domingo, 23 de febrero de 2014

Cézanne: una revisión posmoderna


Cézanne
Site/Non Site
Museo Thyssen-Bornemisza Paseo del Prado, 8. Madrid Hasta el 18 de mayo

Por Javier Maderuelo



Site/Non-site revisa los bodegones y paisajes de Cézanne desde los conceptos del land art. Arriba, Camino del bosque (1870-1871)

UNA CÁMARA FOTOGRÁFICA sitúa sobre su matriz cada uno de sus píxeles cromáticos con absoluta precisión como no es capaz de hacerlo un pintor con sus pequeñas pinceladas sobre el lienzo. Esa precisión permite obtener una representación fidedigna del objeto o lugar fotografiado que el cuadro del pintor no puede conseguir, pero, a cambio, el pintor ha: ce de su falta de precisión, de su manifiesta infidelidad, el factor emotivo de su trabajo. En buena medida Paul Cézanne (1839-1906), que fue un pintor torpe o poco diestro en el juego de la imitación, resulta ser un artista enormemente emotivo. Sin embargo, en cada época se valoran de diferente manera las sensaciones, los sentimientos y las emociones y, en consecuencia, se aprecian o deprecian unas formas de arte con respecto a otras. Costó más de trescientos años entender y valorar la obra de El Greco que, tras ser despreciada por Felipe II, cayó en un olvido de siglos hasta que los artistas expresionistas se fijaron con interés en aquellas figuras deformadas y en las pinceladas sueltas que en épocas pretéritas no fueron bien consideradas. Cézanne no ha sufrido esa incomprensión despreciativa, desde su muerte el interés por su obra ha crecido, pero los ojos con los que la vemos ahora no son ni los de sus contemporáneos ni los de sus seguidores, los pintores cubistas.

Cuando salía de contemplar esta exposición, Tomás Llorens, anterior conservador jefe del Museo Thyssen, me comentó: "No he terminado de situar bien a Cézanne". Ciertamente, el trabajo de esta exposición consiste en revisar la obra del pintor desde nuestra óptica posmoderna, desde los valores epocales en los que nos movemos nosotros ahora, más de cien años después de muerto el artista, y, ciertamente, después de verla no terminamos de situar bien a Cézanne o, mejor dicho, la exposición ofrece una posibilidad, una frente a otras muchas, de interpretar su obra de manera distinta, porque la historia del arte no es como un sudoku, un tablero en el que cada número tiene una única posición y todos los números tienen que encajar en las casillas.

La tesis de la que parte el comisario, Guillermo Solana, es muy atractiva y queda minuciosamente expuesta en el brillante texto del catálogo. Parte de la idea cierta de que la obra de Cézanne es el origen del cubismo, pero que la pintura cubista ha condicionado la interpretación de estas obras conduciéndola hacia análisis formalistas. Ciertamente, hay otras posibilidades de mirar, interpretar y valorar esta pintura y Solana se fija en algunas apreciaciones publicadas a finales de los años sesenta por el artista norteamericano Robert Smithson.

Smithson, uno de los padres del land art, estableció en su propia obra una dialéctica entre el site y el non-site, entre el territorio abierto y la sala de exposiciones cerrada, para él no se trataba de introducir una representación de un lugar en una sala de exposiciones, sino de traer el lugar a ella por medio de algunos fragmentos, de lo que podíamos llamar un trozo de "naturaleza muerta". Esta dialéctica posmoderna ha sido aplicada por Guillermo Solana comparando los bodegones (las naturalezas muertas) con los paisajes de Cézanne, poniendo en evidencia lo que hay de paisaje en el bodegón y lo que hay de composición elaborada en la construcción del paisaje. Todo un hallazgo. •


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