lunes, 31 de marzo de 2014

Chris Ware, Fabricando historias


 CASA VIDA
Chris Ware sabe que la felicidad está sobrevalorada, porque vive en nuestros recuerdos, y cuando la recordamos siempre hacemos trampas.
Texto: Begoña Gómez Urzaiz


Tras redefinir lo que se entiende por tebeo con su anterior obra, Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo, Ware presenta esta obra que es como un George Pérec hecho cómic y que se presenta en un formato que poco tiene que envidiar a las lujosas cajas recopilatorias del sello Rhino.







 En una ocasión le pidieron a Chris Ware que ofreciera consejo a los adolescentes. Lo que les dijo no sorprenderá a quienes hayan leído sus cómics: "La felicidad está sobrevalorada". Será gracias a esa filosofía vital que consigue que sus personajes transmitan toda la amargura de la experiencia humana teniendo solo una cara vacía con dos puntos negros por ojos. Personajes sin nombre propio como los que pueblan su último y ambicioso proyecto, Fabricando historias (Penguin Random House Mondadori). Está la mujer de la pierna ortopédica, que lamenta no haber concretado sus vagas aspiraciones artísticas. La pareja que ya no puede fingir que se quiere. La casera anciana y derrotada. Todos ellos viven en el barrio de Oak Park de Chicago, en un edificio que es un personaje más y se expresa en cursiva. El ser vivo más feliz de la escalera podría ser Branford, la abeja que ocupa el avispero del tejado. Pero incluso ella acaba por definirse como "una criatura impura obsesionada por fertilizar a la Reina". Acaba aplastada. Lo irónico es que tanta melancolía se presenta en forma de juego, en una caja que incluye un tablero, una especie de recortable, algo similar a un fanzine y varios artefactos más que pueden leerse, o jugarse, en cualquier dirección.

Ware, autor de memorables portadas del New Yorker, tardó una década en completar esto. Quería probar "la tridimensionalidad de los recuerdos", cómo contamos las historias según nos conviene y cómo los espacios dan forma a nuestra memoria. Dice esto y a continuación, como si fuera una abeja a punto de ser aplastada, se corrige: "Sé que suena increíblemente pretencioso". Mentira. La palabra es "importante".

Chris Ware




Revista ICON nº4 Marzo 2014

No hay comentarios: