En Creepy pudimos leer la única narración larga de Andreas que se ha editado en castellano. Hablamos de Cromwell Stone, la cual, penosamente, se benefició de una lamentable impresión y un muy variado baile de papeles, tintas y demás. Ello ocasionó que se perdiera gran parte de la difícil legibilidad de dicho comic.
Más recientes son las apariciones de Andreas en tres tomos antológicos: Norte-Sur y 1789: La Revolución Francesa, con buenas muestras de las capacidades actuales del autor, y Entre Gatos, con unas páginas que hay que ver en el contexto de lo que es esta irregular obra.
Andreas siente una temprana fascinación por el comic que le lleva a trasladarse a Bruselas y completar su formación artística en el conocido Atelier R de Claude Renard en el Instituto Saint Luc de aquella ciudad. Cierra su etapa formativa asistiendo a Eddy Paape, para quien, fundamentalmente, elabora todo el lápiz de Udolfo, (Tintín, 1978).
Tratamos, pues, de un autor que se inscribe en el mercado francobelga, donde desarrollará toda su carrera y en cuyo marco conviene analizar.
Las primeras obras de Andreas se abren a dos formas de entender la historieta que resultan harto comprometedoras. De una parte, y como ya hemos advertido, con Riviére se entrega a la realización de unas extrañas experiencias que se parecen más a las secuencias de viñetas con textos yuxtapuestos que a la pura narración gráfico-literaria que la historieta suele implicar. Estas visualizaciones de Revelations Posthumes (A Suivre), 1978), que retoman la figuración del grabado finisecular, y no obstante adaptarse al asunto (anécdotas menores en al vida de celebridades como Agatha Christie, Pierre Loti, Spitzner y su museo, etc.), llega a convertirse en un camino sin salida para Andreas, quien se plantea un trabajo similar al de Tardi en El Demonio de los Hielos.
La otra vertiente de su trabajo incorpora las claves del que será su estilo definitivo. Una forma de hacer que chirría, como pocas,en el muy conservador cuadro de las historietas belgas -y más si de la revista Tintín hablamos-. A la par de su trabajo anterior con Riviére, y en esta revista, Andreas va desgranando episodios de la que será su única serie hasta la fecha: Rork.
En efecto, desde 1978, y muy espaciadamente, nuestro autor verá editadas las entregas de una extensa narración (más de 90 páginas) que suponen la primera saga de Rork y que verán la luz en 1984 bajo la forma de dos álbumes (Fragments y Passages) que Lombard presentará en su muy cuidada colección Histoires et Légendes.
Decíamos que las páginas de Andreas chirriaban en el seno de Tintín. Nos explicamos. El tópico ha hecho de Andreas la resolución de una simplista pero esclarecedora ecuación: Andreas= comic-book estadounidense + Lovecraft. Estas dos influencias, que él nunca ha negado y aparecen claramente en casi toda su obra, confi
Lovecraft y, en general, la literatura de fantasía, es un factor que hace detonar en Andreas una rara creatividad que, con el paso de los años, cuajará en una brillante gama de registros profesionales que terminarán por situarle en una bien ganada posición entre la vanguardia del comic continental.
Con todo, esto conviene matizarlo, la fascinación de Andreas por el maestro de Providence no llega a las últimas consecuencias, y se sitúa en una mistificada morbidez que queda lejos de la recreación en lo grotesco que la turbadora mente de éste nos regalo.
La influencia del comic-book llega a Andreas por vías de gente como Neal Adams, Kaluta, Barry Smith, Craig Russell, Joe Kubert y, muy particularmente, Bernie Wrightson y su emblemática Cosa del Pantano. Es una influencia gráfica y narrativa que resulta bastante grosera en los primeros capítulos de Rork (realizados por un autor muy primerizo) y que, diluyéndose en lo gráfico al compás de los años, resta en lo narrativo y compositivo del Andreas posterior y actual.
Esta conexión atlántica se refleja en el gusto del autor por las planificaciones que integran viñetas verticales de gran altura de consuno con otras de estructura horizontal, angustiosas y celéricas las primeras y remansadas las segundas. También en las violentas an-gulaciones y en las atrevidas iluminaciones con que Andreas baña su escenarios.
El citado primer ciclo de Rork queda como una obra muy primitiva y por la que los años no han pasado con benevolencia. Ahora bien, el fragmentarismo de la narración, la no resolución de los tramas arguméntales y el constante retomar de los personajes, lo hacen imprescindible para una correcta lectura del mucho más asentado segundo ciclo, iniciado con Le Cimetiére des Cathédrales, que prosige con Lumiére d'Etoile, y que, según sus propias declaraciones, se extenderá durante tres nuevas entregas que no acaban de ver la luz y sobre cuyo futuro se abrigan serias dudas.
Este segundo ciclo, que inició en 1976 en Tintín, y que conocemos, se sitúa muy por encima del primero. Andreas cuenta ya con un gráfismo intransferible y pulido, narra con buen pulso, se abre a conceptos más ambiciosos que los anteriores y alcanza unas cotas de belleza representativa que hacen memorables, por ejemplo, las viñetas, páginas o dobles páginas donde ambienta una selva amazónica que recoge bajo su monumental cúpula las no menos monumentales agujas de toda una serie de catedrales góticas emplazadas allí gracias a su poderosa imaginación y su mejor talento iconográfico.
En 1982, y sobre el lugar común de la casa embrujada, aparece en Le Journal lllustré (Le plus grand du monde) Cromwell Stone (véase Creepy), que es, quizás, la más clara muestra de las confluyentes influencias de Lovecraft y Wrightson sobre el autor.
Para Berthet escribe dos guiones que él se ve poco capaz de tratar. Hablamos de Hiver 51 (Spirou, 1982) y Eté 60 (Spirou, 1984), después reunidos en el álbum Mortes Saisons. Confiesa Andreas que se vela poco llamado a recreaciones urbanas actuales y que prefirió ceder los textos a su amigo Berthet. Afortunadamente, él mismo se contradice en 1989 y con Coutoo (álbum directo para Delcourt), entra con vigor en estos ámbitos.
Cyrrus y Mil son obras de 1984 que se presentan en Metal Hurlant. Aquí Andreas se ve en una revista con mayor número de lectores adultos que en Tintín y se lanza a narraciones que requieren de una fuerte participación de los lectores para su asimilación. Esta premisa nunca sabremos si encierra un análisis de obras mal expuestas o de verdaderas expresiones de una difícil vanguardia. Andreas, en estos casos creemos, se mueve entre ambas aguas y ni cae en el primer defecto ni alcanza la otra virtualidad. Trata Cyrrus de un entramado de sueños opuestos a vigilias, de pasados a presentes, etc. Mil está concebido como una secuela de la anterior obra, si bien, no se produce una continuidad dramática estricta.
Con Fantalia (Magic Strip, 1986) Andreas se propone el adentrarse en una forma mixta, de portafolio y álbum de historietas, que hacen que este bello libro quede reservado para los muy interesados en el autor.
Las dos primeras entregas del segundo ciclo de Rork más Coutoo, obras de las que ya hemos hablado, son el fruto final de los 80 en Andreas. Concluiremos con unas palabras de éste que, posiblemente, digan más sobre su personalidad y trabajos que todo lo hasta aquí expuesto. Responde Andreas a una pregunta en que se le hace ver la presencia de Neal Adams y Wrightson en Rork y se le interroga acerca de la continuidad de dichas alusiones:
"Yo les prestaba mucha atención (a Adams y Wrightson) entonces, e, igualmente, a Kubert y algunos otros. No tengo un modelo preciso tras algunos años. Lo cierto es que no volveré a prestar atención a Neal Adams, cuyo trabajo se ha degradado notablemente. La técnica narrativa que ahora me impresiona más es la de Frank Miller. Entre los europeos, mis preferidos son Moebius y Hermann. En suma, los dibujantes que me agradan son los que proponen una técnica narrativa esencialmente visual, aquellos que no precisan de un lugar o un desplazamiento en el tiempo". ("Les Cahiers de la Bande Dessinée, n.g 73, 1987, Editions Glénat).
■Francisco Soler
De Andreas se ha publicado en España Cronwell Stone, narración larga señalizada en los números 77 al 79 de la revista Creepy. Además, algunos capítulos de su primera serie, Revelaciones Postumas, con guión de Riviére, fueron publicados en los primeros números de la primera etapa de Tótem (Nueva Frontera).
Revista Krazy Comics nº15 diciembre 1990
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