por Nino Ortea
Como resultado del éxito alcanzado por su anterior tira diaria Mandrake, Lee Falk recibe el encargo de crear un nuevo personaje para la K.F.S.
El 17 de febrero de 1936 aparece un paladín llamado a convertirse en icono de los héroes disfrazados, The Phantom.
Se nos presentan las aventuras de Kit Walker, vigésimo primer miembro de una saga de combatientes contra la piratería, la crueldad y la injusticia. A la daily strip se unirá a partir del 28 de mayo de 1939 una entrega dominical que presentará una trama argumental independiente. Desde el comienzo de la serie hasta sus momentos finales, su creador se ocupó del guión de las tiras de prensa, destacando en el apartado gráfico tres nombres. Ray Moore dibujante original de la serie, seleccionado por Falk a raíz de su colaboración con Phil Davis en Mandrake, es un auténtico maestro del arte secuencial, hoy en día injustamente olvidado frente a otros grandes nombres como Will Eisner, Milton Caniff o Alex Raymond.
Su lápiz se ocuparía del personaje hasta que con motivo de su alistamiento en el ejército norteamericano, Wilson McCoy -el cual había comenzado a colaborar gráficamente con motivo de la aparición de la página dominical- empieza a participar también en la tira diaria. Este tándem duró desde La banda del Tucán -noviembre del 42- a La muchacha salvaje -diciembre del 45-, abriéndose con Las sirenas del estrecho de Meló, un breve periodo que duraría hasta julio de 1946 en el que Ray Moore, aparentemente, dibuja las viñetas en solitario. Con La reina Asta -julio del 46- McCoy pasó a ocuparse de la serie, aunque no sería reconocido oficialmente hasta el 28 de febrero de 1949 en la obra diaria y el 3 de abril en la dominical. Wilson McCoy, con un trazo menos realista que el de su predecesor dotará a la serie de un mayor contenido humorístico. Esto no hace que su obra sea desdeñable, pues mantiene la fuerza y dinamismo de la etapa anterior, a la vez que, por ejemplo, recrea perfectamente los ambientes en que se enmarcan las aventuras de los predecesores de El Fantasma, que ahora Falk comienza a narrar. Su Diana es menos sofisticada pero no por ello menos sensual, trata con cariño tanto a los personajes ya habituales como a los nuevos, de su lápiz nace en la historia El maharajá de Nimpore, el blanco caballo del purpúreo justiciero. Hero. Su muerte en julio de 1961, provoca un proceso de selección, al que aseguran que se presento Ray Moore, resultando elegido Sy Barry, cuyo trabajo colaborando con su hermano en la tira de Flash Gordon que también publicaba la King Features Syndicate ayudó a facilitar su elección. Sy firmará las tiras diarias desde el 29 de enero de 1962 y las páginas dominicales desde el 20 de mayo. Barry aportó un mayor detalle en el naturalismo y una gran coherencia en la composición de las viñetas y diseño de los personajes a lo largo de su dilatada presencia editorial. Además en su etapa asistimos a la definitiva declaración matrimonial en la paradisíaca isla de Edén -21-3-77-, a la ceremonia matrimonial -daily strips del 8 y 9 de diciembre del 77, sunday del 11-12-77- y al nacimiento de los gemelos en los dominicales del 29 de abril -el niño- y 6 de mayo -la niña-de 1979.
Acercarse a una obra como The Phantom en su totalidad, es una empresa merecedora tanto de un exégeta más cualificado, como de un espacio mayor que el de unos pocos folios. A esto se une que si bien el personaje ha contado con numerosas ediciones en nuestro país, son muchísimas más las historias que han quedado sin publicar que las publicadas; por lo que a la hora de redactar estas líneas he optado por centrarme en la época de Ray Moore dentro de las tiras diarias, por ser, en teoría, una obra editada en España en su totalidad, contando con una reciente impresión por parte de Ediciones B. A esto se une que en este periodo se marcan la coordenadas temáticas y gráficas que guiarán a la serie en su curso editorial durante 60 años. A lo que se añade el factor sentimental que supone el que de esta época datan las primeras viñetas leídas por mí del personaje, en una coloreada edición de Burulán, que atesoro en mi cueva de la calavera particular. Aún hoy en día encuentro difícil explicar lo que me maravilló de una creación que por aquella época ya contaba con 40 años de andadura editorial. Máxime siendo un personaje cuya estructura y estilo artístico están basados en un concepto como es el de tiras diarias que por aquel entonces, finales de los 70, ya se encontraba en plena decadencia salvo en su vena humorística.
Lejos estaba yo de saber lo que había significado el enmascarado personaje de Falk en la historia de los comics, siendo el precedente de muchos héroes disfrazados.
Y es que nuestro amigo une a su indiscutible preparación física, una innata rectitud moral, unas grandes dotes detectivescas, un amplio conocimiento de las últimas tecnologías e incluso una gran aptitud para la macroeconomía -aconseja a Diana que saque espaciadamente el ámbar azul al mercado para así mantener su buen precio-.
Si a esto añadimos su gusto por la noche para realizar sus urbanas escapadas nocturnas, su actuación al margen de la ley, que su refugio es una cueva, su condición de multimillonario y que su lucha contra el crimen tiene su origen en la venganza de un asesinato, no hace falta ser un estudioso para darse cuenta de su condición seminal dentro del cómic.
La verdad es que no soy dado a utilizar la perspectiva histórica para disfrutar con una obra artística, aunque sí para justificarla.
Por eso a la hora de descubrir o releer obras consideradas clásicas, como el periodo Lee-Kirby, uno no participa del éxtasis colectivo que invade al resto de los mortales sólo con citarlas. Serán obras muy buenas, pueden ser fundamentales para entender la evolución del cómic, pero si me tengo que quedar con una saga antes lo haré con la de Los piratas Shing que con la de Los durmientes, siempre preferiré la modernidad de una activa Diana Palmer frente a la decorativa candidez de Sue Storm y elegiré el arte de Moore frente al de Kirby. Lee Falk supo dotar a sus personajes principales de unos rasgos innovadores para su época y actuales en este cambio de siglo. La presentación de Diana Palmer, en la primera viñeta de la serie noqueando a un musculoso oponente, es una imagen imborrable en el recuerdo, resulta increíble que fuera concebida en una época en la que la mujer, tanto en la vida real como en la artística, estaba condenada a ver, oír y gritar.
Se achaca a Falk realizar una narración repetitiva -lo cual no deja de ser un componente básico en creadores de cualquier disciplina artística, como atestiguan los trabajos de autores tan dispares como Lope de Vega, Andy Warhol o Woody Allen -; por el contrario encuentro en él una gran habilidad para evitar el anquilosamiento que supone la elaboración de una tira diaria, pues ésa es la desventaja a la que se enfrentan los autores de daylies, lo que constituye el trabajo de un año lo podemos leer fácilmente en un único tebeo.
Es lógico que retome historias, bien para mejorarlas o bien para adecuarlas a un nuevo lector que probablemente no leyó en su momento una historia publicada hace 40 años. Esta actualización muy acentuada en la extensa etapa de Sy Barry, le lleva a una innovación no sólo en los personajes, sino que también en la ambientación y escenarios.
De la primera ubicación realista que sitúa el habitat natural de El Fantasma en la asiática zona del Golfo de Bengala se pasará a la imaginariamente africana Bangalla, capital Mawitaan.
The Phantom perderá su origen británico para nacionalizarse norteamericano; a su vez nuestro personaje mantendrá una cambiante relación con la patrulla de la selva, de ser considerado irreal, pasará sucesivamente a ser perseguido por ésta, formar parte de ella, comandarla y finalmente delegar el mando en el negro coronel Worobu.
Falk demuestra su inteligencia al adaptar el entorno fantástico al real. En un mundo cambiante en el que las colonias se independizan de sus metrópolis no podía mantener el anacronismo de la figura del hombre blanco que acumula todas las virtudes frente a unos subhumanos nativos.
Estos preeminentes cometidos, no le impiden al bueno de Mr. Walker tener tiempo para solventar asuntos menores como usurpaciones de títulos nobiliarios o investigar el pasado de una joven desmemoriada. Capítulo aparte merecería la colonialista figura de un blanco, monarca y juez supremo de una negra jungla, cuya presencia evita el caos en una sociedad poblada por descerebrados pero bonachones indígenas.
Curiosamente el hombre blanco será el ángel guardián pero a la vez también la pérfida serpiente en este edén, pues actuará como introductor del mal, llevado por su avaricia y aprovechándose de la inocencia de los aborígenes .
Sus andanzas transcurren en países muy variados, lo que permite a Moore mostrarnos la riqueza de escenarios que podía reflejar su lápiz, sin que por eso sus personajes queden desdibujados; al contrario la eficacia con que utiliza el claroscuro, la sensualidad que posee su trazado y su gran capacidad para reflejar el movimiento -recalcada por su gusto por presentar a sus creaciones en los más diversos medios de transporte-hacen que siempre consiga centrar nuestra atención en los personajes sin que éstos queden atrapados por su envolvente entorno. Moore planifica perfectamente el ritmo narrativo de su obra: frenético en las persecuciones, ágil en la acción, intimo en el romance.
La estructuración de las tiras es perfecta, sin escenas redundantes ni racanería de planos, manteniendo gran relación visual entre sus viñetas, caracterizadas por el trazo suelto del autor.
Falk muestra un gran interés por incluir en su narración ciertos matices de crítica social hacia una alta burguesía encarnada en ese perfecto inútil de Jimmy Wellis, apático enamorado de Diana, cuya única misión en la vida es comer y dormir; incluso nuestro enmascarado es reacio en un principio a ayudar a la señorita Palmer por considerarla un codicioso y egoísta ser de la misma ralea. También se aprecia cierta crítica al embelesamiento que sufre la republicana sociedad norteamericana respecto a cualquier muerto de hambre que ostente en su tarjeta de visita un título nobiliario. La futura suegra del señor Walker, padeciendo en grado máximo esta enfermedad, tiende a encontrarle unos finos pretendientes a su hija, tan nobles como una patada en las partes, que cuando no resultan ser traidores espías nazis se revelan como miembros de complejas organizaciones criminales. Por suerte El Fantasma se encuentra siempre cerca para solucionar estos problemas que una inoperante policía, centrada en perseguir al inocente mientras respeta al culpable, no sabe solucionar.
No será hasta avanzada la época McCoy, que recibamos una serie de datos importantísimos para explicar el devenir de Kit Walker, el hombre que se encuentra tras la máscara del mito. Sabremos de su feliz infancia en la jungla de donde data su amistad con Guran; de su estancia en USA, en casa de su tía Lucy donde a la edad de 10 años conoce a Diana Palmer, destacando como estudiante y como atleta en la universidad; de su dolor ante la muerte primero de su madre y luego de su padre.
Señalemos que, mientras que otros justicieros enmascarados se ven obligados a llevar una esquizofrénica doble vida, encontrándose en muchos casos más centrados en ocultar su alter ego que en combatir a sus enemigos, The Phantom no tiene ese problema y se encuentra tan agusto en su guisa disfrazada desfaciendo entuertos selváticos como paseando con Diana por París.
Será precisamente su relación con Diana la que haga aflorar el lado más humano del vengador. Es su vínculo con un mundo real, en el que se muestra tan inseguro como cualquiera.
Esta humanización, al presentar toda una subtrama de enredos sentimentales, es uno de los aspectos que mantienen la frescura de la obra y la dotan de momentos de gran interés pues por su amor hacia ella, el héroe no sólo pondrá en peligro su vida, sino que se planteará abandonar su cargo e incluso llegará a incumplir su juramento, como cuando no persigue al malvado traficante Roak por pensar que es el marido de Diana.
Las ilustraciones provienen de los cuadernillos del Hombre enmascarado de Ediciones B.O. y de la versión a color de la Editorial Buru Lan
Publicado en Dentro de la Viñeta nº4, agosto 1999.
Como resultado del éxito alcanzado por su anterior tira diaria Mandrake, Lee Falk recibe el encargo de crear un nuevo personaje para la K.F.S.
El 17 de febrero de 1936 aparece un paladín llamado a convertirse en icono de los héroes disfrazados, The Phantom.
Se nos presentan las aventuras de Kit Walker, vigésimo primer miembro de una saga de combatientes contra la piratería, la crueldad y la injusticia. A la daily strip se unirá a partir del 28 de mayo de 1939 una entrega dominical que presentará una trama argumental independiente. Desde el comienzo de la serie hasta sus momentos finales, su creador se ocupó del guión de las tiras de prensa, destacando en el apartado gráfico tres nombres. Ray Moore dibujante original de la serie, seleccionado por Falk a raíz de su colaboración con Phil Davis en Mandrake, es un auténtico maestro del arte secuencial, hoy en día injustamente olvidado frente a otros grandes nombres como Will Eisner, Milton Caniff o Alex Raymond.
El hombre enmascarado. Falk&Moore,1936
Su lápiz se ocuparía del personaje hasta que con motivo de su alistamiento en el ejército norteamericano, Wilson McCoy -el cual había comenzado a colaborar gráficamente con motivo de la aparición de la página dominical- empieza a participar también en la tira diaria. Este tándem duró desde La banda del Tucán -noviembre del 42- a La muchacha salvaje -diciembre del 45-, abriéndose con Las sirenas del estrecho de Meló, un breve periodo que duraría hasta julio de 1946 en el que Ray Moore, aparentemente, dibuja las viñetas en solitario. Con La reina Asta -julio del 46- McCoy pasó a ocuparse de la serie, aunque no sería reconocido oficialmente hasta el 28 de febrero de 1949 en la obra diaria y el 3 de abril en la dominical. Wilson McCoy, con un trazo menos realista que el de su predecesor dotará a la serie de un mayor contenido humorístico. Esto no hace que su obra sea desdeñable, pues mantiene la fuerza y dinamismo de la etapa anterior, a la vez que, por ejemplo, recrea perfectamente los ambientes en que se enmarcan las aventuras de los predecesores de El Fantasma, que ahora Falk comienza a narrar. Su Diana es menos sofisticada pero no por ello menos sensual, trata con cariño tanto a los personajes ya habituales como a los nuevos, de su lápiz nace en la historia El maharajá de Nimpore, el blanco caballo del purpúreo justiciero. Hero. Su muerte en julio de 1961, provoca un proceso de selección, al que aseguran que se presento Ray Moore, resultando elegido Sy Barry, cuyo trabajo colaborando con su hermano en la tira de Flash Gordon que también publicaba la King Features Syndicate ayudó a facilitar su elección. Sy firmará las tiras diarias desde el 29 de enero de 1962 y las páginas dominicales desde el 20 de mayo. Barry aportó un mayor detalle en el naturalismo y una gran coherencia en la composición de las viñetas y diseño de los personajes a lo largo de su dilatada presencia editorial. Además en su etapa asistimos a la definitiva declaración matrimonial en la paradisíaca isla de Edén -21-3-77-, a la ceremonia matrimonial -daily strips del 8 y 9 de diciembre del 77, sunday del 11-12-77- y al nacimiento de los gemelos en los dominicales del 29 de abril -el niño- y 6 de mayo -la niña-de 1979.
Acercarse a una obra como The Phantom en su totalidad, es una empresa merecedora tanto de un exégeta más cualificado, como de un espacio mayor que el de unos pocos folios. A esto se une que si bien el personaje ha contado con numerosas ediciones en nuestro país, son muchísimas más las historias que han quedado sin publicar que las publicadas; por lo que a la hora de redactar estas líneas he optado por centrarme en la época de Ray Moore dentro de las tiras diarias, por ser, en teoría, una obra editada en España en su totalidad, contando con una reciente impresión por parte de Ediciones B. A esto se une que en este periodo se marcan la coordenadas temáticas y gráficas que guiarán a la serie en su curso editorial durante 60 años. A lo que se añade el factor sentimental que supone el que de esta época datan las primeras viñetas leídas por mí del personaje, en una coloreada edición de Burulán, que atesoro en mi cueva de la calavera particular. Aún hoy en día encuentro difícil explicar lo que me maravilló de una creación que por aquella época ya contaba con 40 años de andadura editorial. Máxime siendo un personaje cuya estructura y estilo artístico están basados en un concepto como es el de tiras diarias que por aquel entonces, finales de los 70, ya se encontraba en plena decadencia salvo en su vena humorística.
El hombre enmascarado. Falk&Moore.1936
Y es que nuestro amigo une a su indiscutible preparación física, una innata rectitud moral, unas grandes dotes detectivescas, un amplio conocimiento de las últimas tecnologías e incluso una gran aptitud para la macroeconomía -aconseja a Diana que saque espaciadamente el ámbar azul al mercado para así mantener su buen precio-.
Si a esto añadimos su gusto por la noche para realizar sus urbanas escapadas nocturnas, su actuación al margen de la ley, que su refugio es una cueva, su condición de multimillonario y que su lucha contra el crimen tiene su origen en la venganza de un asesinato, no hace falta ser un estudioso para darse cuenta de su condición seminal dentro del cómic.
La verdad es que no soy dado a utilizar la perspectiva histórica para disfrutar con una obra artística, aunque sí para justificarla.
Por eso a la hora de descubrir o releer obras consideradas clásicas, como el periodo Lee-Kirby, uno no participa del éxtasis colectivo que invade al resto de los mortales sólo con citarlas. Serán obras muy buenas, pueden ser fundamentales para entender la evolución del cómic, pero si me tengo que quedar con una saga antes lo haré con la de Los piratas Shing que con la de Los durmientes, siempre preferiré la modernidad de una activa Diana Palmer frente a la decorativa candidez de Sue Storm y elegiré el arte de Moore frente al de Kirby. Lee Falk supo dotar a sus personajes principales de unos rasgos innovadores para su época y actuales en este cambio de siglo. La presentación de Diana Palmer, en la primera viñeta de la serie noqueando a un musculoso oponente, es una imagen imborrable en el recuerdo, resulta increíble que fuera concebida en una época en la que la mujer, tanto en la vida real como en la artística, estaba condenada a ver, oír y gritar.
Se achaca a Falk realizar una narración repetitiva -lo cual no deja de ser un componente básico en creadores de cualquier disciplina artística, como atestiguan los trabajos de autores tan dispares como Lope de Vega, Andy Warhol o Woody Allen -; por el contrario encuentro en él una gran habilidad para evitar el anquilosamiento que supone la elaboración de una tira diaria, pues ésa es la desventaja a la que se enfrentan los autores de daylies, lo que constituye el trabajo de un año lo podemos leer fácilmente en un único tebeo.
Es lógico que retome historias, bien para mejorarlas o bien para adecuarlas a un nuevo lector que probablemente no leyó en su momento una historia publicada hace 40 años. Esta actualización muy acentuada en la extensa etapa de Sy Barry, le lleva a una innovación no sólo en los personajes, sino que también en la ambientación y escenarios.
De la primera ubicación realista que sitúa el habitat natural de El Fantasma en la asiática zona del Golfo de Bengala se pasará a la imaginariamente africana Bangalla, capital Mawitaan.
The Phantom perderá su origen británico para nacionalizarse norteamericano; a su vez nuestro personaje mantendrá una cambiante relación con la patrulla de la selva, de ser considerado irreal, pasará sucesivamente a ser perseguido por ésta, formar parte de ella, comandarla y finalmente delegar el mando en el negro coronel Worobu.
Falk demuestra su inteligencia al adaptar el entorno fantástico al real. En un mundo cambiante en el que las colonias se independizan de sus metrópolis no podía mantener el anacronismo de la figura del hombre blanco que acumula todas las virtudes frente a unos subhumanos nativos.
El hombre enmascarado. Falk&Moore.1936
Es consecuente con cada momento que le toca vivir, adecuando su estilo a la sensibilidad de la época. Esto no quiere decir que, centrándonos en la primera etapa del personaje, no encontremos fallos. Melville Horton pasa de capitán médico de un destacamento a codirigir el servicio secreto de Bengala para luego desaparecer; las tribus asiáticas parecen sacadas del profundo Senegal.
También Moore presenta escenas imposibles como Diana vistiendo traje de noche para cenar en un cuartelucho, asiáticos ataviados con taparrabos y turbante en pleno nueva York o un hombre enmascarado que gusta de llevar batín en la intimidad de su cueva. Aunque viviendo en un país donde nuestro castellano presidente gusta de hablar catalán en la intimidad de su Moncloa, cualquier cosa puede ser creíble.
Falk supo crear un personaje rodeado de tal aura de misterio que nunca llegaríamos a ver su rostro. Moore acertó plenamente al dibujarlo sin pupilas.
El hombre enmascarado. Falk&Moore.1938
Apenas se nos da información sobre él y la que recibimos es en forma de flashbacks o relatos míticos. No será hasta llegado octubre de 1936 cuando Falk y Moore de una forma muy inteligente, nos cuenten por propia voz del fantasma la forja de esta estirpe de héroes, aprovechando los creadores para introducir sutilmente la primera declaración matrimonial del Phantom, pues su historia sólo puede ser oída por su descendiente o su futura esposa.
La obra rebosa diálogos ágiles e ingeniosos que humanizan a los personajes, por ejemplo Sala apuntando a The Phantom con un revolver le pregunta: ¿Sabe que va a morir? y nuestro amigo en lugar de responder con alguna heroicidad utiliza una respuesta digna del gran Groucho Marx: lo sospechaba vagamente, o aquél en que la Baronesa dice Hacía años que no besaba a un hombre, a lo que nuestro picarón Walker, cual émulo de Cary Grant No parece que haya perdido el estilo.
Estos diálogos, dignos de un genial guión de Ben Hetch, evitan que la obra caiga en la petulancia de la mayor parte los comics de personajes heroicos.
La impersonalización del defensor del bien frente a la carnalidad de los malhechores, facilita una identificación con un héroe que no posee ningún poder especial, ni atesora un arsenal de gadgets que faciliten su misión. Es más, aunque es un ser considerado inmortal al que se atribuyen capacidades tan increíbles como la de convertirse en humo, nunca se recurre a lo fantástico para explicar sus logros, siempre se nos da una explicación lógica a sus milagros: recurre a la electricidad para inmovilizar a sus atacantes en un barco, utiliza un soplete acuático para abordar submarinos.
Curiosamente en esta serie al contrario que en Mandrake, Lee Falk no recurre a ingeniosas invenciones científicas ni enfrenta a su personaje con rocambolescos mad doctors. Es más The Phantom aprovecha toda la aureola mágica que le rodea y la necesidad que tenemos los simples mortales de que nos engañen, para utilizarlos prácticamente a la hora de cumplir sus fines.
Monta aparatosas puestas en escena en las que actúa, independientemente de la condición de su heterogéneo público, como una suerte de mago ante una audiencia crédula,; desde villanos que no sólo raptan personas sino que ocupan países, a sisones que roban tanto a individuos como a naciones, todos participan del engaño colectivo al que El Fantasma somete a sus enemigos pues, como buen mago, no duda en recurrir al efectismo de escalofriantes apariciones en gigantescas calaveras para impresionar a la concurrencia y en caso de enfrentarse a un público terco a la hora de aceptar su inmortalidad, les deja participar en la función permitiéndoles asesinarle cuantas veces sea necesario hasta que participan de la verdad de la leyenda: es un espíritu que camina.
Los pocos conocedores de la verdad, hechiceros de algunas tribus y miembros del fiel pueblo bandar, ocultan su secreto cual empresarios temerosos de que al revelar la verdad soterrada tras el encantamiento pierdan sus beneficios - como confiesa el hechicero Mobo al principio de las tiras relacionadas con el pequeño Tommy-.
Además Falk se ocupa de alejar todo aspecto sombrío al presentárnoslo como alguien rodeado de un entorno afectivo, madre política incluida, que utiliza de forma mesurada la fuerza expeditiva, capaz de poner en peligro su vida por el bienestar de sus mascotas, primero el cánido Devil y más tarde su blanco caballo Héroe, preocupado por el oscuro origen de un niño abandonado hacia el cual mostrará un cariño paternal,... .
Y es que frente al realismo de daylies como Dick Tracy, donde Chester Gould enfrentaba a su héroe con delincuentes que parecían salidos de la primera página de los diarlos o se inspiraba físicamente para sus personajes en estrellas famosas como Marlene Dletrich para Marrow o Boris Karioff para Karpse, The Phantom no es una serie centrada en la realidad norteamericana; de hecho en los 6 primeros años de publicación, sus enemigos son los mismos que los de cualquier nación libre del hemisferio occidental, las poderosas organizaciones criminales y el fascista enemigo interior.
Curiosamente en una época en que la mayoría silenciosa de su país mantenía una actitud aislacionista y apática frente al auge de gobiernos de extrema derecha en Europa y Asia, Falk intenta concienciar al lector de la necesidad de frenar unas ideas cancerígenas cuya metástasis podría llegar a afectar a la esencia de su impoluto american way of life.
El hombre enmascarado. Falk&Moore.1937
Curiosamente el hombre blanco será el ángel guardián pero a la vez también la pérfida serpiente en este edén, pues actuará como introductor del mal, llevado por su avaricia y aprovechándose de la inocencia de los aborígenes .
Sus andanzas transcurren en países muy variados, lo que permite a Moore mostrarnos la riqueza de escenarios que podía reflejar su lápiz, sin que por eso sus personajes queden desdibujados; al contrario la eficacia con que utiliza el claroscuro, la sensualidad que posee su trazado y su gran capacidad para reflejar el movimiento -recalcada por su gusto por presentar a sus creaciones en los más diversos medios de transporte-hacen que siempre consiga centrar nuestra atención en los personajes sin que éstos queden atrapados por su envolvente entorno. Moore planifica perfectamente el ritmo narrativo de su obra: frenético en las persecuciones, ágil en la acción, intimo en el romance.
La estructuración de las tiras es perfecta, sin escenas redundantes ni racanería de planos, manteniendo gran relación visual entre sus viñetas, caracterizadas por el trazo suelto del autor.
Falk muestra un gran interés por incluir en su narración ciertos matices de crítica social hacia una alta burguesía encarnada en ese perfecto inútil de Jimmy Wellis, apático enamorado de Diana, cuya única misión en la vida es comer y dormir; incluso nuestro enmascarado es reacio en un principio a ayudar a la señorita Palmer por considerarla un codicioso y egoísta ser de la misma ralea. También se aprecia cierta crítica al embelesamiento que sufre la republicana sociedad norteamericana respecto a cualquier muerto de hambre que ostente en su tarjeta de visita un título nobiliario. La futura suegra del señor Walker, padeciendo en grado máximo esta enfermedad, tiende a encontrarle unos finos pretendientes a su hija, tan nobles como una patada en las partes, que cuando no resultan ser traidores espías nazis se revelan como miembros de complejas organizaciones criminales. Por suerte El Fantasma se encuentra siempre cerca para solucionar estos problemas que una inoperante policía, centrada en perseguir al inocente mientras respeta al culpable, no sabe solucionar.
No será hasta avanzada la época McCoy, que recibamos una serie de datos importantísimos para explicar el devenir de Kit Walker, el hombre que se encuentra tras la máscara del mito. Sabremos de su feliz infancia en la jungla de donde data su amistad con Guran; de su estancia en USA, en casa de su tía Lucy donde a la edad de 10 años conoce a Diana Palmer, destacando como estudiante y como atleta en la universidad; de su dolor ante la muerte primero de su madre y luego de su padre.
Señalemos que, mientras que otros justicieros enmascarados se ven obligados a llevar una esquizofrénica doble vida, encontrándose en muchos casos más centrados en ocultar su alter ego que en combatir a sus enemigos, The Phantom no tiene ese problema y se encuentra tan agusto en su guisa disfrazada desfaciendo entuertos selváticos como paseando con Diana por París.
Será precisamente su relación con Diana la que haga aflorar el lado más humano del vengador. Es su vínculo con un mundo real, en el que se muestra tan inseguro como cualquiera.
Esta humanización, al presentar toda una subtrama de enredos sentimentales, es uno de los aspectos que mantienen la frescura de la obra y la dotan de momentos de gran interés pues por su amor hacia ella, el héroe no sólo pondrá en peligro su vida, sino que se planteará abandonar su cargo e incluso llegará a incumplir su juramento, como cuando no persigue al malvado traficante Roak por pensar que es el marido de Diana.
El hombre enmascarado. Falk&Moore&McCoy. 1943
La ágil e igualitaria relación entre ambos tendría su paralelismo cinematográfico en la que mantenía por aquella época el matrimonio Charles en la saga de El hombre delgado, pues en ambas series el supuesto sexo débil actuaba de igual a igual con el fuerte. Mientras que actrices como Dorothy Lamour en The jungle príncess, Marlene Dietrich en El jardín de Alá o la inigualable Jean Harlow en Mares de China - todas películas del periodo 1935/36 - demostraban porqué la perfidia, la sensualidad, la audacia y la bravura tienen nombre de mujer.
Lee Falk y Ray Moore nos presentan a una mujer fuerte y decidida, la misma que poco tiempo después, con motivo del estallido de la II Guerra Mundial, se vería obligada a desempeñar labores familiares y roles sociales y familiares antaño reservados para el hombre. No en vano el mitológico nombre de la protagonista, Diana, identificaba a la romana diosa de la luna y la caza, protectora de ríos y animales salvajes.
A estas divinas cualidades se une el presentarnos a una rica y famosa exploradora, bióloga marina y desprendida mecenas de obras sociales. El resto de personajes femeninos que aparecen en la obra es mostrado con igual fuerza y personalidad, desde la Sra. Palmer a la juguetona Trudi todas parecen moverse en un mundo autosuficiente en el que el único hombre que tiene cabida es nuestro viril héroe. Lee Falk llega a presentarnos sociedades criminales integradas exclusivamente por mujeres de aspecto y comportamiento nada andrógino.
En el retrato del funcionamiento de estas organizaciones, Moore llegaría a plasmar escenas cercanas al sadismo, como aquella en la que una despechada Baronesa cegada por el desamor fustiga el cuerpo encadenado del único hombre al que ha amado.
Donde nuestro personaje demuestra su talante heroico no es al enfrentarse armado de su ingenio al poderoso ejército invasor japonés; sino al resistirse numantinamente a los turbadores encantos de una ensoñadora Sala o al vencer estoicamente la tentación que supone ser besado por Mará.
Tanto en la historia de El círculo de oro como en la de La banda del cielo, El Fantasma logra acabar con ambas sociedades de amazonas recurriendo a su capacidad para la seducción y jugando al engaño con las femeninas dirigentes de las bandas, viéndose al igual que el Don Hilarión de La verbena de la Paloma, atrapado entre una morena y una rubia; mostrando Falk curiosamente, la actitud de redención siempre del lado de la segunda.
No siempre nos presenta a sus mujeres envuelvas en violentos manejos o propicias a la traición, personajes como Shiva que salva la vida al Conde Bart, pese a los continuos desprecios a que éste la somete o la desprendida Rita que prefiere a ayudar al El Fantasma a recuperar su tesoro en lugar de disfrutarlo, muestran a auténticas damas con virtudes muy humanas.
Con todo, frente a esta imagen fuerte y decidida de la mujer, Falk no se resiste a dedicarles perlas dignas del insuperable Baltasar Gracián y su impagable El Criticón, como - la hembra de la especie es más cruel que el macho o atacan como hombres y en caso de peligro reivindican su feminidad.
Con todo,el discurso más brillantemente misógino aparece en boca de un anciano ermitaño que salvará la vida, por separado, de héroe y heroína, aunque a ésta tras pensárselo un rato. Desde la perspectiva e inteligencia que dan los años, el eremita se permite aconsejar al enmascarado que se olvide de las ingratas mujeres, pues estas sólo acarrean problemas y encima sus encantos son excesivamente sensibles al paso del tiempo. ¡Ah las mujeres!.
Son múltiples los aspectos que se nos quedan en el tintero; pero si te encuentras entre los que hemos sido marcados por la imborrable señal del anillo de El hombre enmascarado, no dudes que el mejor homenaje que le podemos rendir al tristemente fallecido Lee Falk es releer su obra.
El hombre enmascarado. Falk&Moore&McCoy. 1943
Las ilustraciones provienen de los cuadernillos del Hombre enmascarado de Ediciones B.O. y de la versión a color de la Editorial Buru Lan
Publicado en Dentro de la Viñeta nº4, agosto 1999.
No hay comentarios:
Publicar un comentario