domingo, 19 de mayo de 2019

El regreso a la senda


JAVIER FERNÁNDEZ
15 Mayo, 2019




'The Ghost in The Shell 1.5: Human Error Processer'. Shirow Masamune. Planeta Cómic. 184 páginas. 15,95 euros.

Con The Ghost in the Shell 1.5: Human error processer se completa la reedición en la colección Trazado de los tres volúmenes que componen la célebre obra de Shirow Masamune. Después de los excesos de The Ghost in the Shell 2, este número 1.5 regresa a la senda y tono marcados por el primer tomo de la serie, y compila cuatro aventuras cortas del día a día de la Sección 9 de Seguridad Pública, publicadas originalmente entre 1991 y 1996 en las revistas japonesa Young Magazine. Motoko, Batou, Togusa y compañía tendrán que resolver asesinatos en clave ciberpunk, enfrentarse a cíborgs, virus volcados a la red y demás en el fascinante mundo de una de las series de ciencia ficción más apasionantes del último cuarto de siglo. La nueva edición presenta el orden de lectura oriental, encuadernación en tapa dura y un papel mejorado, que realza las páginas a color.


Malaga Hoy

El señor de los vampiros

JAVIER FERNÁNDEZ
15 Mayo, 2019


'Vlad Dracula'. Roy Thomas, Esteban Maroto. Planeta Cómic. 96 páginas. 25 euros.

Vlad Dracula nos ofrece la reunión de dos grandes de la historieta, Roy Thomas y Esteban Maroto, cada uno con una extensa bibliografía a su espalda y a quienes ya vimos colaborar en su día en las páginas de La Espada Salvaje de Conan. El dúo narra aquí la juventud y primeros años del reinado de Vlad Dracula, el personaje histórico que inspiró a Bram Stoker y sirvió de base para el mito del señor de los vampiros. Se trata de la miniserie de tres números Vlad: The Impaler, publicada en 1993 por Topps Comics, que aquí se publica en blanco y negro, a mayor formato y reproduciendo los dibujos originales de Maroto. Para terminar de celebrar la fiesta, el tomo presume de una portada exclusiva de Maroto, coloreada por Santi Casas.



Malaga Hoy

Érase una vez un planeta triste y oscuro...

'Erase una vez... el hombre' (2017), de Jean-Charles Gaudin, Jean Barbaud y Studio Minte, es la adaptación al cómic de la serie de dibujos animados de Albert Barillé emitida en 1978



GERARDO MACÍAS
15 Mayo, 2019



'Érase una vez... El hombre Volumen 1 - La prehistoria'. Guion: Jean-Charles Gaudin. Dibujos: Jean Barbaud y Studio Minte. ECC Ediciones, 2018.

En 1979, TVE estrenaba la teleserie de dibujos animados Érase una vez... el hombre, en cuya cabecera se resumía la evolución humana, mientras se oía el Septimino en mi bemol mayor de Beethoven, acompañado de una letra escrita por José Luis Perales, y cantada por el grupo infantil Caramelos, que comenzaba así: "Érase una vez un planeta triste y oscuro...". La melodía decía más adelante: "...y el Señor, que pensó, desde hoy, todas estas cosas cuidaré", dando a la letra un sentido creacionista, aunque en la serie se remarcaba la evolución y quedaban en segundo plano las religiones.

La serie original, que consta de veintiséis episodios de veinticinco minutos cada uno, es francesa y debutó en nuestro país vecino el año anterior. En la versión gala, la cabecera no tiene letra, y las imágenes son acompañadas por la Tocata y fuga en re menor de Bach.

Érase una vez... el hombre supuso una magistral clase de Historia a la vez que una divertida serie de dibujos animados, creada por el productor y director francés Albert Barillé, con tal éxito que tuvo seis secuelas: Érase una vez... el espacio (1982), Érase una vez... la vida (1987), Érase una vez... las Américas (1991), Érase una vez... los inventores (1994), Érase una vez... los exploradores (1996) y Érase una vez... la ciencia (2000); siempre con los mismos protagonistas. Albert Barillé (1920-2009) fue guionista y fundador de la productora televisiva Procidis. Conocido también por la serie animada Colargol. Barillé mostró interés por la educación de los niños a través de sus teleseries, uniendo su amor por el conocimiento, la cultura y la tolerancia con el entretenimiento.

La serie abarca cronológicamente desde el origen del planeta Tierra hasta la Guerra Fría y el comienzo de la carrera espacial; y va dando las fechas un reloj digital antropomorfo (la mayoría de la población usaba reloj de pulsera con manecillas), cuyas expresiones reflejan lo que pasa en el capítulo. Todas las series cuentan con personajes fijos entre los que destaca el Maestro, que hace de inventor en todos los capítulos, y de genio de las artes y las ciencias en algunos. Por ejemplo, en el Renacimiento hace de Leonardo Da Vinci; y en la Revolución Francesa, del inventor de la guillotina, que muere decapitado, pero sigue saliendo en episodios posteriores en otros papeles.

Acompañan al Maestro sus amigos Pedro, el Gordo, Flor, Pedrito, Pequeña Flor y Gordito, que son los protagonistas de todas las aventuras; y sus adversarios el Canijo y el Tiñoso, que son siempre los antagonistas.

Pedro y el Gordo hacen de guerreros en los capítulos donde se libra alguna batalla, a veces, incluso aparecen ambos combatiendo contra versiones de sí mismos que forman parte del ejército enemigo.

La teleserie fue difundida por la cadena francesa France Régions, FR3. También participaron en la realización de esta serie Bélgica (Radiodiffusion-Télévision Belge, RTBF/Belgische Radio en Televisie, BRT); Canadá (Société Radio-Canada y ACCESS Alberta); España (Radio Televisión Española, RTVE), Italia (Radiotelevisione Italiana, RAI); Japón (Tatsunoko Production); Noruega (Norsk Rikskringkasting, NRK); Países Bajos (Katholieke Radio Omroep, KRO); Suecia (Sveriges Radio AB, SR); y Suiza (Sociéte Suisse de Radiodiffusion et Télévision, SSR).

Fue vendida a nivel mundial con gran éxito: solamente faltaron Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. Después de emitirse fue distribuida en el formato doméstico de la época, VHS, y su lanzamiento en DVD fue el 27 de noviembre de 2013. La serie adquirió gran popularidad en los años ochenta, aunque en RTVE no gustaron las versiones del Siglo de Oro Español ni de la Leyenda Negra, que consideraron tendenciosas.

En 2017 vio la luz este cómic en el que se respeta fielmente la serie original, aunque actualizada para poder incluir los últimos hallazgos científicos e históricos, y con un aspecto renovado gracias a los dibujos de Jean Barbaud, artista francés que sabe dotar de expresividad a los personajes.

Éstos no son los primeros cómics de Érase una vez... el hombre. En 1979, se publicó una versión española que tenía textos de Víctor Mora, el guionista que creó al Capitán Trueno.



Malaga Hoy

Marvel, historias de ayer y hoy

Panini publica dos novedades, muy diferentes entre ellas y con el Capitán América y Patrulla X como protagonistas, con dos visiones en el tiempo de la Casa de las Ideas



JOSÉ LUIS VIDAL
15 Mayo, 2019



En estos días, el nombre de la editorial está en boca de casi todos los aficionados a las aventuras de sus icónicos personajes y, curiosamente, esto no sucede por la publicación de un nuevo cómic, sino por el mayúsculo éxito que está teniendo la última versión cinematográfica de las aventuras de sus superhéroes…

Pero centrémonos en el tema que nos ocupa. Panini Comics ha publicado, entre su variado catálogo de novedades pertenecientes al mes de abril, dos que son una buenísima muestra del largo recorrido que ya lleva caminado este sello editorial.

Demos un salto temporal hacia los años 50, un tiempo en el que los cómics tenían, en su mayoría, una función aleccionadora y propagandística. Buenas muestra de ello es el material contenido en el segundo volumen de Décadas, en el que, tras la violenta Segunda Guerra Mundial se dio paso a una era de desconfianza entre los dos grandes bloques hegemónicos del momentos, Rusia y los Estados Unidos, naciendo la Guerra Fría.

Pues bien, en este volumen recopilatorio vamos a disfrutar de las aventuras de uno de los personajes más icónicos de la por aquellos entonces Atlas, en las que el Capitán América, junto a su fiel sidekick Bucky, se van a dedicar a dar de mamporros a todo tipo de espías rusos o villanos que han cambiado su orientación política a cambio del vil metal, como el malísimo Cráneo Rojo, que con insistencia vuelve una y otra vez con terribles planes que pretenden la conquista del mundo libre.

Estas primigenias páginas, ilustradas casi en su totalidad por un joven, y ya talentoso, John Romita, nos transmiten, sobre todo, la atmósfera de desconfianza que imperaba en aquellos ya lejanos días, en los que el vecino de la puerta de al lado, o ésa atractiva chica a la que mirabas de reojo podían ser unos espías rojos infiltrados.

Y resulta también curioso, e impactante, en una época como la que vivimos, de extrema corrección política, contemplar como el Capi no se corta a la hora de masacrar a estos traidores a los ideales que él defiende. Todo por la bandera de barras y estrellas.

El volumen viene completado por una historia realizada en el año 2008, en el que este Capitán América (tal vez no os hayáis percatado de un hecho curioso y muy importante…) se enfrenta, una vez más, a la traición que se oculta en la sociedad norteamericana. Y lo hace de la mano de uno de los grandes, Howard Chaykin.Y ahora volvemos a dar otro gran salto hasta el presente actual, que nos muestra una Marvel muy distinta, abierta a nuevas propuestas, aunque éstas vengan del mundo más independiente y underground. Tal es el caso de Ed Piskor (American Splendor; Hip Hop Family Tree Seattle…), autor que nos demostró su profundo conocimiento de estos personajes, nos presenta la continuación de La gran novela de la Patrulla-X, a la que ha titulado, con toda lógica, Segunda Génesis, y en la que, en este espectacular formato de gran tamaño y lujo, nos vamos a encontrar con esa nueva encarnación del grupo de mutantes liderados por el profesor Charles Xavier, cuando éste pensó que sus originales estudiantes habían desaparecido, devorados por Krakoa, la isla viviente.




Piskor es el rey de la elipsis, y con una facilidad extrema nos va rememorar todas aquellas historias (contenidas en noventa y tres números) a lo largo de tan solo noventa páginas.

Así que agarraos fuerte, porque este viaje va a empezar y hay poco tiempo para tomar aliento. Junto a Tormenta, Lobezno, Coloso, Rondador Noctuno, Cíclope y Jean Grey vamos a ir dando saltos a lo largo de la historia de estos héroes, mutantes, temidos por muchos, pero cuyas vidas van a conformarse en un larguísimo y apasionante culebrón, sobre todo gracias a la impresionante labor de guion que comenzó Len Wein y que, recogiendo la antorcha, convirtió en auténtico clásico Chris Claremont.

Pesadillas, visiones de otros lejanos mundos y civilizaciones extraterrestres, el peligro de ser observados por una misteriosa y letal organización secreta, la aparición de los imparables Centinelas, un viaje espacial que dará origen a una de las más importantes sagas en la historia mutante y, por tanto, el nacimiento de una nueva y todopoderosa villana, Fénix Oscura…

Pero esto sólo ha empezado: Muertes, despedidas, el Imperio Shi'Ar, ¿el fin de toda existencia?, la amenaza de Mesmero, un juicio intergaláctico, el Club Fuego Infernal muestra su letal rostro, nuevos miembros llegan al grupo, entre ellos una jovencita que se ganara nuestros corazones. El terrible y manipulador Mente Maestra, ¿quiénes son los Morlocks?, la historia de una mujer llamada Carol Danvers (también muy de moda gracias a su versión fílmica), amor en el país del Sol Naciente, El Nido, el dilema de Pícara, los uniformes de Kitty Pryde, Forja y sus inventos, Los Saqueadores Estelares…

Todos estos personajes e historias contenidos en una obra con una labor enciclopédica en la que Ed Piskor, con su reconocible estilo, mezcla sabiamente el drama, la aventura y lo salpica todo con algunas gotas de humor, ofreciendo un sincero homenaje a aquellas historias que hicieron grandes a estos personajes.Dos visiones, del pasado y el presente, de esa editorial que nos ha acompañado a muchos a lo largo de nuestras vida, Marvel Comics. Excelsior!



Malaga Hoy

martes, 14 de mayo de 2019

Un pionero que trascendió la viñeta

ANTONI GUIRAL
11 MAR 2012


Ilustración del cómic 'Inside Moebius', en la que el dibujante francés Moebius (Jean Giraud) se autorretrata.

Habría que retrotraerse a los años treinta del siglo XX para encontrar otro referente vital para la historieta de grafismo realista. Entonces, las tiras de prensa de Alex Raymond, Hal Foster y Milton Caniff, con su impronta entre naturalista y expresionista, marcaron la estética del cómic a varias generaciones de historietistas de todo el mundo. Jean Giraud, dual en su apuesta gráfica, genera junto a Hugo Pratt y Alberto Breccia una senda que, a partir de cierto momento, se bifurca para abrir nuevas tendencias. En su trayectoria como Gir, aprende el oficio con Jijé (Joseph Gillain), partiendo de un concepto naturalista del trazo para, acreedor de una sólida base de dibujo, desarrollar en Blueberry (junto al guionista Jean-Michel Charlier) un realismo detallista que transmite verosimilitud a sus personajes y escenarios. Gir no sólo concibe una brillante técnica de texturas evocadoras; elabora un proceso narrativo inteligente en su sencillez ayudado por una muy bien delimitada puesta en escena. Pero Giraud es un creador inquieto que, en su interior, lleva agazapado a su otro “yo” artístico. Si con Blueberry rompe moldes en cuanto a la historieta de género juvenil se refiere, reconvirtiéndola en la esencia del antihéroe para adultos, la conciencia de que el cómic es, también, un medio expresivo para la experimentación y la génesis de menajes más elaborados, abre el camino a Moebius.


Tras firmar algunas historietas como Moebius desde 1963, en 1975 aprovecha la coyuntura que le ofrece la aparición de una revista de la que es cofundador, Métal Hurlant, para con la fantasía y la ciencia ficción como referentes abrir nuevos caminos a la ética y la estética de los cómics. Con su consolidada base realista sintetiza, por un lado, el trazo y reelabora su grafismo en una compleja y detallista técnica que sorprende por sublime, espectacular y evocadora. Rompe con la apuesta de planteamiento, nudo y desenlace en obras como El garaje hermético de Jerry Cornelius, que desarrolla durante tres años en Métal Hurlant sin guion previo, abriendo su mente a la experimentación y aplicando la escritura y el dibujo automático, generando así la que será obra referencial de una parte de las nuevas generaciones de profesionales del cómic. Al mismo tiempo, abre la caja de Pandora para una historieta existencial, en la que el tiempo y el espacio se conjugan para generar realidades alternativas. Este camino iniciático continúa en una parte de la obra que realizará junto al cineasta, escritor y psicomago Alejandro Jodorowsky como guionista. En El Incal, la simbología del tarot se une al descubrimiento por parte de Moebius de las enseñanzas de Carlos Castañeda, lo que le lleva a una condensación de la línea hasta su efecto más puro y diáfano, al tiempo que crea imágenes simbólicas que se convertirán en uno de sus registros preferentes.


Su alegórica y enriquecedora apuesta visual sobrepasará las viñetas para llegar al cine, donde revolucionará el diseño de producción en películas de Ridley Scott, Luc Besson o George Lucas, facilitando que su impronta estética llegue también al terreno de la publicidad y de los videojuegos. Moebius continuará evolucionando, respondiendo a las inquietudes del autor en su constante búsqueda personal, aplicando en su trabajo sus preguntas y respuestas vitales, al tiempo que seguirá ilustrando los álbumes de Blueberry, que tras el fallecimiento de Jean-Michel Charlier continuará en solitario o con otros dibujantes. En su última obra, Inside Moebius, publicada en seis tomos entre 2004 y 2010, aplicará una especie de psicoanálisis, partiendo del cambio que supuso en su concepción artística el abandono del consumo de marihuana. Heterónimo de sí mismo, Moebius interactuará aquí con sus personajes, estableciendo un diálogo dramático en ocasiones, surrealista en otros, que cierra uno de los legados más brillantes de la historieta mundial.

De hecho, el cómic ha contraído una deuda perenne con Moebius, que descubrió a este medio de comunicación senderos originales que han permitido a muchos profesionales la exploración de nuevas vías de expresión.

Antoni Guiral es periodista y divulgador de cómics


El Pais

Un cómic con más preguntas que respuestas

El dibujante argentino Tute publica su primera novela gráfica apadrinado por Quino

L. C. LIÉBANA
Madrid 9 ABR 2019

El humorista gráfico argentino Juan Matías Loiseau, más conocido como Tute, en Madrid. JULIÁN ROJAS

"Tute es el mejor dibujante de humor gráfico argentino surgido en los últimos años". Para quienes pudieran necesitar referencias acerca del autor de Dios, el Hombre, el amor y dos o tres cosas más (Lumen), ya las aporta –sobradamente– Joaquín Salvador Lavado, alias Quino. Hace unos meses, el autor de Mafalda aceptó prologar la primera novela gráfica de Juan Matías Tute Loiseau (Buenos Aires, 1974), aunque el llamado a sucesión prefiere referirse a su obra como una "antinovela" en la que se han asesinado elementos como el relato. En ella, los personajes aparecen y se pasan el relevo unos a otros a conveniencia del dibujante, entran y salen guiados únicamente por su pertinencia en la situación humorística. No hay un títere que descuelle sobre los otros: no hay Mafaldas ni Felipes ni Miguelitos, u otros amigos demócratas y antifascistas; únicamente un desfile de peleles sin nombre propio. Ya en el título se advierte: simbolizan al ser humano universal.

"La originalidad de sus ideas, el lenguaje de sus personajes que va, con natural fluidez, de lo culto a lo popular según haga falta –prosigue Quino, en las primeras páginas–, su refinado sentido del humor, los atrapantes silencios que sabe crear entre cuadro y cuadro, hacen que, a mi entender, merezca el título de Maestro ya, a su temprana edad". El dibujante argentino, hijo de republicanos españoles, no teme en deshacerse en halagos con su compatriota, aunque este último devuelve la pelota con habilidad: "Quino fue siempre mi gran Maestro con mayúscula. Incluso fue el maestro de mi viejo (Caloi quien, junto con Quino y Roberto Fontanarrosa, completa el trío de los humoristas gráficos más reconocidos de Argentina). Yo aprendí a leer con Mafalda". En aquel tiempo "estaba en la primaria" y ya había pasado de llamarse Juan Matías a Matías, de Matías a Matute y de Matute a Tute. Pero tuvieron que transcurrir años para que ambos viñetistas estrecharan lazos.

Ocurrió cuando tenía 17 o 18 años. Acababa de comenzar a dibujar, y aun así agarró sus trabajos más primerizos, los colocó bajo su brazo y se plantó en una feria de libros. Allí buscó a Sendra, a Maicas, a Tabaré, a Crist y a Quino. "Me acuerdo que se los mostré, que los miró, los pasó a uno… ni siquiera sonreía. Quino es un tipo que no regala nada, no va a decir nada que no piense", asegura. Cuando le devolvió los dibujos, le miró y le dijo: "Tenés que meter más el dedo en la llaga", y nada más. "Pasé días dándole vueltas: para meter el dedo primero tenía que encontrar esa llaga. Y creo que ese es el asunto, la herida desde la que uno habla o dibuja lo que le interesa y le duele". En su caso, la erosión proviene de incógnitas típicamente humanas. "Son preguntas que me interpelan, que me inquietan, que tienen que ver con una cuestión existencial". Dios, el Hombre, el amor y dos o tres cosas más es un intento por "descorrer esos velos" y responder a preguntas como qué somos, por qué somos como somos o por qué actuamos de determinadas maneras. A estas, Tute da "respuestas provisorias", a veces pinceladas con ironía; otras, con poesía, pero siempre con "el humor como el análisis ideal de la conducta humana".


Viñeta de 'Dios, el Hombre, el amor'.

El segundo encuentro tuvo lugar "con mi estilo ya pulido". Tute se encontraba haciendo la compra semanal en el supermercado del barrio, cuando el tono de su teléfono móvil interrumpió la compra. Descolgó y se quedó "helado". "Casi me muero. Era Quino, que me llamaba para hacerme un comentario sobre mi página del domingo en la revista de La Nación". Le felicitó. "Me dijo que le había gustado mucho mientras me hacía correcciones muy puntuales, con ese ojo tan detallista". Aquello comenzó a convertirse en rutina. Quino le llamaba a todas horas para hacerle algún comentario sobre sus viñetas. "Entonces me invitó a cenar a su casa y nos conocimos. Bueno, yo lo conocía porque era del ambiente, porque mi viejo lo conocía y demás, aunque nunca fueron amigos. No era un tipo que venía a mi casa a comer y nunca me regaló nada". Aun así, el prólogo "extralimita con exceso cualquier sueño volado que yo pudiera haber tenido cuando empecé". Ahora, confiesa "somos amigos, nos queremos y nos vemos cada tanto. Me siento honrado por él".

UN HUESO DURO DE ROER
Quino ya había negado al hijo pródigo con anterioridad a la llamada telefónica. Sucedió que en el año 1995, Tute y otros humoristas gráficos trabajaban en un compendio de viñetas llamado Nuevos humoristas argentinos. La editorial pidió un prólogo pujante y a Tute se le ocurrió telefonear a Quino. Se negó. "Entonces yo le dije que, en realidad, no era un prólogo sino tres líneas y él me contestó: 'menos". Años después, fue el propio autor de Mafalda quien contactó con él. "Comencé a advertir que Quino sentía cierta admiración por mí y esto me alentó a pedirle un prólogo para mi novela".


El Pais