jueves, 5 de diciembre de 2024
Wallace & Gromit: Vengeance Most Fowl | Official Trailer | Netflix
martes, 3 de diciembre de 2024
lunes, 2 de diciembre de 2024
Las ciudades oscuras / Benoît Peeters y François Schuiten
¿Cómo sería hoy el planeta Tierra si a mediados del siglo XIX hubiera empezado a evolucionar de otra forma? Esta hipótesis (que los puristas llaman ucronía) es la que sirve de base a una de las series más ambiciosas y sorprendentes del cómic actual: Las ciudades oscuras. Una serie atípica en su temática y en su formato. En ella no hay un personaje que se repita de un episodio a otro; ni siquiera los álbumes de la colección tienen el mismo formato: unos son en blanco y negro, otros en color; unos tienen un tamaño gigante, otros un formato apaisado; los hay que parecen una recopilación de viejos periódicos, mientras que otros tienen forma de enciclopedia, de guía de viajes o de cuento infantil. Por si esto fuera poco, el universo de Las ciudades oscuras va más allá de la historieta y se ha prolongado en exposiciones, novelas, óperas, documentales de ficción e, incluso, reformas urbanísticas en edificios de Bruselas y estaciones del metro de París.
Detrás de Las ciudades oscuras están Benoît Peeters y François Schuiten, dos creadores inquietos y con un variado bagaje profesional. Peeters, un parisino afincado en Bruselas, estudió filosofía y fue discípulo de Roland Barthes; se diría que estaba alejado del mundo de la historieta si no fuera porque siempre fue un apasionado de la obra de Hergé (de quien es hoy uno de sus máximos especialistas). Schuiten, belga e hijo de arqui- tecto, desoyó los consejos de su padre para quien el cómic era un arte menor, y debutó con 16 años en la célebre revista Pilote para luego seguir su carrera en Métal Hurlant y À Suivre.
La serie Las ciudades oscuras se estrenó con Las murallas de Samaris (1983) y se consolidó con La fiebre de urbicanda y La torre, dos de sus mejores títulos. Luego siguió ganando lectores, premios y prestigio con obras como El archivista, Brüsel, La chica inclinada o La sombra de un hombre. En cada entrega el inmenso mapa del continente oscuro se ha iluminado un poco más ante nuestros ojos y nos ha dado a conocer ciudades como Calvani, Armilia, Mylos o Pahry, con unas arquitecturas exuberantes que Schuiten dibuja con trazo pulcro y una meticulosidad proverbial.
Cada álbum puede leerse de forma independiente, pero el lector fiel a la serie encontrará en cada historia nuevas piezas de un rompecabezas imposible en donde algunos datos completan lagunas y otros parecen colocados ahí para contradecirse y multiplicar el encanto de ese potente artificio levantado por Schuiten y Peeters. Cuando más sabemos de esas ciudades más conscientes somos de los que ignoramos y más ganas tenemos de hacer un poco de luz en esa la oscuridad que nos rodea. Llevando al límite las posibilidades de la ficción, Schuiten y Peeters han organizado conferencias que son una obra más del ciclo Las ciudades oscuras. En ellas se presentan no como inventores de las ciudades oscuras sino como investigadores cuyos libros explican todo aquello que saben de ese mundo oscuro. Lo que podría tomarse como un divertimento es en realidad algo mucho más ambicioso: un intento de traspasar los límites de la obra y borrar las fronteras entre la realidad y la ficción. Esta es una serie mutante, multiforme, que bebe de otras ficciones y se refiere a ellas buscando la complicidad con el lector. Hay referencias que van del arquitecto Víctor Horta al fotógrafo Nadar, pasando por Orson Welles, Shakespeare o Kafka. Historias que parecen hijas de Ismaíl Kadaré (El palacio de los sueños) o Bioy Casares (La invención de Morel). Y por supuesto, Borges.
Precisamente Borges describió en uno de sus relatos más célebres, Tlön, uqbar, Orbis Tertius (1941), la fascinación de dos investigadores ante el descubrimiento «de un planeta desconocido, con sus arquitecturas y sus barajas, con el pavor de sus mitologías y el rumor de sus lenguas». Así trabajan Schuiten y Peeters, como cartógrafos que exploran zonas de sombra en la mitología y la arquitectura oscura.
A menudo se ha dicho que la arquitectura es el verdadero protagonista de Las ciudades oscuras, pero eso es un error, pues los temas que se abordan son tan variados como el progreso, el miedo, la comunicación, el amor o la vida en sociedad. Así, La torre es una reflexión sobre la sumisión al poder, más terrible cuanto más desconocido es (y aquí hay claros ecos de El castillo de Kafka), La chica inclinada puede leerse como una fábula sobre el paso de la adolescencia a la edad adulta y de la dificultad de ser aceptado cuando se es diferente; Brüsel es un libro-protesta contra la especulación inmobiliaria, la destrucción de las ciudades y la burocracia; La teoría del grano de arena aborda el debate sobre la inmigración y la multiculturalidad, pero también la confrontación Oriente-Occidente e, incluso puede interpretarse como una metáfora sobre las secuelas de la guerra en Afganistán; por su parte, La frontera invisible enlaza la cuestión de los nacionalismos con la búsqueda del amor.
La crítica a las dictaduras y a su deseo de construir sociedades monolíticas es el tema central de La fiebre de urbicanda (1984). En ese caso, los deseos totalizadores se demuestran inútiles cuando aparece un extraño cubo que crece sin parar desde el mismo corazón de la ciudad y crea una red que conecta personas y barrios antes aislados. Una obra que puede verse como una sorprendente premonición de otra red que pronto llegaría para transformar nuestras vidas: internet.
Tal vez sea esa red que crece imparable la mejor metáfora de Las ciudades oscuras, un universo que sigue creciendo y desarrollándose para hacerse más denso, mejor conectado entre sí y con unas ramificaciones cada vez más envolventes. Sus lectores, fieles y cada vez más numerosos, han sido los primeros en quedar atrapados.
Jot Down: Cien Tebeos Imprescindibles (2014)
domingo, 1 de diciembre de 2024
¿Qué es verdad y qué mentira?
De sus cenizas renace una secreta organización que vela por el bien de la humanidad
José Luis Vidal
28 de noviembre 2024
Ya nadie la recuerda, los pocos agentes que sobrevivieron al desastre se encargaron de borrar aquel cataclismo que azotó la ciudad de Zanzibar donde, años después, la vida se ha impuesto de nuevo, cubriendo sus calles del ajetreo diario, de cientos, miles de habitantes, que la habitan.
MIND MGMT. Edición pirata
Guion: Matt Kindt
Dibujo: Farel Dalrymple, Matt Lesniewski, David Rubín, Jill Thompson.
Tapa dura
Color
160 págs.
20 euros
Astiberri
Uno de ellos, el joven Kito Kessey, sobrevivió a la pesadilla. Sin saber por qué y cómo, empieza a darse cuenta de cierta capacidad para leer mensajes que nadie más puede ver, lo que le dirige por un sendero que conduce hasta un gran edificio que, por su aspecto, parece totalmente abandonado.
Pero no, allí le conocen, y tras una breve conversación con la que parece una recepcionista, cruza la puerta que esta le indica.
Y justo en ese momento, la vida de Kito dejará de ser la misma para siempre jamás.
Sin él saberlo, formará parte de la fase de reclutamiento de MIND MGMT, una organización ultrasecreta, cuya misión principal es proteger la verdad, evitar que los bulos, las fake news y demás afecten a la humanidad y la lleven hacia el abismo en el que está a punto de caer en esos precisos momentos.
Para ello cuenta con una serie de agentes, comandados por La Borradora, y que será la encargada de explicar al sorprendido joven cuál será su misión.
Y es que él, junto a otras tres personas fueron los únicos supervivientes del cataclismo provocado por un agente que enloqueció, y por ello va a viajar para tratar de convencerlos para que se unan a la cruzada, en la que se van a encontrar con enemigos imposibles, situaciones que parecen salidas de una pesadilla y, sobre todo, el peso de una responsabilidad que puede ser demasiado grande para los jóvenes hombros de Kito, Denny y Chiyo, este trío tan especial.
Aunque de la cuarta superviviente se va a encargar la propia Borradora en persona, ya que es la más peligrosa…
La serie original creada por Matt Kindt, MIND MGMT, no ha sido publicada en nuestro país por desgracia (espero que a raíz de esta secuela que ahora llega a las librerías esto se remedie) y su lectura te sumerge en un mundo de secretos, espías, gente con extraordinarias capacidades que los convierten en autenticas armas humanas.
Escrito y dibujado por Kindt, es una lectura apasionante, hipnótica, en la que juega con el medio narrativo, tal como sucede en esta 'Edición pirata', en la que se acompaña por varios ilustradores de primerísimo nivel como son Farel Dalrymple, Matt Lesniewski, David Rubín (con el que ya trabajó tanto en la miniserie Ether como en Cosmic Detective, junto a Jeff Lemire) y Jill Thompson, que junto al propio Kindt ( que ilustra las peripecias de Le Black Chat)nos van a ir ofreciendo pistas de este mundo que nadie conoce pero que ahí está, aguardando para asestar el definitivo golpe a los enemigos de la humanidad.
Esperemos que logren conseguirlo.
Diario de Cadiz
Buscando Justicia en una tierra quemada Javier Marquina Susín
Hay guionistas que parecen provistos de un reloj orgánico perfecto; un artefacto genético que les sirve para medir los ritmos narrativos con una intuición de precisión casi quirúrgica. Son seres excepcionales, fieles a las reglas del género, de los que siguen los preceptos sencillos que nacen del «escribe sobre lo que conozcas» para convertir reglas universales en historias apasionantes de una solidez absoluta. Después de leer los cómics de Tom King, uno llega al convencimiento de que este americano es uno de esos privilegiados, poseedores de una perspectiva única del medio y una visión acerada que les lleva a crear magníficas obras del noveno arte. Capaz de imaginar situaciones entre lo cotidiano y lo terrorífico, entre lo mundano y lo extraordinario, sus diálogos son heladoras conver- saciones que desnudan el alma de los personajes que las entonan. De extraterrestres a androides casi humanos, pasando por espías, diligentes torturadores y jefas de la mafia local, parece que no hay tecla que este exagente de la CIA no sea capaz de pulsar con maestría.
Cualquiera de estas virtudes argumentales pueden encontrarse en El Sheriff de Babilonia, la historia de un asesinato cometido en una tierra llena de muertos; un crimen que nadie investigaría cuando las víctimas se cuentan por decenas en cada uno de los terribles atentados diarios. King demuestra inteligencia y pragmatismo al aprovechar como base su experiencia en la Bagdad recién conquistada, donde la tiranía de Sadam Hussein ha sido sustituida por el caos y la burocracia, y construye a fuego lento un relato de emociones y miserias. La anarquía gobernada desde la Zona Verde por el ejército de los Estados Unidos, más preocupado por conceder provechosas contratas para reconstruir el país que por establecer un sistema democrático plenamente funcional, es el caldo de cultivo perfecto para esta mezcla de thriller y drama.
Desde la primera página queda claro que no va a haber concesiones. Todo comienza con un disparo que no vemos; con el homicidio de un ciudadano anónimo en un país demolido y condenado al salvajismo. Sin embargo, para Christopher Henry, el policía protagonista del tebeo, este acto de violencia transformado en monótona anécdota es la espoleta que iniciará una investigación a todas luces absurda en el clima generalizado de impunidad. Ese cadáver que yace en el suelo con la tapa de los sesos levantada es uno de sus reclutas, un miembro de las nuevas fuerzas de la ley iraquí que a él le han encargado entrenar. Es alguien que conocía. Es su responsabilidad. También es una oportunidad única para purgar sus pecados. Un medio ideal para exorcizar los demonios personales que le siguen como una condena. Una excusa para hacer justicia en una tierra en la que solo queda venganza. Cuando nada tiene sentido, la necesidad de aferrarse a un código de conducta propio es imprescindible para no acabar volviéndose loco.
A medio camino entre el género bélico y la serie negra, la trama transcurre con deliberada lentitud, dosificada con pulso televisivo, situándonos como espectadores de un reality gélido, carente de héroes o villanos. Ayudado por el dibujo sucio y realista de Mitch Gerads, El Sheriff de Babilonia es un tapiz de marrones arenosos y verdes apagados; colores propios del desierto chocando contra lo militar, en una alegoría ensuciada por sangre coagulada o borrones de tinta. Las imágenes saltan del detalle fotográfico al trabajo de campo apresurado, pero lleno de intensidad. Son estampas que mezclan escenas repetidas en una iteración estática y dolorosa con los flashes de los estallidos que recorren una ciudad sitiada por los intereses económicos y el terror. Cada capítulo transmite incomodidad, una tensión ambiental casi insoportable que contrasta con los rostros bovinos de aquellos que obvian los derechos humanos con la excusa de una bandera, un credo religioso o el supuesto interés general.
Al final, lo que dejan claro King y Gerads, en su excelente interpretación de la situación de Irak, es una idea recurrente y presente cada día en los informativos: no es necesario morir para ir al infierno. E incluso una vez allí, siempre habrá alguien peleando por hacerse con el control, aunque sea el peor lugar imaginable sobre la faz de la tierra. Nunca falta gente dispuesta a ser el rey del pudridero.
El Sheriff de Babilonia. Bang. Bang. Bang.
Tom King y Mitch Gerads
ECC Ediciones
Estados Unidos
Rústica
160 págs.
Color
Obra relacionada
La Visión
Tom King y Gabriel Hernández Walta
(Panini Cómics)
Scalped
Jason Aaron y R. M. Guéra
(ECC Ediciones)
Los leones de Bagdad
Brian K. Vaughan y Niko Henrichon
(Planeta Cómic)
Jot Down- Cómics Esenciales (2016)
sábado, 30 de noviembre de 2024
Enseñar el culo con arte
Son retratos, pero ocultan los rostros. Se ven aunque no se tocan. Por primera vez, una exposición recopila las fantasías de algunos de los mejores fotógrafos del mundo seducidos por esa parte de la anatomía donde dicen que la espalda pierde su casto nombre. Son culos de artista. Por eso los mostramos. Por Pilar Parcerisas.
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André Edouard Marty (1882-1974) colaboró con revistas como Fémina, Le Sourire, Vogue, Harper's Bazaar o Gazette du bon ton (imagen dch...