lunes, 21 de enero de 2019

KAFRE por Das Pastoras / Abulí (I)








El Jueves Nº 811 7/13 Julio 1993



El Jueves Nº839 23/29 Junio 1993



El Jueves Nº840 3 junio/6 julio 1993



El Jueves Nº842 14/20 julio 1993





El Jueves Nº843 21/27 julio 1993




El Jueves Nº844 28 julio 3 agosto 1993




El Jueves Nº 852 22/28 septiembre 1993

domingo, 20 de enero de 2019

1929, el año de dos cracs del cómic

Hace ahora 90 años, y con una semana de diferencia, nacieron los personajes de Tintín y Popeye. Ambos trascendieron el tebeo para convertirse en iconos populares del siglo XX

ÁLVARO PONS
Valencia 10 ENE 2019

Popeye el Marino. CORDON PRESS

Este año plagado de aniversarios en el mundo del cómic —Batman, que llega a octogenario; Astérix, un jovenzuelo de 60 años o nuestro Guerrero del Antifaz, que cumple 75— comienza con la conmemoración del nacimiento de dos personajes que comparten edad y estatus de iconos de la cultura popular: los archifamosos Tintín y Popeye. Ambos nacieron hace nueve décadas, en 1929, el año del crac, que quedó asociado en la historia al inicio de la Gran Depresión y que, sin embargo, arrancó con estos dos hitos fundacionales del noveno arte como supremo arte de la gran evasión.

La creación de Hergé comenzó a publicarse en las páginas de Le Petit Vingtième el 10 de enero de 1929. El joven y pizpireto reportero de flequillo indomable, irrenunciables bombachos y fiel fox terrier Milú iniciaba sus aventuras con El país de los Soviets, una visión ingenua de la Unión Soviética, muy influenciada por el anticomunismo del abate Wallez, director de la publicación y declarado admirador de Mussolini. Un “pecado de juventud” como el autor remarcó muchas veces, pero que tuvo un éxito brutal pese al todavía tosco estilo del joven dibujante, muy influenciado por el elegante trazo de fina línea de dibujantes como George McManus o Alain Saint-Ogan.

Tintín nacía como evolución natural del anterior personaje de Hergé, el boy scout Totor, pero empapado por la actualidad al seguir modelos de intrépidos reporteros como Robert Sexé, que acababa de dar la vuelta al mundo en moto, o del joven danés Palle Huld, un quinceañero pelirrojo de pantalones bombachos que había emulado a Phileas Fogg, pero reduciendo el trayecto a solo 44 días. Tintín se convirtió pronto en un icono de la cultura francobelga, instaurando todo un estilo gráfico y narrativo. Aunque la mayoría de los álbumes fueron publicados antes de los años cincuenta (el último, inacabado, se editó en 1986), la creación de Hergé trascendió por completo el cómic, adaptándose al cine (con una de las películas rodada en parte en la Comunidad Valenciana, Tintín y el misterio de las naranjas azules), a dibujos animados y creando toda una cultura del merchandising a su alrededor, tan referencial y reconocible como lucrativa. Pese a las muchas polémicas que siempre envolvieron al personaje y a su creador, en muchos casos con acusaciones que olvidaban el contexto histórico de su producción, Tintín se erigió en referente absoluto de todo un estilo de hacer cómics e ilustración, que el dibujante Joost Swarte bautizó como línea clara. Aunque Hergé comentó en muchas entrevistas que no quería que su creación sobreviviera a su creador (como ha ocurrido con la mayoría de los clásicos del cómic francobelga, de Spirou a Astérix), se elucubra con que antes de 2052, año en que el personaje pasaría al dominio público, la controvertida compañía Moulinsart, gestora de los derechos de Hergé, no dudará en relanzar al joven reportero, para alegría de muchos y horror de otros. Lo que no cabe duda es que, 90 años después, Tintín mantiene su magia, y su dinámica narrativa visual sigue siendo ejemplo para nuevos autores.



Portada de la primera publicación protagonizada por Tintín en 1929.
Apenas una semana después, el 17 de enero de 1929, las viñetas de la tira diaria Thimble Theatre, de E. C. Segar (iniciada 10 años antes y protagonizada por los hermanos Castor y Olive Oyl, conocida en España como Rosario), presentaban un particular y estrambótico personaje: un marino tuerto, de eterna pipa y musculosos antebrazos que, ante la pregunta del protagonista sobre si era marino, respondía con sorna: “Ja think I’m a cowboy?” (¿Crees que soy un vaquero?). El personaje tuvo tanta aceptación que pronto la serie pasó a llamarse Thimble Theatre Starring Popeye, adueñándose de las aventuras de la tira y dando casi de inmediato el salto a los dibujos animados, de la mano de uno de los grandes genios de la animación, Max Fleischer, que lo incluyó como personaje de los episodios de Betty Boop. De nuevo, el marino monopolizó las aventuras y se convirtió en una estrella que reclamaba su serie propia, Popeye the Sailor, que se prolongó durante más de 200 episodios. Entre las características más famosas de Popeye están su increíble fuerza y su invulnerabilidad, por las que muchos teóricos lo consideran como uno de los fundadores del género de superhéroes. Curiosamente, en sus inicios, los poderes del marinero tuerto tenían un origen bien distinto: nacían de haber frotado la cabeza de la gallina mágica Bernice. Pero el gobierno estadounidense aprovechó el éxito del personaje para promover el consumo de espinacas durante la Gran Depresión (a las que erróneamente se les había asignado un increíble contenido en hierro), introduciendo la ingesta de estas verduras como la razón de la increíble fuerza de Popeye.

La campaña fue un éxito sin precedentes y la figura de Popeye abriendo su lata de espinacas se convirtió en un icono de la cultura americana, que llegó a tener incluso su propio serial radiofónico, lo que le certifica como uno de los primeros fenómenos transmedia. Segar firmó aventuras maravillosas del personaje, casi delirantes, pero siempre con un poso de denuncia y crítica social que se insinuaba gracias al sentido común (y algo de cinismo) del famoso marino. La serie fue tan conocida que muchos de sus personajes forman parte de la cultura comercial americana: el glotón Wimpy dio nombre a una de las cadenas de hamburgueserías más importantes del país; mientras que el fantástico Eugene el Jeep, una mascota de increíbles poderes, inspiró el nombre de los famosos todoterrenos militares.

El mes de enero de 1929 fue pródigo para el cómic de EE UU: a la serie de Segar hay que añadir el inicio de las adaptaciones al tebeo de series de la literatura popular tan famosas como Buck Rogers o Tarzán, que aportaron nuevos géneros al cómic que luego se reconvirtieron en necesarios espacios de evasión y exotismo escapista durante la depresión.

Tintín y Popeye lograron traspasar las viñetas para alzarse en parte fundamental de la imaginería del siglo XX, iconos reconocibles de una cultura popular construida alrededor del noveno arte.


Una viñeta de Popeye de 1929.



El Pais


viernes, 18 de enero de 2019

Popeye: la energía de un nonagenario

Se cumplen 90 años de su primera aparición en la tira 'Thimble Theater'.

Icono pop e inspiración de los artistas más dispares, el marino conserva aún una innegable popularidad.


EFE
Nueva York, 16 Enero, 2019

Popeye el marino, icono animado de la cultura pop y conocido por la fuerza que le daban las espinacas, sigue sacando músculo en su 90 cumpleaños, ocasión que su legión de seguidores está aprovechando para rememorar sus momentos de gloria.


Fue el 17 de enero de 1929 cuando Popeye apareció por primera vez en el cómic Thimble Theater, una tira que, sin embargo, llevaba publicándose en el periódico The New York Evening Journal desde 1919 y que tenía como protagonista principal a Olivia Olivo.

"Increíblemente creativo, bien escrito, magníficamente dibujado", decía en las redes sociales uno de los seguidores de Popeye, que destaca la versión con que este singular marino se ganó al público en los hoy celebrados cómics de los años 30.

La multitud de seguidores de Popeye recuerdan también en estos días la influencia que el personaje ha tenido en cientos de obras de arte que han reproducido su silueta, desde murales en la ciudad de su creador hasta grafitis en Estambul.

Tampoco se olvidan los fanáticos de Popeye del papel que interpretó el difunto Robin Williams en la película que se le dedicó a este héroe en 1980, ni de la resplandeciente estatua del artista Jeff Koons, que en 2014 se vendió en una subasta por 28 millones de dólares y que puede verse en Las Vegas.

Para celebrar el 90 aniversario del fornido marinero, la página web oficial despliega un riguroso repaso por sus 9 décadas, en las que ha pasado de ser un personaje secundario del Thimble Theater a convertirse en una de las adaptaciones televisivas de un cómic más exitosas de la historia.

"Ja think I’m a cowboy?! (¿Crees que soy un vaquero?)" fue la primera y sencilla frase que el creador del cómic, Elzie Crisler Segar, le dio a Popeye, que aparecía ya retratado con una pipa en la boca, sus icónicos brazos musculosos y el tatuaje del ancla.


No fue hasta siete meses después de su debut que saltaron las chispas entre Olivia y Popeye, el 27 de agosto de 1929, cuando ella le da un beso en la mejilla por equivocación y da un involuntario comienzo a su larga y tumultuosa historia de amor.


Su famosísima ingesta de espinacas no se convirtió en uno de las principales características de Popeye hasta la década de los 30, cuando muchos de sus fans aseguran que la creación alcanzó su máximo esplendor. Tal era la influencia del marinero que la industria de la espinaca reconoce que gracias a él el consumo de esta verdura en EE UU subió un notable 33%. Hoy la marca Allens sigue vendiendo este producto bajo el nombre de Espinacas Popeye.

Su éxito le llevó a saltar del carácter estático del papel a ser un dibujo animado en la gran pantalla el 14 de julio de 1933 en la película Popeye the Sailor (Popeye el marino), producido por Fleischer Studios y distribuido por Paramount Pictures, en la que se introdujo la canción I’m Popeye the Sailor Man (Popeye el marino soy). Gracias a su serie de dibujos animados fue hasta los años 60 uno de los personajes más célebres de la televisión. El mercado editorial también quiso explotarlo: en febrero de 1948 se le dedica su propia serie de libros.

En el 61, su relevancia en la cultura pop queda plasmada en su aparición en retratos de artistas de la talla de Andy Warhol y Roy Lichtenstein, mientras que en el 82 salta al mundo de los videojuegos con una creación de Nintendo.

Pese a su ya avanzada edad, Popeye siguió estando muy presente, con Universal Studios que le dedicó a partir de 1999 una de sus atracciones de su parque de Orlando, Florida. En 2004 el icónico Empire State Building celebró el 75 aniversario del marinero iluminándose de verde del 16 al 18 de enero.

En los últimos años, Popeye se ha negado a disminuir su presencia, y, adaptándose a los tiempos, ha protagonizado la promoción del consumo de leche en EE UU, así como de productos cosméticos de Khiels, las chanclas Havaianas o fragancias del diseñador Jean Paul Gaultier. Pese a su ya larga vida, el personaje no ha perdido el cariño del público ni el interés con el que aún lo observan los publicistas.



Malaga Hoy


Un lugar en el mundo

JAVIER FERNÁNDEZ
16 Enero, 2019

'La furgo'. Martín Tognola, Ramon Pardina. La Cúpula. 180 páginas. 16,50 euros.

La furgo es la nueva colaboración entre Ramon Pardina (Barcelona, 1977) y Martín Tognola (Buenos Aires, 1972), que ya firmaron los títulos humorísticos Me gusta la tele y Me gusta el sexo. Pardina es escritor y guionista televisivo, entre otras cosas, y Tognola trabajó en la prensa argentina antes de mudarse a Barcelona, donde ha desarrollado su carrera como portadista e ilustrador de libros y revistas nacionales e internacionales. Impreso en elegante bitono, el presente álbum es una encantadora comedia con el trasfondo de la crisis de valores y el derruido paisaje social contemporáneo. Narra la historia de Oso, un fortachón que vive en una furgoneta y se gana la vida como puede, tratando de encontrar su lugar en el mundo.


Malaga Hoy


Materia sensible

JAVIER FERNÁNDEZ
16 Enero, 2019


'La tierra sin mal'. Raúl. Dibbuks. 40 páginas. 20 euros.

Si hace poco les hablaba con gozo del retorno a librerías (por partida doble) de Federico del Barrio, hoy me siento todavía más feliz de dar noticia de la aparición de La tierra sin mal, con el que Raúl regresa a la historieta después de casi 25 años de silencio. (Y digo casi porque, por un lado, son 24 los años transcurridos entre la publicación del presente álbum y el anterior, Ventanas a Occidente, pero también porque en este tiempo han aparecido algunas páginas dispersas en revistas y libros colectivos, y el monumental volumen antológico Contra Raúl, editado en 2016 por Ponent Mon, recogía diversos trabajos inéditos.)

Como he escrito en más de una ocasión, para mí, Raúl es el mejor dibujante de la historia del cómic español, y todas y cada una de sus obras brillan a nivel estratosférico. Raúl es, además, un auténtico vanguardista que analiza el lenguaje gráfico y lo hace avanzar continuamente en direcciones inesperadas, con la firme voluntad de un pionero. Es, además, un humanista, de modo que la lectura de Raúl nos proporciona una profunda (y poética) reflexión sobre la condición humana, sobre el lugar del individuo en sociedad.

La tierra sin mal toma estos dos extremos, la investigación formal y la prospección humanista, y las cose con lo que el propio autor denomina "materia sensible", cuestiones personales y familiares ("mimadas flores de interior") que resultan de lo más emocionante. En lo meramente físico, Raúl ha partido de una serie de ilustraciones, que dejan al lector sin aliento, y las ha fraccionado y barajado a lo largo del álbum siguiendo un hilo narrativo que viaja desde lo general a lo particular, transitando por conceptos culturales, anécdotas históricas y recuerdos infantiles, con los sonidos como motivo y la cuenta atrás como recurso argumental. El álbum tiene un bellísimo formato vertical alargado, pero exige ser girado para leerse horizontalmente, y es que sumergirse en la propuesta de Raúl implica siempre abrazar otra forma de mirar.



Malaga Hoy


Un médico en casa

'El doctor Cataplasma' (1953), de Martz Schmidt, es un médico cuya principal preocupación no es la salud de sus pacientes, sino sus propias penurias económicas



El doctor Cataplasma

GERARDO MACÍAS
16 Enero, 2019



'Súper Humor El doctor Cataplasma'. Guion y dibujos: Martz Schmidt. Ediciones B, 2009.

La telecomedia Un médico en casa fue una serie británica protagonizada por Barry Evans y producida por London Weekend Television de 1969 a 1970, basada en un conjunto de novelas escritas por Richard Gordon sobre las desventuras de un grupo de estudiantes de Medicina.

Algunos años antes, en 1953, debutaba en la Editorial Bruguera la serie de historietas humorísticas de un médico que tenía la consulta en su propia casa. El doctor Cataplasma, creado por Martz Schmidt, apareció por primera vez en la revista Pulgarcito nº 1.139. Las historias se desarrollan en página única, ajustadas siempre a la fórmula del gag basado en malentendidos. Después se publicó también en otras revistas de la editorial e incluso encabezó la suya propia, Súper Cataplasma, en 1978, aunque solamente duró 16 números.

El doctor Cataplasma es bajito, de cabello largo y blanco, que siempre lleva cubierto con una enorme chistera, con una gran nariz y una barba blanca que le llega casi hasta el suelo. El doctor Cataplasma es un personaje que por su aspecto rezuma antigüedad y, por ello, su visión de la medicina tiene algo de medieval y de alquimista. El doctor Cataplasma está inspirado en uno de los personajes de una tira clásica de la prensa norteamericana de principios de siglo, The katzenjammer kids, de Rudolph Dirks. El doctor se basa gráficamente en el personaje de John, el inspector, camarada de armas del capitán y también víctima de los niños terribles.

La otra protagonista es su criada Panchita, una alta y gruesa mujer de raza negra, que se cubre la cabeza con un pañuelo y lleva a menudo delantal. Panchita es el único ejemplo de criada de color en toda la historia de Bruguera, acaso inspirada en la Hattie McDaniel de Lo que el viento se llevó, con su aspecto remanente del pasado colonial. Aunque es la criada, actúa cada vez más como un igual en vez de como un subordinado.

La relación entre Cataplasma y Panchita es casi familiar: viven juntos bajo el mismo techo, aunque en realidad son empleada y patrono y rara vez la primera recibe dinero del segundo. Al doctor le revienta el atrevimiento y pereza de su fámula, pero no sabría vivir sin ella; a ésta, por su parte, le irrita la tacañería de su patrón, pero disfruta de una vida cómoda.

El doctor Cataplasma tiene problemas económicos, por lo que su principal preocupación no es la salud de sus pacientes sino sus penurias financieras, tema muy común entre los personajes Bruguera de los cincuenta y sesenta. Precisamente es a Panchita a quien debe más dinero.

Un personaje secundario de relevancia es la señora Millonetis, una acaudalada dama de la que Cataplasma espera recibir ayuda económica, por lo que se pliega a todos sus caprichos, pero no duda en explotar su hipocondría y diagnosticarle enfermedades cuando necesita fondos.

Bajo el seudónimo de Martz Schmidt se ocultaba Gustavo Martínez Gómez (Cartagena, Murcia, 1922-Barcelona, 1998). Desde muy joven, Gustavo demostró tener una aptitud especial para el dibujo, que siguió practicando incluso cuando sus estudios se vieron interrumpidos por la Guerra Civil. En 1940, ilustra un libro de poemas cuyo autor le sugiere que adopte un nombre artístico. Nacerá entonces su identidad de Martz Schmidt.

En 1949 se mudó a Barcelona. Tras varios empleos, Gustavo consigue un trabajo en Ediciones Clíper como ilustrador e historietista. Aparecen entonces sus primeros personajes: Toribio, Doctor Cascarrabias, Pinocho… Seguirían colaboraciones para Hispano-Americana de Ediciones, los periódicos La Prensa y Paseo Infantil, y en 1953 se integró en Editorial Bruguera.

El exitoso modelo del Doctor Cataplasma sería trasladado por Schmidt, con variaciones o excepciones, a algunos personajes que figuran en este tomo, que son los siguientes: El profesor Tragacanto y su clase, que es de espanto (con el corpulento bedel Petronio); Polvorilla, traviesa modistilla (que no sigue esta fórmula); El sheriff Chiquito, que es todo un gallito (enano de barba blanca, similar a Tragacanto y Cataplasma, enfrentado al indio Ojo de Canguro); Pepe, K. O. (un forzudo voluminoso, pero sin oponente fijo); y Deliranta Rococó (una rolliza señora de alcurnia y su menordomo Braulio, que en este caso es el sufridor).


Malaga Hoy


miércoles, 16 de enero de 2019

El nuevo cómic de Astérix y Obélix saldrá en otoño

Será el cuarto álbum escrito por Jean-Yves Ferri y dibujado por Didier Conrad


Madrid 14 ENE 2019





Astérix y Obélix, los personajes de la irreductible aldea gala que en 2019 cumplen 60 años, tendrán un nuevo álbum, publicado por Salvat, el próximo 24 de octubre. Será el número 38 y su título aún no se conoce. Tampoco la temática de la nueva historia de estos famosos galos que, gracias a la poción mágica del druida Panorámix, forman la mayor resistencia contra los romanos de Julio César en el año 50 antes de Cristo. Pero antes que éste vea la luz se publicará otra entrega que lleva al cómic el argumento de la película recién estrenada El secreto de la poción mágica.


Primera viñeta del nuevo álbum de Astérix.

Este será el cuarto álbum escrito por Jean-Yves Ferri y dibujado por Didier Conrad con los personajes ideados originalmente por René Gosciny y Albert Uderzo, y gracias a los cuales se han vendido 380 millones de ejemplares traducidos en 111 lenguas y dialectos desde 1959, según informa Efe.

Con motivo del 60 aniversario del nacimiento de Astérix y Obélix, también se lanzará a primeros de marzo una edición de lujo con las 44 planchas originales entintadas por Albert Uderzo, además de un dosier exclusivo de treinta y dos páginas sobre los secretos de la creación del álbum con el que se inició la colección. A España, los héroes galos llegaron una década después, en 1969, en una aventura que consistía en entregar a Pepe, el pequeño ibero secuestrado por los romanos, a su padre, el jefe Sopalajo de Arriérez y Torrezno y, para celebrar ese medio siglo, también se volverá a publicar en marzo, en gran formato, aquel cómic, titulado Astérix en Hispania. 



El Pais