martes, 15 de octubre de 2013

Festival de cómic europeo de Úbeda y Baeza




El Festival Internacional de Cómic Europeo, un acontecimiento cuyos contenidos girarán en torno a la producción europea del noveno arte, género artístico que en la actualidad no dispone de ningún hueco específico al que asomarse en el panorama nacional, sino que ha venido compartiendo protagonismo en diferentes certámenes con el manga, el cómic-book estadounidense y otros. Por esta razón, a partir del próximo 18 de octubre, el Cómic Europeo contará con su propio festival, con un programa exclusivo en el que se implicarán editoriales, autores nacionales e internacionales y representantes de otros sectores ligados al mundo del cómic.


PREMIOS

El Festival también viene acompañado de la creación de los primeros premios Internacionales de Cómic Europeo. Las mejores editoriales y los autores más destacados serán galardonados con unos galardones que serán otorgados por el público y por un jurado de especialistas. Las distinciones se concederán al “Mejor cómic europeo 2012”, al “Mejor Guionista europeo 2012” y al “Mejor Dibujante Europeo 2012”. Además, en cada edición se entregará un Premio o reconocimiento especial del Festival.

FECHAS

El festival desarrollará sus actividades entre el 18 y el 20 de octubre en ambas ciudades, cuya formidable monumentalidad servirá de espléndido marco para que personajes como Mortadelo y Filemón, Tintín, Asterix, Spirou y  muchos otros comparezcan ante un público de seguro incondicional.

Autores invitados a la edición 2013


Mateo Guerrero 
El historietista gaditano Mateo Guerrero, especialista en el género fantástico y con fuerte influencia del manga,  se dio a conocer y consiguió muchos seguidores con la serie “Crónicas de Mesene”. Desde entonces no ha parado de trabajar a lo largo de todo el mundo del cómic, desde los Estados Unidos, en la compañía DC Cómics, pasando por Francia, donde ha trabajado para editoriales como Les Humanoïdes associés, o en la editorial belga Le Lombard, en la que en 2010 publicó el primer álbum de su serie “Turo”, de la que es autor de guión y dibujos. Actualmente constituye una referencia en este arte, pues se trata de uno de los dibujantes españoles más destacados en el ámbito del cómic europeo.
 Cristina Martos Vela
Cristina Vela es una joven historietista  e ilustradora jienense que, a pesar de su juventud, cuenta en su haber con muchos y prestigiosos premios, como el IX Certamen Nacional de Cómic Fernando Quiñones en 2008; el Certamen de Cómic Desencaja en 2009 con una obra llena de magia y talento: 'Medusas y ballenas', y el Certamen Nacional de Cómic Valencia CREA en 2010 con 'Mi corazón es tu piñata'. Cristina Vela, poseedora de un estilo muy personal y una técnica novedosa y experimental, es en estos momentos una de las ilustradoras de mayor proyección en el panorama nacional.


Jordi Bayarri
Jordi Bayarri traerá al Festival  sus conocidas obras de aventuras “Titán del Pasado” y “Alien College”, junto con “Entre Tinieblas”, una historia de superhéroes en un universo de fantasía que hasta la fecha lleva 8 números publicados y una novela gráfica, “Piel de Dragón”, que sirve de punto de partida a esta saga que le valió el premio al Mejor Guionista Nacional en el Salón Internacional del Cómic de Madrid 2007.

Pero sobre todo estarán presentes sus chicas de “Magia y Acero”, serie que viene publicando desde el año 1998 en la que se mezclan aventuras con humor y erotismo light a partes iguales, con la que consiguió el premio de los lectores al mejor cómic erótico en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona 2002 y que se ha convertido en una de las series españolas con más éxito y continuidad del panorama nacional.

Tampoco nos podemos olvidar de mencionar sus últimos éxitos “Darwin, la evolución de la teoría” y “Galileo, el mensajero de las estrellas” que también estarán presentes y que pertenecen a su colección “Científicos”, en la que nos acerca de una manera didáctica y entretenida la historia de diferentes personajes fundamentales de la historia de la ciencia.
Del 18 al 20 de octubre Jordi Bayarri nos acompañará en el Festival de Cómic Europeo de Úbeda y Baeza con su estilo simpático y su humor picante que han convertido su obra  en una de las más populares del panorama de la historieta española.

 El Torres

Juan Antonio Torres, más conocido en el mundo del cómic como “El Torres”, también formará parte del Festival de Cómic Europeo de Úbeda y Baeza que se celebrará del 18 al 20 de octubre. “El Torres” es uno de los escasos guionistas españoles que, a día de hoy, está trabajando a nivel internacional y especialmente en la industria estadounidense, algo verdaderamente complicado de conseguir para un guionista. Su éxito se fundó en el momento en que el mercado norteamericano acogió sus obras, que no tratan precisamente de superhéroes, con grandes niveles de venta.
“El Torres” (Málaga 1972) es editor y uno de los guionistas más reconocidos da la historieta española dentro del género de terror. Tras algunos años trabajando en la industria española como editor, escribió algunas miniseries que tuvieron un gran éxito tanto en España como en los Estados Unidos, como El Velo, publicado con excelentes resultados de público y crítica, y El Bosque de los suicidas. Más recientemente, Nancy in Hell  o Tambores le han hecho merecedor de diferentes premios y de un prestigio alcanzado gracias a los guiones de unas estremecedoras historias en las que, con las imágenes de los mejores dibujantes españoles, ha creado unas tramas repletas de misterio y terror.
Su desembarco estos últimos años en el mercado estadounidense se está reflejando en el reconocimiento de los lectores del viejo continente y seguramente que también el de las ciudades de Úbeda y Baeza.



 Tirso Cons

Tirso Cons (Pontevedra 1979)  comenzó su carrera profesional como publicista, pero a partir del año 2003 se reencuentra con la afición de su vida que es el dibujo. Desde entonces ha reorientado su carrera profesional hacia la ilustración y el cómic. El mercado francés y sus editoriales son las que han lanzado a Tirso como uno de los dibujantes con más seguidores en ese país y ya son nueve los álbumes que ha publicado con gran aceptación en el mercado franco-belga. Destacan entre ellos la serie de  “La casa de los susurros”, una aventura fantástica de tintes góticos, protagonizada por unos niños que viven una aventura intensa llena de aprendizaje y maduración,  y una segunda serie inédita aún en España, “Les chroniques de Legion”, que reinterpreta desde una novedosa perspectiva el mito del vampirismo en la figura de Drácula y su relación con el desarrollo de la historia de nuestra civilización.

Con la simpatía y el compañerismo que tanto le caracterizan, Tirso Cons formará parte del Festival desde el 18 al 20 de octubre.


 Carlos Pacheco


Sus trabajos en editoriales norteamericanas en títulos superventas como Los Vengadores o Los 4 Fantásticos le han otorgado el reconocimiento a nivel mundial, siendo habitual su presencia en distintos salones y convenciones de cómic españoles, europeos y norteamericanos. Habitualmente trabaja con el entintador Jesús Merino y se caracteriza por un estilo elegante dinámico y limpio inspirado por artistas como Neal Adams y John Buscema.


Rafa Ruíz-Dávila


Filólogo, crítico, escritor y divulgador del cómic. Fundador de la revista de estudios sobre cómics LaRAÑA (@revista_LaRANA), jefe de la sección de Cómic de la revista SCIFIWORLD Magazine (@ScifiworldMag), y articulista en diversas publicaciones periódicas nacionales e internacionales. Co-autor de los volúmenes Vengadores: Poder en la Tierra y Vengadores: Poder Absoluto, la Antología del Cómic Andaluz, la colección “Ilustradores Andaluces”, y algunos libros teóricos universitarios de ensayos, siempre con el cómic como tema principal. Actualmente con varios libros en vías de publicación. Coordinador Profesor y conferenciante en la Universidad de Sevilla, la Universidad de Granada, la Universidad Internacional de Andalucía y la Universidad de Tetuán (Marruecos). Director del I Congreso del Cómic, Universidad de Sevilla (@CongresoComic). Director del próximo I Salón del Cómic de Isla Cristina.




Programación del Festival de Cómic Europeo de Úbeda y Baeza 2013


El programa puede estar sometido a cambios.

Viernes 18 de Octubre-

1-Master Class en la escuela de arte de Úbeda
Ponente:
Mateo Guerrero
Lugar: 
Escuela de arte de Úbeda
Hora:12:30
Ciudad:Úbeda
2-Charla en la Escuela de arte de Baeza
Ponente:
Tirso Cons
Lugar:Escuela de arte de Baeza
Hora:17:30
 Ciudad:Baeza
3-Apertura del Salón del Cómic (zona comercial) 


Diferentes establecimientos venderán cómic y productos relacionados con el Cómic.
Lugar: Hospital de Santiago 
Horario:10:00 a 14:00 y 17:00 a 21:00 
 Ciudad: Úbeda
En el salón hay un punto de información del festival disponible durante todo el evento.El espacio comercial estará habilitado desde el Viernes tarde al domingo a mediodía.
Entrada gratuita.

4- Inauguración del Festival de Cómic Europeo de Úbeda y Baeza
Lugar: Teatro Montemar
Hora:21:30
Ciudad:Baeza
Entrada Gratuita. 

Programación de la Inauguración

-Palabras de los invitados y las autoridades del Festival.

-Concierto del Cómic al Cine
A cargo de la Banda de música de Baeza que interpretará un concierto en homenaje al mundo del cómic. En el concierto se interpretarán bandas sonoras de películas ligadas al cómic y a los géneros más populares del 9º arte.También se tocara por primera vez una pieza en homenaje al Cómic “Overcómic"”. Los temas que sonarán son:


-Overcómic (Obertura especial para el Festival)
-BSO Batman
-BSO.El Golpe
-BSO.Los siete magníficos
-BSO.El bueno,el feo y el malo
-BSO.Excalibur
-BSO Piratas del Caribe del Caribe
-BSO Superman


-Espectáculo Batman contra Bane
Los enemigos de Batman tomaran el Teatro Montemar


-Avance de la Obra de Teatro el “Desencuentro”
Pequeño avance de la obra de teatro que se representará en Úbeda el sábado.


-Fotos Cosplay Cómic Europeo 
Los grupos de cosplay de cómic europeo y americano se vestirán de personajes del Cómic y se harán fotos con los asistentes a la inauguración. La Liga de la Justicia, Batman, Tintín, el botones Sacarino y muchos más nos acompañarán en la inauguración.

Sábado 19 de Octubre

5-Espectaculo: Capitán América y Spiderman.

El Capitán América y Spiderman juntos. ¿Qué puede estar pasando?

Lugar: Patio del Hospital de Santiago
Hora:11:45
Ciudad: Úbeda

6-Mesa Redonda "El Cómic Europeo hoy"

Diferentes autores y profesionales del sector darán una visión del Cómic Europeo.

Ponentes

-Rafa Ruíz-Davila
-Jordi Bayarri
-Tirso Cons
-Mateo Guerrero

Lugar: Sala Julio Corzo del Hospital de Santiago
Hora 12:15
Ciudad:Úbeda

7-Sesión de firmas con:

-Carlos Pacheco
-Mateo Guerrero
-Jordi Bayarri
-Tirso Cons


Lugar:Auditorio del Hospital de Santiago
Hora:13:30
Ciudad: Úbeda

8-Espectaculo:Marvel contra DC

Lugar: Patio del Hospital de Santiago
Hora:13:30
Ciudad: Úbeda

Personajes de las dos grandes marcas de superhéroes se enfrentaran en combate.

9-Concentración Cosplay-

Todas los personajes de Cómic harán una concentración del Patio del Hospital de Santiago para realizarse fotos con el público del Festival

Lugar: Patio del Hospital de Santiago
Hora:13:30
Ciudad: Úbeda


10-Mesa redonda "Cómic Europeo versus Cómic Americano"

Diferentes autores y profesionales del sector darán una visión del Cómic Europeo.

Ponentes:

-Carlos Pacheco
-Paco Cerrejón
-Rafael Jiménez
-El Torres

Hora:18:00
Lugar:Auditorio de San Francisco
Ciudad:Baeza

11-Sesión de firmas con:

-Carlos Pacheco.
-El Torres

Hora:19:15
Lugar:Auditorio de San Francisco
Ciudad:Baeza

12-Teatro de Cómic “El Desencuentro”

Compañía “Tirsos y Caretas”

Lugar: Auditorio del Hospital de Santiago
Hora:21:30
Entrada: 5€
Ciudad: Úbeda

“El desencuentro” es una comedia compuesta de legendarios personajes del mundo del cómic, como Superman o Tintín. En ella, el Joker, criminal y archienemigo por excelencia de Batman, se encuentra en proceso de rehabilitación, y cita a otros héroes del mundo de ficción para asistir a un congreso muy particular. 

Las entradas se pueden adquirir en SEMER Turismo  antes o durante el festival o en el punto de información del Hospital Santiago durante el Festival

13-El Banquete Galo:

Hora:22:30
Lugar:Restaurante Antique
Ciudad:Úbeda

El Restaurante Antique realizará una cena muy especial en homenaje a la Gastronomía de Asterix. En el banquete participarán los invitados del Festival, que comeran junto con todos aquellos que participen en la actividad.Plazas limitadas.

Es necesario inscribirse previamente llamando al 953 75 79 16
Precio de la actividad: 24€ IVA INCUIDO

Número de plazas :20


14-Encuentro y concierto en el Musicology

Lugar:Pub Musicology
Hora:23:30
Ciudad: Úbeda

Reunión y encuentro entre las personas asistentes al Festival y concierto realizado por los grupos “Chantaje emocional”  y  “Sobrenatural”

  
Domingo 20 de Octubre

15-Steampunk Casting con Miguel A. Carrión

La Mini-serie  de 5 capitulos “Ones upon time” hará un casting a todas aquellas personas que se presenten, para participar en la nueve web-serie.

Lugar: Patio del Hospital de Santiago
Hora 11:00
Ciudad:Úbeda

Es necesario apuntarse previamente al casting poniéndose en contacto con la organización. Se valorara positivamente el que las personas que se presenten vayan ataviadas al estilo Steampunk


16-Dibujantes Jienenses y el cómic en la Provincia de Jaén

 Ponentes:
-Juanma Cañada Aguilera
-Juan Carlos Quesada
-Ángel María Martínez
-Arturo Molero
-Cristina Vela

Lugar: Sala Julio corzo
Hora 12:00
Ciudad:Úbeda

17El Príncipe Valiente y sus Trovadores

El Principe Valiente y sus hombres nos sorprenderán.

Lugar: Hospital de Santiago
Hora 12:30
Ciudad:Úbeda

18-Fallo y entrega de los Premios de Cómic Europeo del Jurado y el Público

Lugar: Auditorio del Hospital de Santiago
Hora 13:15
Ciudad:Úbeda
 

David Ramirez presenta: Mangajes del Oficio. Hoy: Oscar Valiente.





Publicado en la revista Neko nº44, agosto 1998

lunes, 14 de octubre de 2013

MÉZIÈRES

MEZIERES ES UN NOMBRE INVARIABLEMENTE ASOCIADO A  VALERIÁN AGENTE ESPACIO-TEMPORAL, UNA SERIE QUE A SUS TREINTA Y CUATRO AÑOS DE EXISTENCIA PUEDE CONSIDERARSE CON TODA JUSTICIA LO MEJOR QUE SE HA HECHO EN EL TEBEO EUROPEO DE CIENCIA-FICCIÓN. Y, CIERTAMENTE, EL TRABAJO HISTORIETÍSTICO DE MEZIERES FUERA DE  VALERIÁN ES BASTANTE EXIGUO. SIN EMBARGO, BASÁNDONOS EXCLUSIVAMENTE EN LA VASTA INFLUENCIA QUE LA ICONOGRAFÍA DE DICHA SERIE HA EJERCIDO EN EL GÉNERO, MEZIERES ES UN NOMBRE QUE DEBERÍA ASOCIARSE NO SÓLO A GRAN PARTE DE LA HISTORIETA DE CIENCIA-FICCIÓN QUE SE HA VENIDO REALIZANDO DESDE ENTONCES, SINO TAMBIÉN AL CINE CONTEMPORÁNEO DEL GÉNERO. PELÍCULAS COMO ALIEN    O TODA LA SERIE STAR WARS —ES DECIR, DOS DE LOS PRINCIPALES REFERENTES DEL CINE DE CIENCIA-FICCIÓN QUE SE SIGUE HACIENDO HOY DÍA— PRESENTAN INCONTESTABLES REMINISCENCIAS ESTÉTICAS, Y EN ALGÚN CASO DIRECTAMENTE PLAGIOS, DEL UNIVERSO IDEADO POR MEZIERES EN VALERIÁN . TEXTO: PEPO PÉREZ


LOS DATOS

Jean-Claude Méziéres nació en París el 23 de septiembre de 1938. Con sólo trece años publicó su primera historieta Le journal des jeunes, publicación distribuida en un salón de la infancia. Con quince ingresó en la Escuela de Artes Aplicadas de París, donde tuvo como compañero de estudios a Jean "Moebius" Giraud. Paralelamente a tales estudios, entre 1956 y 1958 trabaja como dibujante profesional firmando como Mézi en publicaciones como Fripounet et Marisette, Coeurs Vaillants o Spirou, donde muestra ya una clara influencia de su principal maestro, el gran Jijé. Tras hacer el servicio militar, en 1961 entra como maquetista e ilustrador en la editorial Hachette, y algo más tarde trabaja en el estudio de publicidad de uno de los hijos de Jijé.

LLEGA UN JINETE LIBRE Y SALVAJE

En 1965 nuestro hombre decide dar un giro drástico a su vida y marcharse a Estados Unidos para trabajar como cow-boy en el Lejano Oeste. No, no es ningún chiste malo: es verídico, por alucinante que parezca. Méziéres, impresionado en su infancia por los westerns del cine, estaba obsesionado por hacer realidad su sueño de ser vaquero. A través de un amigo de Jijé instalado en Estados Unidos, Méziéres obtiene un visado de trabajo como diseñador industrial (!) y, tras recorrer de paso Nueva York y San Francisco, consigue trabajo en ranchos de Montana y Arizona. Allí descubrirá, en palabras del propio Méziéres, "la esencia de la conquista del Oeste" conduciendo tractores, instalando cientos de postes para cercar los pastos y, sobre todo, limpiando establos. Pero Estados Unidos marcó la vida de Méziéres no tanto por hacer pedazos su fantasía infantil, sino por dos encuentros capitales para su vida profesional y personal. Por un lado, es allí donde se reencuentra con un amigo de la infancia, un tal Pierre Christin, que trabaja como profesor de literatura francesa en la Universidad de Salt Lake City, Utah. Ambos se conocían desde muy niños, cuando, siendo vecinos, habían coincidido en un refugio antiaéreo durante una alerta de la Segunda Guerra Mundial. Durante su época de estudiantes habían mantenido el contacto e incluso llegaron a realizar juntos un cortometraje, pero luego sus caminos se separaron. Hasta ahora. Por otro lado, es también en Estados Unidos donde Méziéres conoce al amor de su vida, Linda, la que después se convertiría en su esposa y con la cual se volvió a París. Para pagar los billetes de vuelta, Méziéres realiza su primera colaboración con Christin, Le Rhum du Punch, una historieta de seis páginas inspirada en el estilo de la revista MAD que enviaron por correo a Goscinny (a quien no conocían) y que fue publicada en Pilote. Estamos hablando de 1966. Ya en París, Méziéres se decide a volver al tablero para ilustrar, también con guiones de Christin, un serial de ciencia-ficción infantil que consigue colocar nuevamente en Pilote gracias a la mediación de su amigo Giraud, que trabajaba en la revista desde hacía tres años dibujando Teniente Blueberry. Precisamente en esta serie el Méziéres cow-boy pasaría en cierto modo a la posteridad, pues una foto suya montando a caballo sirvió de inspiración a Giraud para una de las ilustraciones que adornan los álbumes de Blueberry. "Viaje iniciático y provisión de imágenes deslumbrantes para toda una vida". Así resumiría Méziéres muchos años después su aventura en Estados Unidos.



Méziéres en Utah, 1966.

ENTRA VALÉRIAN


La historieta de ciencia-ficción a la que me refería, señalizada en Pilote entre 1967 y 1968, se titulaba Les Mauvais Revés (o sea, los malos sueños), y ha pasado a la historia por ser la primera aventura de Valérian. Una aventura que en España sigue inédita y que en Francia no sería recopilada en álbum hasta quince años después, al parecer debido a su extensión, de sólo 30 páginas frente a las 46-48 habituales en los álbumes franceses. Les Mauvais Revés comienza en el año 2720 en Galaxity, capital de la Tierra y del Imperio galáctico terrestre. Desde el descubrimiento de la teletransportación espacio-temporal, La Tierra ha vivido en una utopía tecnológica mientras unos agentes especiales se encargan de explorar nuevos mundos y de patrullar el tiempo para impedir cambios en el pasado. Como se ve, el planteamiento inicial no resulta del todo original y recuerda, entre otras cosas, al clásico de Asimov El fin de la Eternidad (1955). La principal intención de Christin y Méziéres con Les Mauvais Revés era la de realizar una buena serie de ciencia-ficción, género que por entonces había sido abordado en la bande desinée poco y mal, lo que para Méziéres suponía un terreno gráfico prácticamente virgen en el que todo estaba por inventar. En la elección del género también pesó la afición a las novelas de ciencia-ficción que Christin había desarrollado durante su estancia norteamericana. Ya en la segunda página de Las Mauvais Revés aparece el protagonista de la serie, el agente espacio-temporal Valérian (o Valerián, como se escribirá en posteriores traducciones al castellano), quien deberá viajar a la Edad Media en pos de un científico renegado, un tal Xombul, que ha escapado allí para intentar sembrar el caos en Galaxity valiéndose de... la magia medieval (ejem). En el siglo XI Valérian encuentra, además de un medievo francamente bien ambientado gracias a la buena mano de Méziéres, a Laureline, Laury en algunas traducciones castellanas posteriores, una joven pelirroja que por su arrojo y valentía rápidamente encandilará a nuestro héroe a la vez que descubrirá su secreto, esto es, que se trata de un viajero del futuro. Ningún problema: Valérian se la lleva consigo al año 2720 —parece el mismísimo Méziéres trayéndose a su mujer desde el Lejano Oeste hasta París—, donde ambos terminarán de arreglar los estropicios provocados por el malo. Laureline ya da muestras de su fuerte carácter y de su habilidad para salvar a un Valérian torpón y despistado, constante que luego se repetirá en sucesivos álbumes hasta estandarizarse como uno de los gags típicos de la serie. Con este personaje femenino Christin y Méziéres

Les mauvais revés (1967).



Mon Amérique a moi (1974).



pretendían eludir el machismo imperante en la BD y presentar a una verdadera heroína, una mujer valiente y decidida que incluso  suele demostrar más inteligencia que el protagonista masculino. Ahora bien, esto no será  obstáculo  para  que  la muchacha explote también sus evidentes atributos físicos en posteriores episodios, justo cuando le son convenientes para el éxito de su misión. En cuanto a la relación entre Valérian y Laureline, es curioso comprobar cómo el lector da por supuesto desde el principio que son pareja, cuando realmente los diálogos o gestos explícitos en este sentido son realmente escasos, al menos durante la primera etapa de la serie. Les Mauvais Revés es, pues, una aventura dirigida al lector infantil, con un guión liviano, lleno de peripecias y gags de humor blanco. Ni guionista ni dibujante están seguros de la dirección que quieren darle a su serie; es un trabajo de aprendizaje, de prueba y error, de presentación de los personajes y conceptos esenciales de la serie. Hay ideas, hay maneras, hay entusiasmo, se nota una intención. Pero el resultado es poco sólido, sobre todo en el guión, algo comprensible ya que Christin estaba aprendiendo el oficio. Por cierto, que éste firma con el seudónimo Linus, cosa que repetirá en un par de álbumes posteriores. Méziéres, en cambio, demuestra ser un historietista ya formado, al menos en el terreno narrativo, y posee ese intransferible savoir faire para contar las cosas de modo muy clarito y dinámico a la vez. Sin embargo, aún se encuentra en un evidente período de búsqueda de su propio estilo; de ahí que su acabado, tosco e inseguro, diste bastante de su grafismo característico.  Su dibujo muestra todavía la acusada influencia de Franquin y Morris (el Valérian primigenio es clavado a Lucky Lucke), evidentes en el desparpajo del trazo y en el modo de caricaturizar las fisonomías. Pero hay otra influencia más determinante en Méziéres, la de Jijé, maestro también de Giraud y del propio Franquin. De Jijé hereda Méziéres, vía Giraud, la habilidad para las ambientaciones, el impresionismo de la mancha y el tratamiento de la luz y las sombras que el creador de Jerry Spring había aprendido a su vez de gente como Caniff o Robbins, poniendo así a Méziéres en relación indirecta con la escuela del claroscuro norteamericano. De la combinación de estas influencias se irá forjando el estilo típicamente méziéresco, esa peculiar mezcla entre realismo y caricatura. Precisamente es el toque humorístico de su dibujo el que, afirma Christin, condicionará los guiones de Valérian, cargados de sentido del humor, ironía, desenfado, optimismo. La buena acogida de Les Mauvais Revés anima a sus creadores a continuar la serie. La ciudad de las aguas turbulentas  (La cité des eaux mouvantes, 1970) es la segunda aventura de Valérian y la primera recopilada en álbum tras su señalización previa en Pilote, rutina que se repetirá en la mayoría de álbumes ulteriores. En el dibujo hay avances enormes: si en las primeras páginas nuestro hombre se muestra torpe y envarado, a las treinta planchas estamos ya ante un dibujante mucho más seguro y suelto, más parecido al Méziéres que hoy conocemos. Aunque su estilo sigue muy aferrado a la caricatura —los personajes todavía tienen fisonomías muy infantilizadas—, el trazo, la mancha, las sombras, poseen ya su inconfundible desparpajo. En cuanto al guión, sin ser nada del otro mundo, es ágil y se reitera en la misma estructura de la primera aventura, es decir, el modelo Spirou: aventuras ligeras en las que suceden cantidad de cosas y cuentan con gags periódicos para mantener la atención del lector infantil. La historia se sitúa en una espeluznante Nueva York post-apocalíptica inundada por las aguas a causa de una explosión atómica acaecida en 1986 en el Polo Norte, situación vista luego hasta la saciedad en otras historietas. En aquel entonces, el año 1986 sonaba muy lejano y muy "futurista"; estaba claro que a Christin y Méziéres

Primera aparición de Laureline en Les Mauvais Revés. 


no se les había pasado por la cabeza que se estaban embarcando en una serie que iba a prolongarse hasta rebasar con creces tal fecha. El álbum concluye con un escalofriante final que nada tiene de gracioso o infantil: las contradicciones en el tono de la serie comienzan a aparecer.
Entre 1969 y 1970, Meziéres también ilustra para Pilote guiones ajenos al universo de Valérian, entre ellos los firmados por Fred o Goscinny, pero el éxito de la serie le obliga poco a poco a centrarse exclusivamente en ella. De Valérian también aparecen en estos años cinco historietas cortas en Super Pocket Pilote. Con guión de Christin, por supuesto.

POR LOS CAMINOS DEL ESPACIO

La siguiente aventura larga de Valérian, El imperio de los mil planetas (L 'empire des mille planétes, 1971), muestra ya a unos autores más seguros de sus recursos y también de lo que quieren contar. Valérian y Laureline han de infiltrarse en el decadente imperio de Sirta para descubrir quiénes son Los Entendidos, una aristocracia corrompida que gobierna en la sombra a los sirtianos. Es éste el álbum fundacional de Valérian, el que fija definitivamente las dos constantes de la serie: por un lado, el relato de ciencia-ficción oculta siempre una parábola política o sociológica cargada de ironía sobre el mundo contemporáneo (en este álbum, sobre la corrupción del poder y la revolución de los oprimidos frente a las clases pudientes opresoras; temas tratados aquí, todo hay que decirlo, de modo ingenuo y poco articulado), una intención que obedece al interés de Christin por el periodismo —en cuya Facultad de Burdeos imparte clases desde hace muchos años— y la sociología. La otra constante de la serie, motivada por la afición de los autores a la etnografía y los relatos de viajes, será la descripción minuciosa de los distantes mundos de un cosmos superpoblado en el que las distintas razas alienígenas interactúan y comercian entre sí, incluyendo una crónica exhaustiva de las características físicas y sociales de las diversas especies extraterrestres. Como un National Geographic pero a nivel cósmico. Al servicio de este catálogo de maravillas se encuentra el exuberante dibujo de Mézieres, que muestra aquí por primera vez sus características más famosas: sus desbordantes diseños de la fauna y flora alienígenas, sus imaginativos escenarios, vehículos y arquitecturas (en este caso una suerte de Venecia extraterrestre), sus alienígenas de aspecto casi siempre simpático y bonancible.
("El cosmos de Valérian, el cosmos de Mézieres, no es feo y agresivo. Más bien debe parecer un sitio que despierte las ganas de irse a pasear por ahí, porque uno puede encontrarse con bestezuelas muy simpáticas" [Mézieres entrevistado en 1998 por Jaime Rodríguez en Slumberland n° 30]). Para todos esos diseños, Mcziéres se inspira en otras artes ajenas al cómic (de hecho, este hombre no lee tebeos, como mucho los ojea; dice que prefiere leer libros y revistas): arquitectura, Historia del arte y cine, entre otras aficiones, son integradas en la estética méziéresca. Por supuesto, también el Oeste americano dejó huella en su visión de la ciencia-ficción, polvorienta, orgánica, sucia, que rompe con las estampas limpias y asépticas hasta entonces habituales en el género. Aunque El imperio de los mil planetas sea uno de los álbumes más recordados de la serie, probablemente se debió más al novedoso impacto conceptual y visual que a la historia en sí, la cual, sinceramente, no es gran cosa: diálogos interminables, textos de apoyo redundantes, final muy atropellado, muy explicado mediante palabras en lugar de con acciones. A pesar de ello, hay pasajes inolvidables: la tormenta de hielo —literal: columnas de hielo caen del cielo— que atraviesan nuestros protagonistas y la posterior lluvia de flores son de una originalidad v belleza sobrecogedoras. El país sin estrella (Le pays sans étoiles, 1972) es una fábula mucho menos ingenua y con más retranca que la del anterior álbum. Valérian y Laureline adquieren una fisonomía más realista aunque sin

De izquierda a derecha: Christin, Evelyne Tranlé y Mézieres (1989). 


abandonar del todo los rasgos caricaturescos (esos entrañables cabezones tan típicos de Méziéres); en otras palabras, el grafismo se decanta hacia el lector juvenil, acorde con el nuevo tono de los guiones. Nuestros héroes deben salvar a un planetoide hueco de la colisión con otro planeta, con el obstáculo añadido de que sus habitantes se hallan sumidos en una perenne guerra civil e ignoran la existencia del espacio exterior. Aquí el subtexto político aborda la guerra en general y la guerra de sexos en particular — una de las sociedades en guerra es matriarcal; la otra, patriarcal— y nos dice, en clave no cruenta sino mordaz, que iniciar una guerra es fácil pero terminarla no tanto: cualquier guerra se retroalimenta de una lógica absurda alimentada por la ignorancia y el desconocimiento entre los contendientes —es más fácil odiar lo que no se conoce—, atrapados en una espiral eterna de resentimiento. En este sentido, el álbum evoca fielmente ese punto al que se llega en todos los ciclos bélicos de olvidar por qué se lucha, por qué empezó la guerra. A pesar del desenlace, tan tontarrón y apresurado como el del anterior álbum, el guión muestra ideas brillantísimas, sobre todo con ese planeta yermo en su superficie, pero hueco por dentro, en cuyo interior flota un sistema solar en miniatura. Por su parte, Méziéres despliega nuevamente su capacidad para dibujar arquitecturas exóticas v faunas nunca antes visualizadas: edificios de inspiración bizantina y turca, dirigibles remolcados por enormes insectos volantes, animales alienígenas como armas vivientes.

Bienvenidos a Alflolol (Bienvenue sur Alflolol, 1972) es una fábula amable pero muy politizada sobre el retorno de un pueblo de seres extremadamente longevos a su planeta tras darse una vueltecita de 4.000 años por el espacio, sólo para encontrárselo colonizado por el imperio terrestre. El choque (pacífico) entre ambas culturas, una industrial y mercantilista, la otra, pacífica y de buen vivir —los habitantes de Alflolol no saben lo que es el trabajo—, no se hará esperar. Méziéres está tremendo, y no sólo ha cuajado ya su estilo definitivo, sino que también se atreve con angulaciones diversas: picados, contrapicados, viñetas inclinadas... El siguiente álbum, Los pájaros del amo (Les oiseaux du maitre, 1973), supone otro avance en la serie. Para empezar, el tono de la historia es ya cualquier cosa menos infantil: es sombrío, casi terrorífico, y a ello contribuye el dibujo, decididamente goticista en el diseño de personajes —algunos de ellos parecen directamente gárgolas— y en el uso profuso de las masas de negro. Recuerdo haber leído este álbum con 9 ó 10 años y haberme estre-


La tormenta de hielo de El imperio de los mil planetas


mecido de miedo con su lectura. Y no es para menos: en un gran asteroide de yermos desiertos y volcanes en erupción, sus habitantes trabajan como esclavos para alimentar a un "Amo" al que nadie ha visto nunca, y cuya policía represora consiste en una bandada de aterradores pájaros que atacan a quienes se atreven a rebelarse. Se supone, o al menos eso es lo que cree el pueblo, que su picadura causa la locura. La moraleja de la historia, diáfana en el desenlace, nos dice que no hay peor tirano para el hombre que la alienación y los falsos miedos, especialmente el miedo a la libertad y esa paradójica necesidad del ser humano de someterse a alguna autoridad. "Lo que me inquieta más es pensar que El Amo se pasea por algún lugar del espacio...". "Sí, y como saca su poder de la resignación de los otros, no le costará encontrar lugares donde guste la autoridad", dicen Valérian y Laureline, respectivamente, en este álbum. No sé si el célebre ensayo de Eric Fromm El miedo a la libertad, tan de moda en aquellos años inmediatamente posteriores a mayo del 68, tendría algo que ver con todo esto, pero desde luego así lo parece. Hay también un salto cualitativo en el guión técnico: a pesar de una historia demasiado lineal, la estructura argumental resulta más medida y fluida, existen remansos en la acción, se han reducido al fin aquellos agotadores textos de apoyo que empantanaban anteriores álbumes; encontramos secuencias más visuales, más "de historieta". Son ejemplares en este sentido las páginas 26-27 de la edición española, o la página inicial del álbum, que arranca con la acción ya empezada mientras Valérian y Laureline navegan, a través de seis viñetas en raccord, en un extraño mar embravecido dentro de una lancha de salvamento; la absurda discusión que mantienen, además de conseguir de entrada nuestra sonrisa, nos informa con escuetos diálogos sobre el motivo de su naufragio. Si nos estamos deteniendo tanto en el guión de los álbumes de Valérian en un artículo dedicado a Méziéres y no a Christin es porque existen razones de peso para atribuirle al primero bastante más autoría que la del mero dibujo. Dejando a un lado razones puramente subjetivas (personalmente, las historias de Valérian me parecen más brillantes y mejor desarrolladas que las que produce Christin con otro dibujantes; por ejemplo, Enki  Bilal  o Annie  Goetzinger, demasiado  envaradas  y  "literarias"), está el método de trabajo de Christin y Méziéres, una verdadera partida de ping-pong. A la hora de  preparar un nuevo Valérian, ambos charlan sobre qué les interesaría escribir  y dibujar; a partir de ahí Christin escribe una sinopsis que discute con Méziéres, quien suele introducir numerosos cambios; luego Christin pergeña el guión técnico desglosando las viñetas y escribiendo los diálogos. Pero es finalmente Méziéres quien concibe la narrativa, quien elige los planos y quien introduce todavía modificaciones en ese guión. Como se ve, ambos integran un tándem tan compenetrado que Méziéres ha afirmado repetidamente que no trabajaría con otros guionistas, más que nada porque le resultaría difícil encontrar a alguno que se adaptase a su forma de trabajar, "un poco opresiva" en sus propias palabras.




Arriba: Primer beso de Valérian y Laury, en El embajador de las sombras.
Debajo: Nave de El embajador de las sombras,
claramente inspirada en la obra de Gaudí.

LA MODESTIA DE UN GRAN HISTORIETISTA

Durante toda la década de los setenta, el culto a la serie ha ido en aumento. Méziéres se ha convertido en un dibujante conocido, sus álbumes se venden bien, los fanzines le dedican monografías, la estética de la serie ha cuajado y está influyendo enormemente a numerosos autores, y no sólo a debutantes. Y sin embargo, no ha llegado a convertirse en una verdadera estrella de la BD. Su dibujo no recibe malas críticas, pero tampoco grandes halagos. El propio Mcziéres habla de esto en sus entrevistas, consciente de las causas: su dibujo es simple, modesto, siempre supeditado a la narración. "Yo soy ante todo un contador de historias. Podría dibujar planchas espectaculares, pero si no ayudan a narrar mejor la historia, serían banales y fallidas. La BD es un arte narrativo, es la imagen al servicio de la historia, y en este sentido tanto Christin como yo rehuimos el efecto por el efecto. Hergé tenía el mismo discurso" (Méziéres entrevistado en el fanzine francés P.L.G.P.P.U.R, n° 15, 1984). He aquí el quid del enorme valor de Méziéres como historietista, a veces no suficientemente reconocido por aquellos que tienden a minusvalorar su trabajo precisamente porque su estilo gráfico no es demasiado llamativo. Al contrario, es funcional y rehuye virtuosismos gratuitos, que es justo como debe ser el dibujo de historieta. Un dibujo que se haga invisible y no llame la atención, que no distraiga de la historia, que logre hacernos olvidar que los personajes son sólo dibujos en un papel. Si una viñeta es demasiado recargada o llamativa, por muy buena que sea como ilustración, distraerá nuestra atención y nos recordará que es un dibujo, y por tanto habrá fracasado en su función de suspender la incredulidad del lector y sumergirle en la historia. Los dibujantes de historieta han de ser buenos narradores, no ilustradores exhibicionistas. Este discurso, del que participan todos los grandes maestros del cómic, parece haberse perdido lamentablemente en numerosos dibujantes de las nuevas generaciones, ansiosos únicamente por demostrar las virguerías de que son capaces. El dibujo de Méziéres, en cambio, es un dibujo sin detalles innecesarios, adusto, discreto; parece casual, incluso descuidado. Y, sin embargo, qué lejos está de ser casual: un lento y duro proceso de toma de decisiones se oculta tras cada una de sus planchas. Contaba Mcziéres durante el Salón de A Coruña de 1998 que siempre trabaja planificando de cinco en cinco páginas para así medir mejor el tempo de la narración, que piensa mucho la planificación antes de dibujar y que por eso es tan lento, que incluso desecha páginas una vez dibujadas si la "melodía" de la narrativa no le "suena" bien... "Para mí, la fuerza de Valérian está en la consistencia del relato, en la estructura de la historieta en imágenes. Eso es lo que me atrae: que el relato sea de una limpieza y fluidez extraordinarias, aun cuando se trate de una historia compleja. Lo que cuenta

Los heroes del equinoccio



El premio para el campeón de la competición de Los heroes del equinoccio

es la elección de las imágenes, la composición de una página con respecto a la siguiente. Hay imágenes que son puntos y aparte, otras que son comas. En fin, se trata de una escritura. Y eso es lo que más me interesa. En cuanto al dibujo, uno hace lo que puede, pero no soy de los mejores... Vuelvo a insistir en que lo mejor del cómic no es precisamente lo mejor dibujado" (Méziérs entrevistado por E. S. Abulí en Cimoc n° 55). Si la magistral capacidad narrativa de Méziérs es de clara raigambre clásica, muy respetuosa con los maestros de los que ha aprendido, quizás la aportación más novedosa de su grafismo se encuentra en el acabado, de una soltura y atrevimiento impresionantes. Sus gestuales tintas poseen una cualidad urgente, un poderío expresivo que apenas tienen parangón en el medio; si acaso en Jack Davis, en Kyle Baker, un poco en el Eisner de madurez —el único autor americano que le gusta a Méziéres, y con el que ciertamente guarda algunos puntos en común— y, sobre todo, en el pincel salvaje de Klaus Janson. Un grafismo, pues, libre, espontáneo, acorde con su discurso sobre la fluidez narrativa, que consigue dotar a los personajes de gran movimiento y naturalidad. Coherentemente con toda esta teoría, los colores de Valérian son igualmente discretos y narrativos, pensados para facilitar la lectura y no para destacar. Unos colores estupendos de los que se ha encargado siempre la hermana pequeña de Méziéres, Evelyne Tranlé (quien firma a veces como Tran-lé). El embajador de las sombras  (L'ambassadeur des ombres, 1975) es el primer gran álbum de Valérian y el que anuncia la subsiguiente etapa de esplendor, además del primero traducido en los Estados Unidos. Laureline, la auténtica protagonista de esta aventura, debe encontrar a Valérian y a un embajador de La Tierra que han sido raptados a causa de la creciente injerencia terrestre en la política galáctica; el escenario, una impresionante estación espacial gigante llamada Punto Central, un meeting point para una miríada de razas galáticas. Álbum ejemplar en ritmo, visualidad y variedad de escenas, verdadero epítome del mejor Valérian, resulta particularmente imaginativo en las características físicas y sociales de los habitantes de Punto Central, con un Méziéres especialmente inspirado en el diseño de decorados y personajes, algunos de los cuales volverán a aparecer en álbumes ulteriores (el propio Punto Central; el Transmutador de materia Gruñón de Bluxe, un bichejo capaz de multiplicar cualquier cosa que come; los tres Shinguz, alienígenas que mercadean con todo tipo de información y

Ilustración para la edición francesa de Playboy (1987)


que dialogan continuando las frases entre ellos al modo de los ( Hernández y Fernández de Tintín) así como en alguna conocida película de 1977 de la que luego hablaremos.
Mundos ficticios (Sur les terres truquées, 1977) demuestra nuevamente la capacidad de los autores para no repetir planteamientos de un álbum a otro y sorprender así al lector. El punto de partida habitual se invierte: en lugar de mostrar mundos extraños vistos desde ojos terrestres, será un artista alienígena el que recree diversos escenarios de nuestra historia mientras un ejército de clones de Valérian investiga tales réplicas. La vulgar portada no debe engañarnos, pues tras ella se encuentra un álbum magnífico, excepcionalmente dibujado —Méziéres se emplea a fondo en las escenas históricas—, con un argumento muy moderno en su concepción y desarrollo: la acción se inicia nuevamente ya comenzada y avanza a un ritmo implacable, dando por sabida gran cantidad de información que el lector habrá de descubrir sobre la marcha. Un tebeo vertiginoso, visual y poco discursivo que también contiene una leve moraleja —puesta en boca de Laureline— contra el uso instrumental del hombre en las escenas de nuestro pasado: el imperialismo británico, la Primera Guerra Mundial.
Los héroes del equinoccio (Les héros de l'equinoxe, 1978) es aventura en estado puro y una parodia bastante graciosa del cómic de superhéroes (que no gusta a ninguno de los dos autores). El álbum narra la competición entre Valérian y tres campeones alienígenas con superpoderes; el vencedor será el progenitor de una nueva generación de niños para salvar una raza anciana y estéril (una idea que, por cierto, será explotada posteriormente por Jodorowsky y Moebius en El lncal) La parodia alcanza también a uno de los temas favoritos de los autores, el de los roles tópicos del hombre y la mujer. Así, una diosa madre gigantesca y voluptuosa será la que finalmente elija a su gusto al candidato idóneo para la procreación; en el mismo sentido, Laureline, ante la tardanza en regresar de Valérian, habrá de viajar para arrancarlo de los brazos de la diosa madre, superando para ello las mismas pruebas por las que han pasado los varones y dejando así en entredicho la magnitud de sus hazañas. Méziéres demuestra un fascinante brío en el entintado y una osadía inédita en la diagramación, con varias espectaculares dobles planchas en las que rompe la disposición clásica de tiras. A ello hay que añadir un inolvidable diseño de escenarios (desiertos, pantanos, paisajes helados, espléndidas arquitecturas de corte grecorromano), de fauna alienígena (menudos bicharracos se tienen que cargar los héroes), y de personajes (magnífica y a la vez hilarante la pinta y la personalidad de los "superhéroes" que compiten junto a Valérian, con coñas a costa de personajes Marvel —el más evidente, Thor— y del Arzach de Moebius). Sin lugar a dudas, el Valérian más impresionante gráficamente.



CÉNIT Y CREPÚSCULO DE VALÉRIAN
Tras la aparición en 1979 de Par les chemins de l 'espace, un álbum de la colección 16/22 de
Dargaud que recopilaba las viejas historietas cortas de Valérian que aparecieron en Super Pocket
Pilote, la década de los ochenta se inaugura para la serie de modo inmejorable. Metro Châtelet
dirección Casiopea (Metro Châtelet direction Cassiopée, 1980) y Brooklyn Station término
Cosmos (Brooklyn Station termimis Cosmos, 1981) representan, en opinión del que esto suscribe, el pináculo creativo de la serie y la obra de madurez de ambos autores. Valérian viaja al presente de la Tierra para detener unas misteriosas apariciones de fuerzas elementales mientras Laureline investiga la clave del misterio en la otra punta del espacio. Es ésta una saga en dos álbumes de tono bastante oscuro, tanto por la trama, cargada de misterio, como por la melancolía que impregna todo el relato, presente en la atmósfera sombría del París de los ochenta —esos cafés, esa espeluznante escena en el metro parisino—, en la brumosa campiña francesa, en las nevadas calles de Brooklyn. Pero el tono crepuscular también está en la desgana que muestra Valerián a lo largo de toda su misión, en la apagada amargura e incluso agriedad que progresivamente va existiendo entre él y Laureline, una relación que aquí se revela de modo más evidente que nunca como de pareja; es más, de pareja en crisis (impagable en este sentido el mosqueo de Laury cuando, al comienzo de Brooklyn Station, descubre que Valérian se ha acostado con otra en París). Son estos dos álbumes, pues, los más adultos de la serie, los más ricos en matices. El subtexto del relato fantástico aborda en este caso la avaricia e inmoralidad de las grandes multinacionales, pero también la inevitable decadencia de cualquier relación de pareja, en este caso reforzada por la lejanía y la falta de comunicación y entendimiento, tal como reflejan los intentos cada vez más infructuosos de enlace telepático entre Laureline y Valérian. En cuanto al guión técnico, el tempo de la acción está meticulosamente medido, no hay textos de apoyo, los diálogos son más concisos que de costumbre. En este sentido, el comienzo, inolvidable, anticipa ya la cualidad de obra mayor de Metro Chátelet: esplendorosas imágenes del espacio exterior se acompañan de unos textos de apoyo que parecen dirigidos al lector; en realidad se trata del diálogo telepático de Laureline con Valérian: unas pocas frases nos cuentan todo el planteamiento de la historia, además de transmitirnos la nostalgia que la heroína siente por su Valérian. Por cierto que la idea principal del planteamiento es realmente brillante: presentar en contraste dos ambientaciones antagónicas, el presente de la Tierra donde se halla Valérian y los mundos extraterrestres que recorre Laury en su periplo espacial. Asimismo, al contextualizar el elemento fantástico —las apariciones alienígenas que investiga Valérian— en el entorno real del París y el Brooklyn de los ochenta, la sensación de maravilla es mayor que nunca. No obstante, aunque sea ésta saga mi favorita de la serie, no es del todo redonda: el desenlace en el final de Brooklyn Station es, admitámoslo, un tanto chorra y anticlimático, apenas salvado por la ironía de que nuevamente deba ser Laureline, más mordaz que nunca, la que saque las castañas del fuego a un indolente Valérian más negligente que de costumbre (si cabe). La última página sí resulta, en cambio, de un talento portentoso: una composición de pequeñas viñetas mudas nos transmite de modo soterrado pero palpable la soledad y amargura con que Valérian debe volver a Galaxity para intentar arreglar su relación con una Laureline cabreada —nunca mejor dicho— y herida.


El shinguz de Los espectros de Inverloch.


Como suele ocurrir con los autores en estado de gracia, a una gran obra de madurez le siguen unos cuantos trabajos que mantienen el nivel de creatividad y talento. La saga posterior a Metro Chátelet, también de dos partes, Los espectros de Inverloch (Les spectres d'Inverloch, 1984) y Los rayos de Hipsis (Les foudres d'Hypsis, 1985), mantiene la inspiración y el nivel creativo, aunque el tono crepuscular deje otra vez paso al optimismo habitual de la serie junto a un cierto humor británico acorde con la historia, que comienza en 1984 en un castillo escocés. Un humor sutil que se torna pronto una hilarante sucesión de gags encadenados a costa de los embrollos provocados por el ridículo alien team que se junta para esta misión (ese Glapum'tiano que se come las rosas de su anfitriona Lady Charlotte; esos Shinguz que beben linimento para caballos; ese césped de la mansión repetidamente destrozado por el aterrizaje de las naves que van llegando, un gag que se repite periódicamente en homenaje, dice Méziéres, al estilo de Goscinny). Estamos ante dos álbumes de lectura ágil y placentera a los que hay que sacar un único pero: un desenlace atropellado y confuso que desmerece todas las peripecias por las que han atravesado nuestros héroes —un defecto, como se ve, bastante frecuente en Valérian—. Los autores intentaban solucionar en esta saga la "paradoja temporal" en la que se habían metido sin querer cuando en La ciudad de las aguas turbulentas fijaron en 1986 la fecha del cataclismo atómico que indirectamente provocaba el nacimiento de Galaxity. El 1986 real estaba a punto de llegar, así que aquello había que arreglarlo como fuese. La solución aportada al final de esta saga es, como digo, embrollada y contradictoria, pero con un resultado crucial: Galaxity desaparece del curso temporal y con ella todo el futuro de la Tierra que conocían nuestros héroes. Méziéres, por su parte, continúa en estado de gracia y vuelve a demostrar su capacidad para dibujar bien cualquier cosa —castillos escoceses, caballos en movimiento, barcos veleros— y no sólo alienígenas o naves espaciales. Como se ve, el mismo planteamiento que tan buenos resultados dio en la saga Metro Chátelet, enmarcar las maravillas cósmicas en nuestro presente, sigue rindiendo frutos.

 Homenaje al cuadro de Renoir Almuerzo de remeros en Mundos ficticios.


A mediados de los ochenta, Valérian puede proclamarse ya con todo merecimiento la mejor BD de ciencia-ficción de todos los tiempos. Los álbumes se siguen sucediendo con regularidad, el culto a la serie va en aumento, se publica en 15 países del mundo, incluyendo toda Europa, Estados Unidos, Brasil, Colombia e incluso alguna revista de Indonesia. En 1983, Dargaud había editado por petición popular el libro Mézieres et Christin avec..., recopilando por primera vez en álbum el primer Valérian, Les Mauvais Revés (de la cual incluso existía una edición pirata de 1981). El volumen incluía también las historietas cortas que Mézieres realizó como autor completo durante los setenta, además de varias ilustraciones y una aventura inédita de Valérian con guión de Christin, Les Asteroides de Shimballil, realizada para un proyecto de "video-historieta" que pretendía combinar imágenes fijas de dibujos tratados en video con una banda sonora. En 1984, como reconocimiento a su labor de todos estos años, Mézieres recibe el Gran Premio de Angouleme. El evento es conmemorado con una exposición centrada en Valérian, impresionante según los que tuvieron la suerte de verla. "Hicieron un montaje increíble. [...] A mí, que no me gustan mis dibujos, me impresionó gratamente. Me gustaron mis dibujos. Me dije: «Ah, pues no están nada mal»" (Mézieres entrevistado en GrieocWW,,1985).
El siguiente Valérian, Fronteras cósmicas (Sur les frontieres, 88) supone un punto y aparte. Se trata de un episodio autoconclusivo que parte del planteamiento abierto por la anterior saga: Valérian y Laureline, sin patria ni misión ahora que Galaxity ha desaparecido, deciden quedarse por el momento en nuestro presente para colaborar con los servicios secretos terrestres en orden a resolver una misteriosa confabulación para provocar un conflicto nuclear. El tema de fondo, como se ve, es la guerra fría y la amenaza atómica. Pero la estructura argumental resulta nuevamente fallida: buen planteamiento, buen nudo, desenlace decepcionante que deja demasiados cabos sin atar. Aún así, el álbum conserva gran parte del brío propio de la época gloriosa de la serie: hay personajes nuevos, hay nuevas ideas, hay buenos gags, pero también cierta amargura personificada en el personaje de Jal, un agente espacio-temporal que en su obsesión por recuperar un amor perdido intenta hacer todo lo posible, sin reparar en la moral de sus actos, para restaurar Galaxity y conseguir que todo vuelva a ser como antes. El dibujo experimenta a partir de este álbum un cambio sutil: el acabado es más abocetado de lo habitual, más basto, algo nada casual. Mézieres explicaba durante su estancia en el Salón de A Coruña de 1998, con evidente exageración, que últimamente le gustaba entintar casi casi con los ojos cerrados, a ver qué le salía. Quería sorprenderse con el dibujo, que fuese más espontáneo aún, de ahí que intentara terminar los lápices lo menos posible.
En los álbumes siguientes de Valérian se inicia, a mi entender, la lenta decadencia de la serie, siguiendo también el ciclo de todo creador una vez alcanzada la madurez creativa. Los autores ya han dicho todo lo que tenían que decir, los personajes han hecho todo lo que tenían que hacer, ya han sido expuestos a todas las aventuras y situaciones vitales posibles; todos los mundos fantásticos han sido explorados. Sólo queda, pues, espacio para la rutina, para la repetición, para la nostalgia de los fans. Este lento declinar se inicia en Las armas vivientes (Les armes vivantes, 1990), un episodio demasiado anecdótico e irrelevante, uno de los peores de toda la serie, que transmite la continua y desagradable sensación de algo ya visto. De nuevo hay un planeta desconocido (que recuerda demasiado al

El crucero de Fronteras Cosmicas

de Los pájaros del amo), de nuevo hay un desfile de razas espaciales (demasiado parecidas a algunas ya conocidas), de nuevo hay un mundo en continua guerra (que recuerda demasiado al de El país sin estrella), pero, ante todo, hay un alarmante vacío argumental en todo el álbum. El nuevo planteamiento abierto por Los Rayos de Hipsis —el hecho de que Valénan y Laury sean ahora dos vagabundos espaciales sin patria a la que volver—, es tristemente desperdiciado en el reciclaje de ideas ya explotadas. Para colmo, uno de los bichejos protagonistas, el Schniarfador. es de lo más irritante de toda la serie, algo así como el Jar Jar Binks del film La Amenaza Fantasma pero en agresivo. El bajón creativo se remonta algo en El círculo del poder (Le cercle dupoivoir, 1994), más inspirado tanto de guión como de dibujo, para el cual, por cierto, Méziéres aprovechó algunos diseños que acababa de realizar para el film de Luc Besson El Quinto elemento, por aquel entonces un proyecto en vía muerta. Véase si no esa ciudad futurista-barroca de múltiples niveles, o ese taxi volante, igualito al que conduce Bruce Willis en la citada película. Pero la decadencia resulta ya imparable en el ciclo argumental integrado por Rehenes de Ultralum (Otages de l'ultralum, 1996) y El huérfano de. las estrellas (L 'orphelin des astres, 1998), dos álbumes muy menores que intentan continuar sin demasiadas ganas ni convicción parte de la trama iniciada en Fronteras cósmicas. Si acaso, lo más curioso de El huérfano de las estrellas sea la gracia de ver a Christin caricaturizado en la piel de un personaje secundario, Julius, un guionista de cine alienígena. Así pues, el agotamiento de la serie desde Las armas vivientes es patente; incluso hay un cierto retorno al tono infantil. Los conceptos y personajes se reciclan una y otra vez: vuelven los Shinguz y el Transmutador de materia, revisitamos Punto Central (en Rehenes de Ultralum hay viñetas en este sentido casi idénticas a las de El embajador de las sombras); hasta los chistes se repiten (el gag final de El círculo del poder es igualito al de El embajador de las sombras). Con este lamentable revival se pierde uno de los valores más importante de la serie, la renovación de planteamientos de un álbum a otro. Este aprovechar el trabajo ya hecho también está en Los habitantes del cielo. Atlas cósmico de Valérian y Laureline (Les habitants du ciel: Atlas cosmique de Valérian et Laureline, 1991), un álbum de Dargaud fuera de colección en el que Christin y Méziéres establecen un catálogo, a modo de enciclopedia, de todas las criaturas que Valérian y Laureline han ido encontrando en sus viajes. Por lo demás, el libro es muy bonito, resulta ingenioso en su concepción, demuestra la coherencia del universo de Valérian y contiene unas ilustraciones a color directo sencillamente preciosas. La última curiosidad sobre Valérian. Han existido varias tentativas de adaptar la serie a los dibujos animados; la más seria fue la de 1991, cuando Antenne 2, CNC y Dargaud Films se asociaron para producir una serie televisiva de animación sobre el personaje, pero sólo llegó a realizarse un piloto de tres minutos. Los fondos fueron pintados por el propio Méziéres para, en sus propias palabras, "conservar al máximo la atmósfera" de los álbumes.





DISCÍPULOS Y LADRONES

A los treinta y cuatro años de su creación, Valérian sigue siendo la space opera más memorable e influyente del cómic europeo. Tanto por la consistencia de su universo, como por su longevidad, como por su repercusión en el modo de plantear y visualizar la ciencia-ficción, hay un antes y un después de ella. En una época de vacío y olvido del género, Valérian supuso un revulsivo que generó un renovado interés por la ciencia-ficción, tanto en Europa como en Estados Unidos, estableciendo de paso nuevos parámetros para el género. Veamos ejemplos. Válerian está presente, al menos en la génesis conceptual, del Dani Futuro de Víctor Mora y Carlos Giménez, que empezó a publicarse en 1969, sólo dos años más tarde del primer episodio de Valérian. Está en Yoko Tsuno, colección de Roger Leloup cuyo primer álbum data de 1970 y que viene a ser como un Valérian que hubiese continuado por el camino infantil de aventuras a la Spirou de sus dos primeros episodios, con el añadido de que la heroína de Leloup sigue claramente la estela de Laureline. En cambio, la muy bizarra Luc Orient de Greg y Eddy Paape es prácticamente coetánea de Valérian (la prime¬ra aventura de esta serie, una especie de Flash Gorabn a la europea, había empezado a publicarse en la revista Tintín en 1966, cuando Christin y Méziérs estaban aún en Estados Unidos). Otra serie que sí recuerda demasiado a Valérian —aunque también a La Guerra de las Galaxias— es Gigantik, realizada por Víctor Mora y Josep Ma Cardona para el mercado
europeo de finales de los setenta. Asimismo, Valérian está en gran parte de la historieta de ciencia-ficción adulta de los setenta y ochenta, tanto en los conceptos arguméntales como en las referencias visuales. Pienso en algunas historietas de Juan Giménez, o en la obra de Rotundo y Barreiro El Pescador, que parece un spin-off de La ciudad de las aguas turbulentas; pienso incluso en el propio Giraud, que en los setenta retomó su personalidad de Moebius para subirse al carro del que había empezado a tirar Méziéres. El estilo visionario de Valérian también tuvo un gran impacto en algunos historietistas norteamericanos. El caso más notorio es el de Walt Simonson, cuyo trabajo —magnífico, por otra parte— en las series Marvel Thor y luego en Los 4 Fantásticos presenta evidentes reminiscencias valerianas; de hecho, Simonson suele citar a Kirby y a Méziéres como sus dos principales influencias.
Más allá de estas reminiscencias, también hubo plagios. Cuenta Méziéres en una entrevista al fanzine P.L.G.P.P.U.R (n° 15, 1984) una jugosa anécdota sobre una historieta de Angus McKie publicada en Heavy Metal titulada So beautiful, so dangerous. En ella Méziéres descubrió perplejo que McKie le había copiado íntegramente la página 6 (edición española) de El embajador de las sombras, una splash en la que aparecía por primera vez Punto Central. Tras enviar una carta a la revista sin obtener respuesta, Méziéres consiguió la dirección de McKie y le escribió directamente. Éste le respondió disculpándose, expresando su admiración hacia Méziéres e intentando justificar su plagio por el retraso en las fechas

La taberna galáctica de El embajador de las sombras (1975).


de entrega. La cosa terminó amistosamente e incluso Mckie le ofreció el original a modo de compensación. Pero la repercusión de Valérian no sólo alcanzó a la historieta. Su influencia también resulta decisiva en la estética del cine de ciencia-ficción contemporáneo. Ahí están las visiones de una tecnología orgánica que Alien presentó como "novedad" en el cine, las arquitecturas yuxtapuestas y los ambientes urbanos multirraciales de Blade Runner; incluso los insectos-arma de la reciente Starship Troopers de Paul Verhoeven parecen sacados directamente de El país sin estrella. Pero el caso cinematográfico más flagrante de "inspiración" en Valérian es el de la serie Star Wars: no hay que ser fan de Méziéres para detectar parecidos más que sospechosos. La taberna galáctica del primer film, los edificios de Tatooine, la estética general de ""western espacial" de la serie, el Halcón Milenario, numerosos diseños de personajes tipo Jabba The Hutt, Yoda o los Ewoks, entre un largo etcétera, son puro Méziéres. El tema Star Wars es algo por lo que todavía le preguntan a Méziéres, y aunque hoy le reste importancia al asunto, en alguna entrevista antigua confesaba que cuando fue a ver la primera película salió del cine "maravillado, envidioso... ¡y furioso!". De hecho, cuando le inquieren por una posible adaptación al cine de Valérian, contesta que no, que para qué, si ya está La Guerra de las Galaxias. Más claro, agua.

NO SÓLO DE VALÉRIAN VIVE ESTE HOMBRE

Comparativamente a otros autores de su quinta (por ejemplo, Giraud), Méziéres se ha prodigado relativamente poco en la historieta, sobre todo si tenemos en cuenta los años de carrera que lleva ya este hombre. Aparte de las diecinueve aventuras largas de Valérian (contando un nuevo álbum que acaba de aparecer en Erancia) y las pocas historias cortas del personaje, no hay mucho más. A las historias pre-Valérian antes comentadas —y que fueron recopiladas en el tomo Mézi avant Méziéres, inédito aquí—, hay que sumar las que realizó durante los setenta para las revistas adultas francesas. En ellas publicó algunas historietas cortas con guión propio, casi todas ellas de ciencia-ficción y con el patrón típico de la época, esto es, 5-7 páginas con desenlace "sorpresivo" o moraleja. De ellas resulta especialmente simpática Desert story (Historia del desierto), publicada en 1977 en Fluide Glacial; menos gracia tiene la irrelevante Tant qu'il y aura des hommes... (Mientras queden hombres...), un chiste malo de dos páginas aparecido en 1978 en la revista (A Suivre). Algo más pretenciosas y espectaculares gráficamente resultan Baroudeurs de l'espace (1976) y Retour a la nature (Vuelta a la naturaleza, 1979), ambas publicadas en Metal Hurlant. Finalmente, un par de rarezas: Mon Amérique a moi (1974) y Les vieiiles histoires de Tontón J.C. (1979), historietas cortas autobiográficas sobre su estancia en Estados Unidos aparecidas en las revistas Pilote y Tintín, respectivamente. Todas ellas fueron recopiladas en 1983 en el mencionado tomo Méziéres et Christian avec... Además de todo esto, ha realizado incursionales ocasionales de tono humorístico en Pilote o Fluide Glacial, casi siempre de una sola página o viñeta. Fuera del campo historietístico, Méziéres sí ha trabajado profusamente como ilustrador para publicidad (de chocolates, del Canal +, del ferrocarril francés, de Bancos, de Salones farmacéuticos, hasta de... ¡aspiradoras!), prensa (revistas como el Playboy

El taxi volante de
El círculo del poder (1994). 

francés o periódicos como Le Monde), televisión y cine (se encargó del diseño de producción y los story-boards en un par de películas fallidas de ciencia-ficción). También realizó las ilustraciones interiores de Lady Polaris (Editions Autrement, 87) una "novela gráfica" con textos de Christin en la que juntos recorrían los grandes puertos de Europa. Una amplia muestra de toda esta producción como ilustrador fue recopilada por Dargaud en Les extras de Méziéres (1995), un magnífico tomo que permite disfrutar, entre otras muchas joyas, de su espectaculares ilustraciones en color directo de gordas pinceladas. Desde 1989 Méziéres también se encarga de la "supervisión gráfica" (sic) de Canal Choc, una serie publicada por Les Humanoides Associés acerca de unos reporteros de televisión que investigan unos extraños sucesos fantásticos. Canal Choc está escrita por Christin pero NO dibujada por nuestro hombre, sino por un estudio de jóvenes dibujantes (Aymond, Labiano y Chapelle) que practican un estilo clónico a caballo entre Giraud, Rossi y el propio Méziéres. Tras su testimonial participación de dos páginas en el álbum colectivo El Muro, (publicado en 1990 para conmemorar la caída del Muro de Berlín), el director de cine Luc Besson, fan confeso de Valérian, recaba a finales de 1991 la colaboración de Méziéres para el diseño de producción de un film de ciencia-ficción entonces titulado Zaltman Bléros, junto a un equipo internacional de dibujantes a los que luego se incorporaría también Moebius. Méziéres aparca el álbum de Valérian que estaba realizando entonces, El círculo del poder, y acepta la oferta de Besson, realizando cientos de bocetos y supervisando al equipo de dibujantes. No obstante, a principios de 1993 el proyecto naufraga por lo de siempre, problemas de presupuesto; el equipo se disuelve y Méziéres retoma el álbum de Valérian. En 1995, tras el éxito que obtuvo en Estados Unidos otro film de Besson, Léon (El profesional), el proyecto para Zaltman Bléros obtiene la financiación necesaria y se pone en marcha nuevamente. Besson modifica sustancialmcnte el guión original para añadir ideas aportadas por Méziéres, entre ellas el taxi volante y la ciudad del comienzo. El protagonista, Zaltman Bléros, pasa a llamarse Korben Dallas, será taxista y lo encarnará Bruce Willis; el film pasa a titularse El Quinto Elemento y se estrena finalmente en 1997. La película incorpora también otras ideas ya presentes en los álbumes de Valérian, como ese crucero interestelar de lujo, inspirado en la gigantesca nave-casino que aparecía en Fronteras cósmicas. Los dibujos e ilustraciones de Méziéres para el film pueden verse en en el tomo de Dargaud Les Extras de, Méziéres n" 2. Mon Cinquiéme Elément (1998), inédito, cómo no, en castellano.

VALÉRIAN FOREVER

Valérian fue una serie precursora no sólo en estética sino también en su contenido, politizado pero no de un modo panfletario, sino irónico y hasta desenfadado. Un contenido que transmite valores como el rechazo a la guerra, a los sistemas militaristas y a aquellos que suprimen la individualidad; la simpatía por la diferencia y la desconfianza hacia el poder; el respeto a las diferencias raciales —los aliens de Valérian suelen ser tan o más "humanos" que los terrestres—; la admiración por una feminidad donde la belleza no está reñida con el coraje y la inteligencia, la parodia constante de los comportamientos machistas y agresivos; un contenido, en fin, que elude simplismos maniqueístas. En este sentido, es curioso observar la rápida evolución de Valérian en el tema "malos": desaparecido el villano de las dos primeras aventuras, apenas puede encontrarse



 Diseño de decorado para la película El quinto elemento (arriba) y fotografía con el resultado final en pantalla (debajo).

luego en la serie algún malo-malo de verdad; no hay oponentes claros de nuestros héroes, todos tienen sus razones para actuar como lo hacen. Todos estos valores, y lo dice Christin, pudieron estar en la serie gracias a la sensibilidad de Méziéres, a su capacidad para el análisis social desde un prisma visual, a su modo de entender la vida.
Tuve la suerte de conocer personalmente a Méziéres en agosto de 1998 durante el primer Salón del Cómic de A Corufia. Allí descubrí que en él se daba ese rasgo que suele ser atributo de todos los verdaderos grandes dibujantes: la gentileza, la amabilidad y, sobre todo, la modestia. Méziéres es alguien que le trata a uno de igual a igual, derrochando generosidad y sentido del humor, sin escatimar consejos ni explicaciones sobre sus métodos de trabajo o sus conocimientos del oficio, pero que a la vez resta importancia a su labor; alguien muy crítico con el trabajo de los demás pero también con el suyo propio. Alguien que nos enseñaba con el entusiasmo de un debutante su álbum El huérfano de las estrellas, entonces inédito y a punto de aparecer en Francia. En fin, una personalidad extrovertida y llana que puede adivinarse observando su dibujo cálido y amable, tal como hacen los grafólogos estudiando la caligrafía de cualquier persona. En los últimos años, parece que la llegada a la edad adulta —y por tanto al poder adquisitivo— de nuevas generaciones que crecimos leyendo Valérian ha propiciado un nuevo revival de la serie: Dargaud ha tirado la casa por la ventana con nuevas ediciones fuera de colección de los álbumes Par les che-mins de l'espace (1997), Les Mauvais Revés (2000) y el Atlas Cósmico Les habitants du ciel (2000), éste último ampliado con 12 páginas nuevas. Por si todo esto no es suficiente para los fans, en agosto del pasado año apareció en Francia un nuevo álbum de Valérian, Par des temps incertains, que aún no he podido leer a la hora de finalizar estas líneas.

MEZIERES EN CASTELLANO

ÁLBUMES
Todos los álbumes de Valerián Agente espacio-temporal, a excepción de Les Mauvais Réves y del último aparecido en Francia, han sido publicados en España por Grijalbo/Dargaud, si bien de forma muy desordenada. Por ejemplo, el primer álbum en castellano es El imperio de los mil planetas, cuando en realidad fue el tercero. A partir de Metro Chátelet dirección Casiopea sí se sigue estrictamente el orden de publicación original. Son en total 17 álbumes a los que hay que añadir el tomo fuera de colección Los habitantes del cielo. Atlas cósmico de Valerián y Laureline, también en Grijalbo/Dargaud. Algunos de estos álbumes se pueden encontrar saldados a buen precio. Actualmente los derechos de la serie están en manos de Norma Editorial; a ella por tanto corresponde la publicación tanto de posibles reediciones como de futuros álbumes, empezando por el recientemente aparecido en Francia, ya mencionado. Curiosamente, Los espectros de Inverloch apareció señalizada en la revista Cimoc de la misma Norma a lo largo de 1984, un año antes de su publicación en álbum por Grijalbo/Dargaud.

HISTORIETAS CORTAS.
Historia del desierto. 5 páginas en blanco y negro, guión y dibujo de Méziéres, doblemente publicada en las revistas Cimoc n° 49 y Bésame Mucho n° 1. Mientras queden hombres... Guión y dibujo del autor. 2 páginas en blanco y negro aparecidas en Cimoc n° 55. Vuelta a la naturaleza (1979). Guión y dibujo del autor. 8 páginas a color publicadas en la revista Tótem n° 22. El Muro. Dos páginas mudas a color en esta obra colectiva con sendas ilustraciones a toda página. El álbum fue publicado el mismo año por Norma Editorial en su colección Pandora. El resto de material comentado en este artículo está inédito en castellano, pero puede conseguirse en su mayoría a través de www.amazon.fr o www.fnac.com.







Ilustración de la contraportada de los albumes de Valerian Agente Espacio-Temporal.


Publicado por la revista U#23 Febrero 2002