Los guionistas de 'Los Lunis' y 'Barrio Sésamo' lanzan la primera serie española de novela gráfica infantil
CARMEN MAÑANA - Madrid - 18/11/2011
Le encanta subirse a los árboles, escuchar AC/DC y comerse los lápices de colores. Así es el protagonista de la primera serie de novela gráfica infantil realizada íntegramente en España, Yo, Elvis Riboldi (laGalera). Un niño muy normal, sino fuera porque se pasa la vida de bronca en bronca. "Todo el mundo dice que no hago nada bien. Los mayores siempre están enfadados conmigo. Siempre se me olvida todo porque soy muy despistado. Me peleo constantemente con todo el mundo", se describe. No está poseído, ni es un gamberro (bueno, un poco sí). Lo único que le pasa a Elvis es que es hiperactivo. Y alrededor de sus travesuras, frustraciones y diagnóstico transcurre la primera aventura de las tres que hasta ahora han parido Jaume Copons, Daniel Cerdá, Ramón Cabrera y Òscar Juve, bajo el nombre grupal de Bono Bidari.
De izquierda a derecha: Jaume Copons, Daniel Cerdá, Ramón Cabrera, Óscar Julve (que firman conjuntamente como Bono Bidari) y un amigo.-
Los tres primeros -guionistas, entre otros muchos proyectos, de Barrio Sésamo y Los Lunis- le han dado voz. Él último -creador de las hormigas de El Hormiguero-, forma. "Cuando éramos pequeños no existía el concepto de hiperactivo. La gente nos crucificaba. Pasábamos por imbéciles y gamberros. Nos decían que éramos un desastre, inútiles, que no servíamos para nada. Si nos lo hubíesemos creído hubiésemos terminado siendo eso", relata Copons. Movidos por esas experiencias e inspirados por el hijo de este último, hiperactivo diagnosticado, dieron vida a ocho manos a un niño que tras ser expulsado del colegio, se escapa de su casa, quema otra y completa una larga lista de destrozos. "Pero con mucho sentido del humor", apostilla Copons.
El guionista y sus compinches saben cómo conseguirlo. Llevan 20 años dedicados a sacarle una sonrisa a los niños. Conocen los resortes y cómo han evolucionado. "Los niños de hoy tiene una oferta de ocio variadísima. Y si tienes que competir con un videojuego que maneja un presupuesto mayor que el de una película, no puedes hacerlo con una broma ñoña de un señor que se cae de una silla". Se necesita ritmo, locura, trabajar mucho los temas y buscar gags que estén a la altura de estos pequeños emperadores del mando a distancia", enumera Copons.
Humor bueno y eterno
Aunque "en el fondo del fondo del fondo", reconoce, la comedia no ha cambiado tanto y a los niños les sigue haciendo gracia lo mismo que hace dos décadas: "Que te estén diciendo una cosa y te enseñen lo contrario sigue funcionando". Como cuando Elvis responde supuestamente tranquilo a las preguntas del Dr. Higgins (inspirado en el doctor del hijo de Copons) y en realidad le está redecorando el despacho a patadas.
El libro, dice, es infantil pero está dirigido a un público más amplio: "lectores mayores de nueve años en adelante". Y ya se sabe que el estereotipo del niño travieso, inquieto y, sí, un poco gamberro atrae sin distinción de edad. Ahí está Bart Simpson, que lleva 20 años triunfando con sus bromas telefónicas, y ahí están las dos ediciones que se han hecho en solo un mes de esta primera novela. "Este mes sacamos la segunda Yo, Elvis Riboldi, y el restaurante chino. Y ya tenemos ofertas de editoriales internacionales para traducirlo", cuenta el guionista orgulloso.
Pero el perfil de niño malo y poco políticamente correcto -tiene un mural con las fotos de los niños a los que ha pegado- no responde a motivaciones comerciales sino a deseos personales. Copons y sus compañeros llevaban mucho tiendo desarrollando proyectos preescolares o en los que se buscaba principalmente un fin didáctico. "Queríamos desquitarnos un poco. Cuando hacíamos Barrio Sésamo teníamos un equipo de psicopedagogos estadounidenses que revisaban todos los capítulos, y una vez nos obligaron a parar un sketch sobre lavadoras porque decían que los niños españoles se podían traumatizar ya que, pensaban, muchos de ellos no tendrían una en casa", cuenta entre carcajadas.
Elvis y su entorno no viven en Disneyworld. Su padre, Leónidas, "toma pastillas para los nervios"; su amigo, el exhippy Sr. Lugosi robó su primera cámara de fotos; y a su madre, Irlanda, le gusta cantar Titanic. "No damos moralina ni moralejas ñoñas, pero todo el libro está lleno de valores, como la amistad, el esfuerzo, la comprensión..."
Yo, Elvis Riboldi. De Bono Bidari. Editorial laGalera. Barcelona 2011. 13,95 euros. www.elvisriboldi.com
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