domingo, 29 de abril de 2012

Girl guion: Peter Milligan dibujo: Duncan Fegredo





En Girl se da una de esas felices coincidencias de las que resulta un tebeo especial. Por un lado, tenemos a un Milligan inspiradí­simo, cosa que no pasa todos los días, ya que es un guionista que lo mismo te escribe tebeos muy del montón que obras sorpren­dentes e innovadoras, como es el caso. Girl parece, en principio, el retrato costumbrista de una de esas inmundas barriadas obreras de Inglaterra que, en el fondo, no se diferencian en nada de esos hacinados barrios españoles en los que muchos de nosotros nos hemos criado. Pero Girl va más allá de eso, porque las escenas naturalistas pronto empiezan a alternarse, sin transición alguna, con secuencias imaginarias pro­ducto de la mente de la protago­nista, una quinceañera proble­mática e inadaptada. Claro que, ¿quién no es un inadaptado viviendo una vida tan asquerosa? Ahora bien, la confusión entre realidad y ficción no es el único hallazgo de Girl. Milligan tam­bién se apunta el tanto del humor, un humor negrísimo, que hace de la obra una irreve­rente sátira social que se ceba con toda la podredumbre y el cutrerío de las clases bajas, y que salva al relato de caer en la denuncia pedazo tipo Ken Loach. Y sí, la historia se da un aire a Trainspotting, pero eso no quiere decir que sea una vulgar imitación. Girl tiene su propia voz, su propio estilo, y, puestos a buscar parecidos, su lograda mezcla entre realismo sórdido y humor surrealista también podría recordar a la espléndida ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, de nuestro al fin oscarizado Almodóvar.
La otra parte de la feliz coincidencia de Girl es, claro, que todo esto lo dibuje Fegredo. Porque lo de Fegredo es como para echarle de comer aparte. Madre mía, qué pedazo de dibujante. Cómo maneja el lenguaje cor­poral, qué bien narra, cuánta variedad de planos y encuadres controla, qué bien ambienta. Si hasta el diseño de página está curradísimo. Y encima, su entintado, que parece hecho con un vulgar Pilot, es estupendo: suel­to, desmañado, con esas deliciosas rayitas que logran una estética limpia pero a la vez sucia. Tan sucia como la realidad que Girl quiere escupirnos a la cara: los vertederos al lado de las viviendas, la falta de expectativas vitales y laborales, el premio de la Lotto como solución a todos los problemas, el deseo de escapar y vivir una vida mejor que la que se tiene. Todo eso es el pan de cada día en nuestras sociedades, y por ello el tebeo ter­mina siendo, por mucha ironía y cinismo que contenga, la expresión de la rabia de las clases obreras en la Europa de los 90.
PEPO PÉREZ



Revista U#20 junio 2000

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