jueves, 19 de abril de 2012

Magnum, los signos de la Historia.

Los miembros de la agencia posan para Erwitt.


Un libro y una exposición itinerante titulada En nuestro tiempo conmemoran el 40º aniversario de una agencia mítica entre los fotógrafos de medio mundo. Su nombre es Magnum. Sus miembros son conscientes de la singularidad de sus reglas, a la vez que a golpe de cliché custodian los signos de la memoria por excelencia: las fotografías.

Texto: Manuel Falces


E1 22 de mayo de 1947, la agencia Magnum —con la denominación Mag­num Photos Inc.— fue inscrita en el registro del condado de Nueva York. Su reducido nú­mero de componentes forman parte de una especie de orden medieval que habita, y milita, en una singular abadía de la imagen del siglo XX con sedes en París, Nueva York y Londres.
¿Por qué esta denominación romana, Magnum, para una agencia de noticias? Por una parte, señala J. Lacouture, para reafirmar su independencia y su voluntad de resistir a las presio­nes de los grandes que dominan los medios, el grupo debía ma­nifestar el potencial creativo de las acreditadas firmas de los fo­tógrafos que agrupaba. Por otra, el espíritu de Robert Capa, uno de los padres de la criatura, que indefectiblemente ligaba la palabra Magnum a la afamada marca de champaña; todos los que le conocieron subrayan que su mayor aspira­ción era darle a la cámara esa apariencia deleitosa.
Nacida bajo la idea obsesiva de que un periodista gráfico es nada cuando carece de la pose­sión y la capacidad de multipli­car infinitamente sus propios negativos a la vez que de su to­tal disposición, adoptó como fórmula ideal para lograrlo la estructura social de una coope­rativa. Romeo Martínez, un es­pecialista que ha seguido muy de cerca la evolución de la agencia, expresaba que Robert Capa y sus amigos habían in­ventado el derecho de autor en fotografía. A ello cabe añadir, como matiz definitorio, la re­beldía e independencia que tra­dicionalmente ha acompañado a los fotógrafos que estructura­ron su plantilla, estrechamente ligadas a la honestidad y el ri­gor de sus encuadres, capaces por ellos mismos de dominar si­multáneamente, en la medida de lo posible, los textos o pies de foto que los acompañan. "Los fotógrafos no soportan control alguno sobre su vida, cualquiera que fuere", señala Richard Kalvar, integrante del colectivo. "Magnum, pese a su estructura como cooperativa y la esquizofrenia a la que se ven sometidos algunos de sus aso­ciados —en cuanto fotógrafos y directivos, simultánea y acci­dentalmente—, jamás ha esta­do dominada por un estado ma­yor. Sus gestores sólo sirven de enlace entre los distintos depar­tamentos, que hacen de ellos una especie de duques tempo­ralmente en estado de rebeldía contra un rey".




Una calle del viejo Pekín, vista por Marc Riboud en 1965, desde el interior de una antigua tienda.



 La guerra de España, como escenario y argumento, fue con­siderada como una repetición de la I Guerra Mundial para el periodismo gráfico. El frente serviría de campo de pruebas en el que los, posiblemente in­conscientes, experimentos vi­suales de Robert Capa en pri­mera línea, con una manejable cámara Leica —entonces re­cientemente puesta en el mer­cado—, dotada de un objetivo de 35 milímetros, sentarían las bases del moderno fotoperio­dismo bélico. Aquel instrumen­to posibilitaba una singular y hasta entonces desconocida ca­pacidad de maniobra, que liga­ba el talante ideológico de la agencia con la hipermovilidad intrínseca a una técnica portá­til. Su fundación, tal y como nos lo relata Richard Whelan, tuvo lugar en el restaurante del Museo de Arte Moderno de Nueva York tras numerosas peripecias. Antes, Robert Capa había anunciado a su amigo La­dislas Glück su intención de crear en Europa, junto a los fo­tógrafos Henri Cartier Bresson y David Chim Seymour, un gru­po organizado "que en modo alguno sería una agencia de no­ticias gráficas ordinaria". La fo­tografía de prensa tradicional­mente ha sido el instrumento más maleable de los medios de comunicación, siempre media­tizado por el poder de decisión de un tercero que prima sobre el del realizador de la toma. "Permitir a otros escoger la imagen a publicar minimiza la capacidad de interpretación del fotógrafo, en ocasiones hasta la distorsión", señala Fred Rit­chin al respecto. Capa y los fun­dadores de Magnum fueron conscientes de



La fotografía que Dennis Stock le hizo a James Dean en Times Square en 1955 se convirtió posteriormente en poster famoso.



 ello, tratando al menos de mitigarlo, y este estado de ánimo, en última instancia, es el que ha estado presente hasta la fecha a lo largo de su intensa y corta vida. Aunque tampoco cabe olvidar la actitud vitalista de todos ellos, como explica Car­tier Bresson de las relaciones in­ternas entre los fundadores: "Chim, Bob [Robert Capa] y yo jamás hablamos de fotografia, tampoco de técnica, de buenos o malos clichés. Hablábamos de la vida, del mundo, que es más in­teresante".
Las señas de identidad de las imágenes canalizadas por Mag­num parten de las experiencias vitales de los primeros compo­nentes del grupo. Henri Cartier Bresson pasó parte de la guerra en un campo de concentración nazi, y tras una triple tentativa de evasión, frustradas un par de ellas, se integró en la resistencia. Otro componente, George Rod­ger, cayó prisionero de los japo­neses en Birmania. David Sey­mour, Chim, se hizo acreedor a una condecoración por sus servi­cios prestados al espionaje nor­teamericano. Robert Capa —cuyo nombre de pila era An­dré Friedmann, el menor de una familia de sastres— fue expulsa­do de Hungría a la edad de 17 años por unas imprecisas activi­dades izquierdistas antiguberna­mentales. Entonces no sabía si optar por la agricultura o el pe­riodismo: "Mientras que conti­nuaba mis estudios, mis padres se encontraron sin un céntimo. Fue entonces cuando tomé la de­cisión de llegar a ser fotógrafo", explica Capa, "porque ésta era la actividad más próxima al perio­dismo para quien no podía ex­presarse en ningún otro lengua­je". En definitiva, fue la "cascada de guerras" (Lacouture) y sus ex­periencias vitales, a la vez que la ansiedad de huida de este ho­rror, la causa determinante de este uso de la fotografia canali­zado por Magnum. El nazismo, tal y como señala este ensayista, arrojó hacia Occidente una plé­yade incomparable de judíos y demócratas de las más diversas procedencias a los que la violen­cia del exilio había privado de su país y la posibilidad de ofrecerle al mundo la libertad de expre­sión. A ello hay que añadir los ingredientes del terror hitleria­no, por una parte, y la adopción por el fotógrafo André Kertesz en 1932 de la fórmula Leica, una cámara supermanejable que fas­cinó a Cartier Bresson, convir­tiéndose en el instrumento ideal del fotoperiodismo. Y todo ello en un contexto de eclosión del periodismo gráfico, con publica­ciones tales como Vu, Paris­Match, Life, Regards, Illustrated Picture Post, Colliers, etcétera.



En 1979, Raymond Depardon realizó esta fotografía dentro de los muros de un asilo en Nápoles.



 La arquetípica fotografía del soldado republicano de la guerra civil española herido de bala en el frente que tomara Robert Capa en 1936 acaparó prontamente numerosas sim­patías, que le abrieron a Mag­num las puertas en el mercado internacional. Aquella foto, re­producida infinitas veces, ex­cedía los límites de lo que por sí misma representaba; su pu­blicación presumía una toma de partido —un símbolo del combate por la libertad y la de­mocracia contra las dictaduras de derecha (Ritchin)—, y ésta era la mejor tarjeta de visita de la agencia. Pero Magnum no sólo es un monopolio de imá­genes de guerra, cualquiera que fuere su frente, desde que se fundara. Los tres millones de clichés disparados en 40 años por uno de sus compo­nentes más cualificados, Elliot Erwitt, están impregnados de una espléndida ironía, chocan­do con el gótico rigor de Capa o sus discípulos de última ins­tancia. Erwitt apostó por los músicos, actores, viejos, ni­ños... Su definición de lo que debía ser una fotografía —"es­tar en el sitio justo en el instan­te preciso"— en absoluto con­cuerda con la de quien maneja la cámara: "fotógrafo es una profesión de holgazanes". En­tre todos sus argumentos, sol­dados incluidos, deambulan las reglas impuestas por Car­tier Bresson sobre la toma y la captación del famoso instante decisivo. Este último llegó a la fotografía a través de la pintu­ra surrealista, partiendo de unos postulados totalmente distintos a los de Robert Capa: de tan singular y explosiva mez­cla se enriquecería singularmen­te el ideario de la agencia. "Hay una nueva suerte de plasticidad en  la fotografia", señala Cartier Bresson, "producto de las líneas instantáneas creadas por los mo­vimientos del sujeto. Trabaja­mos al unísono de aquellos mo­vimientos, guiados por el presen­timiento que imprime la forma de vida tal como se desarrolla. Pero dentro de este movimiento existe un momento en que los elementos que lo componen se han equilibrado. La fotografía debe captar ese momento y man­tener ese equilibrio inmóvil".



New York city (1953) es el escueto titulo de esta imagen intimista captada por la cámara de Elliot Erwitt.


La vuelta a casa de los prisioneros de guerra quedó plasmada en una imagen de Ernst Haas tomada en Viena en 1947.



 Tradicionalmente, Magnum ha sido una sociedad cerrada (Lacouture) que supo sintetizar las claves del fotoperiodismo americano y europeo. Limitada actualmente a menos de 40 so­cios (en una fase intermedia, 1956, sólo eran 25), agrupa tradi­cionalmente a los mejores foto­rreporteros del mundo, y en este mosaico de distintas proceden­cias visuales es en donde radica en buena parte su éxito. Su es­tructura burocrática es muy sim­ple, ya que cuenta con sólo 17 asalariados en París, unos 20 en Nueva York y algo menos en la recientemente inaugurada dele­gación de Londres. La nómina de sus asociados habla por sí sola: Eve Arnold, Werner Bis­chof, Bruce Davidson, René Bu­rri, Cornell Capa, Ernst Haas, Josef Koudelka, Marc Riboud, Mary Ellen Marc, Eugene Smith, Alex Webb, Sebastiáo Salgado, etcétera, nombres to­dos ellos que forman parte ya de la historia de la fotografía. El fantasma de la televisión y el te­rreno que la foto fija pierde en su favor es una amenaza que ya desde 1954 se cierne sobre la agencia. Robert Capa así lo ma­nifestó a Marc Riboud enton­ces. Su hermano Cornell aún se preocupa por ello: "La televi­sión ha transformado no sola­mente lo que hacen los fotorre­porteros, sino también cómo vi­ven: venta de sus tiradas, expo­siciones, publicaciones, publici­dad. La demanda de imágenes ha disminuido en los medios im­presos a causa de la televisión. De aquí lo selectivo y reducido de una agencia de fotos como Magnum. Pero queda la espe­ranza de una mayor expansión y desarrollo de aquí a finales de siglo".

Una imagen de los años sesenta. Marcha por la paz es el titulo de esta foto de Marc Riboud, realizada en Washington en 1967.


Una colaboracionista francesa es exhibida en una calle de Chartes tras la liberación, en 1944. Capa es el autor de la foto.


El inconfundible cogote de Nikita Jruschov frente al Lincoln Memorial de Washington, en 1959. Burt Glinn estaba detrás.


Salgado plasmó el momento en que un niño es pesado como parte de un programa de ayuda alimentaria en Mali, en 1985.


Una cantina moscovita de trabajadores de la construcción. La estampa, de Henri Cartier Bresson, está fechada en 1954.





























El Pais Semanal

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