sábado, 14 de diciembre de 2019

La visión del escocés

ECC Ediciones recopila en una nueva línea las principales obras de Grant Morrison, y ha comenzado con dos que lo definen como escritor


JOSÉ LUIS VIDAL
11 Diciembre, 2019

Los años ochenta no fueron buenos tiempos para la editorial DC, que veía como sus personajes languidecían en unas tramas que cada vez importaban menos a los lectores, que necesitaba propuestas novedosas que llevarse a la retina.

Todo hubiera seguido igual si a finales de la década no se hubiera producido un desembarco de talentosos guionistas británicos, curtidos la mayoría en publicaciones como 2000AD o entre las páginas de las filiales de Marvel y DC.

Ahora son ya clásicos de la viñeta, pero por aquel entonces poca gente conocía sus nombres: Alan Moore, Peter Milligan, Jamie Delano y un joven de mirada huidiza, bastante tímido y que vestía de negro (por lo que recordaba mucho a uno de los miembros de la banda musical The Cure) llamado Grant Morrison.



Este último había presentado una propuesta para revitalizar a uno de esos personajes olvidados por todos, que descansaba en el limbo editorial, un tal Animal Man. Como el riesgo era poco, los editores de DC le dieron luz verde. Y el resto es historia…ECC recopila en una nueva línea las principales obras del autor escocés, y ha comenzado con un par que lo definen perfectamente como escritor. La primera de ella es la protagonizada por Kid Eternity, otro de esos personajes que no le importaban demasiado a nadie y que con su talento Morrison resucitó, y de qué manera.

Nos encontramos en la ciudad de New York, años noventa. Las hombreras mandan y en las fiestas el alcohol y la cocaína son el centro de atención de los invitados. Todo trascurre con aparente normalidad hasta que un chico aparece, de pronto, sobre una mesa llena de canapés. Y es entonces cuando se desata un terrorífico infierno de muerte y sangre.

Un monologuista, un cura, un psicópata fugado y una chica que huye… ¿Qué tienen que ver todos estos personajes con que las puertas del infierno estén a punto de abrirse? Tan sólo Kid Eternity lo sabe, y contará con la ayuda del humorista, Jerry Sullivan, del que tira como una marioneta sin hilos y que se va a convertir en improvisado sidekick hasta que el joven de tez blanca encuentre a una persona muy importante en la trama, que parece estar prisionero en el Hades, lugar al que van a descender.

Mientras, las diferentes líneas vitales de los otros personajes se irán acercando, conduciéndolos a un final inevitable. Cuando la última pieza de este nihilista puzzle sea colocada, observaremos la imagen completa y comprenderemos muchas cosas.

Morrison echa el resto en esta historia, que tal vez adolezca de una cantidad ingente de texto, muy común en aquellos cómics noventeros, pero que son la ayuda perfecta para introducirnos en las cabezas y pensamientos de los personajes protagonista.

Junto al guionista, un Duncan Fegredo que experimenta visualmente, bebiendo de las aguas de otros dos grandes de la ilustración como son Bill Sienkiewicz y Dave McKean. Una experiencia alucinatoria para lectores curtidos.



Y es a que a Morrison se le quiere o se le odia, no hay términos medios. Y lo podemos comprobar en el otro título de esta biblioteca bautizada con su nombre. Me refiero a las aventuras (por llamarlas de alguna manera) de Flex Mentallo, un fortachón basado en aquellos anuncios protagonizados por el musculado Charles Atlas, que desde la contraportada de los vetustos comics-books pretendía convencernos de la salud y bienestar que nos proporcionaría su método gimnástico.

Pues bien, Flex fue recuperado en las páginas de la colección protagonizada, y también escrita por Morrison, Doom Patrol. Y no, en esta ocasión no se trataba de uno de los olvidados personajes de DC, aunque reuniera todas las condiciones para ello. En su aventura en solitario, Flex se verá inmerso en una investigación, tratando de encontrar a un antiguo compañero de peripecias, el escurridizo El Hecho, un tipo enmascarado que va dejando crípticas pistas.

El mundo de Mentallo se ha vuelto gris, los colores de antaño se han perdido y la gris realidad lo ha conquistado todo, haciendo que el protagonista añore los viejos buenos tiempos que parecen haberse ido para siempre. Porque, ¿dónde están el resto de los héroes?

En paralelo seremos testigos de la caída de un hombre, que drogado, solo, y en medio de la lluvia rememora inconexos momentos de su pasado. En un interminable monologo le cuenta a alguien al otro lado del teléfono su infancia, sus traumas y su relación con los cómics…

¿Qué relación tiene este sujeto con lo que está pasando en el mundo de Flex Mentallo? ¿Por qué todo parece sacado del desquiciado argumento de un loco? El guionista, respaldado por uno de los grandes dibujantes del medio, Frank Quitely, nos regala una historia que habla de la imaginación, los traumas y el amor por esos personajes que nos observan desde el otro lado de la viñeta.

Si os gustan las historias únicas, con un toque muy personal, la Biblioteca Grant Morrison es la respuesta.





El nombre de la rosa

'Vincent, un santo en la época de los mosqueteros' (2016), de Jean Dufaux y Martin Jamar, trata sobre una investigación detectivesca llevada a cabo por el futuro San Vicente de Paúl


GERARDO MACÍAS
11 Diciembre, 2019


'Vincent, un santo en la época de los mosqueteros'. Guion: Jean Dufaux. Dibujos: Martin Jamar. Norma Editorial, 2019.

En 1980, Umberto Eco publicó su novela histórica y de misterio El nombre de la rosa, ambientada en el turbulento ambiente religioso del siglo XIV. La novela narra la investigación que realizan fray Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk alrededor de una misteriosa serie de crímenes que suceden en una abadía del norte de Italia.

En 1986 se adaptó al cine en una coproducción entre Italia, Francia y la entonces RFA, dirigida por Jean-Jacques Annaud y protagonizada por Sean Connery y Christian Slater, fraile y novicio respectivamente.

Como la realidad siempre supera a la ficción, a finales del siglo XVI nació en Francia un futuro eclesiástico con dotes detectivescas: Vicente de Paúl, que sería beatificado en 1729 y canonizado en 1737. Desde luego, un personaje fundamental en la historia de Francia y en la historia de la Iglesia Católica. Fue contemporáneo del rey Luis XIII El Justo, de Francia, del cardenal Richelieu de los famosos mosqueteros, y de muchos personajes históricos que aparecen en las páginas del cómic Vincent, un santo en la época de los mosqueteros.

San Vicente de Paúl (Landas de Gascuña, 1581-París, 1660) fue el tercero de seis hijos. Su padre se dedicaba a la labranza y de joven trabajó como pastor de ovejas. Estudió Teología en Toulouse en 1597 y fue ordenado sacerdote en 1600. Es conocido por sus obras en favor de los necesitados. Creó las Conferencias de la Caridad en 1617, la Congregación de Misioneros Paúles, Lazaristas o Vicentinos (1625), y, junto a Luisa de Marillac, las Hijas de la Caridad (1633). Fue Limosnero Real, abogando por mejoras en las condiciones vida de los campesinos.

Jean Dufaux y Martin Jamar son los autores del cómic Vincent, un santo en la época de los mosqueteros, cuya acción comienza en abril de 1643, último mes de vida de Luis XIII. El joven mendigo Jérôme, a quien Vincent hospeda, ha sido gravemente herido. El moribundo hace una revelación que perturba a Vincent, quien sale a la calle con la intención de descubrir quién lo ha matado y por qué. En Vincent, un santo en la época de los mosqueteros, vamos descubriendo un hombre tan cercano a los pobres como a los poderosos. Jean Dufaux escribe una historia apasionante, que evoca al Padre Brown, el sacerdote detective creado por Gilbert Keith Chesterton en 1910. Jamar muestra un estilo realista, diseñando un París del siglo XVII más creíble que nunca, y se atiene al canon clásico: una media de seis viñetas por página.

Jean Dufaux (Ninove, Bruselas, 1949) estudia entre 1969 y 1973 en el Institut des Arts de Diffusion de Bruselas. Allí, descubre cómo funciona la narración cinematográfica y aprende psicología, lo que le resultará de gran utilidad a la hora de escribir sus guiones. Tras trabajar como periodista en una revista de cine, en 1983 debuta como guionista de cómics en el semanario Tintín con varias historias cortas a cargo de diversos dibujantes. Allí, realiza también su primera serie larga, Brelan de Dames, ilustrada por Renaud.

A partir de ahí, publica en multitud de editoriales, entre ellas Dargaud, Novedi y Dupuis. Su bibliografía incluye decenas de álbumes y entre sus obras más conocidas publicadas en España destaca Lobo de lluvia, con Rubén Pellejero; Murena, con Philippe Delaby; Djinn, con Ana Miralles; La balada de las landas perdidas, con Grzegorz Rosinski, y Sortilegios, con José Luis Munuera, entre otros. Abarca una gran variedad de géneros -thriller, fantástico, histórico- y tiene un gran talento para el diálogo.

Martin Jamar (Lieja, 1959) descubrió muy pronto su vocación de ilustrador y dibujante y se adentró en el mundo de los cómics de manera autodidacta. En 1985, con guion de Dehousse, comenzó a dibujar François Jullien, el Refractor, serie histórica en cinco volúmenes. En 1990, hizo una adaptación de Ivanhoe para la revista Je Bouquine. En 1992, publicó en el semanario Hola Bédé, con guion de Charlier, el cómic La carta de fuego. Entonces comienza su colaboración con el guionista Jean Dufaux: Ladrones de imperios (1993), saga que valdrá para Martin Jamar el premio al mejor dibujante, otorgado por la Cámara Belga de Expertos en Cómic; Double Masque (2004) y Vincent, un saint au temps des mousquetaires (2016).


Malaga Hoy


Tezuka oscuro

El 'dios del manga' hace protagonista de 'MW' a un apuesto banquero, asesino en serie, que mantiene una tórrida relación homosexual con un cura

JAVIER FERNÁNDEZ
11 Diciembre, 2019

'MW'. Osamu Tezuka. Planeta Cómic. 592 páginas. 30 euros.


En la pequeña monografía Tezuka (Memoria y honor), Alfons Moliné explica: "Si Tezuka no fue el padre de la historieta en Japón, sí resultó ser el pionero en sentar unas bases que contribuyeron a la madurez narrativa del medio en su país, así como a potenciar y masificar la industria del tebeo -y, posteriormente, la del cine de animación-. Y es así que no resulta exagerado afirmar que todos los historietistas de Japón le deben algo, y que, sin él, las citadas industrias de los tebeos y la animación japonesas difícilmente habrían alcanzado el liderazgo mundial a nivel cuantitativo, del que aún disfrutan en el presente".

Conviene saber que esta importancia capital de Osamu Tezuka, también conocido como el dios del manga, en el desarrollo del cómic japonés y el anime, no es sólo formal, sino también temática, y es que el autor de Fénix trabajó en una amplísima multitud de géneros y para todos los sectores de edad del mercado.

Cito ahora a Marc Bernabé, quien escribe en un prólogo al volumen MW, recuperado recientemente por Planeta dentro de su Biblioteca Tezuka (en tapa dura y con el sentido oriental de lectura, un tratamiento del que ya disfrutan otras joyas como Astroboy, Jack Black o La princesa caballero): "Los años 70 fueron una de las épocas más prolíficas para Tezuka, así como la época en la que tocó los temas más oscuros y siniestros, quizá debido al éxito obtenido por su obra Vampire (1966-67), con la que rompió con todo lo que había hecho hasta el momento y creó una historia protagonizado por un personaje de lo más malvado. (...) Una de las obras en la que mejor se condensa este Tezuka oscuro es MW (pronunciado mu), publicada originalmente en la revista Big Comic entre el 10 de septiembre de 1976 y el 25 de enero de 1978".

El protagonista es un joven y apuesto banquero, asesino en serie para más señas, que mantiene una tórrida relación homosexual con un cura y al que le gusta disfrazarse de mujer. De niño, fue expuesto a un gas letal llamado MW, desarrollado en secreto para matar gente de Vietnam y de Laos, lo que seguramente le causó daños cerebrales y eliminó de su corazón todo rastro de bondad, compasión y escrúpulos, y la trama incluye todo tipo de atrocidades.

De nuevo en palabras de Bernabé: "En MW, Tezuka aborda temas candentes de la época, como la homosexualidad (en una época en la que, al menos en Japón, era un tema tabú), la corrupción política, la colocación de bombas por parte de radicales de nueva izquierda, los envenenamientos de refrescos o chocolates, etc. En medio de todo esto, además, se desarrolla una complicada trama política de corrupción y encubrimientos que, vistas las similitudes entre los nombres de los personajes y organizaciones reales y los aparecidos en la obra, es una demoledora crítica al escándalo descubierto en 1974, en el que el entonces primer ministro japonés, Kakuei Tanaka (que contaba con el apoyo de un grupo llamado Etsuzankai) aceptó un soborno de 1,8 millones de dólares de la empresa de armamento norteamericana Lockheed".


Malaga Hoy


Un tesoro inagotable


JAVIER FERNÁNDEZ
11 Diciembre, 2019

'Snoopy y Carlitos, 24'. Charles Schulz. Planeta Cómic. 352 páginas. 18,95 euros.

En la introducción del vigésimo cuarto volumen recopilatorio de Peanuts, publicado (como siempre) en nuestro idioma por Planeta Cómic, el director de Carlitos y Snoopy: La película de Peanuts y del remake de Cazafantasmas, entre otras tantas cosas, Paul Feig, escribe: "La pluma y la habilidad de Charles Schulz para hacer que lo complicado parezca sencillo me ha acompañado a lo largo de mi carrera como director de comedias. Su humor nunca es forzado ni se aleja del pathos y la emotividad. Dibuja viñetas sin texto que nos permiten asimilar la reacción interna de un personaje a lo que le haya ocurrido. No se trata de un intento desesperado de hacer reír a los lectores o de imponerles chistes. Nos encontramos ante un maestro confiado y seguro de sí mismo que nos permite entrar en la condición humana en su forma más honesta, creíble y divertida".

Un maestro, sí, uno de los más grandes creadores que ha dado el cómic en toda su historia, capaz de mantener el listón altísimo año tras año, década tras década, como solo un puñado de artistas ha sido capaz de mantenerlo (pensando en esto, el nombre de Jaime Hernández me viene inmediatamente a la cabeza). Las tiras diarias y dominicales incluidas en el presente volumen llevan fechas de 1997 y 1998, y, leyéndolas, con su fuerza y su frescura, parece increíble que la serie llevara ya casi 50 años en cartel.

Dice también Feig, y es un sentimiento al que me adhiero sin reservas, más allá de las diferencias de tiempo y lugar: "Nunca podré agradecer lo suficiente a Charles Schulz todo lo que ha hecho por mí. Como niño que creció en el Medio Oeste en la época preinternet, hizo que no me sintiera tan raro y solo; como adulto que se maravilla y está influido por su ingenio y humanidad; como miembro de la raza humana que, sencillamente, aprecia su contribución a nuestra interminable búsqueda del sentido y propósito de nuestro tiempo en la Tierra (contribución que resiste la dura prueba del paso del tiempo); todos tenemos una enorme deuda de gratitud con Charles Schulz".


Malaga Hoy



jueves, 12 de diciembre de 2019

El nuevo Batman festeja sin Batman sus 80 años

'Dark Knight Returns: The Golden Child' se publica en inglés en todo el mundo. El dibujante brasileño Rafael Grampá detalla su trabajo junto a Frank Miller

NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR

São Paulo 11 DIC 2019

Una página del nuevo cómic 'Dark Knight Returns: The Golden Child', en cuyo diseño participó el dibujante Rafael Grampa.

El dibujante brasileño Rafael Grampá, premio Eisner 2008, es uno de esos fans privilegiados que con los años ha logrado trabajar con uno de sus ídolos, el guionista Frank Miller, que ha acumulado varios Oscars del cómic; juntos han creado el último episodio de uno de los superhéroes que marcó su infancia, Batman. Dark Knight Returns: The Golden Child (El regreso del caballero negro: el chico de oro) se lanza en todo el mundo hoy, aunque solo en inglés por el momento. Este cuarto capítulo de la saga con la que Miller hizo que las historias de Batman entraran en la madurez se publica cuando el hombre murciélago cumple 80 años y está protagonizado por “la nueva generación”, contaba recientemente Grampá (Pelotas, Brasil, 1978) en su estudio de São Paulo.



El dibujante brasileño Rafael Grampa.

El chico de oro del título es una de las novedades de la novela gráfica, un nuevo personaje, Jonathan. Un niño de cinco o seis años que “es una especie de iluminado, un Buda, una mezcla de kriptoniano y amazona”, explica Grampá, que detalla que el crío “representa esa nueva voz que surge este coro de jóvenes como Greta [Thunberg] y millares de otros que hoy en día utilizan sus voces como sus armas, que enseñan a los adultos a hacer lo que realmente es correcto o justo en este momento”. La obra, que en la estela de las anteriores va contando cómo la superheroina Carrie va convirtiéndose en el nuevo Batman, incluye varios guiños a la actualidad, incluido un cameo de la tan admirada como odiada activista sueca, recibida como una estrella del rock en la cumbre de la ONU contra el cambio climático.


Las escenas a partir de las cuales Grampa y Frank Miller crearon Dark Knight Returns: The Golden Child. LELA BELTRÃO

Porque resulta que esta es una historia de Batman sin Batman, algo que al principio inquietó incluso a Grampá. “Esta historia no necesita Batman… Cuando empezamos a hacer la historia, pregunté: '¿Dónde colocamos a Batman?'. Y Frank Miller me dijo: ‘Espera, ya verás que no lo vamos a necesitar’”. Asegura que superada la sorpresa inicial, coincide con el mítico artista. “No pensé que iba a quedar tan satisfecho de la historia de Batman sin Batman”. En realidad, es algo más complicado, explica: “Tiene un cameo muy inteligente. Aparece sin aparecer”. Prefiere no dar ni un detalle más.

Pero el dibujante sí deja claro que el cambio generación es absoluto. “No tenemos a Batman, ni a Superman, ni a la Mujer Maravilla… no tenemos a nadie de la generación antigua. Es sobre la nueva generación, con una nueva ideología con nuevas maneras de luchar, con nuevos ideales”.

Uno de los personajes de Batman dibujados por Grampa. LELA BELTRÃO

La trama, de la que apenas deja entrever unos pocos detalles, gira en torno a la idea de revolución. Grampá, que dice que con este proyecto para DC Comics por primera vez va a ganar dinero dibujando historietas, tradujo lo que tenía en la cabeza en un dibujo que enseña. Se ve a Batman de espaldas, a punto de lanzar un cóctel molotov a una fila de policías antidisturbios. Es una escena que, protagonizada por un manifestante, podría haber salido de cualquier telediario.

Han transcurrido cuatro años desde que hizo su primera tormenta de ideas con su antiguo ídolo. La primera propuesta le llegó a los dos días de conocer a Miller en una comida en Nueva York. En 2016 decidieron trabajar juntos, en 2017 definieron el tema de la historia y en 2018 Miller le envió la trama. Grampá detalla cómo es su proceso creativo con un artista que vive a miles de kilómetros de distancia. “Es un ir y venir. Él me manda una trama que no puedo contar, son escenas bien abiertas en las cuales tuve que hacer nuevas escenas para crear puentes entre las suyas y eso me dio mucha libertad. Le presento el boceto de las páginas y mis anotaciones. Y a partir de ahí debatimos”. Cuenta que dibujar las páginas Dark Knight Returns: The Golden Child llevó unos siete meses y que colorearlas y colocar los diálogos otro par de meses.


El Pais

martes, 10 de diciembre de 2019

Una buena estación para los cómics

Chris Ware nos apabulla una vez más, pero este otoño también podemos alternar historias reales con viajes cósmico-místicos

Manuel Muñiz Menéndez

27/11/2019

La temporada de cómic viene cargada de dramatismo, ya sean vidas tristes, la crónica de un grave accidente, el drama de la guerra y los refugiados o una enigmática tragedia cósmico-evolutiva.



«Rusty Brown». Chris Ware. Reservoir Books. Barcelona. 360 páginas. 34,90 euros. Apabullante. No hay mejor manera de describir a Chris Ware. Cada vez que publica un nuevo cómic, autores, lectores y críticos respiramos hondo y nos preparamos para afrontar algo genial, monumental, complejo y durísimo para el ánimo. Todo esto se confirma con «Rusty Brown», que une tres historias interconectadas que Ware había publicado en los últimos 16 años (aunque ninguna había aparecido hasta ahora en España) con una cuarta inédita.

Se confirma que Ware retrata como nadie vidas pequeñas, patéticas, llenas de una profunda insatisfacción que amarga a sus protagonistas: Rusty, su padre, su amigo Chalky, Jason Lint –el matón del colegio–, la profesora Joanne Cole... Ware los disecciona a todos, nos deja ver sus pensamientos, sus miserias, sus obsesiones. Pero también se confirma que, con los años, Ware se va «ablandando»; si en su anterior trabajo, « Fabricar historias», ya concedía un margen a una pequeña felicidad, un resquicio de esperanza para los personajes, aquí la historia inédita (la de la profesora) es la que tiene una protagonista más agradable, más buena. Cuando empatizamos con ella no lo hacemos a nuestro pesar. La tristeza sigue ahí, pero la sensación de constante vergüenza ajena se va desvaneciendo.

Quizá por ello, esta última historia es también en la que Ware experimenta menos formalmente. Eso sí, los diseños de página siguen estando planeados al milímetro, de forma casi arquitectónica, marcando el tiempo y con una inmensa atención al detalle. Pero no recurre a la narración en paralelo como en la historia de Rusty y Chalky, ni reduce las viñetas hasta el punto de la claustrofóbica «William Brown», ni se apoya en juegos gráficos (esquemas, cambios de orientación de las páginas, diferentes tipografías...) como hace en la dedicada a Jordan Lint. De hecho «Joanne Cole» puede ser lo más «sencillo» (y haría falta poner esa palabra entre muchas más comillas) que ha hecho Ware en muchos años.

Pero aún simplificando así, Chris Ware sigue siendo –volvamos al principio– absolutamente apabullante. Si es el mejor autor de cómics del mundo es una cuestión de gustos, pero sin duda es el más exigente, el más complejo. Sus obras se quedan en la mente del lector durante mucho, mucho tiempo.


«En otro lugar, un poco más tarde». David Sánchez. Astiberri. Bilbao. 84 páginas. 16 euros.David Sánchez le debe mucho a Daniel Clowes en lo que se refiere a su estilo de dibujo: limpio, sumamente preciso, de colores casi planos, perfectamente planificado. Pero el rumbo que han tomado sus historias es otra cuestión. Sánchez lleva desde el principio de su carrera embarcado en un viaje muy personal que le lleva a lugares cada vez más extraños. Los seres inhumanos que aparecían en sus primeras historias de conspiraciones y siniestros experimentos ya se han independizado, se han establecido por su cuenta. En su anterior cómic, « Un millón de años», ya se liberaban del tiempo presente. Ahora, «En otro lugar, un poco más tarde», se liberan de nuestro planeta y de nuestro lenguaje, poniéndonos cara a cara con un universo casi místico, en el que nosotros nos sentimos los intrusos, los alienígenas, los otros.


«Tomar refugio». Zeina Abirached y Mathias Énard. Salamandra Graphic. Madrid. 344 páginas. 26 euros. Para su nuevo cómic, la libanesa Zeina Abirached ha colaborado con el novelista Mathias Énard, ganador del Goncourt en 2015 por « Brújula». El resultado mezcla dos tiempos y dos historias: una parada (a las sombras de los budas de Bamiyán) en el viaje por Oriente de las escritoras suizas Annemarie Schwarzenbach y Ella Maillart, en 1939, y el paso por Berlín de una refugiada siria, en el presente. Dos relatos de amores no realizados y de guerras que lo cambian todo para siempre, entrelazados con maestría.

Los dibujos en blanco y negro de Abirached siguen recordando a los de Marjane Satrapi, pero toman una cualidad cada vez más poética. Su gran sentido del ritmo y de lo simbólico y la mirada al interior de los corazones de sus personajes hace que logre contar mucho más que si se limitase a representar friamente la historia, algo que ya se veía en su anterior obra, « El piano oriental».



«El día 3». M. Á. Giner Bou / C. Durán / L. Ballester. Astiberri. Bilbao. 216 páginas. 18 euros. Astiberri reedita la obra que acaba de ganar el Premio Nacional del Cómic. El día 3 se refiere al 3 de julio de 2006, fecha en la que un tren del metro de Valencia descarriló matando a 43 personas. Miguel Ángel Giner Bou y Cristina Durán (quienes ya tenían experiencia con los reportajes en cómic, habiendo usado ese formato para contar su experiencia con la parálisis cerebral de su hija Laia) adaptan un libro de investigación de Laura Ballester que huye del morbo del desastre para centrarse en las víctimas y sus familias y en su lucha contra un olvido personificado por las autoridades, más preocupadas por la imagen de la ciudad que por su sufrimiento.


ABC

Dos pilotos de papel combaten en los cielos de España

Un cómic sigue las aventuras paralelas de un miembro de la Legión Cóndor y un aviador republicano durante la Guerra Civil. La obra documenta la aviación de la época

JACINTO ANTÓN
Barcelona 8 DIC 2019


Una viñeta de 'La sombra del cóndor', de Gerardo Balsa.

“Ratatatat-tat-tat”, “¡Manuel!”, “Dios mío, Manuel muerto, la cola destrozada, ni rastro de la escolta, y esos malditos Heinkels van a volver para rematarme”. Así es: el piloto republicano ha visto como la cabeza de su artillero estallaba en un halo de sangre bajo el impacto de las balas de los cazas He-51 con emblemas de la aviación rebelde y su aeroplano, un Vickers Vildebeest quedaba convertido en un colador. En la segunda pasada lo abatirán y se convertirá en la primera victoria de un futuro as alemán, Dieter Von Moltke. Es uno de los episodios, dibujado con maestría técnica y emoción, de La sombra del cóndor, de Gerardo Balsa, un comic –publicado por la editorial Trilita (!)- que pone en viñetas con toda su intensidad y ajustándose rigurosamente a lo que de verdad fue, la historia de la guerra aérea en los cielos de España durante la Guerra Civil. Balsa, autor del guion y el dibujo, cuenta esa historia desde las aventuras en paralelo de dos jóvenes pilotos de ficción, el citado Von Moltke y el mecánico madrileño, ametrallador en un bombardero Potez 540 de la escuadrilla España de André Malraux y luego, tras su paso por la escuela de Kirovabad, aviador de caza de la República, Pedro Goya.


La sombra del cóndor está proyectada como una trilogía de la que acaba de aparecer el primer álbum, 1936, bajo un cielo español. Los dos siguientes se titularán De viento y de sangre y La caída de un sueño. En la primera entrega se relatan la llegada del aviador alemán a España como miembro de la Legión Cóndor y su ascenso a la categoría de as de caza, y la experiencia como miliciano de Pedro en la sierra de Guadarrama y su incorporación a la unidad de Malraux mientras acaricia su sueño de convertirse a su vez en piloto. Acaricia el joven también a su amante, Sofía Rigau, administrativa de la escuadrilla casada con un militar republicano arrestado por los fascistas y del que ignora su suerte. Dieter, el alemán, establece por su parte una relación con una prostituta sevillana, la Malagueña. Alrededor de los dos protagonistas el álbum describe el estallido de la guerra, la sublevación en Madrid y en Marruecos, siempre atendiendo especialmente a la participación de la aviación: el bombardeo del cuartel de la Montaña o el ametrallamiento de una unidad de requetés por la aviación leal, el vuelo del Dragon Rapide (Franco aparece en una viñeta), el paso de tropas de la Legión en los Ju-52 alemanes, el ataque a un aeródromo...

El primer álbum, caracterizado por la superioridad aérea de los sublevados apoyados por la Cóndor, se cierra con una mala sorpresa para el piloto alemán protagonista: la aparición de los rápidos bombarderos Tupolev SB-2 Katiuska y los maniobrables cazas Polikarpov I-15 Chato que han enviado los soviéticos a los republicanos. “Por supuesto, los franquistas volverán a tener superioridad pronto con los nuevos aviones que les entreguen los nazis y los italianos fascistas, sobre todo los cazas Messerschmitt Bf-109”, explica Balsa. El autor argentino (Rosario, 1973) afincado en Barcelona dibuja también la serie de guerra U-47 (Coeditum), protagonizada por el famoso submarino de Prien y que lleva ya 14 álbumes en la edición original francesa de Zephyr. “El de aviones es otro subgénero del bélico”, señala Balsa; “me gusta dibujar submarinos, pero más aviones, el submarino es una máquina fea y en cambio los aeroplanos, aparte de que te puedes entretener cantidad dibujándolos desde cualquier ángulo, son mucho más agradecidos, algunos son bellísimos”.


Bocetos de Gerardo Balsa de un Stuka y de los protagonistas de 'La sombra del cóndor'

En todo caso, de la Guerra Civil dice que su favorito es el Chato, un avión que no considera precisamente bonito. “Es algo antiestético, pero tiene mucha personalidad. Hace años hablé con un piloto que había volado en ellos y recordaba su fiabilidad y su increíble capacidad de maniobra. Bonito de verdad es el Heinkel He- 51, muy años treinta; los diseñadores de aviones no era ajenos a la estética de la época, que se manifestaba tanto en los coches como en los aeroplanos”. En el primer tomo de la serie no aparecen aún los “elegantes”, como dice Balsa, Me-109, los VW Golf del cielo por parafrasear al Jim de El imperio del sol, que se convertirían en la espina dorsal de la Luftwaffe en la Segunda Guerra Mundial y marcaron la diferencia en la guerra española, ni los Ju-87 Stukas, de los que hubo apenas un puñado en España (aparecieron tres en la batalla de Teruel en 1938) y los alemanes no se los dejaban a los pilotos españoles. Tampoco están aún los Polikarpov I-16 Mosca, que a Balsa le gustan porque son “pura curva”. “La del primer álbum es la primera época de la contienda y los aviones que se ven en el cielo de España son todavía en gran parte modelos obsoletos o que pronto lo estarán. En la última plancha aparecen ya Katiuskas y Chatos, cuya llegada significa el apoyo de la URSS, el único decidido que tuvo la República, y el ascenso del poder del PC en el bando republicano”.

Del Me-109 dice que está “muy dibujado” pero que él ha tenido que plasmar versiones previas a los modelos más conocidos, como el de la Batalla de Inglaterra. Hablar de aviones en el cómic obliga a hacerlo de Romain Hugault, el dibujante de obras como El gran duque (con Yann de guionista). Así como la aviación de la Segunda Guerra Mundial está muy representada en el cómic (al igual que la primera), la de la Guerra Civil permanecía bastante inédita, aunque ahora mismo está también la estupenda serie Doble 7 (Norma), de Yann y Juillard, protagonizada por un piloto ruso y una miliciana anarquista.

De la presencia de desnudos femeninos en el álbum, Balsa dice que están plenamente justificados por la trama y que también salen desnudos ellos, los pilotos.

Dar prioridad a la guerra aérea no significa ni mucho menos que Balsa se desentienda de lo que pasa en tierra. “Todo lo que sucede arriba está condicionado por lo que pasa abajo. Y para reforzar la trama en tierra invento otras dos líneas argumentales representadas por un cabo de la Legión y un brigadista afroamericano. Aparte de que también están las dos mujeres de los protagonistas”. Sofía y la Malagueña no son la cuota femenina, recalca, sino personajes que van cobrando importancia y tienen sus propias agendas y secretos. De la presencia de desnudos femeninos en el álbum, un tema que le ha costado a Hugault, precisamente, alguna polémica, Balsa dice que están plenamente justificados por la trama y que también salen desnudos ellos, los pilotos.

En la primera entrega, el alemán Dieter es visto bajo una luz nada desfavorable. Se muestra caballeroso en combate y se enfrenta a un piloto de su escuadrilla que ha ametrallado a un aviador republicano derribado mientras descendía en paracaídas. No obstante, Balsa avanza que su carácter se irá enturbiando. En el próximo álbum (mediados del año que viene) le veremos participar como escolta de caza en el bombardeo de Gernika...

LOS NAZIS TOMARON BUENA NOTA
La publicación de la primera entrega de La sombra del cóndor coincide con la aparición de Franco and the Condor Legion, the spanish civil war in the air, de Michael Alpert (Bloomsbury, 2019), la primera monografía completa en inglés sobre el tema de la lucha aérea en nuestra guerra civil. Alpert, profesor emérito de historia moderna y contemporánea en la universidad de Westminster, Reino Unido, ha realizado una interesantísima síntesis cronológica sobre la contienda en el aire en la que repasa la situación de partida de las dos fuerzas aéreas, la de la República y la de los sublevados, y analiza los cambios que supusieron las ayudas de los nazis y fascistas a un bando y democracias occidentales (hay un interesantísimo capítulo sobre los aviones y pilotos británicos) y URSS al otro.

Alpert subraya que sin la aviación de los alemanes y los italianos, Franco no habría ganado la guerra. El historiador, que aporta numerosos datos, como el total de aparatos enviados por la URSS –648, entre ellos 144 Chatos y 276 Moscas, frente a 732 enviados por Alemania y más de 750 por Italia-, examina los distintos modelos de aviones, la forma de combatir, la participación de las dos aviaciones en los diferentes frentes y batallas, y subraya la importancia que tuvo la Guerra Civil en decisiones fundamentales que se tomaron luego en la Segunda Guerra Mundial.

También habla de los pilotos, los famosos como Andrés García Lacalle, Joaquín García Morato, o los ases alemanes Werner Mölders y Wilhelm Balthasar, que lucía como talismán un pañuelo rojo arrebatado a un piloto republicano muerto -¡un buen detalle para las viñetas de Balsa!- , y los más exóticos, como el medio japonés Chang Selles o el estadounidense Albert Baumler, que acabaría volando con los famosos Tigres Voladores en Birmania. Muchas de las cosas que explica Alpert encuentran, significativamente, traducción visual y narrativa en el cómic de Gerardo Balsa, como la historia de la Escuadrilla Malraux o la sorpresa de los franquistas y los alemanes de la Cóndor al toparse en octubre del 36 con los primeros bombarderos rápidos soviéticos SB Katiuska.

El historiador concluye que de las fuerzas extranjeras, los alemanes fueron los únicos que extrajeron experiencia y lecciones valiosas de la guerra. Los soviéticos no tomaron nota de que sus cazas habían quedado obsoletos y tardaron en desarrollar los nuevos, con consecuencias funestas en 1941.


El Pais