miércoles, 11 de julio de 2007

Meliassar




"Durante todos estos años, al igual que el dios, debí ocultar mi verdadero nombre, aquel que mis compañeros usaban para llamarme, pues fui uno de los tres druidas viajeros, el único de ellos que ha sobrevivido para relatar cuanto aconteció entonces.
Nuestra aventura transcurrió antes que muchas otras, a la par de otros hechos más importantes y relevantes que cambiarían para siempre el rumbo de los acontecimientos en la península, cuando, más tarde, todos los pueblos íberos fueron sometidos bajo los designios de aquel, que se proclamaría dueño y señor del mar también y de todas sus costas.
Éramos jóvenes entonces, víctimas de un fervor único y decidido. Por ello, nuestros corazones albergaron esperanzas de victoria frente a los ejercitos del invasor, cuando los pueblos lusitanos llegaron a ser acaudillados por el gran Viriato, de cuyo estandarte rojo como la sangre, sobresalía la cornamenta afilada y dura junto a suaves y blancas plumas, esas que volaron esparcidas por el viento una vez fue ejecutado invicto por sus propios amigos.
Meliassar es ahora mi nombre. Significa "el que no olvida" y por él deberéis llamarme.
Fui uno de los tres. El dios nos unió para encontrar una espada y las señales nos llevaron hasta el héroe. Sí, la encontramos. Era apenas un niño cuando apareció por primera vez ante nuestros ojos. Fuimos nosotros los que le forjamos como guerrero y he aquí su leyenda, labrada con los fuegos de su pueblo y con la sangre del enemigo, que invadió las tierras de nuestros ancestros, cuando los prados y montes eran propiedad exclusiva de los dioses y de la mirada de Melkart.

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