martes, 23 de diciembre de 2014

Las palabras como lápices



Trazo de Tiza
Colección Miguelanxo Prado n" 1 Norma Editorial P.V.P. 1.750 Ptas.


JAUME VIDAL

Tengo la sensación de que ha pasado mucho tiempo desde que apareció TRAZO DE TIZA de Miguelanxo Prado en las páginas de la revista Cimoc hasta ahora que Norma nos lo presenta en forma de álbum. Demasiado quizá. TRAZO DE TIZA es una obra que hay que leerla de un buen tirón. No admite fraccionamientos, porque no se trata de una narración con diferentes episodios. Las distintas anécdotas que aparecen en TRAZO DE TIZA son estados de la mente y el alma humana.

La pequeña isla, que ignoran todas la cartas marítimas y que sirve de escenario de la obra, es la metáfora del pozo oscuro en el que se introducen los seres humanos cuando afloran sus contradicciones. Los personajes son seres desubicados que todavía esperan el milagro de la fe. Raúl, un navegante perdido en el mar y también en su propia vida, llega a una isla en donde perseguirá un amor inalcanzable. Ana espera también una cita imposible y Sara, la dueña de la pensión y única residente fija de la isla, junto a su hijo Dimas, atiende su desolado establecimiento a la espera de ocasionales clientes. La existencia en la isla de un faro que jamás ilumina es el mejor equivalente de las vidas de los personajes de TRAZO DE TIZA. Sólo Dimas, de apariencia totalmente anormal, es el que tiene cogida la medida de la realidad de un pequeño universo en el que nada es lo que parece.

Para construir esta historia de sentimientos, entendidos éstos como algo más que la simplificación amor/odio, Prado tiene que recurrir a crear una atmósfera especial y ésta es su gran virtud. Dibujar lo intangible es tarea sólo al alcance de los grandes autores.

Prado disponía a priori de pocos elementos para matizar gráficamente su historia: el mar, una isla, un faro y unos pocos personajes. Sin embargo, su excepcional y particular uso del color permite un inmenso juego de luces en el que se identifica degradadamente cada instante del día. Mañanas luminosos, matizados atardeceres y sobrias noches reflejan también momentos anímicos diferentes.

Una de las grandes aportaciones de Prado a la historieta, y que en TRAZO DE TIZA queda muy patente, es romper con la tradición de que el cómic es la simple suma de palabra y dibujo, como si se tratara de un cóctel en el que si se aciertan las proporciones y la composición se puede obtener un buen combinado. Palabra y dibujo son en el cómic elementos muy distintos que los que se utilizan para realizar un cuadro o escribir una novela. Tienen valores diferentes, su unión no es una sencilla suma, es la creación de un nuevo lenguaje con códigos muy diferentes. El recientemente desaparecido Alberto Breccia había llegado al final de su vida a una conclusión aparentemente obvia: "El cómic todavía no ha dicho lo que tiene que decir, se usan técnicas y temas caducos". Prado parece haber tomado buena nota de las palabras del maestro, y por eso utiliza un diálogo como elemento plástico o un componente gráfico como si se tratara de una palabra.


Viñetas nº2, Ediciones Glenat, febrero 1994


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