Lee Falk
El fallecimiento este año del guionista Lee Falk ha sido recibido por los medios de comunicación españoles con la moderada indiferencia con la que se suele tratar la muerte de un creador del comic. Rutinarias necrológicas han despachado de forma apresurada al creador de dos de los personajes más afamados de la historia del comic, Mandrake el mago y El hombre enmascarado.
Nacido un 12 de abril de 1905 en la ciudad americana de Saint Louis, Lee Falk trabajó en publicidad y radio, escribió obras de teatro, comedias musicales y varias novelas -centradas en sus personajes de historieta-. Pero su paso a la posteridad será sin duda por su labor en el cómic de prensa con sus dos series emblemáticas que escribió y supervisó a lo largo de más de sesenta años, haciéndolas evolucionar de acorde con las transformaciones de la sociedad.
En su obra se amalgaman la fantasía, siempre racionalizada buscando la suspensión de la incredulidad por parte del lector desde una perspectiva lógica, la aventura, la crítica de costumbres y el ensamblaje de géneros: policial, s.f., gótico, espionaje...
Sin perder nunca el humor, un sentido del humor satírico pero sin acidez ni amargura. Con la virtud de la amenidad y de la claridad, Falk tenía la potencialidad de situar el contexto y los personajes para aquellos que llegaron tarde. Es decir los lectores que se incorporan a las series por primera vez sin conocer nada de ellas. En pocas viñetas Falk explicaba lo que era preciso saber con la frase justa, que diría Flaubert, y la imagen apropiada que se grababa a fuego en la memoria.
Gracias a su talento descubrimos el poder de la magia que nos paseó por otros mundos que estaban en este y escuchamos la leyenda, transmitida por los tambores de la jungla, de El espíritu que camina.
Como homenaje y recuerdo emocionado ofrecemos un par de artículos que estudian, respectivamente, sus dos populares sagas.
Mandrake. Falk&Davis. 1934
EL SEÑOR DE LAS ILUSIONES
por Rubén Paniceres
El presente artículo se centrará en las aventuras de Mandrake aparecidas en las tiras de prensa, puesto que el análisis de las páginas dominicales daría cabida a un estudio más extenso que sobrepasa los límites espaciales del presente trabajo.
El 11 de junio de 1934 Lee Falk crea la tira diaria de Mandrake, el mago para el King Features Syndicate de William Randolph Hearst. El dibujo corría a cargo de un antiguo ilustrador publicitario, Phil Davis, el cual era una suerte de Alex Raymond menor. El 3 de febrero el éxito de la strip propició la aparición de la página dominical o sunday. El guionista tomó la inspiración para el nombre de su personaje de la lectura de un poema de John Donne que aludía a la raíz de mandragora -en inglés mandrake-, planta considerada tradicionalmente como poseedora de cualidades mágicas y citada por autoridades tan diversas como Pitagoras, Plinio, Flavio Josefo, Alberto Magno o Maquiavelo entre otros. Mandrake sería diseñado como un poderoso mago capaz de los más increíbles prodigios, un superhombre que desafiaba todas las leyes naturales.
Podía volverse invisible; levitar; detener las balas con un simple pase de manos; poseía la habilidad proteica de cambiar de forma y de tamaño, tanto a él mismo como a sus adversarios; o podía destruir una fortaleza entera con un chasquido de sus dedos.
Ataviado siempre con frac, capa, chistera y bastón; tenía como fiel escudero a un hercúleo gigante negro llamado Lothar -Lotario o Lewis según algunas ediciones en castellano-, el cual era heredero al trono de una tribu africana. En sus primera aventuras Mandrake se las veía con supervillanos como El Cobra , un poderoso brujo que parecía extraído de las novelas de Sax Rohmer, que pretendía conquistar el mundo con plagas bíblicas y ejércitos de esclavos sin rostro. Sin embargo, llevado por un respeto al sentido común de los lectores Falk rápidamente buscó una explicación materialista al origen de los poderes de su héroe. Éstos serían consecuencia de sus grandes dotes de hipnotizador que le permitían hacer creer a la gente las alucinaciones que la poderosa mente de Mandrake les sugería. Este don para crear ilusiones es lo que llevaría a Mandrake a ganarse la vida como mago profesional en los escenarios teatrales e incluso a perpretar una breve carrera como astro de la pantalla, en la saga de 90 tiras publicada en 1938,
Mandrake en Hollywood.
Este cartesianismo de Falk recondujo las historias hacia un registro más realista y costumbrista donde el sentido del humor era un elemento esencial. Como por ejemplo, las incursiones en la serie de Saki, alias El camello de arcilla, ladrón transformista, maestro del disfraz con una marcada predilección por el travestismo. Los distintos episodios donde interviene Saki están plagados de situaciones propias de un vodevil con una ironía casi pareja a la de los Hermanos Marx, combinando la picardía, la farsa y la intriga policiaca. Véase el episodio El enigmático Sr. Davos, publicado en 1936, donde Saki suplanta la personalidad de un millonario y a continuación coquetea con la hija ignorante de éste, creando una maliciosa connotación incestuosa.
Prueba del humor socarrón de Falk es el detalle de que la base para el nombre de la novia eterna de Mandrake, Narda princesa de Cokaigne, lo tomó el guionista de las iniciales de una asociación de drogueros al por menor.
Los primeros años de relaciones de la pareja fueron tormentosos. Ya en su primer encuentro en Misterio en el casino, 78 tiras entre 1934 y 1935, Narda intentaba asesinar al mago. Más adelante se desvelaría que la auténtica fuente de problemas era el hermano de ésta, el ludópata y botarate Segrid, príncipe heredero de Cokaigne, imaginario reino centroeuropeo en la estela de la Ruritania de Anthony Hope. Pero Mandrake lograba sacar de todos los apuros a los dos hermanos y mediante su hipnosis curaba a Segrid de su adicción al juego, mostrándole una visión del Diablo.
Mandrake. Falk&Davis. 1942
Con el tiempo el muchacho llegaría a ser coronado y sentaría la cabeza, pudiendo entonces Mandrake llevar una relación más normalizada con Narda.
Curiosamente, mientras que el otro personaje emblemático de Falk, El hombre enmascarado, necesitó largas décadas para poder casarse con Diana Palmer, la princesa y el ilusionista conviven como pareja de hecho sin necesidad de pasar por la vicaría, sin que aparentemente los censores parecieran reparar en ello, tal vez porque Mandrake los hipnotizó con uno de sus pases.
Aunque destacados comentaristas poseídos de un furor misógino estiman a Narda como un personaje cargante, Mandrake parece estar bastante a gusto, con ella.
La chica es algo snob y gusta de invitar a la marujonas de la alta sociedad a tomar té, pero éstas no suelen quedarse mucho rato cuando el fornido Lothar aparece -desvestido con pieles de leopardo y calzando ajustados gayumbos. Lo cierto es que Narda es inteligente y valiente cuando la ocasión lo requiere y Falk le regaló historias en las que ella era la virtual protagonista. Además siempre fue una de las heroínas mejor vestidas del comic -Milo Manara no la hará nunca protagonista de una de sus historietas- gracias a la labor de la esposa de Phil Davis, Martha; diseñadora de modas y que desde los años cuarenta fue la principal ayudante en el dibujo de su marido, hasta el fallecimiento de éste en 1965.
Para compensar el toque a lo Sissi que ostentaba Narda, Mandrake se encontraba con inquietantes y extravagantes féminas propias de un relato de horror, como La mujer de hielo o Felina, la condesa misteriosa. Ambas seducidas por el encanto del elegante mago le tiraban los tejos sin el menor rubor, pero éste prefería no darse por enterado. La primera pretendía el monopolio de las fábricas de hielo y con un gas de su invención congelaba a sus víctimas, convirtiéndolas en heladas estatuas vivientes que almacenaba en una gélida réplica del museo de figuras de Madame Tussaud.
Felina, por su parte, era una ladrona de guante blanco con la feroz personalidad de una verdadera
pantera humana, siempre rodeada de una legión de gatos, tigres y leopardos. El carácter de estos personajes imprimiría una tonalidad bizarra y de pesadilla a la serie, siendo la tónica dominante en las dos primeras décadas de la obra.
Falk elaboraba sus guiones con elementos entresacados de los cuentos de hadas, los pulps o el cine de género de Hollywood. Las ficciones estaban habitadas por hombres lobos, brujas, zombies, piratas fantasmas, momias vivientes, hechiceros vudu o recreaciones del mito de La Medusa. Pero fiel a sus concepciones realistas la mayoría de las veces todo se explicaba como un simulacro de máscaras y trucos escénicos que encubrían a contrabandistas, estafadores, atracadores, modernos abigeos o planes para apoderarse de una herencia.
A veces lo aparentemente sobrenatural tenía una explicación más o menos científica como en La isla de los hombres desaparecidos, larga saga de 180 tiras publicadas entre finales de 1942 y principios de 1943. En ella el barón Kord, dictador de una pequeña isla del Caribe, esclavizaba mediante una droga a los nativos convirtiéndoles en siervos con la apariencia de muertos vivientes. Bastantes años más tarde, el etnobotánico Wade Davis, en su afamado libro La serpiente y el arco iris, esbozaba una hipótesis coincidente para aclarar el enigma de los zombies en Haití. Remarcable la atmósfera tétrica y espectral que recuerda a películas como La legión de los hombres sin alma, 1932, de Victor Alperin; o Yo anduve con un zombie, 1943, de Jacques Tourneur.
Mandrake. Falk&Davis. 1961
En otras ocasiones Falk recurre a la psicología como en La bruja de Kaloon, tenebrosa hechicera acompañada por un séquito de ogros. En realidad una pobre muchacha acomplejada por la deformidad de su rostro y un patético grupo de freaks marginados por la sociedad. Mandrake se transmuta en hada madrina y les soluciona la vida reconvirtiéndoles en empresarios de hostelería -El Principado de Asturias debería haber contratado a nuestro mago favorito durante los años de la reconversión industrial-.
Ya encarando la década de los cincuenta los argumentos se colorean de motivos propios de la ciencia-ficción, de hecho Falk reconoció más de una vez, haber sido influenciado por la obra de Julio Verne y H.G.Wells.
Mandrake tendrá numerosos encuentros con extraterrestres de las más diversas galaxias, lo que le permitirá hacer apuntes sobre la relatividad de las cosas y los puntos de vista. Así en la historieta Los monstruos del espacio, del año 53, unos aliens de forma ovoide semejante a huevos, renunciarán a conquistar la tierra debido al asco y la repulsión que les producen los terrícolas.
Mientras que en Los hombres de sangre verde, publicada en el 56, Mandrake desarrollará la idea de que a nuestro alrededor pululan los seres de otros planetas y que nuestros vecinos pueden ser unos marcianos. La normalidad es una mera cuestión de camuflaje. El héroe de Falk también viajará por el espacio y el tiempo, avistando futuros apocalípticos o demasiado semejantes al presente -que no se sabe qué es peor-o retrocediendo en la Historia, asistirá al estreno de Hamlet, en el teatro Globe, con la presencia in person de un atribulado William Shakespeare.
Otro aspecto destacable es el sorprendente discurso ludita contra las máquinas que Falk vincula durante estos años.
El progreso tecnológico es visto como una posible fuente de amenaza. Robots, aviones teledirigidos u objetos más cotidianos como el fotomatón, las cabinas telefónicas o la televisión son instrumentos utilizados por las mentes criminales para vulnerar la ley. El episodio más logrado en esta dirección es sin duda Goliath, el monstruo de acero, presentado entre noviembre del 61 y enero del 62.
Goliath es un gigantesco ordenador, dotado de libre albedrío, que construye un ejército de autómatas con los que va conquistando poco a poco la pequeñas ciudades de América. Lo curioso es que las intenciones del computador, que se mueve sobre una oruga como si fuera un enorme carro de combate, son altruistas, organizar un mundo feliz ordenado según los principios de lo políticamente correcto. La gente debe abstenerse de beber y fumar, llevar una dieta adecuada, acostarse pronto, no perder el tiempo en diversiones fútiles, no besarse en público, aprender, aprender, trabajar, trabajar, y, por supuesto OBEDECER. En fin, el paraíso que quieren imponer ciertos sectores mal llamados progresistas en la actual sociedad estadounidense.
Otro ejemplo de la visión de anticipación del escritor es la incipiente sensibilidad ecologista, cuando todavía no era una moda hipócrita, que exhibían entregas como El mensajero de los abismos, del año 60, protagonizada por Buttercup, delfín parlante que recita a Shakespeare y que acaudilla a las criaturas del océano contra la conducta depredadora del hombre. Inolvidables las lágrimas del delfín cuando es vencido por los humanos y encerrado en un acuario. Y la reflexión final de Mandrake acerca de que tal vez una civilización de delfines sea preferible a una con la capacidad de destruirse con bombas atómicas.
A mediados de la década de los sesenta después del fallecimiento de Phil Davis, tras un breve interregno de Martha Davis, como titular de la strip, el dibujo pasa a las manos de Fred Fredericks, grafista correcto pero poco inspirado.
Autor sensible a la evolución de las modas y los cambios culturales, Falk se planteó una operación de aggiornamiento de su personaje, como al mismo tiempo la hacía con El hombre enmascarado, esta tendencia ha continuado hasta prácticamente su deceso en este año.
El Mandrake de avanzados los sesenta, hará de la tecnología su aliada y residirá en Xanadú, villa que toma su nombre de un poema de Coleridge, asistido de todo tipo de artilugios electrónicos.
El tratamiento se decantará hacia una mixtura de las películas de James Bond y los comic books de la Marvel Comics Group.
Mandrake. Falk&Fredericks. 1980
Se recuperan y recrean a viejos enemigos como El Cobra, ahora demasiado parecido al Doctor Muerte de Stan Lee y Jack Kirby -con máscara metálica incluida para ocultar un rostro quemado por las llamas- y detentando una maldad mucho más refinada e implacable que en los años treinta. Esta obsesión por reescribir los orígenes de la serie lleva a Falk a contarnos de nuevo, con enriquecedoras variaciones, la estancia de Mandrake y su hermano gemelo Derek en el Colegio de la Magia, regentado por el sabio Theron, figura telúrica de cientos de años de antigüedad.
También reencontramos al Cobra, que fue el joven preceptor de Mandrake y entonces se llamaba Lucifor. Este regreso/revisión de las raíces que se produce durante finales de los sesenta y principios de los ochenta sirve para otorgar a Mandrake parte de su carisma primigenio de superhéroe.
Aunque se intentan racionalizar las proezas del mago con una jerga seudocientífica que habla de rayos de fuerza mental, telequinesis, proyección telepática, etc., lo cierto es que Mandrake parece un primo lejano del Doctor Extraño.
Otros cambios han sido la transformación gradual de Lothar que de ser un noble bruto con la mentalidad de un niño pequeño, deviene en un respetable caballero con pareja propia, la hermosa Karma, y que viste de manera deportiva renunciando a su atuendo selvático. Igualmente, Narda se ha vuelto más activa y se parece más a Diana Palmer que a la sosita princesa del pasado.
En cuanto al factor del humor este se ha ido afinando cada vez más, produciendo auténticas joyas, como el episodio Aleena la hechicera, de 1980, revisitación moderna del mito de Circe, que integra la acción con la comedia de situación. Algo así como si se convirtiera un telefilm de Embrujada en un cómic de superhéroes.
Por falta de espacio quedan en el tintero muchas de las maravillosas historias que Falk nos ofreció a lo largo de sesenta años. Como por ejemplo las entregas de El pueblo de los espejos, en las que Narda y Mandrake se enfrentan a su reverso tenebroso Adran y Ekardnam, brillante homenaje al espíritu de Lewis Carrol entremezclado con la crítica social de un Samuel Butler o un Jonathan Swift.
Espero haber demostrado que esto es una verdad a medias, pero aún reconociendo la inevitable tendencia a un esquema iterativo que presentan obras tan dilatadas en el tiempo como la que nos ocupa, recordemos la frase de Stravinsky acerca de Vivaldi: Ese enojoso italiano que ha realizado cientos de veces el mismo concierto. Hmmmm, tal vez Igor, pero qué hermosas son Las Cuatro Estaciones y qué estimulante fue la saga del maestro de la ilusión que nos hizo creer y amar lo imposible.
Mr Falk esté donde esté, gracias por su magia.
Las ilustraciones provienen de la edición española de las tiras diarias de Mandrake de Editorial Margerit y del álbum, de páginas dominicales, Mandrake en el país de los fakieres de Editorial Pala
Publicado en Dentro de la Viñeta nº4, agosto 1999
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