Todo empezó una rojiza tarde de Otoño en los tejados de Barcelona. El Sol relamía indolente las agujas de la catedral, en un morboso acto de placer perverso. La vista desde el monasterio contiguo era imponente y llenaba nuestros ojos y pulmones del aire grisáceo de la urbe. Desde los marmóreos balcones sucesivamente más y más altos, Javier y Sergio, recién llegados de la ciudad, miraban volando, volaban mirando, miraban, volaban. La Barcino medieval les atenazó con sus retorcidas gárgolas. Y de los húmedos y oscuros pasadizos serpenteantes en busca de luz, surgieron apocalípticas visiones impregnadas de fuego, máscaras deformes, magia negra y alquimia.
CAROTAS
No sé muy bien sí Arde lo ciudad nació aquel día de embrujo o si fue el vómito de una mente enfebrecida por convulsivas noches de pesadillas o si, simplemente, fue fruto de una inspiración espontánea aquella movida mañana en la Redacción de Forum, en la que Javier Pulido recibía mi encargo de crear una historieta de ocho páginas para el Forum Especial Salón del Comic de 1995. Pero recuerdo que hablamos de aquel día en el que Javier, Sergio Bleda y yo paseábamos por el Casco Antiguo de Barcelona, y recuerdo que comentamos que algún día realizaríamos un comic ambientado en aquella Barcelona de fiestas diabólicas y orgías de chispas y petardos. La imaginación comenzó a fluir entre todos. Nuestros rostros de iluminaban, se sonreían y ensombrecían en vaivenes de energía creativa. Superhéroes. Sant Jordi. La Mercé. El Correfoc. Las Coles de Diables. Seres elementales de aire y de fuego. Muecas y más muecas. Susurros y leves pensamientos. Semillas de arte que querían encarnarse.
CARETOS
Cuando volví a ver a Javier, su hijo aún no tenía nombre. Sus primeros pasos se difuminaban en sucintos bocetos a suave lápiz. Su futuro apenas se esbozaba en premoniciones y profecías extraídas del poso de su fantasía. Sería un híbrido. Un nuevo ADN impregnaría sus fibrosas venas con células helicoidales de arrojado héroe urbano y de ambiguo granuja amoral. Un perenne rictus de indisimulada orna dibujaría su embozado rostro. Frío, calculador y a la vez imprevisible, vehemente y atrevido. Una explosiva mezcla empapando un corazón de polvorín.
En días sucesivos, Careto creció. De silueta de carboncillo a perfil de tinta. De la desnudez vacía y blanquecina del primer trazo al exhuberante colorido y dinámico diseño de las páginas finales. La magia del comic es así. Impresiones sutiles apenas reconocidas que cobran vida por sí mismas y vuelan libres, con la libertad de los sueños y las ilusiones. Y cuando termine de arder la ciudad, sobre las humeantes brasas de sus restos, una renacida figura se alejará entre las frágiles penumbras del Barrio Chino. Y Javier y yo sonreiremos con complicidad.
Sergi Gras, Editor Marvel
Publicado en Forum Especial Salón del Comic por Comics Forum, editorial Planeta-DeAgostini, año 1995.
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