lunes, 21 de julio de 2008

Hayao Miyazaki






Una leyenda viva en la animación. Un autor con obras personales, a pesar de ser películas laboriosas y caras. Trabajador incansable (ahora es un animador senior y solo trabaja diez horas), dibujante, pintor, diseñador. Fanático de los aviones, su familia tenía una fábrica de aviones antes de que la guerra lo cambiase todo en Japón.




He disfrutado de su extensa filmografía, poco a poco, a medida que he ido creciendo, con auténticos destellos gloriosos, curiosidades como "Laputa, un castillo en el aire" que pude ver en un festival de animación manga, allá por el año 1993 o 1994, no recuerdo bien, en la época furiosa de "Akira". Habrían de pasar diez largos años hasta que por fin pude volver a ver esa película. En fin, la nostalgia que me puede.

Hay una película de Miyazaki que comparte algunas pautas, o características con nuestro trabajo en "El Ojo de Melkart", como por ejemplo: bosques de épocas remotas; un contacto entre el hombre y los dioses, o al menos con la naturaleza; en definitiva, querer mostrar el pasado del hombre más allá de las pautas que recuerdan con detalle las crónicas y los libros, antes cuando la transmisión del saber era oral para que no cayese en malas manos.

Así, "La Princesa Mononoke", la película en cuestión, disfruta de pinturas para los fondos y escenarios que son auténticas maravillas que recrean bosques milenarios, antes de que el hombre los destruyese.















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