miércoles, 25 de enero de 2012

Solo por placer

Por Amelia Castilla. Fotografía de Juan Gatti.


 Alma de alta costura. Gatti lleva impresa la moda en su ADN



A menudo la música suena como el escape perfecto. Algunos concier­tos de Billy Bond acababan con los asisten­tes en comisaría, claro que el rock no tenía buena prensa con la dictadura argentina. Juan Oreste Gatti (Buenos Aires, 1950) ape­nas había cumplido la mayoría de edad la noche en que esta imagen quedó grabada en su retina. El grupo, uno de los pioneros del rock argentino, saltó a la arena de La Cueva, ya de por sí caldeada por un público ansioso, y arrancó con un feroz "¡Chicos, rompan todo!': La consigna precedida de los acordes del rock and roll corrió como la pólvora. El diseñador rememora la anécdo­ta de juventud para constatar lo mucho que le pone todavía la provocación. En los últi­mos 30 años, su carrera como fotógrafo de moda, diseñador de portadas musicales y cartelista de buena parte de las películas de su amigo Pedro Almodóvar y de algunos de los éxitos del cine español no ha dejado de crecer profesionalmente, pero sigue sin-riéndose un outsider. Hasta ahora, su carre­ra artística siempre se ha movido entre las fantasías hollywoodienses y la escuela Bau­haus: "Tengo un lado más racionalista y otro más cercano al glam y al pop'.







 Radiografías y Rayografías. Frente al intenso colorido de otros trabajos, las fotografías aquí expuestas , agrupadas en  "Contraluz", derivan hacia lo acromático



Ha transformado la entrada a su estudio, ubicado en un recoleto callejón del madri­leño barrio de Salamanca, en un jardín don­de el arce ya empieza a teñirse de rojo oto­ñal. Simpático, educado y exagerado hasta decir basta, arranca la entrevista con una de sus máximas: "Lo que más me gusta en la vida es la jardinería. Lo más divertido es ve­nir los fines de semana y meterme ahí hasta que termine todo y acabar arañado como un soldado del Vietcong. Podar me encanta, me relaja muchísimo':
Rodeado de calders, warhols, muebles de diseño adquiridos por eBay en lugares recónditos y los prototipos de algunos de sus diseños, el creador argentino se reafir­ma como un punki elegante. Cuesta creer­lo, viéndole impecablemente vestido de sport, pero el creador de la imagen de mar­ca de Jesús del Pozo, Sybilla y Almodóvar, añade que su reto es "dignificar objetos bastardos':
CUENTA SU AMIGA ALASKA que, por más que le pide que haga cosas ordinarias, siempre las resuelve de la manera más fina. Cual­quiera de sus trabajos, da igual que se trate de carteles, fotografías, diseños de zapatos (creó un par para Camper) o frascos de per­fume, contiene esa huella que tan bien en­marca la belleza. Quizá por eso Contraluz, nombre del libro y de la exposición antoló­gica de su carrera que prepara el Canal de Isabel II de Madrid para este mes, debería llamarse contra todo. La muestra, además del trabajo más representativo, realizado en la moda, el cine, las editoriales, publicidad, gráfica y dirección de arte -"las distintas fa­ses de mi carrerón"-, acoge una gran sorpre­sa: fotografías inéditas en blanco y negro, tomadas a lo largo de los últimos 25 años.
En paralelo a todo ese trabajo tan lumi­noso, al concluir las sesiones de moda, en el momento en que se marchaban todos y en el estudio solo quedaban sus asistentes o alguna modelo amiga, empezó a investigar con un carácter experimental sobre cosas muy abstractas. En esos tiempos muertos, con su cigarrillo mentolado en las manos, jugó a ver qué sucedía si agitaba una bom­billa, fotografiaba el humo o jugaba con la estela de una linterna. Sus amigos dicen que tiene alma de alta costura y espíritu de cazador. "A medida que avanzaba, fui mi­rando todos esos elementos y, aunque tenía cosas diversas, encontré una unión en to­dos ellos, un común denominador que soy yo el que lo impregna. A partir de ahí todo.







adquirió forma y comencé a tomar fotos para completar ese trabajo': Para acabar este juego y que el experimento no conti­nuara hasta el infinito, necesitaba buscar el formato libro y la exposición. Se trata, como muchas cosas en su vida, de cenar una eta­pa para dar paso a la siguiente obsesión.
Frente al color de todo lo realizado ante­riormente, Gatti derivó hacia lo negro y neu­tro, casi acromático. Se trata de algo tan per­sonal que siente que se está desnudando, una parte que "me hace sentir vulnerable". Lo otro, la parte pública, representa trabajo y creación; todo ha sido realizado con un fin, pero las obras agrupadas en Contraluz solo tienen que ver con su placer. La periodista
María Vela Zanetti, que lo ha acompañado durante todo este tiempo, dice que Contra. luz "contiene una parte que festeja la vida y otra que celebra la muerte': Basta pasar la página de la portada y el libro arranca con un "In memoriam a todos mis amigos muer tos". El último, Jesús del Pozo; pero son mu chos los ausentes. "Desgraciadamente me tocó en pleno la época del sida en la década de los ochenta y he tenido pérdidas muy fuertes. Esto es un homenaje a ellos'.
Entre todo el material destacan, como su propio título sugiere, fotos cuyo trata miento ha pasado por usar la luz en contra pero contiene también imágenes que son radiografías o rayografías, donde la luz ac túa directamente aislando el objeto. "Si co loco un insecto sobre el papel sensible yproyecto la luz, queda su huella. Me gusta que la luz delimite la sombra y que si miras una cara se vea el límite de la luz'. Hay flores agitadas por el viento, libélulas que simulan joyas de un escaparate de Tiffany, palomas que parecen modelos de alta costura, caba­llos briosos, y siempre la belleza deslum­brante del cuerpo humano. "Soy muy, muy meticuloso y bastante obsesivo, por eso siempre busco un acercamiento a las cosas que tiene que ver con la forma en que ob­servo la vida. Digamos que se trata del pun­to de vista que tengo hacia los objetos y los elementos, donde hay una especie de des­cubrimiento de la belleza y un análisis muy riguroso de la forma y la figura'.
ALGO INEVITABLE en una per­sona que lleva la moda en el ADN. Creció en el estudio de su madre, diseñadora de alta costura, jugando, bajo las mesas de las modistas, a re­cortar revistas de moda y crear collages con las top mo­del




s de la época. "En casa no solo se cosían los trajes, se hacían los bordados, los som­breros y los guantes. Había un sentido tan fuerte de la elegancia que mis intentos posteriores por convertirme en un destroyer no han fun­cionado. Creo que he compa­ginado ambos conceptos". Siempre se ha movido en esa dualidad.
Una dualidad que lo acompaña desde niño. En su caso, el dibujo le salvó la vida. Gatti, como muchos veintea­ñeros, mostraba cierta ten­dencia al despiste. Con el general Alejandro Agustín
Lanusse en la presidencia, se asomó al bal­cón de su casa en calzoncillos mientras en la calle se desarrollaba un acto militar. Gat­ti, hijo único y niño supermimado, pasó seis meses en una prisión de alta seguridad. Para entretenerse le pidió a su madre lápi­ces de colores y papel, y montó "un chirin­guito donde dibujaba y escribía postales románticas para madres y esposas, y dibu­jos pornográficos para que los presos se masturbaran': Ante sus ojos quemaron a un recluso y violaron a otro con un azulejo. "Fue como un rito de iniciación, pasé por el abismo y sobreviví. Si pasé por eso, no voy a dejar que un ataque de histeria me anule una sesión; aquello me dio fortaleza, me da la sensación de que puedo manejar cual­quier situación'.

De Buenos Aires saltó a Nueva York, donde siguió enganchado al rock y, en pa­ralelo, al diseño y la moda. Ahora, muchos jóvenes lo siguen y lo imitan. "No he tenido que claudicar demasiado, no me vendí mucho a la cosa comercial ni a las agencias de publicidad; en cierta forma siempre he trabajado con artistas que son tan outsi­ders como yo': Sigue viviendo rodeado de música. "No puedo trabajar sin ella. No me gusta que sea muy heavy, prefiero los soni­dos emocionantes, pero no cursis': Le gus­tan las cantantes bobas como Nico y Fran­coise Hardy; su grupo favorito se llama Au Revoir Simone.
Hasta ahora, a lo largo de su carrera siempre ha habido una persona que ocupa­ba el primer plano, llámese Almodóvar, Sy­billa o Elena Benarroch. Gatti se mantenía en la sombra porque se sentía cómodo. "En general trabajo con amigos a los que respe­to, gente con un lenguaje común. No hago botellas de lejía, sino proyectos creativos de clientes creativos. La cosa es que, a veces, más que un trabajo parece un picnic': Fue así desde que aterrizó en el ruidoso Madrid de los ochenta; llegaba de Nueva York, con­tratado por Kenzo para trabajar en París, pero se cruzó una oferta de una discográfi­ca y empezó a diseñar portadas para los discos de los grupos de la movida, algo que ya había desarrollado con éxito en su país con los rockeros más importantes. Fue el inicio de una carrera que se extendió a la moda y al cine y que le llevó a la cima del éxito. "De todo lo que he probado, el traba­jo es lo que me da más satisfacción; lo que me divierte es sentarme frente a la mesa de dibujo, acompañado de mi música. Hubo un momento en que trabajaba para generar trabajo para otros, iba de comida en comi­da firmando nuevos encargos; pero aquello se acabó, en mi estudio no entran más de dos empleados'.
CON ALMODÓVAR FORMA un gran matrimo­nio artístico -con sus "alegrías y sus pe­leas"-, pero también ha colaborado, entre otros, con Fernando Trueba, Álex de la Igle­sia, Lucrecia Martel y Susan Seiderman': Me suelen dar total libertad. Empiezo a do­cumentarme antes de que se ruede, prime­ro leo los guiones y luego visiono en sala de montaje de qué va para finalmente sinteti­zar lo que más me gusta. Más que carteles, busco crear iconos que sean identificables.

En general, trato de usar un mínimo de ele­mentos para provocar mayor expresividad en el cartel. Intento no desvirtuar la perso­nalidad de la película y que el género se refleje. Eso es algo que se puede seguir en las películas de Pedro; los primeros carte­les son más petardos, hasta el momento en que entra en una cosa más elaborada y has­ta más oscura':
Moda y cine son lenguajes distintos. Para los carteles busca cierta expresión y comunicar estados de ánimo; en la moda, crear atmósfera y belleza. "No estoy de acuerdo con el feísmo que impera en la moda, ¡menos mal que está pasando! En los noventa, todo parecía impregnado por ese estilo medio grunge o descuidado, y yo me decía: para sacar a una chica con el pelo sucio... Se trata de una tendencia, pero per­sonalmente no quiero hacerlo. Nunca he entrado en el feísmo, a mí lo que me da pla­cer es crear belleza, belleza por sí misma, sin concepto, sin discurso y esas tonterías. Prefiero buscar emoción en las cosas antes que mirar en la basura. Soy completamente antidiscurso'.•
La exposición 'Contraluz: de Juan Gatti, se abre en el Canal de Isabel 11 de Madrid el 23 de noviembre.













El Pais Semanal nº1831 Domingo 30 de octubre de 2011

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