió dar algunas de las claves sobre el origen del personaje contándonos lo que había pasado en Newcastle. Posteriormente embarcó al protagonista en una saga, The fear machine, compuesta de nueve episodios, del 14 al 22, en la que lo enfrentará a toda una conspiración Internacional para el control de la humanidad -o algo parecido-.
Richard Piers Rayner y Mark Buckingham se sucedieron en la parte gráfica de todos estos episodios, sin que ninguno de los dos consiguiese hacer olvidar a Ridgway. Mejor suerte corrió Ron Tiner, el encargado de ilustrar los dos siguientes episodios, que conseguía desarrollar un trabajo que, sin ser de mayor calidad que el de sus dos predecesores, se ajustaba mejor al tipo de relatos de la serie.
Precisamente el segundo de estos episodios, el 24, nos introducía el personaje de un Serial Killer conocido por Family Man que tendría gran importancia en posteriores momentos de la colección.
Los tres siguientes episodios supusieron una especie de permiso de vacaciones para Delano, encargándose Grant Morrison y David Lloyd de los dos primeros, 25 y 26, y Neil Gaiman y Dave McKean del siguiente.
El resultado no pudo ser más desigual, y así como la historia de Morrison resultó más olvidable que comprensible, Neil y Dave obsequiaron a los lectores con uno de los mejores episodios de la colección; siendo además éste uno de los mejores trabajos que ha desarrollado McKean en formato de historieta.
Tras el paréntesis, se produjo el regreso de Delano para su segunda tanda en la colección, números 28 al 40. Este retorno vino parejo al regreso del Family Man y a la presentación al lector del padre del protagonista, que era presentado y asesinado en el mismo episodio.
Portada ilustrada por Kent Williams. En Hellblazer 32. 1990. DCComics.
Entre los números 28 y 31, se desarrolló una línea argumental, en la que Constantine se las tuvo que ver con el Serial Killer y con el fantasma de su padre, que constituyó una de las partes que más aceptación tuvo entre los lectores de esta segunda etapa de Delano; etapa en la que podemos encontrar también un fill-in, episodio 32, escrito por el también inglés Dick Foreman. Ron Tiner, Sean Phillips y Steve Pugh, con una pequeña ayuda de Dean Motter, son los encargados de esta tanda de episodios, realizando todos ellos un buen trabajo sin que el nivel del de ninguno de ellos destaque sobre los restantes.
Mención obligada hay que hacer al episodio final de esta etapa, el 40, un número especial ilustrado por Dave McKean en el que Delano liberaba a Constantine de parte de su carga oscura. Incluso el propio guionista adjuntó a la copla del guión que envió a su sucesor, Garth Ennis, una nota en la que le decía: Este es probablemente el Constantine sobre el que le gustaría leer a la mayoría de la gente.
Para terminar con la aportación inicial de Jamie Delano al personaje tendríamos también el primer annual de la serie, editado en 1989 e ilustrado con maestría por Bryan Talbot que nos ofrece una reflexión sobre uno de los temas más queridos para Delano, el posicionamiento del individuo ante el Sistema, basándose para ello en el relato de la historia de Kon-Sten-Tyn: rey de los celtas reconvertido a Abad de la iglesia cristiana.
The Bloody Saint muestra la integración como última posibilidad de supervivencia y como una mínima oportunidad de pervertir, que no subvertir, el orden establecido.
Fuera de algunas de las innegables cualidades del trabajo de Jamie Delano, como son su estilo como escritor de textos o esa textura política con la que consigue envolver sus historias, su principal aportación a la serie la tendríamos en la definición del protagonista. Delano es el guionista que mejor ha sabido explorar a un personaje tan complejo como John Constantine.
Cierto es que parte de una posición ventajosa frente a los autores que le siguieron, ya que Alan Moore le había dejado un personaje lleno de potencial pero poco definido, y esa definición es la que Delano lleva a cabo con indudable maestría; de tal modo que aún hoy en día su versión es todavía la referencia principal del personaje.
GARTH ENNIS
Para cubrir la marcha de Delano se buscó a un joven guionista irlandés que estaba destacando por sus trabajos en el mercado británico. Lo cierto es que Delano tenía Intención de abandonar la serie ya desde hacia varios episodios, pero hubo de esperar a que se le encontrase un sustituto adecuado. Garth Ennis se incorporó en el episodio 41, y no se le ocurrió mejor cosa que hacer enfermar a Constantine de cáncer. Dangerous Habits constituye la tarjeta de presentación en el mercado americano del guionista con mayor proyección de este final de década.
Esta etapa de Ennis la podemos dividir a su vez en otras dos etapas: la primera, que abarca hasta el episodio 61, de la que se puede considerar a Will Simpson como el dibujante oficial pero en la que hay todo un baile de artistas invitados como David Lloyd, Steve Dillon o Mike Barreiro, y la segunda, que va del episodio 62 al 83, en la que el tándem encargado de la serie es el formado por Ennis y Dillon y en la que se incorpora ya el sello de Vértigo a la cubierta.
Esta primera etapa de Ennis -en la que existe un episodio, el 51, que cuenta con el británico John Smith como guionista invitado-, sirve sobre todo para ir sentando las bases de la serie, ir introduciendo nuevos personajes, y darle rodaje al guionista; pero lógicamente es en la segunda donde mejores resultados se obtienen, aparte de por la continuidad estilística en el apartado gráfico, por la especial química del dúo que poco después crearía su obra capital con Preacher.
Constantine mantiene una pequeña disparidad de criterios con un capo de la mafia. EnHellblazer 130. Ennis & Higgins.. 1998. DC Comics.
Precisamente es toda la parte referida al infierno, al triunvirato que lo rige, al Arcángel Gabriel o al rey de los vampiros donde peor funciona el trabajo del irlandés, y por contra se eleva la calidad al describir los ambientes marginales en los que hace moverse al protagonista: dicho de otro modo, el mejor trabajo de Ennis con Constantine lo desarrolla cuando le hace revolcarse entre la basura.
Tampoco el trabajo de Ennis con Constantine es especialmente destacable, pero en cambio sí que lo es, y mucho, el que realiza con la creación y descripción de su compañera sentimental. Kit es un personaje poderoso y complejo que consigue eclipsar completamente al propio protagonista de la serie. Para cualquiera que conozca Preacher no debería resultar ninguna sorpresa la capacidad de Garth Ennis de crear brillantes personajes femeninos; capacidad que por desgracia comparten muy pocos de sus compañeros de profesión.
En este sentido habría que destacar el especial Heartland -1997-, el único spin-off que ha tenido la colección, en el que se combinan, por así decirlo, todos los elementos positivos del trabajo de Ennis en Hellblazer: por un lado se trata de la historia de regreso de Kit a Belfast y de la relación con su familia, y por otro permite a sus autores -Ennis y Dillon- realizar una descripción, desde una óptica que combina lo político con lo cotidiano, del ambiente en el que la gente debe vivir en dicha ciudad
En cuanto al apartado gráfico de toda esta etapa, habría que decir que el baile de dibujantes habido al principio de la misma no la favoreció en demasía, además Will Simpson nunca terminó de sentirse contento en la serie, a pesar de que realizó un traba¬jo más que digno. Posteriormente Steve Dillon simplemente demostró que es uno de los narradores en formato de historieta más importantes de este final de década, aunque parece ser que el gran público no se enteraría hasta la aparición de Preacher. Un último inciso habría que dedicarlo al trabajo de Glenn Fabry en las portadas.
Seguramente su aportación actual a Preacher está teniendo un eco mayor entre el publico debido al éxito de la serie, pero ya en Hellblazer demostraba con creces su dominio de la técnica y, sobre todo, su filosofía de lo que debe significar una portada: algo que más allá de un dibujo mejor o peor contenga o trasmita un concepto.
Por otro lado, Hellblazer es una colección que siempre ha cuidado mucho el apartado de las portadas, y ya la etapa de Delano había sido cubierta por dos profesionales del prestigio de Dave McKean y Kent Williams; e incluso se puede decir que en el caso del primero nos encontramos con su mejor trabajo como portadista.
EDDIE CAMPBELL
Tras el final de la etapa de Ennis y Dillon, Jamie Delano regresó para realizar un solo episodios, el 84, que nos explica el origen de la curiosa relación entre el protagonista y su amigo Chas Chandler -o algo parecido-. Dicho episodio marca también la llegada de Sean Phillips como nuevo dibujante y portadista; labores que mantendría hasta el número 120 la primera y 128 la segunda. La siguiente línea argumental, episodios 85 al 88, presenta como nuevo guionista a Eddie Campbell, creador de series como Alec y Bacchus y dibujante de From Hell. Lo cierto es que la aportación del australiano es más que nada una anécdota en una serie en la que los guionistas suelen quedarse casi cuarenta números cada uno.
La saga ofrece a una serie de singulares fantasmas, por un lado, y a los miembros de la Iglesia de la Realidad Virtual por otro, empeñados todos ellos en que el protagonista les haga no se que recados; el problema comienza porque a Constantine no parece que le enrolle mucho el tema.
Constantine con un pequeño problema en la yugular. En Hellblazer 86. Campbell & Phillips. 1995. DC Comics.
Mi Hellblazer sólo duró cuatro episodios. No parece que pueda escribir comics para grandes compañías más allá de eso. Cuatro parece ser mi umbral de agonía. En DC pensaron que mi mejor idea fue la de dejar la colección a otro guionista.
Las afirmaciones del propio Eddie Campbell en el correo del número 17 de su Bacchus son meridianas sobre lo que representó su paso por la colección. Parece ser que las relaciones laborales no resultaban satisfactorias para ninguna de las partes; hecho éste que no trascendió en ninguna merma de calidad en el resultado final.
Es una lastima que Eddie Campbell mantenga ese criterio de procurar no trabajar con creaciones ajenas ya que, por lo visto en estos episodios y lo que está demostrando con su Bacchus, se trataba de uno de los autores que mejor y más personal partido podría haberle sacado a la colección, a tenor de sus cualidades como narrador y su capacidad como creador.
PAUL JENKINS
Más suerte tuvo, al menos cuantitativamente, el siguiente guionista, el inglés Paul Jenkis, que se mantuvo en la serle entre los números 89 y 128. Como ya mencionamos, Sean Phillips sería el ilustrador de esta etapa hasta el episodio 120, con sustituciones esporádicas por parte de Pat McEown, Al Davison, Charles Adlard o Warren Pleece, siendo precisamente este último el que posteriormente se ocuparía de de los ocho episodios finales de Jenkis.
Durante todos estos episodios podemos encontrarnos a Constantine compartiendo cartel con reencarnaciones de Arturo o Merlín, enfrentándose a los fantasmas de los refugiados de la guerra de los Balcanes, compartiendo el calor de una hoguera con El Jefe o manteniendo su particular entrevista con el Diablo, entre otras andanzas.
Mención especial merece el número conmemorativo de los diez años de la colección, el 120, en el que Jenkins y Phillips realizan su particular homenaje al personaje y a los principales autores que lo han tratado.
Precisamente el tratamiento del protagonista es el elemento menos atractivo de esta etapa: Jenkins elimina definitivamente la parte oscura de Constantine, convirtiéndole más en testigo de una serie de fenómenos poco habituales que en desencadenante o catalizador de nada.
Le rodea de un grupo de personajes pintorescos, Incluida una compañera sentimental estable, pero no le lleva más allá de ahí. Es decir, modifica algunos de los elementos definitorios del personaje para nada, sin que eso persiga hacerle evolucionar a ningún sitio.
Por otro lado, no quisiera trasmitir una visión pesimista del trabajo de Paul Jenkins. Debo decir que estamos ante un muy buen escritor de textos, responsable de unos diálogos con una elegante carga de Ironía y que, si bien es cierto que no mantiene el nivel de sus predecesores, hay que decir en su favor que el listón estaba demasiado alto. Basta comprobar sus trabajos en Marvel en la serie de los Inhumanos o en el Hombre Lobo -en donde, por cierto, Leonardo Manco estaba realizando un trabajo genial-, para comprobar que estamos ante un buen guionista.
La aportación de Sean Phillips, en cambio, es uno de los mejores trabajos gráficos que han aparecido en la serie. Estamos ante el autor que más episodios ha dibujado en la serie y el que, junto a Steve Dillon, mayor marca ha dejado en la misma.
El dibujante que nos encontramos en Hellblazer es muy distinto del que se podía ver en sus trabajos primerizos en las revistas 2000AD o Crisis o en la serie limitada de Kid Eternity que realizó en colaboración con Ann Nocenti y su colega Duncan Fegredo. Incluso el dibujante de esta etapa de la colección, tampoco es el mismo que aquel que había realizado alguno de los episodios escritos por Delano.
El Phillips de ahora es un dibujante más formado, con un estilo más definido, que mantiene unas constantes como narrador, pero mucho más dinámico y atractivo.
Como portadista se revela además como un notable ilustrador. Pero sobre todo nos encontramos con un historietista que avanza a pasos agigantados en el aspecto expresivo de su trabajo, en la dirección de la labor de gente como Kent Williams -que, por cierto, le entinta en su historieta de The Minx del segundo Winter Edge-.
A esta etapa pertenecen también los dos episodios de Hellblazer/The Books of Magic -1997-, escritos en colaboración con John Ney Rieber e ¡lustrados por Paul Lee, que unen a los protagonistas de ambas series en la búsqueda de un pedazo de la infancia del primero que les llevara al Infierno, o algo parecido; además de la historia, ilustrada por Paul Pope, del primer Winter Edge -1998-.
Fin de fiesta salvaje. En Hellblazer 108. Jenkins & Adlard. 1996. DC Comics.
Precisamente esta historia es uno de los mejores trabajos de Paul Jenkins en la serie y tiene su origen en el efecto que produjo sobre el guionista la enfermedad, y posterior fallecimiento, del editor de Vértigo Lou Stathis.
JAMIE DELANO -de nuevo-
Pese a ser un personaje de gran atractivo, no se ha prodigado la publicación de obras fuera de colección sobre Constantine. Es cierto que existen infinidad de apariciones como Invitado en otras colecciones tanto de Vértigo, Los Libros de Magia, Mobfire o Sandman, como del universo superheróico de la editorial, Firestorm, Spectre, o Hitman: aparte, como es lógico, de visitas recurrentes a la colección que le vio nacer.
En cambio, los trabajos fuera de colección se restringen a los dos especiales, el primero de Delano y Talbot y el segundo de Ennis y Dillon, el Hellblazer/The Books of Magic que acabamos de mencionar, sus aportaciones a Vertigo Jam o los Winter Edge y The Horrorist -en estos momentos se anuncia una miniserie sobre la juventud de Constantine en la colección The Sandman Presents-. The Horrorist -1995- representa el reencuentro entre Jamie Delano y John Constantine, tras casi cinco años en los que tan solo coincidieron en el episodio 84 de Hellblazer. También supone un reencuentro con David Lloyd, que ya había dibujado los episodios con guión de Morrlson y alguno de los de Ennis.
El co-creador de V de Vendetta realiza aquí un trabajo pintado, de gran atractivo estético, con un estilo que oscila entre cierta blandura -más que nada por lo duro de la historia que se cuenta- y una perfecta adecuación a lo que se está narrando.
En lo que respecta al guión, con Jamie Delano regresa la sordidez; regresa el Constantine malsano y enfermizo, que un servidor estaba echando de menos. Regresa además el guionista que, junto a Neil Gaiman, mejores textos ha sido capaz de poner en los labios del protagonista y aquel que mejor ha sabido definirlo. The Horrorist es una obra muy compleja, muy brillante pero poco agradable desde el punto de vista de los sentimientos que puede generar en el lector.
Su protagonista es un ángel, una chica que resulta ser una especie de mesías invertido que no viene a redimir a nadie de sus pecados, si no a hacer más bien lo contrario: a hacer ver, de forma impresionadamente traumática, las consecuencias y causas de los comportamientos humanos, Incluso de los más aparentemente inocuos.
Se trata de una obra que explora la noción del remordimiento, de la culpa, pero no precisamente desde el punto de vista de la redención cristiana. Y ya se sabe, en cuestiones de culpabilidad y remordimientos, nadie como John Constantine.
GARTH ENNIS -otra vez-
Son of man es la historia de cinco partes, episodios 129 al 133, con la que Garth Ennis regresa al personaje cuatro años más tarde de abandonarlo. Le acompaña en su retorno Glenn Fabry como portadista, siendo John Higgins el dibujante escogido en este caso -dibujante que ya había trabajado con Ennis en el inexplicadamente inédito Pryde & Joy-.
La característica que más llamó la atención de estos episodios reside en la decisión de sus autores de hacer que el protagonista hable directamente con el lector, mirando a cámara para ello.
Curiosamente no fue demasiado bien aceptado por algunos sectores de lectores que escribieron manifestando su desaprobación; por lo que se ve, hasta dentro de la heterodoxia hay que respetar ciertas normas.
Por lo demás, Son of man ofrece un buen follón entre gangsters, demonios, lesbianas deprimidas y policías corruptos -perdón por la redundancia- con
Constantine departe con Arturo. En Hellblazer 113. Jenkins & Phillips. 1997. DC Comics.
Constantine en medio de una riña familiar en casa de su novia. En Hellblazer 122. Jenkins & Pleece.
1998. DC Comics.
Pero como es norma en sus trabajos, no se queda en la superficie de un argumento más o menos interesante, provocador o disparatado, si no que además realiza su particular reflexión sobre las amistades perdidas con el paso de los años.
También John Higgins, en el apartado gráfico, oferta lo que se puede esperar de él; esto es, una narración correcta sin espectacularidades ni positivas ni negativas.
Los mismos parámetros sigue la historia del segundo Winter Edge que, escrita por Ennis e ilustrada por Glyn Dillon, nos ofrece una versión tabernera de la añoranza de los amigos que han quedado por el camino.
WARREN ELLIS
El episodio 134 marca el arranque de la nueva etapa de la colección en la que se Incorporan Warren Ellis al guión y Thimoty Bradstreet como portadista, manteniéndose por ahora Higgins como dibujante.
Lo cierto es que Ellis lleva todavía poco tiempo en la serie -esperemos que se quede tanto tiempo como sus predecesores-, pero ya está empezando a marcar su estilo en ella. Aunque el que sí está marcando su estilo claramente es Bradstreet, que demuestra mes tras mes ser uno de los mejores ilustradores del momento actual con unas portadas cuasi-hipnoticas, que no desmerecen en calidad a las de sus predecesores.
El Hellblazer de Warren Ellis toma como modelo de referencia el de Garth Ennis, aunque llevándolo a su terreno. Como en el caso del irlandés, lo mejor de la serie es el ambiente en el que hace moverse al protagonista, que en este caso es menos marginal y más proletario. Constantine se mueve en los círculos de la clase trabajadora y así le podemos encontrar discutiendo sobre la utilidad del voto a los laboristas con un dependiente de tabaco inmigrante, charlando con un empleado de mantenimiento de las vías del metro al que ha ayudado a conseguir el peor trabajo de la ciudad, o visitando el lugar de reunión de los trabajadores en busca de empleos temporales. Ellis tampoco pierde oportunidad de hacer gala de su habitual desparpajo y nos ofrece secuencias impagables, como aquella en la que intentan vender a Constantine un mechero con la efigie de Lady Di para que vaya con él a no-se-que plaza y lo encienda como si fuese un concierto de Dire Straits para conmemorar la memoria de la princesa, o lo que sea. Por su parte, John Higgins mantiene su línea, con un estilo cada vez más sucio que va acercando al de compatriotas suyos como Cam Kenedy.
Once años son muchos para una colección que nació con afán de ser alternativa.
Afortunadamente parece gozar de buena salud, al menos desde el punto de vista creativo y, si lo permiten las cifras, el futuro se le presenta esperanzador. Norma Editorial parece apostar por ella pero de una manera un tanto tibia, no parece tener claro qué hacer una vez se les termine el material de Ennis y Dillon.
Esperemos que sean valientes e intenten recuperar la mayor cantidad de material que puedan -a ser posible escrito por Delano-, ya que no hay duda que Hellblazer es una de las referencias ineludibles del cómic anglosajón de esta década. Como el propio protagonista nos dice, Hay más de un camino para el Infierno, y nunca está de más ir conociéndolos.
Constantine intentando comprar un mechero en que no salga el retrato de Lady Di, En Hellblazer 135. Ellis & Higgins. 1999. DC Comics.
Ediciones Zinco publicó una miniserie de cinco episodios que contenían los números 1,2,3, 4, y 27.
Además publicó un especial que incluía el primer anual, y cuatro prestigios que abarcan los episodios 25, 26 y 41 al 46-Hábitos peligrosos- - -
Norma editorial está publicando la etapa de Ennis y Dillon, que comprende los episodios 62 al 83 y el segundo especial.
Dentro de la Viñeta número 2, junio 1999
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