Marginación gitana
Por Guillermo Altares
Un viaje entre gitanos
Emmanuel Guibert, Alain Keler y Frédéric Lemercier Sins Entido. Madrid, 2012 95 páginas. 19 euros
Después de pasar años recorriendo las comunidades gitanas europeas, la mayor minoría del continente, el fotógrafo Alain Keler llegó a una conclusión, con unas palabras que tomó prestadas de una historiadora: "Los gitanos son el primer cerrojo democrático que salta". Las muestras de racismo son la primera advertencia de que algo va mal en nuestras sociedades. "Al maltratar a los gitanos, nos maltratamos a nosotros mismos y nos encaminamos colectivamente por el mal camino", escribe este veterano reportero francés que, el pasado invierno, asegura haber vivido en Hungría "momentos cercanos al pogromo" contra comunidades gitanas, mientras que, recuerda, en Francia los desalojos de campamentos comenzaron con el presidente conservador Nicolás Sarkozy, pero han continuado con el socialista François Hollande. El recorrido de Keler por ese malestar arranca en 1999, después de la guerra de Kosovo, cuando vio cómo los romaníes fueron víctimas de ataques por parte de los nuevos amos del territorio, los albaneses, que les acusaban de haber ayudado a los serbios durante la guerra: la imagen de hombres, armados con antorchas lanzándose a la caza del más débil, del cabeza de turco de turno, no es; por desgracia, ajena a Europa, más bien todo lo contrario. Este periplo por alguna de las comunidades gitanas más abandonadas de Europa ha quedado reflejado en un libro a medio camino entre el reportaje fotográfico y el tebeo, Un viaje entre gitanos (Sins Entido), que Keler ha realizado junto a Emmanuel Guibert (guión y dibujos) y Frédéric Lemercier (color y maquetación). Guibert utiliza la misma técnica que en El fotógrafo (Sins Entido), uno de los cómics que más impacto e influencia han tenido en los últimos años, en el que relata el viaje de un reportero gráfico a Afganistán para colaborar con Médicos sin Fronteras durante la guerra contra los soviéticos. "Me dicen siempre que hago periodismo en forma de tebeo, pero no es así, hago biografías de mis amigos", explica Guibert en conversación telefónica desde París. Didier Lefévre era el protagonista de El fotógrafo y la temprana muerte de este reportero unió a Guibert y a Alain Keler, viejo amigo de Lefévre. Entonces Guibert recibió una oferta del magazín francés XXI, para publicar básicamente lo que quisiese.. Esta revista trimestral, que se vende solo en librerías y que tira 50.000 ejemplares, ha apostado desde su nacimiento por el tebeo como forma de narración periodística. Lo que era una idea muy innovadora se ha convertido, gracias a autores como Joe Sacco,- en un género periodístico totalmente consolidado. Es verdad que, en el caso de Guibert, el dibujante no es el protagonista de la historia, sino que pone el foco en el periodista. Y encontró en los viajes de Keler por los campamentos gitanos el nuevo tema que necesitaba.
"Es obsesivamente preciso", explica el reportero sobre la manera en que colaboraron: mantuvieron largas entrevistas, que luego permitieron a Guibert dibujar, con su plácida línea clara, los momentos que rodearon la toma de las fotos, el contexto, desde los escenarios hasta los personajes que no aparecen ante la lente. El efecto de la combinación entre tebeo y fotografía es muy eficaz y estéticamente fabuloso. Además de mostrar las fotografías, el libro responde a muchas preguntas sobre la labor de un periodista sobre el terreno.
El libro arranca en el último episodio de la larga y sangrienta destrucción de Yugoslavia, con Lefévre y Keler recorriendo junto a las tropas internacionales un campamento de gitanos que acaba de ser incendiado, poco después de la salida de las tropas de Milosevic, y continúa en Serbia, República Checa, Italia, Eslovaquia y Francia. Los escenarios son siempre parecidos: marginación, acoso policial, paro, chabolas, campamentos situados junto a vías de tren, bajo puentes de autopista, con la amenaza permanente de la expulsión o de algo más. No es fácil llegar a esas comunidades: requiere mucho tiempo hasta ganar la confianza de alguien que sirve como introductor. Keler lamenta la falta de presupuesto, que casi nadie esté dispuesto a subvencionar un trabajo de fondo que requiere no meses, sino años de investigación.
Antes de centrarse en los romaníes, Keler había pasado décadas fotografiando a las diferentes minorías de Europa central y oriental, desde los griegos de Albania hasta los tártaros de Crimea. Y conoce muy de cerca hasta dónde puede llegar la locura racista cuando se desata: sus abuelos fueron asesinados en el campo de exterminio nazi de Auschwitz. "En los periodos de crisis,* siempre se ataca a los elementos más débiles y los gitanos son los más débiles entre los débiles. Después de lo que ocurrió en el Holocausto, no creo que vuelva á repetirse un exterminio sistemático similar, pero sí una estigmatización, la creación de cabezas de turco y, desde luego, episodios de violencia", señala Keler.
En estos tiempos en que los cerrojos democráticos están más débiles que nunca, Un viaje entre gitanos es un libro importante, ética y estéticamente. •
El Pais Babelia 03.11.2012
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