jueves, 1 de agosto de 2019

Paco Roca defiende la libertad "sin normas" de la novela gráfica

El artista valenciano ha sido galardonado este fin de semana con un premio a su trayectoria en la célebre convención estadounidense del cómic

Paco Roca y Esther Claudio este fin de semana en la Convención de San Diego. / DAVID MAUNG (EFE)

EFE
San Diego (EEUU), 22 Julio, 2019

El autor español y Premio Nacional de Cómic Paco Roca recibió el sábado un galardón en la Comic-Con de San Diego por su trayectoria y, en un acto sobre su obra dentro de este gran evento de la cultura pop, defendió que la novela gráfica es una manera de escapar a "las normas" y convenciones del cómic.

"Es verdad que la Comic-Con y lo que yo hago... Digamos que no es exactamente mi lugar. Lo que yo hago es más de autor y esto es mucho más mainstream, de otro tipo de cosas. Pero por eso me hace muchísima ilusión estar aquí", confesó Roca tras el evento.


Responsable de obras mayores de la novela gráfica española como Arrugas o Los surcos del azar, Roca fue el ponente principal de un acto en la Comic-Con en el que estuvo acompañado por el autor de cómics Gilbert Hernández, el editor Gary Groth de Fantagraphics, y la académica española de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) Esther Claudio.

Justo al comienzo del evento, los organizadores de la Comic-Con entregaron el Premio Inkpot a Roca, un galardón que reconoce a destacadas personalidades por sus contribuciones en el mundo de los cómics, la ciencia-ficción, la fantasía, el cine, la televisión o la animación. Por eso lo han recibido anteriormente historietistas internacionales de reconocido prestigio, pero también personajes ajenos a la industria del cómic como Steven Spielberg, Francis Ford Coppola o Arnold Schwarzenegger.

"Es un gran honor recibir este premio", dijo un sorprendido Roca, quien, tras descubrir que gracias a este reconocimiento podía entrar gratis en la Comic-Con, ironizó con que llevar a cuestas una estatuilla no es lo más práctico.

El artista explicó sus influencias y las ideas que trata de plasmar en sus obras. "A finales de los años 80 y principios de los 90, yo estaba bastante aburrido del tipo de cómic que se publicaba en España, que era un tipo de historias que casi siempre las movía la acción", argumentó.

"Y creo que eso fue un común denominador en toda la historia del cómic occidental. Mientras que en el manga en Japón siempre han existido, desde los años 70, autores que trataban los temas cotidianos, ni en el mercado francés ni en el estadounidense, al menos lo que yo conocía, aparecía algo de ese tipo", añadió.

Roca contó que encontrar otro tipo de cómic más contemplativo y reflexivo y sobre temas cotidianos o costumbristas le pareció "un camino a seguir".

"La primera vez que fui a Francia a ver a un editor y a llevarle unas páginas, me hizo un comentario que me sorprendió mucho. Me decía cómo tenía que ser una página, que según el estándar del mercado francés debía tener un plano medio, un primer plano y un plano general para mostrar un poco el escenario", dijo.

"Para mí, la novela gráfica es huir de eso: de que haya como unas normas de lo que tiene que ser un cómic, de lo que tiene que ser la industria del cómic", afirmó.

En este sentido, Roca agregó que su objetivo como autor es "llegar a un tipo de público que no lee cómics".

Tras pasar por la Comic-Con, Roca participa este martes en un evento en la universidad de UCLA en Los Ángeles (EE.UU.) organizado por su compatriota Esther Claudio y donde compartirá secretos de su arte con el público. 

El autor valenciano acudió también a la convención de San Diego para presentar la edición estadounidense de Los surcos del azar, editada por Fantagraphics. La próxima obra de Paco Roca que Fantagraphics publicará en Estados Unidos será La casa, que se encuentra entre las novelas gráficas más esperadas del otoño según Publisher's Weekly y será su cuarta obra editada en dicho país tras El faro (NBM), Arrugas (Fantagraphics) y Los surcos del azar (Fantagraphics).


Malaga Hoy

sábado, 20 de julio de 2019

Los Eisner premian a tres españoles

Portadas de 'La Visión', de Gabriel H. Walta.

Julia Madrigal, Gabriel Hernández Walta y Ken Niimura son reconocidos por los galardones más destacados de la industria del cómic

J. B.

Sábado, 20 julio 2019

Los premios más importantes de la industria del cómic, los Eisner, han vuelto a reconocer a los españoles. Julia Madrigal, Gabriel H. Walta y Ken Niimura formaron parte de la lista de ganadores anunciada en la Comic Con de San Diego en la madrugada del viernes al sábado en España.

Julia Madrigal sobresalió con dos Eisner por su trabajo en 'Giant Days'. Los premios a la publicación en que trabaja con John Allison y Max Sarin fueron por mejor serie regular y mejor serie de humor. La dibujante, quien empezó a destacar con su formación en Valencia en el Máster de Ilustración en ESAT, celebra así un ascenso que le ha llevado a trabajar en Estados Unidos con 'The Wicked + The Divine' (Image).

El caso de Gabriel H. Walta, melillense afincando en Granada, es el de un éxito prolongado. Su dibujo en 'La Visión' (editado por Panini en España) le ha llevado a ganar su segundo Eisner junto al guionista Tom King y Michael Walsh. En 2019 el galardón es por la mejor reedición y en 2017 fue reconocida como mejor serie limitada.

Por último, el madrileño José María Ken Niimura ganó su primer Eisner (mejor cómic digital) gracias a 'Umami'. De ascendencia hispano-japonesa, debutó en Estados Unidos en 2008 con 'I Kill Giants', que ya fue candidata a un Eisner, y en 2012 recibió el Premio Internacional de Manga de Japón, otorgado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón.

Se quedaron sin premio en la lista de 31 categorías otros aspirantes españoles: el barcelonés Ferran Delgado (por el recopilatorio de páginas dominicales de la serie 'Sky Masters'), el valenciano Víctor Santos (candidato a mejor novela gráfica por 'Bad Girls', el vallisoletano David Aja (mejor rotulista por 'Seeds' -Dark Horse-) y Javi Rey (categoría de mejor adaptación de otro medio por 'Intemperie' -Planeta Cómic-).


Diario Sur

lunes, 15 de julio de 2019

Viñetas del árabe global

POR LUZ GÓMEZ

Si 2011 fue un año crucial en la ruptura de las sociedades árabes con su pasado más inmediato, no podía dejar de serlo en el ámbito literario. Las certezas canónicas se tambalearon y los aires revolucionarios sacaron a la luz la descomposición de unas élites intelectuales que, al abrigo de la cultura regimencialista, se habían apoltronado en la evanescencia cuando no en el más directo servilismo. La novela como género hegemónico había envejecido deprisa, a pesar de que no hacía tanto, apenas en los años sesenta, había acabado con el reinado secular de la poesía, considerada por la tradición "el archivo de los árabes". Y al igual que sucedió en las revueltas mismas, Internet, las nuevas tecnologías y un 70% de la población con menos de 30 años hicieron insostenible el statu quo literario. En este contexto, el grafiti y el cómic, tan cercanos y tan distintos, se convirtieron en los cronistas de los nuevos tiempos. Pero ninguno de los dos surgió de la nada, por supuesto. Contaban .« una larga tradición de caricatura política y humor gráfico en la prensa árabe, casi el único rincón para la crítica mordaz que perduró en el mundo árabe poscolonial. Estaba también lo aprendido con la popularización, en los años setenta de los clásicos del tebeo occidental, donde la imagen saltaba la barrera del idioma, traducido a un imposible árabe clásico en la mayoría de los casos. Incluso la utilización de viñetas como herramienta pedagógica al servicio del baazismosirio o iraquí, del nacionalismo egipcio o marroquí, o del sectarismo libanes colaboraron a la postre a la naturalización del cómic. Del peligro social del nuevo arte daría cuenta la controversia que suscitó el precursor Metro (2008), de Magdy El Shafee, que las autoridades prohibieron por su retrato de la inmoralidad de la sociedad cairota. Casi por las mismas fechas, un grupo de jóvenes lanzaba en Beirut Samandal, un proyecto colaborativo, independiente, dirigido al público árabe, insumiso con el poder y que ha sorteado a través de la publicación online los vericuetos de la distribución panárabe y de la censura al uso, oficial u oficiosa. Otro icono ha sido la revista egipcia Tok Tok, puesta en circulación en los albores de la revolución de Tahrir. Y están por último los festivales, como el Internacional del Cómic de Argel, y los premios, como el Sharjah-Unesco para la Cultura Árabe, que en 2019 se ha concedido al mencionado Samandal, iniciativas que los regímenes árabes intentan capitalizar.

La libanesa Lena Mehrej, cofundadora de este colectivo, no sucumbe a ello y mantiene su firme compromiso social. Su reciente obra Yogur con mermelada. O cómo mi madre se hizo libanesa resume buena parte de las claves del actual cómic de trasunto araboislámico: inspiración autobiográfica, una voz femenina fuerte y la trama del encuentro de Oriente y Occidente. Es algo que viene respaldado por el éxito, en la década pasada, de Persépolis (Salamandra), de Marjane Satrapi, convertido ya en un clásico por su visión de la historia contemporánea de Irán. Un ingrediente seguro en esta crítica social y política es el humor, un humor muy árabe, entre tontorrón y absurdo, que hace inolvidables algunos personajes, como el abuelo libanes de El piano oriental (Salamandra), de Zeina Abirached, empeñado en patentar en Austria un piano "bilingüe" que incorporaba el cuarto de tono de la música oriental.

La reciente historia de Oriente Medio también ha servido de inspiración a los jóvenes euroárabes que proyectan su corrosiva mirada sobre unas sociedades que, más o menos directamente, les han conformado. En ocasiones, esta aventura personal no se libra de cierto tono "orientalista", como en la saga El árabe del futuro, del francés Riad Sattouf, de la que el próximo otoño Salamandra publicará el cuarto tomo.

Además existe una nómina cada vez más amplia de autores europeos y americanos que bien desde la más pura fantasía —como el Habibi de Craig Thompson (Astiberri)—, bien con un claro compromiso político, perfilan una relación desprejuiciada con el universo araboislámico. En este último sentido, Joe Sacco, ya un clásico del cómic reciente, es dueño de una obra que ha contribuido sobremanera a visibilizar la ocupación de Palestina, con títulos como la monumental Palestina (Planeta) y Notas al pie de Gaza (Reservoir).


Viñeta de Sagar para Intisar en el exilio. ASTIBERRI


Con un estilo muy distinto y un tono más hogareño, Guy Delisle (Crónicas de Jerusalén, Astiberri) ha incorporado también el mundo árabe a su retrato de las geografías globales, mientras que la barbarie de la guerra siria ha inspirado una suerte de novela negra gráfica como La dama de Damasco (Norma), de Jean-Pierre Filiu y Cyrille Pomés, que denuncia las atrocidades del régimen de El Asad; Zerocalcare, por su parte, ha retratado la lucha kurda en Kobane calling (Reservoir). En clave mucho más personal, pero igualmente marcada por la empatia ante la tragedia siria, Sara Soler acaba de publicar En la oscuridad, que recrea con brillantez los 10 meses de secuestro del periodista Antonio Pampliega a manos yihadistas. En España, una mención aparte merece la obra de Pedro Riera, cuya relación con Yemen, país olvidado a conciencia donde los haya, se remonta a hace una década, y que acaba de publicar la segunda entrega de su serie yemení. En el primer volumen (El coche de Intisar, Glénat), Riera abordó algo insospechado antes de las revueltas: el inconformismo de la juventud yemení, encarnado en una joven que se empeñaba en conducir su propio coche por las calles de Sana. Ahora, en Intisar en el exilio, la protagonista tiene que sobrevivir en Aman, lo cual da pie a Riera y Sagar, guionista y dibujante, respectivamente, a hacer un repaso ácido, pero no exento de humor, de las primaveras árabes.

Yogur con mermelada. O cómo mi madre se hizo libanesa
Lena Merhej
Traducción de Mónica Camón Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2018.128 páginas. 18 euros
En la oscuridad
Sara Soler
Planeta, 2019
96 páginas. 20 euros
Intisar en el exilio. Retrato de una mujer moderna yemení
Pedro Riera y Sagar
Astiberri, 2019
222 páginas. 22 euros



El Pais. Babelia. Nº 1.442. Sabado 13 de julio de 2019


jueves, 11 de julio de 2019

Wild Naif West

A lomos de su corcel Rojo, acompañemos a la peculiar protagonista a través de multitud de peripecias

JOSÉ LUIS VIDAL
07 Julio, 2019

He de confesar que pasé gran parte de mi infancia pegado al televisor. No sé vosotros, pero para mí aquella fue la Edad de Oro de la animación. Todas las tardes, la programación se llenaba de episodios de las series que más me gustaban y que aplaudía: Los dibujos de la Warner, con todo su panteón de inolvidables personajes, encabezados por Bugs Bunny; Hanna Barbera, con aquellos fondos que se repetían una y otra vez como una cinta infinita y personajes como el Oso Yogi y su quejumbroso acompañante, Boo Boo; el despistado Mr. Maggoo o las aventuras del diminuto pero poderoso Super Ratón, que hizo que me comiera el plato de lentejas para vitaminarme…


Coyote Doggirl
Lisa Hanawait. Astiberri. 152 páginas. 18 euros.

A través de los años no se ha difuminado mi atracción por la animación aunque, claro, ahora busco otro tipo de productos. Al fin y al cabo, uno ya es perro viejo y no se conforma con cualquier cosa de perfil infantiloide. Es por ello que cuando un amigo me recomendó una serie llamada Bojack Horseman me lancé de cabeza a echarle un ojo. Y he de decir que desde el primer episodio supe que aquel producto estaba destinado para un espectador como yo…

El día a día de ese caballo perdedor, alcohólico, que coquetea con las drogas y carga con el peso de una fama efímera en el Hollywood desprovisto de todo el glamour me fascinó y consumí todas las temporadas en un abrir y cerrar de ojos.

Es por ello que celebro de especial manera que Astiberri publique este comic, un libro de pequeño formato pero que contiene toda la filosofía de Bojack, y eso ocurre porque su creadora es Lisa Hanawalt que tiene mucho, mucho que ver con la serie del caballo actor, ya que es diseñadora de producción y productora.

En esta ocasión, y esta vez en solitario, nos regala la historia de otro animal antropomórfico, Coyote Doggirl, a la que encontramos en las praderas del Salvaje Oeste, cabalgando y manteniendo conversaciones con su caballo, con el que ha forjado una alianza muy estrecha. En la lejanía, unos vaqueros parecen seguirle el rastro, por lo que la hábil chica trata de darles esquinazo, encontrándose de pronto con una situación de todo inesperada, y harto dolorosa…

Pero como todo momento malo tiene algún resquicio positivo, la protagonista despertará rodeada de extraños que, sin querer desvelar su identidad, la van a sanar, a hacerle compañía y, con el tiempo, admitirla como una más en el grupo.

Pero claro, hay una deuda que pagar fuera de la aparente paz que la rodea, por lo que tarde o temprano tendrá que enfrentarse al pasado y, sobre todo, recuperar a su perdido caballo, Rojo.

Creo que con el título de la reseña explico lo suficientemente bien el tono de este cómic, que se mueve en los terrenos de los surreal para, de pronto, da un giro y mostrarnos que esas leyendas de Viejo Oeste también tenían un lado oscuro, sucio.

Pero la autora, ganadora en dos ocasiones del prestigioso Premio Ignatz, con Stay Away from other people y I want you, sabe mezclar con suma habilidad los géneros, y va a conseguir que nos divirtamos con las peripecias se esta chica coyote, que solo busca un camino para regresar a su casa. ¿O tal vez no?


Malaga Hoy


Quien a hierro mata...

Vuelve Doggy Bags, con una historia única que nos traslada a un violento barrio de Los Angeles y sus habitantes

JOSÉ LUIS VIDAL
08 Julio, 2019

Con un formato one shot, esta colección creada por el visionario Run, abandona por un número su carácter antológico y, como ya ocurrió anteriormente con el número titulado Heart Breaker, nos regala una sola historia dividida en tres actos y, curiosamente, protagonizada por tres personajes, residentes en el barrio más letal de la ciudad estadounidense.

Doggy Bags presenta South Central Stories
Neyef. Dibbuks. 108 páginas. 15 euros.

En primer lugar, Travis, un chico que junto a su amigo Ronny pretende entrar a formar parte de una de las peligrosas bandas callejeras, los 66, que llevan el terror y la violencia en la sangre. Pero claro, las cosas no consisten en firmar un carnet, no… Después de ser acogidos con un caluroso recibimiento (es un decir) deberán pasar por la prueba más importante y definitiva, y a consecuencia de lo que ocurra en una casa del barrio se van a trazar unas líneas imaginarias que unen a los personajes de esta historia.

La tragedia ocurrida en ese lugar hará que Jacob, joven un ex marine que trata por todos los medios el evitar involucrarse tanto con los 66 como los Slains, se va a ver golpeado de lleno cuando contemple el grotesco y terrible escenario que ha quedado en casa de su hermana Cinthia, víctima involuntaria del estallido de violencia, la chispa que da origen a toda esta historia.

A partir de ese momento lo dejará todo de lado y su única misión será limpiar, como un ángel exterminador, todo el mal que reside en los edificios y las callejuelas de South Central. Para ello aplica la fuerza bruta y los conocimientos que se trajo de esa otra, y lejana guerra, en la que participó.

Y, por último, la inocencia representada en el silencio de un niño, Billy. Hijo de Cinthia, es el único superviviente de la masacre. Testigo mudo de todo lo que ocurre, trata de seguir con su vida mientras ve como su tío Jacob regresa con los nudillos y la ropa manchados de la sangre de los pandilleros. Y es por eso que decide aportar su ayuda, por pequeña que sea, a la cruzada contra el Mal.

Pero, ay, es justo en ese momento cuando la historia da un giro hacia otros territorios y un inesperado personaje hace su aparición para tentar a los protagonistas con lo que más desean, sin saber estos que es un regalo envenenado que los llevará a la perdición…

Neyef, creador absoluto de esta potente historia, nos lleva de la mano entre tiroteos, peleas y litros de sangre, para narrarnos una historia que viene a formar parte de ese mosaico titulado Doggy Bags, un espacio para aquellos a los que nos gustan las historias sin concesiones, sin cortapisas, alejadas de la corrección política y que, como esta, juguetea con los territorios de lo fantástico.

Y como en cada número de la serie, la intención pedagógica no se olvida. En este en concreto conoceremos a fondo los sucesos que convirtieron el barrio angelino en un infierno de violencia y muerte en los años noventa, el caso de O.J. Simpson, cómo identificar a un pandillero por su indumentaria y muchas cosas más.

Si te gustaron sus historias cortas, o ese puñetazo en el plexo solar titulado Puta Madre (también publicado por Dibbuks), sin duda Neyef es tu hombre. No lo dudes y lánzate de cabeza a su particular universo.


Malaga Hoy


jueves, 4 de julio de 2019

Un reinado efímero

Después de que Thomas abandonara Marvel a comienzos de los 80, la cabecera encontró un estilo propio, con sus batallas épicas e intrigas palaciegas

JAVIER FERNÁNDEZ
03 Julio, 2019


CONAN REY. INTEGRAL, 1
Roy Thomas, John Buscema, Ernie Chan y otros. Planeta Cómic. 536 páginas. 35 euros.

De las veintiuna historias de Conan escritas por el creador del personaje, Robert E. Howard, tres están ambientadas en la época en que el bárbaro alcanzó el trono de Aquilonia, y, paradójicamente, las tres narran distintos intentos de arrebatarle la corona. Son los cuentos El fénix en la espada, La ciudadela escarlata y la novela La hora del dragón, textos todos adaptados a historieta por el guionista Roy Thomas: el primero de ellos se publicó en el Conan Annual 2 (1976), con excelentes dibujos del español Vicente Alcázar (y tintas de Yong Montano); el segundo, publicado en el número 30 de The Savage Sword of Conan (1978), contó con los lápices de Frank Brunner (que se encargó asimismo de las tintas, ayudado por Steve Leialoha); y el tercero, renombrado Conan the Conqueror, como también se conoce la novela, se serializó en las cabeceras Giant-Size Conan y la propia The Savage Sword of Conan, entre 1974 y 1976, con lápices de Gil Kane y John Buscema (entintados por un puñado de artistas).

Más tarde, en 1980, y cuando la primera y espectacular etapa de Thomas con el cimerio tocaba a su fin, Marvel alumbró la nueva cabecera King Conan (después renombrada Conan the King), centrada precisamente en el largo reinado del personaje. Los primeros ocho números, de extensión superior a lo normal, fueron obra de Thomas y Buscema (con tintas de Ernie Chan y, en un par de episodios, Danny Bulanadi), quienes adaptaron diversos pastiches, más concretamente, los relatos The Witch of the Mists, The Black Sphinx of Nebthu, Red Moon of Zembabwei y Shadows in the Skull, de L. Sprague de Camp y Lin Carter (todos incluidos originalmente en el volumen Conan of Aquilonia), y la novela Conan the Avenger, de De Camp y Bjorn Nyberg.

Para el aficionado a los cómics de Conan, estos son tan imprescindibles como cualquier otro de los firmados por Thomas y Buscema, fruto del amor por el personaje y de un profundo conocimiento del ciclo howardiano. Por desgracia, Thomas abandonó Marvel a comienzos de los ochenta y la cosa quedó en manos poco capaces, con interpretaciones que llegarían a rayar en el ridículo. Con todo, Conan Rey no fue, ni mucho menos, de las peores cabeceras y, tras un conjunto de episodios anodinos, encontró algo así como un estilo propio, con sus batallas épicas y sus intrigas palaciegas, que le permitió mantener una cierta dignidad hasta su cancelación en 1989.

Este primer volumen integral, de los cuatro previstos por Planeta para compilar los cincuenta y cinco números de la serie original, contiene todos los episodios de Thomas y Buscema, y ya solo por eso merece la pena. Van también los números 9 a 14, en los que el escritor Doug Moench hace lo que puede, acompañado por una irregular selección de artistas. Comienzan los propios Buscema y Chan, pero la cosa se tuerce de inmediato, en cuanto Chan asume los créditos artísticos en solitario. Luego siguen Alan Kupperberg, Ron Frenz y Marc Silvestri, para certificar que Hiboria, como la Atlántida, también se hundió de la noche a la mañana.


Malaga Hoy


Hace mucho tiempo

JAVIER FERNÁNDEZ
03 Julio, 2019


STAR WARS. TIRAS DE PRENSA, 1
Russ Manning y otros. Planeta Cómic. 272 páginas. 50 euros.

De los muchos (muchísimos) cómics vinculados al universo de La guerra de las galaxias, siento una particular predilección por las tiras que se publicaron en la prensa estadounidense entre 1979 y 1984. Claro está que no llegan al nivel de los grandes clásicos de la ciencia ficción que ha dado el formato, pero si echan un vistazo a la nómina de artistas que contribuyeron al breve paso de Star Wars por los periódicos verán que la calidad es realmente sobresaliente: Russ Manning, Alfredo Alcalá y Al Williamson (entre los dibujantes), Steve Gerber y Archie Goodwin (entre los escritores). Esta aventura editorial fue reeditada hace tiempo por Dark Horse en formato cómic book, con las tiras diarias coloreadas y remontadas en la página, pero solo ha podido disfrutarse en todo su esplendor con la reciente y meticulosa edición en tres volúmenes por parte de la editorial IDW. Esta misma edición es la que nos sirve ahora Planeta Cómic en castellano. Son tomos de gran formato, apaisados, encuadernados en tapa dura, con sobrecubiertas, con las tiras diarias impresas en blanco y negro y con su formato original y las dominicales impresas a color, todo acompañado de jugosas introducciones y material extra.

El primero de estos tres libros presenta casi 600 tiras, fechadas desde el 11 de marzo de 1979 hasta el 5 de octubre de 1980, la mayoría debidas al preciosista Manning. El autor de Magnus Robot Fighter 4000 AD, así como de una larga y recordada etapa de Tarzán, entre otras cosas, comenzó firmando dos historias por separado, una en las tiras diarias y otra en las dominicales, pero pronto unificó los argumentos para ofrecer a los lectores una sola saga cósmica. Los dibujos de Manning son un deleite para la vista, con ese sabor clásico actualizado para el gusto moderno, y el apartado literario está firmado por el propio Manning, Don Christensen, Russ Helm y el ya citado Gerber, que participó en la serie poco después de su abrupta marcha de Marvel por los problemas con el pato Howard. En suma, un volumen bello y muy recomendable.


Malaga Hoy