PACHECO & PACHECO
Almería, 1984.
«AL CREAR UN PERSONAJE ES INEVITABLE SENTIRSE INFLUIDO POR LA MODA IMPERANTE»
Las hermanas Carmen y Laura Pacheco se animaron la una a la otra para publicar un blog y rápidamente tuvieron seguidores de todo el mundo. Sus viñetas las han convertido en las chicas de moda en Internet. «Mi primera publicación en papel fue Una semana en familia (editorial ¡Caramba!) con guión de mi hermana Carmen, en diciembre de 2011, apenas siete meses después de abrir la webcómic Let's Pacheco (letspacheco.com)», cuenta Laura. Carmen escribe los guiones y Laura dibuja las viñetas, aunque muchas veces esta última hace las dos cosas. Tienen distintas tiras como Divas de diván, Problemas del primer mundo (ambas para la web de S Moda), Señor Pacheco. Mi madre o La restauradora, entre otros. «En Problemas del primer mundo intento vestir a cada personaje de acuerdo con su carácter, pero al final todo es ropa que me gusta y que me pondría yo. Suelen ser prendas que he visto recientemente en tiendas o que tengo en mi armario», dice Laura. «Mientras que para Divas de diván me fijo en fotos antiguas e intento ser lo más fiel a la época que se retrata». Lectoras desde su más tierna infancia de Alicia en el país de las maravillas y Esther y su mundo, Carmen cuenta cómo algunos cómics históricos llevan los roles femeninos al extremo. O son personajes secundarios y planos o son superheroínas todopoderosas. perfectas. «Nosotras solo utilizamos los estereotipos femeninos históricos para parodiarlos y reírnos un poco de esa visión de la mujer que ha estado vigente en distintas épocas», apunta Carmen.
RAQUEL ALZATE
Baracaldo (Vizcaya), 1972.«ES MUY DISTINTO
CÓMO SE REPRESENTA A LA MUJER EN ORIENTE QUE EN OCCIDENTE»
Comenzó haciendo un fanzine con su hermano y unos amigos en el instituto. «De pequeña leía ávidamente los tebeos de La abeja Maya. Me encantaba su espíritu aventurero, alejado de las princesas ñoñas». Ilustró diferentes libros infantiles y de texto hasta que en 2001 editó en Astiberri dos libros sobre mitología vasca pertenecientes a la serie Mitológika. Publicó su primera novela gráfica larga en 2005, Cruz del sur, por la que fue premiada como autora revelación en el Salón del Cómic de Barcelona. «Me documenté sobre el tipo de vestuario que llevaban en la Edad Media, la moda es parte del contexto cultural de una sociedad e influye en la creación estética de los personajes, aunque sea de una manera inconsciente». Respecto a la representación de las mujeres en la historia del cómic comenta: «No hay un único arquetipo que haya evolucionado a lo largo del tiempo, sino que hay múltiples y cada uno evoluciona junto a los clichés sociales de sus lectores». Actualmente está terminando una trilogía en la que lleva trabajando varios años y que saldrá publicada en 2013 por la editorial francesa Dargaud.
PURA CAMPOS
Barcelona, 1937.«ESTHER SIEMPRE HA IDO VESTIDA CON LAS ÚLTIMAS TENDENCIAS»
Esta hija de modista comenzó a crear patrones y dibujar modelos inspirándose en las revistas de moda extranjeras que había en su casa. «Mi madre tenía en el taller Harper's Bazaar y Vague y de ahí iba cogiendo ideas y dibujando modelos. Me contrataron en Bruguera gracias a unos dibujos de moda que les enseñé». Esos mismos fueron los que enviaron a
Inglaterra, donde fue elegida para dibujar la mítica Esther y su mundo en 1971. «Era distinta a la que salió en España, pues la editorial aquí censuraba cosas por la época que era; ahora, en cambio, gusto mucho al colectivo gay. La moda ha sido mi pasión toda mi vida y mis personajes siempre han ido vestidos con las últimas tendencias», dice Pura. De 1974 a 1986 sus viñetas estuvieron cada semana en los quioscos ingleses y españoles, convirtiéndose en una referencia para varias generaciones. En 2010 le dieron la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, tiene un club de fans y está restaurando sus mejores viñetas para publicarlas de nuevo.
Valencia, 1970.
«MIS PERSONAJES LLEVAN ROPA
NORMAL Y CUENTAN HISTORIAS REALES»
Cristina Durán creció devorando los tebeos que le regalaba su abuelo: «Zipi yZape, Mortadelo, la revista Lily... Recuerdo que leí en ella, por primera vez, las consecuencias de la guerra a través de la historia de dos niñas que se habían quedado solas en medio de un conflicto. Pero también crecí, cómo no, con Esther y su mundo». Durán es miembro de La GRUAestudio. Desde 1997 forma parte de la Junta Directiva de APIV (Associació Professional d'il-lustradors de Valencia), de la que fue presidenta de 2005 a 2009, y es miembro de la Junta Fundadora de EIF (European Illustrator Forum). Junto al guionista Miguel A. Giner Bou ha publicado varios cómics, siempre con una sensibilidad muy social. El que más ha calado entre el público ha sido Una posibilidad entre mil (Sins Entido donde narra los tres primeros años de su hija Laia, que tiene parálisis cerebral. Con esta obra fue finalista del Premio Nacional de Cómic 2010. «Me inspira la vida real. Cuando hago historias para adolescentes tengo que hacer un estudio previo de su ropa. Es muy importante que se sientan identificados con los personajes». A partir del 20 de septiembre, Fnac Callao (Madrid) 'expondrá los dibujos originales de su novela gráfica La máquina de Efrén (Sins Entido).
CORSÉS Y REBELDÍA
Desde las primeras tiras, la representación de la mujer ha tenido un cambio radical: de estar en un segundo plano a ser protagonistas con personalidad propia.
TEXTO —LU MIRANDA
La historia del cómic se remonta al siglo XIX, la crítica europea coincide en que el primer creador de «historias en estampas» fue Rodolphe Töpffer en 1831; mientras que en EE UU sitúan el inicio del cómic a finales del XIX con las viñetas de prensa de R. F. Outcault. En todas estas narraciones, la figura femenina era inexistente o estaba relegada a un segundo plano, incluso en Terry y los piratas, de Milton Caniff, o El príncipe valiente, de Harold Foster, obras tan geniales como populares. En un mundo dominado por el hombre, la representación de la mujer servía como adorno o para potenciar las capacidades y actividades del personaje masculino. Aunque existían protagonistas femeninos en revistas para chicas, como la bretona Becassine desde 1905, la mujer no ocupó un lugar en el universo de la historieta hasta los años 20 con obras como Winnie Winkle o Tillie the Toiler.
Con la llegada de los superhéroes a finales de los años 30, la figura masculina necesitaba a una dama a la que rescatar, así aparece la compañera del héroe, siempre en apuros a causa del villano que suele sentir atracción por su candidez. En contraposición a esta, aflora una mujer poderosa y peligrosa, aunque raras veces independiente: la supervillana. Féminas capaces de amordazar al héroe y que, por su condición de malvadas, cuentan con un registro más amplio que el de
la mojigata mozuela incapaz de valerse por sí misma. Las villanas llevan antifaces, látigos, monos de cuero y, si pensamos en las crueles de Gotham City, hasta tocados maravillosos en rojo y negro (Harley Quinn) o con hiedras (Poison Ivy); estas mujeres, que encandilan al lector y al héroe, lucen una estética sadomasoquista, claro referente de diseñadores como Alexander McQueen o la pasada colección de otoño-invierno de Louis Vuitton.
La marcada visión machista en el cómic no se rompió hasta 1963 con la agente secreta Modesty Blaise, de los británicos Holdaway y O'Donnell. No obstante, la emancipación sexual llegó con el autor galo Jean-Claude Forest y su fulminante Barbarella, la rubia que desde 1962 lubricó los sueños de lectores y lectoras de esta serie de ciencia ficción; además, su popularidad aumentó porque Jane Fonda la encarnó en la versión cinematográfica de Roger Vadim (1968). Otra creación de Forest es Hypocrite (1971), «morenita de lengua veloz y trasero de manzana», una mujer en las antípodas de la sumisión, un personaje hedonista e indomable, cargado de ironía, que se adentra en un universo psicodélico en donde el aburrimiento no tiene cabida. También en Francia, en 1966 y 1967, Guy Peellaert dibujó a otras dos chicas de armas tomar: Jodelle y Pravda, auténticos iconos pop y estandartes de la liberación de la mujer.
En los 70, década apasionante en la historia del cómic adulto, un colectivo de estadounidenses creó lo que no se había hecho hasta entonces, una publicación de historietas realizada por y para mujeres: Wimmen's Comix. Desde una óptica autobiográfica, estas autoras de la escena underground rompieron los tabúes, reivindicaron la igualdad de derechos e incluso trataron temas como la homosexualidad femenina. Hoy en día, cada vez hay más autoras de cómics y lo relevante es que cualquier tema es abordable en este medio narrativo al que uno debe tratar de acercarse sin prejuicios.
Lu Miranda es experta en cómic e investigadora de la UAM y l'Universite Blaise Pascal en lo Bibliotheque National de France.
Artículo de la revista SModa nº45 28 de julio de 2012 El Pais
Desde las primeras tiras, la representación de la mujer ha tenido un cambio radical: de estar en un segundo plano a ser protagonistas con personalidad propia.
TEXTO —LU MIRANDA
La historia del cómic se remonta al siglo XIX, la crítica europea coincide en que el primer creador de «historias en estampas» fue Rodolphe Töpffer en 1831; mientras que en EE UU sitúan el inicio del cómic a finales del XIX con las viñetas de prensa de R. F. Outcault. En todas estas narraciones, la figura femenina era inexistente o estaba relegada a un segundo plano, incluso en Terry y los piratas, de Milton Caniff, o El príncipe valiente, de Harold Foster, obras tan geniales como populares. En un mundo dominado por el hombre, la representación de la mujer servía como adorno o para potenciar las capacidades y actividades del personaje masculino. Aunque existían protagonistas femeninos en revistas para chicas, como la bretona Becassine desde 1905, la mujer no ocupó un lugar en el universo de la historieta hasta los años 20 con obras como Winnie Winkle o Tillie the Toiler.
Con la llegada de los superhéroes a finales de los años 30, la figura masculina necesitaba a una dama a la que rescatar, así aparece la compañera del héroe, siempre en apuros a causa del villano que suele sentir atracción por su candidez. En contraposición a esta, aflora una mujer poderosa y peligrosa, aunque raras veces independiente: la supervillana. Féminas capaces de amordazar al héroe y que, por su condición de malvadas, cuentan con un registro más amplio que el de
Mujeres en viñeta
Con Blondie (1931), Chic Young otorgó el poder a la mujer ama de casa mientras el hombre perdía fortaleza al dejar la soltería. Se adaptó como serie de radio y televisión.
la mojigata mozuela incapaz de valerse por sí misma. Las villanas llevan antifaces, látigos, monos de cuero y, si pensamos en las crueles de Gotham City, hasta tocados maravillosos en rojo y negro (Harley Quinn) o con hiedras (Poison Ivy); estas mujeres, que encandilan al lector y al héroe, lucen una estética sadomasoquista, claro referente de diseñadores como Alexander McQueen o la pasada colección de otoño-invierno de Louis Vuitton.
La marcada visión machista en el cómic no se rompió hasta 1963 con la agente secreta Modesty Blaise, de los británicos Holdaway y O'Donnell. No obstante, la emancipación sexual llegó con el autor galo Jean-Claude Forest y su fulminante Barbarella, la rubia que desde 1962 lubricó los sueños de lectores y lectoras de esta serie de ciencia ficción; además, su popularidad aumentó porque Jane Fonda la encarnó en la versión cinematográfica de Roger Vadim (1968). Otra creación de Forest es Hypocrite (1971), «morenita de lengua veloz y trasero de manzana», una mujer en las antípodas de la sumisión, un personaje hedonista e indomable, cargado de ironía, que se adentra en un universo psicodélico en donde el aburrimiento no tiene cabida. También en Francia, en 1966 y 1967, Guy Peellaert dibujó a otras dos chicas de armas tomar: Jodelle y Pravda, auténticos iconos pop y estandartes de la liberación de la mujer.
En los 70, década apasionante en la historia del cómic adulto, un colectivo de estadounidenses creó lo que no se había hecho hasta entonces, una publicación de historietas realizada por y para mujeres: Wimmen's Comix. Desde una óptica autobiográfica, estas autoras de la escena underground rompieron los tabúes, reivindicaron la igualdad de derechos e incluso trataron temas como la homosexualidad femenina. Hoy en día, cada vez hay más autoras de cómics y lo relevante es que cualquier tema es abordable en este medio narrativo al que uno debe tratar de acercarse sin prejuicios.
Lu Miranda es experta en cómic e investigadora de la UAM y l'Universite Blaise Pascal en lo Bibliotheque National de France.
Artículo de la revista SModa nº45 28 de julio de 2012 El Pais
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