jueves, 9 de diciembre de 2010

Las Torres de Bois-Maury por Hermann

Las Torres de Bois-Maury- Hermann




El primer ciclo de Las Torres de Bois-Maury finaliza en 1994 tras una impecable andadura de diez tomos ini­ciada en 1983. El conjunto se construye en torno a los viajes del caballero Aymar en pos de un sueño que se antoja cada vez más lejano: recuperar el señorío del castillo de Bois-Maury, de donde fue expulsado en su niñez. El itinerario errante de este caballero sin más bienes ni posesiones que la de su escudero, el fiel Olivier, le sirve a Hermann para trazar un recorrido desgarrado y amargo por la Europa del siglo XI, el corazón de la Alta Edad Media, en un viaje de ida y vuelta partiendo desde el sur de Francia hasta llegar a Jerusalén y aca­bar finalmente a las mismas puertas del añorado castillo de Bois-Maury. A pesar del magnífico trabajo de documentación gráfica y la gran veracidad de la ambientación, el autor no trata en ningún momento de explicar la Historia, ni de interpretarla, ni siquiera de recrearla; apenas ofrece datos históricos, ni fechas, y muy escasas ubicaciones geográficas. En muchos pasajes el lector se encuentra desorientado, sin tener una idea muy definida del sitio ni el momento en el que se mueve: exactamente igual que los personajes de la serie y la inmensa mayoría de las gentes de la época. Porque Hermann no tiene ninguna intención didácti­ca: quiere acercarnos al fango de la Historia y revolcarnos por él. La suya es una visión cercana, directa, un acercamiento físico y tangible a las miserias de una época concreta y de la condición humana en general. También sus minuciosas descripciones del entorno natural nacen de ese interés por hacérnoslo física y sen­sualmente reconocible; el escenario, el clima, el paisaje, se convierten en elementos narrativos de capital importancia que influyen decisivamente en la acción y en los personajes y marcan el tono que distingue cada uno de los capítulos. Hermann también parece haber renunciado a ilustrarnos con mensajes, moralejas ni doctrinas. Lo único que trasciende es un fondo de profunda desesperanza, una mirada terrible sobre el géne­ro humano y su incapacidad de convivir. No intenta sacar lecciones de la historia ni señalar culpables, sino

poner en evidencia que la crueldad, la ambición y el sufrimiento nos han acompa­ñado desde siempre.

Pero por encima de todo, esta serie nos dejará en el recuerdo un puñado de secuencias y momentos memorables, narrados con una maestría y elegancias al alcance de muy pocos, como esa última viñeta elegida para cerrar el último álbum y decir adiós a la serie: justo en el momento cumbre, un gran espacio en blanco y dos dimi­nutas figuras casi abocetadas que contrastan con el enor­me despliegue de virtuosis­mo dibujístico de toda la serie; sin ningún amago de grandilocuencia, con ese gesto de renuncia y conten­ción, Hermann demuestra la enorme sabiduría alcanzada, la hondura de su trabajo y el enorme talento visual de sus imágenes.

ENRIQUE BONET

Revista U #20 Junio 2000

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