martes, 22 de octubre de 2013

De paseo con Makoki por la ciudad canalla


Con Gallardo y Mediavilla buscando la Barcelona de finales de los setenta

J. M. MARTÍ FONT Barcelona 26 OCT 2012 



Miguel Gallardo presenta la recopilación de Makoki. / MARCEL·LÍ SAÈNZ

“Las luces del Cheleste se filtran a través de los mugrientos cortinones iluminando a los cuatro mandangueros de turno”. Makoki acaba de escaparse del frenopático, se le ha aparecido la Virgen del Rocío, ha reencontrado a su pandilla, robado un coche y se dispone a pasar una “noche de masacre” en “cierto local nocturno de la ciudad donde suelen actuar conjuntillos pop”. Así empiezan las aventuras de Makoki.

¿Quién era Makoki? ¿Existió Makoki? Acercarse a Makoki exige dar un salto en el tiempo y revisitar la Barcelona de la segunda mitad de la década de 1970, una ciudad salvaje y desestructurada, muy distinta al coqueto parque temático en que se ha convertido; donde no había mar, las calles de la parte vieja olían a orines y humedad y los nombres de los barrios eran otros. En aquellos tiempos de plomo, Barcelona tenía una ventaja: su alejamiento del poder —tanto físico como mental— , lo que la dotaba de un extraño baño de impunidad, imposible de encontrar en el resto de España, y que permitía que sucedieran cosas imposibles. Como Makoki.

Para invocar a los dioses del Cheleste y propiciar este viaje en el tiempo, aprovechando la edición de Todo Makoki (Debolsillo), ayer, sus creadores, Miguel Gallardo (Lleida, 1955) y Juan Mediavilla (Burgos, 1961), reunieron en el estudio del primero a unos cuantos periodistas y amigos para llevarlos a una imposible travesía de aquella Barcelona, o al menos a buscar la huella de los lugares donde nació y vivió Ma-koki y sus colegas.

El momento “seminal” de nuestro héroe —como le llama Gallardo— tiene mucho que ver con la mezcla de azar y necesidad que hace que algunas cosas salgan adelante y otras no. Makoki no se llamaba Makoki, ni los padres seminales de la criatura son Gallardo y Mediavilla. Ese tipo que escapa de un manicomio con una camisa blanca y una especie de casco del que cuelgan los cables que arrancó cuando estaba recibiendo un electrochoque, se llamaba originalmente Cristus, y es el protagonista de Revuelta en el frenopático, un relato corto que escribió en 1977 Felipe Borrallo, que firma también el guión del primer capítulo.

“Pero con ese nombre no hubiera ido a ningún sitio”, explica Gallardo, combinándolo con los títulos de las aventuras. Tampoco Borrallo era guionista. En el segundo capítulo ya entró su colega Mediavilla, con el que compartía piso y aficiones, y que tenía el oído para escuchar la calle y crear un lenguaje que a su vez volvía a la calle. Ayer, precisamente, se quejaba de que en la nueva edición le han corregido algunas faltas de ortografía. “Yo escribí epiólogo y ahora se ha convertido en epílogo; y donde decía mechorro ahora dice mechero”, lamentaba.

Gallardo trabajaba de maquetador en la revista Disco-Exprés, una de las más veteranas publicaciones musicales de España que había sido comprada por el promotor Gay Mercader y por cuya Redacción pululaban todo tipo de gentes, de apariencia bastante inquietante, que escribían dibujaban y “pillaban” —como Makoki— cualquier cosa. Desde Diego Manrique o Jesús Ordovás hasta Alberto Cardín o los hermanos Auserón; de Mariscal a Nazario o Alberto García Alix. Disco-Exprés duró poco, hasta finales de 1979, pero Makoki fue sobreviviendo, saltando de revista en revista hasta que recaló en El Víbora, refugio de los últimos resistentes. Gallardo lo mató. Pero nunca lo remató. Por eso ahora aparecen sus obras completas.

Canosos y más o menos bien conservados, ayer Gallardo y Mediavilla hicieron de anfitriones de algunos esos viejos colegas, como los dibujantes Max y Martí, entre otros. Y juntos hicimos una romería por algunas de aquellas calles a ambos lados de la Vía Layetana, a modo de topógrafos, porque Makoki es una crónica detallada de aquel mágico momento de una Barcelona directamente entroncada con su mejor tradición canalla.

“Las Cuevas”, explica Gallardo, “era un bar de travestis tirando a cutre cuya máxima estrella era La Boquerón, que al acabar la función pasaba el mocho. Allí presentó Nazario su Anarcoma”. El Cheleste es, naturalmente, el Zeleste, la sala mítica, el lugar de encuentro por excelencia. Ya no huele a orines. El barrio de La Ribera se llama ahora El Born y es una zona de tiendas caras y restaurantes de lujo. El dibujante Martí se quejaba de que fue el alcalde Pasqual Maragall y los Juegos Olímpicos de 1992 los que le “echaron” de Barcelona con la subida de alquileres que trajeron las Olimpiadas. Pero las ciudades nunca pierden del todo su memoria, y aquí y allá siempre surgen rincones que todavía conservan el espíritu de Makoki y retazos de nuestra memoria. Y para certificarlo la procesión acabó en el bar Plata, que sigue donde estaba, comiendo anchoas, butifarras y pescadito frito, y bebiendo cerveza.


El nacimiento

"Ahí empezó la leyenda", dice el dibujante catalán Miguel Gallardo de su personaje más famoso, Makoki. "En esta viñeta surge todo, a Makoki le están dando 'electroshock". Se ve al doctor del frenopático, que le amenaza: "Makoki, te vamo a da unos voltios que van a ser demasiao pa tu cabesa". Gallardo apunta que en aquel momento, 24 de junio de 1977, "nadie sabía cómo iba a funcionar el personaje". "Yo no creía que iba a ir a más, porque pensar que se hiciera famoso un personaje que iba por ahí con un casco con electrodos... pero funcionó". 


Makoki meet los colegas

"Es un momento seminal. Makoki solo no nos daba para los guiones. Le pasaba como a Tintín, que no era nadie sin Tornasol, el capitán Haddock... Así que lo reunimos con esa panda de tarados". La basca de Makoki está formada por El Emo, El Cuco, Morgan y, más adelante, El Niñato. "Esta escena corresponde a muchas de nuestra vida", dice Gallardo, para referirse al piso que compartía con el guionista de las historietas, Juanito Mediavilla. "Las tardes de los sábados venían muchos tipos a nuestra casa y nos poníamos a ver en la tele 'La juventud baila' [inolvidable programa en el que salían chavales de toda España meneándose a lo Travolta]". "Así pasábamos la tarde, viendo eso, fumando canutos y diciendo animaladas". 


Makoki & buitre Buitaker

"El buitre Buitaker nació porque en aquel entonces había un ejecutivo chungo que se llamaba Buitaker o algo así. Era un buitre, facha, drogadicto, de todo... Tuvo su propio álbum y acabó en el 'Abc", recuerda Gallardo, que todavía no se explica que el periódico conservador aceptase publicar las tiras de aquel personaje. "Bueno, estuvimos ahí porque supongo que los lectores de 'Abc' debían de saltarse esa página, hasta que algún capitán general debió de leerlo y, claro, se dio cuenta de lo que era en realidad". 


Mediavilla

Gallardo ha escogido este dibujo en homenaje a su compañero de correrías y dibujos. Juanito Mediavilla (Burgos, 1961) y él formaban "una pareja artística peculiar". "Los dos dibujábamos al principio, aunque los guiones eran de él. Más adelante empecé a meter morcillas, pero el 'alma máter' de todo aquello era Mediavilla. Hubo periodos en los que yo me ponía más artista y hacía la línea clara. Entonces él me llamaba el fino estilista, pero Juanito pasaba de todo eso... él no se paraba en esas cosas". 


Makoki 10 años

Con una década "Fue un momento peculiar, Juanito y yo éramos como estrellas del rock, hacíamos giras, la gente nos conocía. Entonces pedimos a los colegas que hicieran un homenaje a Makoki en la sala Metronom", en el barcelonés barrio de El Borne. "Fue increíble, había de todo, hasta un Juego de la Oca que consistía en ir a comprar 'chocolate' a Marruecos para venderlo en Madrid. Había casillas en las que cuando caías tenías que fumarte un porro y, claro, no conocí a nadie que acabara el juego". 


La fuga de la Modelo

Makoki ya era un clásico. "Teníamos un estilo asentado y Makoki se publicaba en la revista 'El víbora", señala Gallardo. "Esta tira fue muy famosa porque consistía en un plan para asaltar la cárcel Modelo de Barcelona. Para hacerlo más realista nos fuimos al colegio de arquitectos y les pedimos los planos de la cárcel. Lo alucinante es que nos los dieron. En los dibujos incluimos un hueco que daba a un pasillo por el que a lo mejor podía salir uno... Bueno, la cosa es que luego nos dijeron que en la cárcel se metieron en las visitas unos cuantos ejemplares de ese número. Por si acaso servían..." 


Makoki en Niu Yors

"Yo creo que esta aventura fue el canto del cisne de Makoki. Llevábamos ya muchos años, teníamos nuestra propia revista y no parábamos". Gallardo y Villanueva llevaron a Makoki a Nueva York "porque era un sitio al que sabíamos que nunca iríamos, por eso queríamos que Makoki estuviera allí". Gallardo es consciente de que en aquella etapa "el guion empezó a decaer".
La muerte de Makoki

"Lo maté yo", asevera Gallardo. Era el año 1994. Pero Makoki se resistía a estirar la pata. "A las leyendas no se las mata fácilmente, incluso hubo intentos de resucitarlo". En cuanto a la carrera que siguió el dibujante, "cualquier cosa que hacía daba igual, siempre era 'el de Makoki". ¿Y qué dijo Makoki cuando le dieron matarile?: "Fue una muerte digna", dice Gallardo. 


El entierro

Gallardo proclama satisfecho que el entierro de Makoki "salió en 'Abc', en aquella época todavía estábamos en ese periódico". Claro que a la basca de Makoki se le notan los años y los excesos: "El Niñato está hecho polvo en esa viñeta".


El Pais 27.10.2012

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