lunes, 23 de julio de 2012

Las bombas que nos llueven por dentro

Javier Montesol regresa al comic con Speak Low, una dura novela gráfica de madurez sobre el dolor y la superación.

Por Valentín Vañó


EN LAS PRIMERAS páginas de Speak Low, Javier Montesol dibuja, sobre el escenario en claroscuro de un night-club, a una posible diva del jazz, que le canta al micrófono, con dulzura: "Háblame bajo y háblame de amor...". Es un arranque muy suave y esté­tico, en cierta forma cinematográfico, y puede leerse como un prólogo de lirismo sedante previo al capítulo titulado 'Dolor', que marcará el tono de las durísimas 160 páginas de esta novela gráfica. Speak Low supone el regreso al cómic de un hijo pródigo, Francisco Javier Ballester, Montesol, dibujante destacado de la movida barcelo­nesa de los setenta y ochenta y pintor de delicadas visiones impresionistas en las décadas siguientes, movido por la necesi­dad visceral de contar una historia que le incendiaba por dentro. "Durante años, su­frí mucho al creer que pintura y cómic eran lenguajes diferentes. Al final he enten­dido que es Montesol quien pinta o hace un cómic, y punto", reflexiona el artista, a través del correo electrónico. En diciem­bre, Montesol cumplirá sesenta años.


Las viñetas de entonces


EN 1972, el veinteañero Montesol abandona sus estudios universitarios en una ciudad, Barcelona, donde estaba todo por hacer. Un grupo de jovencísimos artistas, vividores, y todo tipo de entes creativos, incluyendo a editores como Joan Navarro, Rafa Martínez o Josep Maria Berenguer buscaban marcar la diferencia, y nuestro hombre estaba en primera fila de esa vanguardia. "Para mí los setenta son mucho más interesantes a nivel cultural que los ochenta, más arriesgados, valientes y difíciles de sobrevivir". Montesol fue uno de los fundadores de la revista Star, formó parte del colectivo El Rrollo Enmasca­rado, y colaboró en revistas esenciales de la modernidad como El Víbora, Cairo, Makoki o Bésame mucho. En veinte años de produc­ción, navegó en aguas diversas, diversifican­do intereses y estéticas. "A mediados de los ochenta conozco a la que será mi mujer y nacen mis hijos; para mí supone el fin de una época y el principio de otra", rememo­ra Montesol. "Otra sensación importante que conservo de entonces es que de repen­te el dinero toma una importancia que an­tes no tenía y todo se acelera, como si en España hubiésemos pasado de cenar torti­lla de patata a cenar cocaína".


En esos años, Montesol realizó los cómics y series Neo y Post y Vidas Ejempla­res, y hasta ejerció como guionista para el dibujante Roger, en la serie de aventuras Destino Gris. Son especialmente emblemáti­cas Fin de semana y La Noche de Siempre, dos historias sobre la "movida barcelonesa" con guion de Ramón de España que apare­cieron serializadas en Cairo y Bésame mu­cho, y que la editorial EDT tiene previsto reeditar este 2012. Barcelona se preparaba para el gran orgasmo de 1992, pero Montesol, entre la fascinación por su ciudad natal





"Inés Giménez es la autora de estas líneas. Tenía 24 años cuando fue fusilada el dia 13 de noviembre de 1940. Era de Madrid y está enterrada en el Fossar de la Pedrera de Montjuïc".



y un malestar interno de autocrítica, no qui­so participar. En el prólogo de la recopila­ción Opisso y Dora (Editorial Complot, 1990), el periodista Jordi Costa reflexionaba sobre "la potestad de Montesol para retratar certeramente la urbe barcelonesa". Resuel­to con un dibujo de pura y dura línea clara, Opisso y Dora es un manual de uso de los años del cambio de década, que retrata la vida hedonista y modernísima de la Barcelo­na previa al acontecimiento olímpico. "Yo no quería ni oír hablar de cómic", recuerda Montesol, que acumulaba varias fracturas espirituales, por entonces: respecto a su ciu­dad, pero también a su profesión. "Dejé el cómic porque no se conseguía el objetivo que se buscaba, lectores y difusión para nue­vas historias para adultos. La necesidad de color y la pintura se hicieron importantes y cambié de medio de expresión". Opisso y Dora supuso su despedida del universo de las viñetas, y anticipó el exilio físico volunta­rio de Montesol, que se retiró en el mismo año 1992 a la Bretaña francesa, a procesar sobre el lienzo su necesidad de ser pintor.




Presente de dolor y redención


A LOS AFICIONADOS al cómic, Speak Low nos ha devuelto a un Montesol muy diferente, desdibujado, crudo e intenso, veinte años después. Si en su última época como histo­rietista su estilo adoptó características evi­dentes de línea clara —ese concepto de dibujo de cómic minimalista y dinámico acuñado por el holandés Joost Swarte—, en Speak Low de aquello no queda ya nada. A partir de las ruinas arrasadas de ese estilo geométrico e ingenuo, Montesol ha construi­do las tensas viñetas, paisajes y personajes que pueblan las páginas de este cómic. Cru­do, informe, basto, palpitante, afilado, ur­gente, impresionista, son algunos de los posibles adjetivos que definen este nuevo grafismo de Montesol como historietista ma­duro. El autor parece liberado. La historia lo agradece: Speak Low es el relato de un hom­bre de mediana edad, claro trasunto del ar­tista, que vive envenenado de angustia por la muerte trágica de un hijo y por la memo­ria del "dolor heredado" de su padre, comba­tiente en la Guerra Civil. ¿Puede ser el dibu­jo una forma de autobiografía? "Speak Low está realizado directamente con pincel y tin­ta china sobre papel de bocetos Din A-3. Si algo no funcionaba, lo hacía otra vez: recor­tar y pegar. Venía muy suelto de la pintura y no podía volver a trabajar como antes; este dibujo es pura expresión sin complejos, y pienso que se adapta al nuevo concepto de novela gráfica: mis páginas son como los manuscritos de un escritor. No es urgencia lo que hay en mi dibujo, lo que hay son ganas de no perder el tiempo. Como decía Kokoschka, pintando no hay tiempo para deleitarse".



Hay un acontecimiento clave en Speak Low: la muerte del hijo. Está en las primeras páginas, resueltas con pinceladas agresivas y violentas. El lector lo lee como quien visiona una pesadilla ajena: la confusión en la disco­teca, la crueldad de los matones juveniles, el muchacho que se precipita desesperado en la autopista nocturna y sufre sucesivos atro­pellos. Esa es la chispa que incendia el dolor del narrador, tan parecido al autor. "Cuando adquieres la condición de padre y te toca... te aseguro que el dolor es tan nuevo y desco­nocido que no se puede soportar", se dice en un diálogo de un capítulo posterior. Mon­tesol recurre con belleza, en un pasaje del libro, a la leyenda mitológica de Faetón, el hijo de Apolo fulminado por Júpiter, un ser de luz que se apaga demasiado rápido. Tam­bién, vinculado a ese dolor heredado y crípti­co que transportan dentro los españoles hi­jos de combatientes en la guerra de 1936, resume en una página-cartel el espíritu de nuestros días: "Ahora nos llueven bombas por dentro". "Este libro es una obra de ma­durez; diría que para hacerla he necesitado vivir, vivir da argumento. He vivido, me han pasado cosas: un hijo enfermo de cáncer, mueren seres cercanos y queridos, España entra en el vacío, socios y amigos se convier­ten en zombis, estamos en guerra y no sabe­mos quién es el enemigo... En efecto, en este conflicto nuevo, nos llueven bombas por dentro. Speak Low es una reflexión so­bre el dolor, su sentido y superación gracias a la lucidez y el amor hacia el hecho de vivir". Para aprender a novelar y moldear como materia narrativa esos sentimientos negrísimos que le embargaban, el artista se apoyó en La escritura o la vida, de Jorge Semprún, y en Faulkner, que le guiaron en su "búsqueda de sentido trascendente".

La creación de Speak Low ha sido tam­bién un viaje enriquecedor en lo creativo, donde el pintor prestigioso se ha reencontra­do y reconciliado con el dibujante de te­beos. "Mi experiencia como pintor me ha aportado mucho", reflexiona, "sobre todo libertad de expresión y salir de la viñeta. Mi pintura es gestual, por lo que me ha ayuda­do a estar suelto con el dibujo". Tras el doliente viaje heroico, el protagonista del libro obtiene un símbolo de redención inespera­do, un giro argumental que supone "dejar la historia en manos del ciclo de la vida". Co­mo su criatura de ficción, también el autor ha obtenido una recompensa por embarcar­se en esta experiencia de creación y renova­ción: "Convertir en literatura esa carga de emociones me ayudó a sanar", reconoce. La pintura de Montesol es delicada y explosiva; sus temas, reconocibles: paisajes urbanos o escenas de tauromaquia inundados real­zados por una impronta cromática muy poderosa El artista parece obsesionado por los volúmenes de color. Que Speak Low esté realizada en un blanco y negro radical qui­zás resulte significativo, y abra una nueva vía creativa. Hoy, Montesol parece un señor muy lúcido y consciente, un apasionado de su arte con afán de comunicación, que ha encontrado en las redes sociales un canal íntimo para ofrecer a amigos reales y virtua­les sus improvisaciones, bocetos y reflexio­nes gráficas sobre lo divino y lo humano. "Me recuerda a la relación social de los se­tenta", concluye, "cuando te relacionabas con los demás en los bares y a través de publicaciones marginales y pensabas que esa era la única realidad y que los periódi­cos y la tele eran para la gente que no se enteraba de nada. Ahora con las redes socia­les, vuelvo a tener esa sensación". •


Speak Low. Javier. Montesol. Sinsentido. Madrid, 2012. 160 páginas. 24 euros.








EL Pais Babelia 21.07.2012

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