Que no les engañe el nombre. Platon no es aquí un filósofo griego, sino el autor de la fotografía más comentada de Clinton, la que Bob Woodward, uno de los periodistas que descubrieron el caso Watergate, bautizó como la "fotografía de la entrepierna". El entonces presidente de Estados Unidos apareció en la portada de la revista Esquire sentado en un taburete, abierto de piernas y con el pico de su corbata apuntando directamente a sus genitales. Una foto polémica que Platon convirtió en el icono de una época. "Es un retrato contemporáneo de un presidente contemporáneo. No es la típica foto estirada y elitista de un presidente".
A otro hombre de la saga política, John Kennedy, el hijo del presidente Kennedy, Platon le debe el empujón mayor de su carrera. Gracias a él y a la revista George que el fallecido John John creó en 1999, la cámara de Platon (Inglaterra, 1968) ha captado los rostros más importantes del espectáculo y de la política estadounidense, los hombres y mujeres más fascinantes de América bajo el lema de "La fotografía no debe ser aburrida, sino divertida". Con esta filosofía, Platon empezó a comerse el mundo y, de paso, Nueva York.
Platon Antoniou, un hombre de rasgos mediterráneos y fuerte personalidad, hijo de un arquitecto griego y una historiadora del arte inglesa, encaminó sus pasos hacia el diseño gráfico y las bellas artes hasta que uno de sus profesores, el director de arte del Vogue británico, le animó a hacer fotografías para su editorial. Aquel golpe de suerte cristalizó en colaboraciones para revistas de culto entre los jóvenes urbanos del Londres de la década de los ochenta (Arena. The Face, ID). "Las fotografías que hacía entonces eran una reacción contra el tipo de fotografía glamurosa que veía en las revistas americanas", dice. Y de ahí arranca el estilo Platon: agresivo y descarado.
Cuenta Platon que fueron esas fotografías las que llamaron la atención de Kennedy júnior. "Me convertí en el principal fotógrafo de su revista. Yo, un inglés, fotografiando a leyendas americanas como Pamela Anderson, Kirk Douglas o Martin Scorsese", recuerda. Ahora esas leyendas y otras más las ha reunido en un libro, La República de Platon, 120 retratos tomados en los últimos diez años. Un índice de la condición humana.
"Cuando me preguntan por qué mis fotos tienen siempre grandes angulares y contrapicados y por qué enfoco a la gente desde abajo, yo siempre echo mano de mis recuerdos infantiles, cuando mi padre, que era arquitecto, me llevaba a visitar edificios que siempre me parecían altísimos vistos desde mi estatura". Y el Platon adulto continúa mirando a sus ídolos como monumentos. De abajo arriba. "Mi estilo es una combinación de la disciplina de la arquitectura, la idea de un edificio mezclada con la idea de la personalidad para así extraer el carácter de las personas. Todo eso se une y ése es el tipo de fotografía que hago ahora".
Obsesionado con la televisión, Platon utiliza el símil del zapping para expresar su idea de reunir a diferentes personajes de la cultura contemporánea. "Yo quería hacer un libro en el que pasas las páginas y te encuentras algo trivial y luego algo serio y profundo". Como además quería contar la historia de cada personaje, su vena de diseñador gráfico le impulsó a crear una especie de diario personal. "He querido hacer un álbum de notas, el cuaderno de un fotógrafo de hoy".
Tiene instinto de cazador y, cuando observa con la lente de su objetivo a su presa, la atrapa en un instante. "He aprendido que, si puedo atacar rápido, puedo sorprender a la persona a la que miro para que me muestre su personalidad en segundos". Esa audacia le vino de perlas cuando tuvo que fotografiar a uno de sus mitos, el actor Al Pacino. "Era una leyenda para mí. El Padrino me la sé de memoria. De hecho, yo solía ir a la peluquería con una foto de él en El precio del poder y pedía que me cortaran el pelo igual. Así que conocerle fue una experiencia increíble". Platon le puso en situación escenificándole parte de El Padrino. "Cuando empecé a disparar la cámara, se metió en la piel de Michael Corleone. Fue un momento increíble".
En su República tiene un papel destacado Pamela Anderson (la actriz de Los vigilantes de la playa), la sex symbol exuberante de las portadas de Playboy. "Pamela es para mí como la coca-cola", asegura.
Platon la fotografió en Los Ángeles en 1997 y de aquella sesión recuerda una habitación llena de trajes de alta costura: "Yo quería mostrarla como un mito". Rechazó los vestidos de moda y bajó corriendo a comprar una bandera de Estados Unidos. "Cuando ella me preguntó cómo vestirse, le di la bolsa con la bandera. Lo entendió perfectamente". Así, envuelta en barras y estrellas, Pamela Anderson escondió un secreto que ahora Platon revela: "Cuando le hice el retrato, Pammy estaba embarazada de cuatro meses y yo cubrí ese estado tan vulnerable".
En el altar mitológico de Platon hay un sitio destacado para Bill Clinton ("No puedes tener un encargo más importante que fotografiar al presidente de Estados Unidos"). Posó poco antes de terminar su mandato. "Me citaron en un hotel de Nueva Jersey de 200 habitaciones que cerraron a cal y canto para la sesión. Había miembros del servicio secreto apostados cada diez pasos por los pasillos. Fue como conocer a Elvis, una experiencia religiosa, porque él tiene un carisma que es difícil de explicar. Entró con una sonrisa radiante. Le pedí que se sentara. Coloqué el gran angular y le dije: 'Señor Clinton. ¿podría mostrarme su amor?". Así fue como Clinton entró en la República de Platon, y Platon en la historia de la fotografia. •
El libro Platon's republic', de Platon, publicado por Phaidon, 2004, sale a la venta en España en los próximos días. Más información en
www.phaidon.es.
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