sábado, 7 de diciembre de 2019

Infiltrado

En este volumen tal vez se encuentre la mejor historia protagonizada por ese vengador implacable llamado El Castigador


JOSÉ LUIS VIDAL
01 Diciembre, 2019

Y es que los años noventa llegaron repletos de tipos grandotes, armados hasta los dientes, cortesía de cierto sector de los autores que crearon Image. Poco hay que hablar de ellos, salvo que con el tiempo otros guionistas y dibujantes han sabido reconvertir estas creaciones hipermusculadas y sacar de ahí historias decentes.


100% Marvel HC. El Castigador: Zona de Guerra
Chuck Dixon, John Romita Jr., Mike Harris
Cartoné
269 págs.
30 euros
Panini Cómics

Pero de lo que toca hablar en esta ocasión es de El Castigador. Frank Castle, un tipo con recursos, embarcado en una venganza sin fin. Y en esta ocasión se jugará el cuello al convertirse en un sicario más de la familia mafiosa de los Carbone. En su nueva encarnación como silencioso Johnny Towers ira socavando sin prisa pero sin pausa los cimientos de esta organización criminal que maneja todos los chanchullos oscuros en la ciudad de New York.

El problema es que al principio de la historia, Frank tiene sus más y sus menos con Micro, su mano derecha, la persona que le guarda las espaldas, por lo que en esta ocasión se encuentra más solo ante el peligro que nunca.

Dentro del hogar de los Carbone, Frank se acercará a la hija de Julius, el patrón. Pero su hermano Salvatore tiene secretos que ocultar, y que van a ser expuestos por el vigilante, así que podréis adivinar que el futuro del hermano del capo no es demasiado alegre, aunque si algo tiene Sal son unas ganas de vivir inmensas y, eso sí, una pata de conejo en el bolsillo. Ya me entenderéis cuando leáis la historia.

En paralelo, otro activo del gobierno, que trabaja para un departamento tan secreto que hasta desconoce su nombre, se va a sumar a la cacería de criminales. Su nombre es Shotgun, tiene un pasado junto a El Castigador y el gatillo muy, muy fácil.

Esta historia, advierto, no es de superhéroes. Está enmarcada en el puro y duro género negro, el hardboiled. Y os reto a que contéis los muertos bajo el fuego de los protagonistas. El guionista Chuck Dixon realiza uno de sus mejores trabajos en esta colección, Zona de Guerra, de los que quedaban inéditos dos números dibujados por John Romita Jr. Que, como nos tiene acostumbrados, realiza uno de sus mejores trabajos justo después del cambio estilístico que sufrió en los ya referidos años noventa, para estar a la altura de las expectativas y el gusto de los lectores. Incluso llegando a realizar el volteo de la página, que también se puso muy de moda en aquellos años.

El volumen se completa con tres historias más de El Castigador dibujadas en esta ocasión por Mike Harris, que tuvo la difícil misión de sustituir a Romita Jr. Al frente del título. Complicado trabajo, a fe mía.

Y como colofón a esta definitiva edición, una serie de portadas protagonizadas por Frank Castle e ilustradas por John Romita Jr.

Si os gustan las narraciones duras, donde el olor de la pólvora traspasa las páginas, en esta “Zona de Guerra” vais a disfrutar de lo lindo.



Malaga Hoy



La decadencia de Oscar Wilde se convierte en una novela gráfica

El ilustrador Javier de Isusi recrea el doloroso final de la vida del escritor irlandés, de cuya muerte se cumplen hoy 119 años

EDUARDO BRAVO
Madrid 30 NOV 2019


Un dibujo de 'La divina comedia de Oscar Wilde'. JAVIER DE ISUSI ASTIBERRI

En 2017 el gobierno británico concedió el indulto póstumo a Oscar Wilde. En 1895, el escritor irlandés había sido condenado a dos años de trabajos forzados acusado de sodomía y corrupción de la juventud, cargo este último que lo equiparaba a su admirado Sócrates. “Wilde siempre dijo que era un griego nacido a destiempo. Además, como sucedió con el filósofo, cuando le fueron a detener se negó huir. Su amigo Robert Ross le había preparado un barco para ir a Francia, pero no aceptó. Alguien como Wilde, con un concepto de la vida tan teatral, asumió que su personaje tenía que vivir ese castigo, aunque nunca imaginó hasta qué punto iba a ser duro”, relata Javier de Isusi, ilustrador vizcaíno que acaba de publicar en Astiberri La divina comedia de Oscar Wilde, un trabajo de más de trescientas páginas al que ha dedicado cinco años entre las tareas de investigación, guion y dibujo. Hoy, 30 de noviembre, se cumplen 119 años de la muerte del genio irlandés.


El origen de La divina comedia… se remonta a la infancia del dibujante cuando, aquejado de paperas, le regalaron un libro de cuentos de Wilde. A partir de entonces el autor de El fantasma de Canterville se convirtió en uno de sus autores favoritos. Sin embargo y por mucho que leía, el Isusi adulto era incapaz de reconocer en las obras de teatro, los ensayos o en su única novela, a ese escritor que le había hecho más llevadera aquella convalecencia. “Tuve que esperar a leer De Profundis para entender muchas de las cosas de Wilde que siempre me intrigaron. Solo entonces pude cuadrar al autor de los cuentos, con el de las obras de teatro y el de El retrato de Dorian Gray. Al final comprendí que, como cualquier persona, en Wilde caben facetas muy distintas. Desde el escritor moralista de El príncipe feliz o El gigante egoísta, al personaje hedonista, o si preferimos el término con el que fue calificado en su tiempo, inmoral”.

A pesar de toda esa riqueza y variedad de matices, la obra de Wilde es sorprendentemente breve y fue escrita en apenas ocho años. Un corpus literario que en ocasiones ha quedado eclipsado por la intensa y escandalosa vida del autor, especialmente la relativa a esos últimos años que se recrean en La divina comedia… y en los que la cárcel, la ruina económica, el oprobio social y el alcoholismo convirtieron al escritor en una sombra de lo que había sido.


Portada de la novela gráfica.

“Cuando fue liberado y llegó a París, Oscar Wilde expresó su voluntad de empezar una nueva vida. Ese deseo fue justamente el germen de mi trabajo. Él siempre había dicho que su vida había sido como La Divina Comedia, que había pasado por el infierno que era la prisión y que en ese momento estaba en el purgatorio. Por eso me planteé si durante su estancia en París experimentó realmente ese cambio personal que le permitiera tocar un poco de paraíso”.

Aunque todo apunta a que esa transformación nunca se produjo, Isusi aprovecha su privilegiada posición de autor para llevar a Wilde hasta ese lugar anhelado, aunque solo sea simbólicamente. De este modo, en una de las escenas más emotivas del libro, el ilustrador sitúa al escritor y su amigo Robert Ross en un coche de caballos que recorre justamente los Campos Elíseos, el nombre que los griegos dieron al cielo.

“Esa escena es real. Wilde y Ross realizaron ese trayecto parando en todos los cafés que encontraban a su paso para beber absenta. Lo único que he inventado es la conversación, aunque muchas de las frases que incluyo en ella son del propio Wilde. En el fondo, todo el libro es así, una mezcla de realidad y ficción o, mejor dicho, de realidad y mentira, porque creo que él habría preferido ese término, ya que lo defendió en su ensayo ‘La decadencia de la mentira’”.

Este juego entre la verdad, la mentira, la ficción y los hechos documentados que propone Isusi se articula a través de brillantes soluciones gráficas y narrativas. Por ejemplo, alucinaciones, pasajes oníricos, el diálogo con el espectro de un jovencísimo e insolente Rimbaud e incluso las entrevistas con diferentes personajes que, como André Gide, Reginald Turner o Lord Alfred Douglas, conocieron al escritor y dan testimonio de ello. “Son entrevistas hechas en la época actual, pero en las que los entrevistados aparecen con el aspecto físico que tenían en el momento en que conocieron a Wilde. Dudé si debía hacerlo así o no, pero me di cuenta de que la novela gráfica permite este tipo de cosas, que eran muy frecuentes en los primeros autores del cómic como Winsor McCay y su Little Nemo y que, poco a poco, hemos ido abandonando. Son recursos que, aunque puedan no tener sentido si se analizan desde un punto de vista racional, funcionan muy bien desde el punto de vista narrativo”.


El Pais


domingo, 1 de diciembre de 2019

1.000 velas de cumpleaños

Aunque no es muy amante de las celebraciones, a Batman le toca soplar con fuerza en este, su aniversario.


JOSÉ LUIS VIDAL
29 Noviembre, 2019

Y es que el hecho de que una colección de cómic, Detective Comics, cumpla las mil entregas no es cosa que se vea habitualmente, pero claro, la protagonizada por el Caballero Oscuro es ya un auténtico clásico de las viñetas.

Ha pasado por varios cambios gráficos pero siempre, siempre, mantiene esa oscura silueta que nos es tan reconocible.

Batman: Especial Detective Comics 1000
VV.AA.
Cartoné
168 págs.
19,95 euros
ECC Ediciones

En mi caso particular, creo recordar, si no me engaña la memoria, que mi primer contacto con el Murciélago fue a través de aquellos cuadernillos de pequeño formato que nos llegaban de México, publicados por la editorial Novaro, en los que a Bruce Wayne le habían cambiado el nombre por Bruno Díaz.

Y sí, quedé atrapado por la personalidad del protagonista, sus aventuras y, sobre todo, por esa magnífica, diría que única, galería de enemigos a los que se enfrentaba una y otra vez en sus historias.

Pero el verdadero recuerdo que atesoro fue cuando, en un mercadillo, observé atónito aquella portada de una edición prestigio. En ella el dibujante, un tal Miller, había brutalizado al estilizado personaje, convirtiéndolo en un auténtico tanque humano, una máquina de guerra, cuyo cuerpo estaba surcado por heridas y que me dejó parado en seco ante aquella imagen.

Obviamente compré el cómic y todo cambió. Frank Miller y su Caballero Oscuro transformaron la percepción que por entonces tenía del personaje, por lo que, en cuanto pude me dispuse a hacerme con todo lo que pude encontrar sobre él: La magnífica etapa firmada por Mike W. Barr y Alan Davis, el Año Uno, una vez más del genial Miller…

¿Y qué es lo que más me gusta de este personaje? Pues dejando de lado los magníficos argumentos de la mayoría de sus historias, la fuerza interior que este posee. Un terrible trauma lo convierte con el paso de los años, a base de entrenamiento y fuerza de voluntad, en el adalid de su ciudad. Su mundo es una batalla interminable, obsesiva, contra el Mal.

ECC Publica un volumen especial que recoge el número 1000 de la colección norteamericana, una auténtica fiesta para los sentidos protagonizada por todos aquellos guionistas y dibujantes que se han cruzado en el camino de Batman: Scott Snyder, Greg Capullo, Kevin Smith y Jim Lee, Paul Dini y Dustin Nguyen, Warren Ellis y Becky Cloonan, Denny O´Neill y Steve Epting, Christopher Priest y Neal Adams, Brian Michael Bendis y Alex Maleev, Geoff jones y Kelley Jones, James Tynion IV y Álvaro Martínez Bueno, Tom King, con Tony S. Daniel y Joëlle Jones.

Pero esto es solo el principio, porque acompañados por una serie de impresionantes portadas alternativas, Fran San Rafael realizará un recorrido histórico por la vida y quehaceres de Batman.

Y dejo para el final la aportación de dos grandes nombres, dos artistas españoles, cineasta y autor de cómic, que han aportado su pequeño gran granito de arena para esta celebración. Se trata de Nacho Vigalondo, con una divertida introducción y la portada, increíble ilustración realizada por David Rubín, que viste como nunca a este volumen único. Un regalo para todos aquellos que llevamos años siguiendo las aventuras del Caballero Oscuro de Gotham.

¡Qué la Bat- Señal se encienda una vez más en su honor!


Malaga Hoy


¿Qué pasó después?

El Caballero Oscuro se ve inmerso en una pesadilla de la que parece imposible escapar

JOSÉ LUIS VIDAL
28 Noviembre, 2019

Todo comenzó, como siempre, en Gotham. Ciudad oscura. La lluvia caía a raudales y aquel parecía un caso más, un misterio que resolver, para el mejor detective del mundo, Batman. Pero, de pronto, todo se tornó diferente y un fundido en blanco atrapó al héroe…

Batman. El último Caballero de la Tierra. Libro 1
Scott Snyder – Greg Capullo
Cartoné
56 págs.
10,95 euros
ECC Ediciones

Cuando abrió los ojos se dio cuenta, paulatinamente, que todo había cambiado y se encontraba dentro de un extraño sueño.

Amarrado a una cama, la verdad se le presentaba, pero él, obstinado como pocos, se negaba a admitirla, por lo que utilizando esa fuerza de voluntad que lo caracterizaba, exigió la verdad, la única posible.

Y así se vio solo, de nuevo, embarcado en una nueva cruzada. El paisaje había cambiado. Rodeado de destrucción, su único acompañante es un viejo conocido, cuya voz y risa le taladra el cerebro cada vez que este, entre insinuaciones, le advierte que a partir de ahora todo va a ser diferente, como ya está empezando a darse cuenta.

Esta historia de Batman sirve como epílogo a la magnífica etapa de dos profesionales de la viñeta como son el guionista Scott Snyder y el dibujante Greg Capullo. Ambos vuelven a unir sus talentos para ofrecernos a los lectores una historia muy diferente protagonizada por el Caballero Oscuro, que aquí se verá inmerso en un mundo apocalíptico, donde ya no parece tener aliados ni respuestas a sus preguntas.

¿Cómo ha llegado allí? ¿Qué o quién ha provocado la total destrucción de todo el mundo que le era conocido?

La imaginación de Scott Snyder nos plantea un misterio, tal vez uno de los más grandes a los que haya tenido que enfrentarse el detective y, como si fueran trocitos de miga de pan, va dejando a través del periplo que este hará pequeñas pistas que nos conducirán hacia la verdad, la única respuesta válida.

¿Qué decir del arte de Greg Capullo? Si su evolución como dibujante fue brutal en las páginas de la colección de Batman, en esta miniserie publicada por ECC vamos a disfrutar aún más de sus ilustraciones, en las que se pondrá a prueba su capacidad para representar este mundo de pesadilla en el que se ve atrapado el protagonista.

Así que preparaos, avezados lectores, seguidores del Murciélago de Gotham, porque en esta ocasión las cosas no se le van a poner fáciles a vuestro héroe favorito, convirtiendo esta historia en un adictivo viaje en el que junto a su protagonista, iremos desgranando poco a poco el misterio en el que se ve envuelto, que tal vez sea el más complicado de su ya larga carrera.



Malaga Hoy


La sombra de la tijera

El Noveno Arte ha sido víctima, a lo largo de la historia, de repetidos ataques censores. Estos hechos son reflejados en este imprescindible volumen publicado por Tebeosfera

JOSÉ LUIS VIDAL
28 Noviembre, 2019

Cada vez que en una misma frase coinciden las palabras 'cómic' y 'censura', a la mayoría de los lectores de este medio (sobre todo los más talluditos) nos viene a la memoria la terrible, y temible, campaña que los desacreditó en los Estados Unidos en la década de los cuarenta, alentados por las mentes bien pensantes de los periodistas, escritores, médicos… Entre todos ellos sobresalió el nombre del doctor Fredric Wertham y su polémico libro La seducción del inocente, en el que se dedicaba a menoscabar las virtudes de la lectura de tebeos en pos de una serie de acusaciones que la relacionaban la criminalidad juvenil.

El pueblo contra los cómics. Historia de las campañas anticómic (De Norteamérica a Europa)
Ignacio Fernández Sarasola
Rústica
520 págs
B/N
39.95 euros

Aquellas viñetas eran pozos en los que las frágiles mentes de los niños y jóvenes se deformaban, introduciéndose en ellas, como si de un virus se tratase, comportamientos muy reprobables.


Y es que claro, aquellos comic-books eran un oscuro escaparate que solo ofrecía sexo, violencia, terror…

¿Pero sabíais que esta campaña no fue, ni por asomo, la primera?

El pueblo contra los cómics, estudio escrito por el abogado Ignacio Fernández Sarasola, es un extenso texto en el que el autor nos va a llevar de la mano a lo largo de la historia, en este primer caso de los Estados Unidos, en el que la desconfianza hacia el medio impreso comenzó con las dime novels, posteriormente las strips, siguieron las publicaciones pulp y culminaron en los comics books. Todo un camino en el que se utilizó a los niños como excusa para ejercer la censura, extrema en algunos casos, que haría palidecer al protagonista de la inmortal novela de Ray Bradbury y que, años después, desembocaría en aquel sello que marcó una época, el Comic Code, que garantizaba la “limpieza” del contenido de las páginas de los vilipendiados comic-books.

Pero, por desgracia, este fenómeno no fue únicamente norteamericano, y como bien nos aclara este volumen a lo largo de sus más de quinientas páginas, los niños franceses también fueron peones, a través de publicaciones autóctonas de derecha o izquierda, así como el odio que se generó hacia todo el material que provenía de los Estados Unidos y pretendía “corromperlos”…

Obviamente, ciertos pensamientos políticos, como el fascismo, utilizaron las publicaciones para mostrar la heroicidad y patriotismo de sus protagonistas, aunque hubiera que cambiarles el nombre, y el color de la camisa, como ocurrió en la Italia de Mussolini.

Curiosamente, una nación con una larga y fructífera tradición en las viñetas como es el Reino Unido también tuvo su página negra, ya que llegó un momento en el que se pensó que aquellas viñetas multicolores podían llegar a afectar gravemente a los jóvenes lectores.

Y, finalmente, nuestro país, España. En que la feroz censura de la dictadura aleccionó a las generaciones más jóvenes, dejando una herida que ha tardó mucho en sanar.

De todos estos hechos se habla con rigor en este libro que, como todos los publicados por la Asociación Tebeosfera, es una herramienta imprescindible para los estudiosos del Noveno Arte, así como una lectura amena, super documentada y con muchos ejemplos gráficos.

Tras su lectura, hay una frase que no por muchas veces repetida se hace menos actual, y es aquellas que nos alerta de que los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo. Y es que en estos tiempos de corrección política, la tijera censora aguarda, lista para surgir en cualquier momento…


Malaga Hoy


jueves, 28 de noviembre de 2019

El alma de Sorolla no tiene luz ni color

El museo del pintor inaugura una exposición con un centenar de piezas, que descubren los dibujos en cuadernos que sacaba como si fueran una cámara fotográfica para inmortalizar la escena

PEIO H. RIAÑO
Madrid 25 NOV 2019


Clotilde, esposa de Sorolla, en el lecho, en un dibujo de 1888. FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA

Nunca dejó de dibujar. Allá donde estuviera, allá donde fuera, con lo que tuviera a mano, dibujaba. En los tiempos muertos entre lienzo y lienzo, dibujaba. Si en el teatro le colocaban en primera fila se molestaba porque no podía “entretenerse” haciendo bocetos en su cuaderno. Si se encontraba con una escena que le interesaba sacaba su cuadernillo del bolsillo; mientras comía, en la hoja del menú del restaurante. Incapaz de detenerse, ni de aspirar a nada que no fueran estampas de la vida moderna que jamás llevará a sus cuadros, porque él era un pintor de la vida burguesa. El dibujo es como el tono de voz, cada cual tiene el suyo. El de Joaquín Sorolla (1863-1923) es eléctrico y vibrante.


El pintor valenciano no dejó de producir hasta que dio su última pincelada, en julio de 1920, mientras pintaba el retrato de Mabel Rick, mujer de Pérez de Ayala, director del Museo del Prado, cuando sufrió un derrame cerebral que lo condenó a la hemiplejia hasta su muerte, tres años después. También fue un “dibujante sin descanso” y así se titula la exposición que se inaugura este lunes en el Museo Sorolla de Madrid. “Dibuja lo que pasa constantemente delante de sus ojos”, comenta Mónica Rodríguez, comisaria de la muestra junto a Inés Abril. “Es muy fácil cogerle cariño y ver el mundo como lo vio él”, añade.


Han cribado un centenar de piezas -entre los 5.000 dibujos que conserva la institución- para componer un friso biográfico dibujado, con sus viajes a París, sus estancias en Nueva York o Chicago y su descubrimiento de Velázquez, entre otros acontecimientos vitales. “El dibujo como canal de experimentación y disfrute parece alcanzar su máxima expresión en 1911, durante el segundo viaje del pintor a EEUU, en la serie de vistas de la ciudad de Nueva York, que realiza al gouache o en las escenas que recoge en los restaurantes de los hoteles en los que se hospeda”, explican las comisarias, que mostrarán por primera vez los 12 gouaches que conserva el museo de aquellas vistas a Manhattan desde la habitación de su hotel. El acontecimiento urbano es uno de sus asuntos favoritos para los dibujos, que no exploró en sus lienzos. Los interiores de su vida íntima con su familia fueron otro de los motivos que más trabajó con papel y lápiz. Y los colgaba en las habitaciones de cada uno.

Pintura Vs. dibujo
En la exposición se exhibe uno de sus cuadernos, más pequeños que nuestros smartphones, en el que es imposible apoyar la mano y con el que practica la destreza y la seguridad del trazo. No son dibujos académicos, son escenas de un mundo flotante. Trazos leves sin intención de trascender o ser enmarcados, simples destellos en los que vive cuando vive fuera del lienzo. Basta ver el retrato de María Figueroa vestida de Menina (1901), escondido en los almacenes del Prado, para comprender que el dibujo es un calentamiento ajeno al cuadro. Tenía suficiente con el pigmento casi líquido para descubrir lo inmediato y construir los volúmenes sólidos de sus figuras, sin atender tanto al contorno o los perfiles.

Hace de la pintura su dibujo, fiel a la tradición española. Goya, Velázquez y Sorolla demostraron que lo más verdadero no tiene que ver con los cimientos de la arquitectura pictórica, sino con el desbordamiento del color. La tradición italiana dicta lo contrario, el dibujo es irrenunciable. Pero en Sorolla, como explican las comisaras, convivieron las dos caras, la del pintor y la del dibujante. “Son complementarias”, asegura Rodríguez. En la exposición queda patente como el pintor necesita al dibujante, pero también cómo uno termina por rechazar al otro, como si fueran dos seres autónomos. Cuando lleva el lienzo al aire libre tantea y tienta a ciegas, a base de mancha y gesto, rematados en una sesión. A ese ritmo de producción el dibujo es un estorbo.

“A las ocho de la mañana entrábamos en clase; pues bien, a esa hora, Sorolla venía ya de recorrer las afueras de Valencia, donde pintaba paisajes. Su actividad era extraordinaria; nos asustaba a todos”, cuenta Cecilio Plá en sus memorias. El paseante que caza impresiones es un pintor portátil, que junto a su caja de apuntes con pinceles y tubos de pintura, carga sus cuadernillos de dibujo, el lápiz y el carboncillo. “En esa “rivalidad” entre color y dibujo, Sorolla mostró desde muy temprano amplias aptitudes para ambos, siempre dentro del naturalismo”, escribe Inés Abril en el catálogo de la muestra. “Papel y lápiz le permitieron una aproximación más directa al natural que la propia pintura, captar el instante con mayor rapidez, sin lo engorroso de preparar las pinturas en la paleta o las tablillas en las que iba a pintar”, añade la especialista. Un pintor menos conocido, más íntimo, un alma sin luz ni color.


El Sorolla que dibuja es el pintor que observa. Incansable. “Como si fueran solo recuerdos de calles o rincones que le llaman la atención: enseguida saca su cuaderno, como si fuera una cámara fotográfica, e inmortaliza de manera rápida la escena”, dice Abril. Se conservan bastantes cuadernos de diferentes épocas y tamaños, pero el que más llama la atención de las comisaras es el fechado en 1891, que contiene un viaje dibujado a Alemania, con escenas de Berlín y Colonia. Son bocetos alejados de todo clasicismo, hechos a pluma, aguada en tinta negra y manchas de las que emergen formas y reflejos. Si el Sorolla en lienzo no necesita dibujo para su color, el Sorolla en papel no requiere color para su dibujo.


EXPOSICIÓN
Los cuadernos secretos de Sorolla
14 fotos
El museo del pintor inaugura una exposición con un centenar de dibujos, que descubre la atracción del artista por el momento fugaz y el uso de sus libretas como si fueran una cámara fotográfica
PEIO H. RIAÑO
Madrid 22 NOV 2019

 Joaquín y Elena estudiando 
Carboncillo y lápiz rojo sobre papel continuo, de 1905. FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA

Labrador 
Carboncillo y tiza, de 1903. COLECCIÓN SIMARRO

En la orilla 
Carboncillo y clarión sobre papel Bristol, Valencia, 1900. MUSEO SOROLLA


Pareja preparada para salir 
Lápiz compuesto y lápiz rojo sobre cartulina, en Chicago, 1911. FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA

Clotilde leyendo 
Lápiz compuesto sobre papel continuo, de 1888. FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA


Hombre y mujer en un sofá 
Lápiz compuesto sobre cartulina, de 1911 FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA


Elena en Jávea 
Carboncillo y clarión sobre papel Bristol, de 1901 FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA


Preparando la barca 
Carboncillo sobre papel continuo, en Valencia, 1894. MUSEO SOROLLA

En la barca 
Lápiz compuesto y clarión sobre papel Bristol, 1894-1896. FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA


En la terraza de un café 
Carboncillo sobre papel continuo, en 1890 FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA


Estudio para El baño 
Carboncillo sobre papel continuo, de 1899 FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA
Carboncillo y clarión sobre papel continuo, de 1907 FUNDACIÓN MUSEO SOROLLA


Conversando 
Lápiz compuesto y lápiz azul sobre cartulina, en Chicago, 1911

Escena de café 
Lápiz compuesto y lápiz rojo sobre papel continuo, en Nueva York, 1911

El 'Dragon Ball' del siglo XXI

'Naruto' (1999), de Masashi Kishimoto, narra la historia de un aprendiz de ninja adolescente llamado Naruto Uzumaki, quien sueña con llegar a ser el Hokage, máximo líder de su aldea


GERARDO MACÍAS
28 Noviembre, 2019


'Naruto nº 1'. Guion y dibujos: Masashi Kishimoto. Planeta Cómic, 2013.

La serie japonesa de cómics Naruto cuenta la historia de un mundo dividido en diferentes países, cuyo poder militar se basa en el arte marcial del ninjutsu, y se centra en pequeñas aldeas, aparentemente pacíficas, en las que se entrena a poderosos ninja. Naruto Uzumaki es un pequeño huérfano aspirante a ninja. Sin padres ni amigos, es repudiado por todos por ser el recipiente del Kyubi no kitsune, zorro demonio de nueve colas (aunque él no lo sabe). El zorro demonio de nueve colas es una criatura mitológica que, en la vida real, figura en muchas culturas del Asia oriental. Esta criatura atacó la aldea de Konoha, matando a muchos habitantes y guerreros ninja, entre ellos, al Cuarto Maestro Hokage, líder de la aldea, que dio su vida para contener a la bestia, y la selló en el cuerpo de Naruto recién nacido.

El sentimiento de soledad convierte a Naruto en un polvorín que hace todo tipo de trastadas para llamar la atención, hasta el punto de proclamar que, en el futuro, él se convertirá en el más grande Maestro Hokage, y todos le respetarán.

Naruto va a la escuela de ninja, donde Iruka, su profesor, le enseña las principales técnicas que tiene que aprender un ninja. Naruto no pasa el examen de graduación, y Mizuki (ayudante de Iruka) le desvela un secreto para que se gradúe.

Naruto deja inconsciente al Tercer Maestro Hokage, que, cuando despierta, llama a todos los ninja del pueblo para que busquen a Naruto, que se ha marchado con un documento secreto.

Mizuki destapa sus verdaderos planes: quiere hacerse con el documento secreto, y, de paso, matar a Naruto y a Iruka. Pero Naruto lo vence, y de este modo, consigue graduarse.

Al día siguiente, todos los ninja que han pasado la prueba se dividen en grupos. El grupo de Naruto es el nº 7, acompañado de Sakura Haruno (chica de la que está enamorado), y de Sasuke Uchiha (su rival por ella). Lo que debería ser una rivalidad sana se malogra a causa de los fantasmas del pasado de Sasuke.

Sasuke es un niño de la misma edad que Naruto, y último superviviente de su clan, que al contrario que Naruto, es un auténtico prodigio que consigue dominar las diferentes técnicas del ninjutsu con una facilidad pasmosa.

La chica que le gusta a Naruto, Sakura, está colada por Sasuke, lo que pone aún más tensa su relación. Todo cambia cuando los tres se ven obligados a formar equipo bajo las órdenes del ninja Kakashi Hatake. Bajo su tutela, descubrirán el significado del compañerismo.Les toca hacer la prueba final para poder emprender misiones. La prueba consiste en quitarle un cascabel a Kakashi. Naruto lo intenta, pero no puede. Sasuke casi se lo arrebata. Sakura solamente se preocupa de Sasuke. Y Kakashi da por finalizada la prueba.Existen miles de artículos de merchandising sobre el mundo de Naruto y sobre todos los personajes secundarios de la serie, que van desde libros, discos y videojuegos, a figuras, estatuas, joyería, cosplay...

Naruto consta de dos series animadas. La primera, de 220 episodios, comenzó en 2002, y cuenta la historia del manga hasta el final del tomo nº 27. La segunda, denominada Naruto Shippuuden, comenzó a emitirse en 2007. A esto, hemos de sumar las nueve películas y las cuatro OVA (Original Video Animation).

El final de la serie dejó en bandeja una continuación en forma de spin-off en 2016, Boruto, el hijo de Naruto; una serie de manga escrita por Ukyo Kodachi e ilustrada por Mikio Ikemoto.

Pero antes, Mashashi Kishimoto vuelve a la carga en 2015 con su propio spin-off, un manga sobre el personaje original, titulado Naruto: El séptimo Hokage y el mes de la primavera escarlata.Naruto es la primera serie de Mashashi Kishimoto, y también su obra cumbre, con la que consiguió un enorme éxito, comparable al de los años ochenta de Dragon Ball, de Akira Toriyama. Debutó en la revista Akamaru Jump, de la Editorial Shueisha, en 1997, en un episodio aislado. Su popularidad se disparó y, en 1999, comenzó a serializarse en el semanario Shonen Jump.

Masashi Kishimoto crea un concepto moderno de ninja que convierte la historia en éxito mundial. Ha vendido más de 200 millones de ejemplares en Japón. Kishimoto recibió el Hop Step Award y el Premio al Novato del Año por la Agencia para Asuntos Culturales de Japón.


Malaga Hoy