lunes, 17 de diciembre de 2018

Los gemelos de la posguerra

Zipi y Zape (1948) protagonizan una historieta de humor escrita y dibujada por el español José Escobar. Es la más conocida entre las suyas y una de las más populares del género en España



GERARDO MACÍAS
05 Diciembre, 2018


'Super Humor nº 14: Lo mejor de Zipi y Zape'. Guion y dibujos: José Escobar. Ediciones B, 2016.

En este tomo se da un repaso a la historia de Zipi y Zape desde su primera aparición, incluyendo páginas publicadas en la posguerra, desde los años cuarenta hasta los sesenta del pasado siglo, que son parte de la mejor producción de Escobar. El libro también contiene las historias largas La vuelta al mundo y Guerra al hampa, y una selección de las mejores portadas de la serie. Los hermanos Zapatilla, Zipi y Zape, son los niños más populares de la Historia del tebeo español. Creados por José Escobar en 1948 para la revista Pulgarcito, son de los personajes más famosos de la Escuela Bruguera y un icono para varias generaciones.

Pronto empezaron a publicarse también en otras revistas de la casa: Súper Pulgarcito (1949), Ven y Ven (1959), Gran Pulgarcito (1969) y Mortadelo (1970). José Escobar produjo entonces algunas historietas de 44 páginas, al estilo del clásico álbum francobelga.

Zipi y Zape son una vuelta de tuerca a los niños diablillos, que no son malos sino inaguantables para sus padres, al estilo de Max und Moritz (1865), de Wilhelm Busch; o The Katzenjammer Kids (1897), de Rudolph Dirks; pero a la española.

Zipi y Zape son dos niños de buen corazón, pero su espíritu inquieto les acaba jugando malas pasadas. En su afán por ayudar sin transgredir el orden establecido, es su irrefrenable entusiasmo el que termina generando un verdadero vendaval a su paso.

Los gemelos revolucionan la vida de su hogar madrileño, interrumpiendo constantemente la plácida siesta de su padre bajo la atenta mirada de Doña Jaimita Lobregat, su madre. El padre, Don Pantuflo Zapatilla, indudablemente lee el ABC y es monárquico, a juzgar por sus patillas al estilo del rey Alfonso XII. En las primeras historias, Don Pantuflo tenía el nombre de Don Raguncio Feldespato. Es catedrático de Numismática, Filatelia y Colombofilia y fuma en pipa como el autor.

Los castigos paternos fueron siempre el cuarto de los ratones y el aceite de ricino, ambos con reminiscencias de tortura a prisioneros de guerra, pero en los primeros tiempos de la serie se hacía como crítica, y posteriormente se fue suavizando, a modo de gracieta.

Zipi y Zape, nunca pasaron del pantalón corto al vaquero, no tienen videojuegos, y, a pesar de todo, son tan revoltosos como se pretende que no sean los niños de ahora. En 1971, Zipi y Zape consiguieron sus propias revistas: la homónima Zipi y Zape, semanal, y el mensual Súper Zipi y Zape. También ese año, sus aventuras empezaron a ser recopiladas en álbumes de la Colección Olé o los tomos de Súper Humor, Magos del humor, etcétera.En 1976, su revista semanal alcanza una tirada de 124.500 ejemplares por cada número. Dos años después, Bruguera lanzó otra revista más: Zipi y Zape Especial.

Apartado de Bruguera, Escobar recicló en el año 1986 a los hermanos, abandonando el proyecto cuando se le reconocieron sus derechos sobre Zipi y Zape. Terre y Moto estrenaron Levi's. Su madre es una maruja gorda y adicta a los culebrones. El padre es árbitro de fútbol.

Terre y Moto, al igual que sus antecesores, son muy aficionados al fútbol. Escobar no abandona en la nueva historieta los valores éticos, de modo que es innegable que este dibujante dedicó sus esfuerzos a fomentar la familia tradicional mucho antes de que a la ONU se le ocurriese dedicarle un Año Internacional. Al adquirir Ediciones B el fondo editorial de Bruguera en 1987, Escobar regresó a sus personajes clásicos. Continuó trabajando en la serie hasta su muerte en el año 1994.

En el año 2000, los herederos de Escobar dieron el visto bueno para que Juan Carlos Ramis y Joaquín Cera continuasen la saga. Crearon ocho historietas largas entre 2001 y 2002. En 1981, Enrique Guevara se encargó de producir, escribir y dirigir Las aventuras de Zipi y Zape, con los gemelos interpretados por Francisco Javier y Luis María Valtuille. BRB Internacional produjo una serie de animación sobre Zipi y Zape entre 2003 y 2005, año en que se lanzó directamente a DVD la película de animación Las monstruosas aventuras de Zipi y Zape, que concluye la historia de la serie de televisión.

En 2013 se estrenó un largo de imagen real titulado Zipi y Zape y el club de la canica, dirigido por Oskar Santos. En 2016 salió la secuela: Zipi y Zape en la isla del capitán.


Malaga Hoy


domingo, 9 de diciembre de 2018

Tintín viajó a la luna 20 años antes que el Apollo 11

Guillermo Altares






Ilustración de Georges Remi, Hergé, para el álbum Aterrizaje en la Luna, de 1952.

9 DIC 2018

Tintín protagonizó en la ficción la primera llegada a la Luna a bordo del cohete X-FLR6. Fue en las páginas de Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna, casi 20 años antes de la hazaña del Apollo 11 en 1969. Una exposición rescata aquella premonición de Georges Remi, más conocido como Hergé

En el siglo XX produjo una serie de iconos gráficos universalmente reconocibles: la botella de Coca-Cola, el paquete de cigarrillos Lucky Strike, la boca con la lengua fuera de los Rolling Stones, el lema de I Love New York con el corazón rojo y las letras negras, el huevo frito de Miró para la campaña turística española y… el cohete rojo y blanco, el X-FLR6, con el que Tintín viajó hasta la Luna, casi dos décadas antes de que la realidad, con el Apollo 11, alcanzase al héroe de los pantalones de golf creado por Hergé. Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna se publicaron por entregas entre el 30 de marzo de 1950 y el 30 de diciembre de 1953 y rápidamente se convirtieron en algo más que tebeos.

Desde el 17 de diciembre, con motivo del 50º aniversario de la llegada del hombre al satélite terrestre, el 21 de julio de 1969, CosmoCaixa dedica en Barcelona una exposición a la hazaña del personaje de Hergé titulada Tintín y la Luna. 50 años de la primera misión tripulada. “La fuerza del álbum consiste en que no se trata de un relato de ciencia-ficción”, explica Dominique Maricq, uno de los grandes tintinólogos, autor de libros como Hergé por él mismo e investigador desde hace 25 años de Studios Hergé, la fundación que se ocupa de conservar y difundir la obra del autor belga. “Su opción fue desde el principio dibujar una aventura seria, de divulgación científica, eso sí, con el humor típico de sus álbumes y con una intriga de espionaje”, prosigue el experto.

El éxito de los dos tebeos, el decimosexto y el decimoséptimo de la serie, de 62 páginas cada uno, se basa precisamente en eso: dentro de la fantasía, Hergé (1907-1983) trató de ser realista y convincente. No aparecen marcianos, ni rayos láser, ni civilizaciones ocultas en la cara oscura de la Luna, ni otros elementos que proliferaban en la ciencia-ficción aquellos años de descubrimientos y de incipiente carrera espacial, sino que utilizó todos los datos que tenía a mano para tratar de construir una historia verosímil —de hecho, acertó en cosas entonces ignoradas, como la existencia de hielo en el satélite—. Aunque no es el tebeo de Tintín más influido por la Guerra Fría —es justamente el siguiente, El asunto Tornasol, otra de las obras maestras de Hergé—, sí que está muy marcado por el momento en el que fue concebido, en plena pugna de bloques: el intento de alcanzar el espacio se concibe como una hazaña política tanto como un logro científico, y sobre el relato flotan el espionaje, la seguridad y el secretismo.

“Buscó fuentes muy buenas, se documentó sobre experimentos científicos, sobre todo en Estados Unidos”, señala Maricq. “Hergé siempre fue muy sensible a la actualidad, era algo que le interesaba mucho. En 1949 se había lanzado un cohete desde una base estadounidense y al final de la Segunda Guerra Mundial se arrojaron los cohetes V2 nazis. También conoció a ingenieros y hasta a un responsable de investigación atómica en Bélgica, que le dio pistas, a medio camino entre la utopía y la ciencia. Se documentó sobre aspectos muy técnicos sobre el átomo, las máquinas, la energía nuclear. Supo rodearse muy bien para hacer algo creíble”.

Es uno de los álbumes donde la obsesión por los detalles de Hergé es más evidente; por ejemplo, en los dibujos de la superficie lunar o del espacio. Introduce el asteroide Adonis, que no fue descubierto hasta 1936, y el cohete es propulsado por energía atómica, que era entonces un campo en pleno desarrollo. Este realismo, eso sí, se produce paradójicamente dentro de la suspensión de la realidad que caracteriza la serie, no solo porque transcurra en un país inventado, Syldavia, sino porque acaban viajando a la Luna los astronautas más inverosímiles que se puedan concebir. Aparte del ingeniero Frank Wolff y de un polizón, los viajeros espaciales son Tintín, su perro Milú, el capitán Haddock, el profesor Tornasol y los desastrosos detectives Hernández y ­Fernández, que se cuelan por error en la nave, pero para los que también tienen a mano los famosos trajes espaciales naranja que les permiten pasear (con sus bastones) por la Luna. Pero el genio de Hergé reposa precisamente en esa combinación imposible, que sin embargo funciona perfectamente, entre el realismo —­era un obseso de la documentación, consultaba todo tipo de publicaciones para sus esbozos, y un dibujante de una extraordinaria precisión— y la fantasía.

Curiosamente, los diseños, sobre todo el del cohete, han envejecido muy poco durante este periodo, pero una parte del humor aparece hoy como totalmente incorrecto, porque se basa en las tremendas borracheras que se agarra el capitán Haddock, mientras suelta sus maravillosos improperios —“cataplasma, ectoplasma, iconoclasta, astronauta de agua dulce”—, que ponen en peligro su propia vida y la de los demás. La obsesión del capitán es llevarse whisky a la misión lunar, pese a que se lo habían prohibido explícitamente, algo que consigue escondiendo el alcohol dentro de un libro. De hecho, cuando en 1962 se adaptó en dibujos animados, los autores instauraron la ley seca para Haddock y reemplazaron el whisky por café, y el motivo de su salida al espacio ya no fue una borrachera, sino su habitual torpeza. Sin embargo, el tebeo provocó un pequeño escándalo por otros motivos: la Iglesia católica belga protestó por un detalle —el suicidio del ingeniero Wolff para salvar a sus compañeros ante la falta de oxígeno en el regreso—. En la versión que finalmente se publicó en forma de álbum, Hergé accedió a cambiar el tono y la letra de la carta de suicidio para que no pareciese que se quitaba la vida, sino que se sacrificaba por todos lanzándose a una misión con pocas esperanzas de sobrevivir.


El célebre cohete X-FLR6, concebido por su ayudante Bob de Moor. HERGÉ-MOULINSART 2018

“Gráficamente representa una depuración de todo lo que significa Tintín”, explica el autor de cómics Paco Roca, que acaba de publicar El tesoro del cisne negro (Astiberri), un tebeo de corte tintinesco y que, como Hergé, ha cultivado la línea clara como estilo. “Todos sus tebeos, pero en especial los de la Luna, resumen lo que significaba el cómic en ese momento: transportarnos a lugares a los que la humanidad no había llegado, y que solo se podían alcanzar a través de los dibujos y del cine. Además, Hergé se tomaba el cómic muy en serio, aunque en principio se dirigía a todos los públicos, en particular a los niños, no dejaba nada al azar”, prosigue Roca. Este tebeo, sin embargo, se encuentra entre los más oscuros de la serie, sobre todo la segunda parte, y tal vez precisamente por eso sea uno de los que más permanecen en la memoria de los adultos.

El año 1950 es muy importante para el dibujante belga porque es cuando funda su estudio ante la enorme repercusión que alcanza su obra, y se convierte así en una industria del entretenimiento. Cuando la editorial Casterman empezó a publicar hace tres años la Integral Hergé, que pretende recopilar en 12 tomos toda su producción, desde los tintines hasta dibujos desperdigados en todo tipo de revistas, no arrancó cronológicamente, sino con el tomo que cubre el periodo 1950-1958, que concentra muchas de sus obras maestras. No es una casualidad tampoco que el dibujo de Hergé que ha alcanzado un precio más elevado en una subasta sea una plancha original de Objetivo: la Luna en tinta china por la que se pagaron 1,55 millones de euros.

Como en muchos de los tebeos de Hergé, su viaje a la Luna fue un trabajo de equipo. En este caso, colaboró con Bernard Heuvelmans y Jacques Van Melkebeke en la historia que fue perfilando y profundizando según se iba publicando en la revista Tintín. Los álbumes que aparecieron posteriormente, en 1954, también presentan cambios con respecto a la historia difundida por entregas. Cuando comenzó la serie, muchos detalles técnicos se le escapaban y el equipo fue solucionándolos sobre la marcha, pero tuvo la suerte de que justo en 1950 apareciese un ensayo científico de Alexandre Ananoff titulado Astronáutica. De hecho, le rindió un homenaje explícito, ya que el libro aparece en una de las portadas de la revista, sobre la mesa del estudio del profesor Tornasol. Pero, por encima de todos los demás, un dibujante tuvo un papel especialmente importante: se trata de Bob de Moor, que, entre otras cosas, fue quien concibió el icónico cohete y se ocupó de la superficie lunar. “El genio de gran narrador de Hergé se refleja en que algunos objetos acaban por ser tan importantes como los propios personajes. Es sin duda el caso del cohete o del ídolo Arumbaya de La oreja rota”, explica Maricq. Hoy se recuerdan las palabras que pronunció Neil Armstrong al pisar el satélite —“un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”— por encima de las de Tintín –“ya está, he dado unos pasos, por primera vez en la historia de la humanidad, hemos caminado sobre la Luna”—, pero sin duda el rojo y blanco del X-FLR6 ha ganado la batalla al Apollo 11 en la imaginación planetaria. 

En el siglo XX produjo una serie de iconos gráficos universalmente reconocibles: la botella de Coca-Cola, el paquete de cigarrillos Lucky Strike, la boca con la lengua fuera de los Rolling Stones, el lema de I Love New York con el corazón rojo y las letras negras, el huevo frito de Miró para la campaña turística española y… el cohete rojo y blanco, el X-FLR6, con el que Tintín viajó hasta la Luna, casi dos décadas antes de que la realidad, con el Apollo 11, alcanzase al héroe de los pantalones de golf creado por Hergé. Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna se publicaron por entregas entre el 30 de marzo de 1950 y el 30 de diciembre de 1953 y rápidamente se convirtieron en algo más que tebeos.

Desde el 17 de diciembre, con motivo del 50º aniversario de la llegada del hombre al satélite terrestre, el 21 de julio de 1969, CosmoCaixa dedica en Barcelona una exposición a la hazaña del personaje de Hergé titulada Tintín y la Luna. 50 años de la primera misión tripulada. “La fuerza del álbum consiste en que no se trata de un relato de ciencia-ficción”, explica Dominique Maricq, uno de los grandes tintinólogos, autor de libros como Hergé por él mismo e investigador desde hace 25 años de Studios Hergé, la fundación que se ocupa de conservar y difundir la obra del autor belga. “Su opción fue desde el principio dibujar una aventura seria, de divulgación científica, eso sí, con el humor típico de sus álbumes y con una intriga de espionaje”, prosigue el experto.

El éxito de los dos tebeos, el decimosexto y el decimoséptimo de la serie, de 62 páginas cada uno, se basa precisamente en eso: dentro de la fantasía, Hergé (1907-1983) trató de ser realista y convincente. No aparecen marcianos, ni rayos láser, ni civilizaciones ocultas en la cara oscura de la Luna, ni otros elementos que proliferaban en la ciencia-ficción aquellos años de descubrimientos y de incipiente carrera espacial, sino que utilizó todos los datos que tenía a mano para tratar de construir una historia verosímil —de hecho, acertó en cosas entonces ignoradas, como la existencia de hielo en el satélite—. Aunque no es el tebeo de Tintín más influido por la Guerra Fría —es justamente el siguiente, El asunto Tornasol, otra de las obras maestras de Hergé—, sí que está muy marcado por el momento en el que fue concebido, en plena pugna de bloques: el intento de alcanzar el espacio se concibe como una hazaña política tanto como un logro científico, y sobre el relato flotan el espionaje, la seguridad y el secretismo.

“Buscó fuentes muy buenas, se documentó sobre experimentos científicos, sobre todo en Estados Unidos”, señala Maricq. “Hergé siempre fue muy sensible a la actualidad, era algo que le interesaba mucho. En 1949 se había lanzado un cohete desde una base estadounidense y al final de la Segunda Guerra Mundial se arrojaron los cohetes V2 nazis. También conoció a ingenieros y hasta a un responsable de investigación atómica en Bélgica, que le dio pistas, a medio camino entre la utopía y la ciencia. Se documentó sobre aspectos muy técnicos sobre el átomo, las máquinas, la energía nuclear. Supo rodearse muy bien para hacer algo creíble”.

Es uno de los álbumes donde la obsesión por los detalles de Hergé es más evidente; por ejemplo, en los dibujos de la superficie lunar o del espacio. Introduce el asteroide Adonis, que no fue descubierto hasta 1936, y el cohete es propulsado por energía atómica, que era entonces un campo en pleno desarrollo. Este realismo, eso sí, se produce paradójicamente dentro de la suspensión de la realidad que caracteriza la serie, no solo porque transcurra en un país inventado, Syldavia, sino porque acaban viajando a la Luna los astronautas más inverosímiles que se puedan concebir. Aparte del ingeniero Frank Wolff y de un polizón, los viajeros espaciales son Tintín, su perro Milú, el capitán Haddock, el profesor Tornasol y los desastrosos detectives Hernández y ­Fernández, que se cuelan por error en la nave, pero para los que también tienen a mano los famosos trajes espaciales naranja que les permiten pasear (con sus bastones) por la Luna. Pero el genio de Hergé reposa precisamente en esa combinación imposible, que sin embargo funciona perfectamente, entre el realismo —­era un obseso de la documentación, consultaba todo tipo de publicaciones para sus esbozos, y un dibujante de una extraordinaria precisión— y la fantasía.


Viñeta de Aterrizaje en la Luna, obra clave de Hergé. HERGÉ-MOULINSART 2018

Curiosamente, los diseños, sobre todo el del cohete, han envejecido muy poco durante este periodo, pero una parte del humor aparece hoy como totalmente incorrecto, porque se basa en las tremendas borracheras que se agarra el capitán Haddock, mientras suelta sus maravillosos improperios —“cataplasma, ectoplasma, iconoclasta, astronauta de agua dulce”—, que ponen en peligro su propia vida y la de los demás. La obsesión del capitán es llevarse whisky a la misión lunar, pese a que se lo habían prohibido explícitamente, algo que consigue escondiendo el alcohol dentro de un libro. De hecho, cuando en 1962 se adaptó en dibujos animados, los autores instauraron la ley seca para Haddock y reemplazaron el whisky por café, y el motivo de su salida al espacio ya no fue una borrachera, sino su habitual torpeza. Sin embargo, el tebeo provocó un pequeño escándalo por otros motivos: la Iglesia católica belga protestó por un detalle —el suicidio del ingeniero Wolff para salvar a sus compañeros ante la falta de oxígeno en el regreso—. En la versión que finalmente se publicó en forma de álbum, Hergé accedió a cambiar el tono y la letra de la carta de suicidio para que no pareciese que se quitaba la vida, sino que se sacrificaba por todos lanzándose a una misión con pocas esperanzas de sobrevivir.

Pruebas en blanco y negro y en color de distintas páginas del álbum Aterrizaje en la Luna. Todas ellas forman parte de la exposición Tintín y la Luna. 50 años de la primera misión tripulada, que acogerá CosmoCaixa Barcelona. © HERGÉ-MOULINSART 2018


El Pais Semanal

En busca del barco perdido

Paco Roca regresa, junto al guionista Guillermo Corral, para sumergirnos en el fondo del mar y de la política en una trama que recuerda al caso 'Odissey'



JOSÉ LUIS VIDAL
05 Diciembre, 2018

Fue en una Hispacon que se celebró en Cádiz hace ya muchos años cuando una "delegación" de dibujantes valencianos visitó la ciudad. Entre ellos estaban Jesús Yugo, Rafa Fonteriz y un joven de pelo desaliñado al que reconocí porque lo había visto (casualidades catódicas de por aquel entonces) en un programa valenciano. Su labor era la de elaborar una caricatura mientras el supuestamente gracioso presentador, entrevistaba al invitado (en este caso la cantante Massiel).

Aquel dibujante era, nada más y nada menos, que Paco Roca, con el que a lo largo de los años, en diferentes eventos comiqueros, he compartido mesa y mantel. Si ya le tenía una gran simpatía como persona, ésta creció hasta el infinito cuando tuve en mis manos y disfruté con la lectura de su Arrugas, obra que lo catapultó a la instantánea fama que lo ha llevado a trascender el mundillo de los tebeos en nuestro país, convirtiéndose en algo más. Ha viajado a lo largo y ancho del planeta impartiendo diversas charlas, es poseedor de un merecido Goya y de infinidad de merecidos galardones y sus cómics se reeditan una y otra vez.

Pero una de las cosas que más me gustan de Paco como autor es su constante interés, esa curiosidad que lo lleva a cambiar de tema en cada nueva obra. Y con esta última que llega a las librerías se desprende de la "capa" de la novela gráfica y aborda una historieta junto a un recién llegado a esto de las viñetas como es el guionista Guillermo Corral, que debuta con un sobresaliente.

Pero vayamos al argumento: la empresa de exploraciones submarinas norteamericana Ithaca hace público el descubrimiento de un barco hundido, una auténtica leyenda que se ha hecho realidad y en la que, por lo visto, se ha encontrado un auténtico tesoro.

Esta empresa tiene fama de expoliar los yacimientos, quedándose tan solo con las monedas. Son unas modernas aves de rapiña, comandadas por el expeditivo Frank Stern, un tipo al que es mejor no enfrentarse, ya que utilizará todos los recursos posibles (algunos ilegales) para conseguir su propósito.

Es entonces cuando entra en escena Alex Ventura, un joven que comienza a trabajar en el Ministerio de Cultura español. Y si al principio su superior y compañeros no lo toman muy en serio, poco a poco va a ir demostrando que es un tipo que se toma muy en serio su trabajo. Sobre todo desde el momento en el que el Gobierno de nuestro país interponga una demanda internacional para reclamar los restos encontrados del misterioso barco que, con el tiempo, una buena investigación y, por qué no decirlo, la suerte, resultará ser un navío español hundido en circunstancias muy trágicas…

Pero Alex no será el único personaje al frente de la delegación española, sino que, gracias a la colaboración de Elsa, que vive entre archivos en las entrañas del ministerio, lograrán que un gran abogado, Jonas Gold (que tiene cuentas que arreglar con Stern) se una a la "expedición" española y se lancen de cabeza a una "aventura" jurídica y política que va a cambiar la vida de todos.

Obviamente, los hechos narrados en este cómic os van a recordar al suceso acaecido hace algunos años con el Odissey, pero lo que aquí se narra, con mucho pulso y acierto, es un relato de ficción apasionante que nos va a introducir como nunca otro lo ha hecho, en el mundo de la política, los acuerdos, incluso tejemanejes, que los involucrados en la trama van a tener que hacer para poder conseguir que el misterioso cargamento sea trasladado a España.

Historia con personajes carismáticos, comenzando por Alex, que disfruta de su trabajo, dejando en un segundo plano su propia vida. Cosa que cambiará desde el momento en el que conoce a Elsa, por la que comenzará a sentir algo más que simpatía pero que la muchacha deberá frenar, debido a una historia personal. El ministro, personaje carismático también, que se dejará el pellejo para que el grupo de técnicos españoles consigan su meta, cosa que no va a resultar nada fácil ante un enemigo con la habilidad y experiencia de Frank Stern. Y, por supuesto Jonas Gold, el eslabón jurídico sin el cual hubiera sido totalmente imposible enfrentarse a Ithaca en una corte norteamericana.

Guillermo Corral, que ha vivido en el mundo de la diplomacia, junto a Paco Roca, nos llevan de la mano a lo largo de una ágil trama que atrapa al lector desde el primer momento y en la que el autor valenciano nos muestra, una vez más, lo gran narrador que es, incluso cambiando de técnica por el camino, cuando el relato lo exige.

¿Qué se escondía en las bodegas del misterioso barco hundido? Chanchullos políticos, mentiras, dolorosos recuerdos del pasado, diplomacia, política, algún momento de peligro físico y un final demoledor. Todo esto y mucho más encontrarás en esta joya del cómic que, de la mano de Astiberri, cierra un año en los que vuelve a constatarse la buena salud del tebeo español.

¡No te lo pienses dos veces y embárcate a bordo de El tesoro del Cisne Negro!


Malaga Hoy



Exposición "La Constitución en viñetas" del 40 aniversario de la Constitución



EXPOSICIÓN “LA CONSTITUCIÓN EN VIÑETAS” EN EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


La exposición La Constitución en viñetas, organizada por la Asociación de Periodistas Europeos, la Fundación Diario Madrid y el Instituto Quevedo de las Artes del Humor (IQH) de la FGUA en el Congreso de los Diputados.

Dicha muestra, que cuenta también con el patrocinio de RENFE, se exhibirá en el Palacio del Congreso de los Diputados con motivo de las jornadas de puertas abiertas de 2018, antes de viajar a las sedes de distintos parlamentos autonómicos.

La Constitución en Viñetas muestra un recorrido sobre cómo han visto los humoristas gráficos la Constitución Española desde su redacción en 1978 hasta su 40 aniversario, y tiene como propósito acercar al ciudadano la Carta Magna desde el humor y la sátira.

La exposición se compone de 40 viñetas realizas por algunos de los más grandes de este género, véase: Toni Batllori, Cabañas, Caín, Chumy Chúmez, Dodot, El Perich, El Roto, Fer, Fontdevila, Forges, Gallego y Rey, Gin, Guillermo, Idigoras y Pachi, Kap, Kim, Krahn, Madrigal, Máximo, José Luis Martín, Miki y Duarte, Mingote, Martinmorales, Mauro Entrialgo, Mena, Nieto, Oroz, Peridis, Pinto y Chinto, Puebla, Raquel Gu, Ramón, Ricardo, Romeu, Sansón, Sir Cámara, Siro, Ulises, Vergara, y Zulet.






KIM (EL JUEVES) - 1978









KIM (EL JUEVES)

SIRO (EL IDEAL GALLEGO) - 1978





SIRO (EL IDEAL GALLEGO)

PERIDIS (EL PAÍS) - 1981





PERIDIS (EL PAÍS)

EL PERICH - 1986






EL PERICH

MÁXIMO (EL PAÍS)- 1993



MÁXIMO (EL PAÍS)

MINGOTE (ABC) - 1993


MINGOTE (ABC)

CHUMY CHÚMEZ (DIARIO 16) - 1999

CHUMMY CHÚMEZ (DIARIO 16)

FORGES (EL PAÍS) - 2002


FORGES (EL PAÍS)

KRAHN (LA VANGUARDIA) - 2002


KRAHN (LA VANGUARDIA)- 2002

MARTÍN MORALES (2002)



MARTÍN MORALES (2002)

MENA (2002)







MENA

JM NIETO (ABC) - 2006


JM NIETO (ABC)

MANEL FONTDEVILA (PÚBLICO)- 2008


MANEL FONTDEVILA


PINTO & CHINTO (LA VOZ DE GALICIA) - 2008








PINTO & CHINTO (LA VOZ DE GALICIA)

RAMÓN (EL DÍA DE CANARIAS) - 2011
RAMÓN


IDÍGORAS Y PACHI (EL MUNDO) - 2011



IDÍGORAS Y PACHI

KAP (LA VANGUARDIA) - 2014



KAP

EL ROTO - 2014





EL ROTO - 2014

VERGARA - 2018



VERGARA

ZULET - 2018



ZULET

 GALLEGO Y REY 2018



















































domingo, 2 de diciembre de 2018

Variaciones infinitas

En 'Batman: Yo soy Gotham' descubrimos la llegada de un misterioso dúo de personajes con poderes análogos a los de Superman que, claro está, no resultan ser lo que parecen


JAVIER FERNÁNDEZ
28 Noviembre, 2018



'Batman: Yo soy Gotham' VV.AA. ECC. 192 páginas. 19,5 euros.

Renacimiento fue el título del evento de DC Comics destinado a devolver al universo de Superman, Batman y Wonder Woman el legado perdido después de Flashpoint. Bajo este paraguas se reiniciaron (por enésima vez) las series de la compañía, y una de las principales incógnitas era conocer el nombre del equipo creativo que sería cargo de Batman, que, recuerden, venía de dos sonados tour de forcé consecutivos: la larguísima y muy original reinterpretación del Hombre Murciélago firmada por Grant Morrison, y el adictivo trabajo de Scott Snyder y Greg Capullo. El especial Batman: Rebirth apareció en junio de 2016 y contó con guion del propio Snyder y Tom King y con dibujos de Mikel Janin y, acto seguido, vio la luz el primer número de la nueva cabecera Batman, escrito por King y dibujado por David Finch, dos nombres que son garantía de éxito. El primero tiene en su currículum una ristra de tebeos de primer nivel: El sheriff de Babilonia, Omega Men, Míster Milagro, La Visión, y el segundo, muy conocido por su trabajo con Los Vengadores o La Patrulla-X, ya había dibujado a Batman con acierto, por ejemplo en el grueso número 700.

Batman: Yo soy Gotham reúne el citado especial y los primeros seis números de la serie de King y Finch (al que sustituye Iván Reis en el sexto capítulo), y además de conocer el nuevo statuo quo del personaje, sabemos aquí de la llegada de un misterioso dúo de personajes, Gotham y Gotham Girl, con poderes análogos a los de Superman que, claro está, no resultan ser lo que parecen. El nutrido apartado de extras se compone principalmente de portadas alternativas (de artistas como Jim Lee, Neal Adams, Lee Bermejo, Tony S. Daniel o Tim Sale, por nombrar los más vinculados a la franquicia), algunos diseños de personajes (incluyendo el del nuevo traje de Batman, obra de Greg Capullo) y algunos lápices de Finch.



Y ya que les hablo de Batman, y de las mil variaciones posibles sobre el personaje, aprovecho para recomendarles la reimpresión del tercer volumen de Batman: Black and White, la serie de tomos de historietas cortas en blanco y negro realizadas por una amplísima nómina de autores. En total, son cuatro tomos imprescindibles, que compilan material tanto de la serie homónima como de Batman: Gotham Knights, como es el caso de este tercero. Van aquí páginas de los números 17 a 49 de la citada cabecera, esto es, un total de 33 episodios, y basta echar un vistazo al apartado creativo para quedarse con la boca abierta: en el lado de los guionistas, nombres como Brian Azzarello, Mike W. Barr, Ed Brubaker, Geoff Johns, Joe Kelly, Don McGregor, Ann Nocenti o John Ostrander, entre muchos otros; y en el lado de los dibujantes (o autores completos), Chris Bachalo, John Bolton, Darwyn Cooke, Alan Davis, Mike Kaluta, Dean Motter, Sean Phillips, Whilce Portacio, Ryan Sook, Jill Thompson o Mike Wieringo. El libro se abre con portada de Mike Mignola y se cierra con una galería de bocetos y fotografías de la colección de estatuas del Caballero Oscuro basadas en Batman: Black and White.

Malaga Hoy


Un Errol Flynn a la italiana

'El Escorpión' (2000), obra de Stephen Desberg y Enrico Marini, es la historia de un espadachín del siglo XVIII cuya muerte es ordenada por un poderoso cardenal de Roma


GERARDO MACÍAS
28 Noviembre, 2018

'El Escorpión: La marca del diablo'. Guion: Stephen Desberg. Dibujos: Enrico Marini. Norma Editorial, 2005.

Fue en el año 2000 cuando Enrico Marini y Stephen Desberg realizaron un acercamiento al subgénero de capa y espada, publicando en la editorial Dargaud la serie El Escorpión.

La serie se desarrolla en Roma, hermosamente retratada por Marini, dotándola de un carácter propio, a veces siniestra y amenazadora, otras alegre y colorista, pero siempre bella, y convertida en una protagonista más de la historia. Desberg retrata a la perfección el telón de fondo histórico, con las luchas de poder del Vaticano, los pactos entre familias poderosas, etc. La acción transcurre en el siglo XVIII, en una época en la que corren por toda Europa vientos de enciclopedia y revolución. El Escorpión es un espadachín, un aventurero que, ejerciendo de arqueólogo, se gana la vida buscando tumbas de santos y desenterrando reliquias, que vende a la nobleza y al alto clero. Es un mujeriego impenitente, de gustos refinados, que se mueve por tabernas y palacios con la misma desenvoltura y que lleva una agitada existencia al lado de su compañero de correrías, el fiel Húsar, hasta que se ve envuelto en una conspiración que pondrá patas arriba su forma de vida y pondrá en solfa los cimientos de la Iglesia Católica.

De dicha conspiración forma parte el cardenal Trebaldi, que pondrá precio a la cabeza del El Escorpión, con la excusa de que la marca que lleva en su omóplato con forma del animal que le ha hecho merecedor de su sobrenombre, es en realidad la marca del Diablo.

Según avanza la trama, se relata el pasado del protagonista, que nació del semen del Papa (aunque no se dice cuál es de los ocho papas que hubo en el siglo XVIII, está dibujado con las facciones de Pío VI). Su madre fue acusada de usar magia para seducir al Papa y eso convierte al Escorpión en perseguido por el cardenal Trebaldi, que ansía el papado.

Acompaña al protagonista su leal Húsar, contrapunto humorístico, al que el guionista dota de personalidad propia, con detalles como su obsesión con tener una granja e incluso llegando a gozar de los placeres de la carne, aunque sea con mozas que rechaza su jefe.

El verdadero nombre del protagonista es Armando Catalano, en homenaje al nombre real actor italoamericano que usaba el nombre artístico de Guy Williams, estrella de la teleserie El Zorro (1957).

El guionista y el dibujante toman elementos del subgénero de capa y espada, como la representación gráfica del héroe: sus altas botas de cuero, su ajustado pantalón de montar, su blusón y su chaleco, nos recuerda a espadachines de los libros de Dumas, Salgari o Sabatini y a los grandes que los interpretaron en el cine: Douglas Fairbanks, Errol Flynn, Tyrone Power, Stewart Granger.

Los personajes femeninos de la trama son los mejor construidos: hermosas mujeres, sensuales, bellas, de armas tomar, modernas, peligrosas, independientes, saliendo solas de cualquier situación y utilizando cualquier tipo de armamento, incluida la seducción, cuando lo necesitan.

Stephen Desberg nace en Bruselas en 1954. Publica por primera vez en 1976 en la revista Tintín y dos años después lo hace de forma habitual en la revista Spirou, trabajando en diferentes títulos de la casa hasta centrarse en Billy The Cat dibujada por Colman. En 1996, realiza su primera colaboración con Enrico Marini en La estrella del desierto, ambientada en el Oeste Americano, obra premiada en el Salón de Angulema.

Enrico Marini, aunque de nacionalidad italiana, nace en Suiza en 1969, debutando como profesional en 1990 en la editorial Alpen Publisher con Les Dossiers d'Oliver Várese, serie de la que dibujo cuatro álbumes hasta 1993. Allí inicia su colaboración con Thierry Smolderen, guionista de su siguiente trabajo, Gipsy. Es Rapaces, con guiones de Dufaux, una serie de temática vampírica, la que le consagra definitivamente como dibujante estrella.



El Escorpión forma parte de la Ruta del Cómic, un camino a lo largo de paredes y edificios de Bruselas, donde se exhiben murales de gran tamaño de los personajes más populares del cómic francobelga, como Tintín, los Pitufos, Astérix, Lucky Luke, Gaston, Gil Pupila, etc. El proyecto, que comenzó en 1991, fue iniciado por las autoridades locales en colaboración con el Centro Belga del Cómic para celebrar la larga historia de Bélgica con los cómics.


Malaga Hoy

Viaje a través de la viñeta

'Máculas', el nuevo cómic de Jordi Pastor y Danide se publica bajo el sello de Spaceman Project, que está revolucionando el panorama nacional



JOSÉ LUIS VIDAL
28 Noviembre, 2018



Máculas, el nuevo cómic de Jordi Pastor y Danide, viene a refutar la buena salud creativa del tebeo patrio. Y lo hace con una propuesta que pienso, hubiera sido prácticamente imposible de publicar hace unos años, cuando la Historieta en nuestro país aún se medía según unos parámetros que por fin han quedado enterrados y no hay miedo por parte de los autores y, sobre todo, los editores, a la hora de explorar nuevos terrenos.

La "pareja" de autores lo consigue, y cómo. Con una larga trayectoria a sus espaldas, Jordi Pastor tiene ya un largo curriculum que lo ha llevado a publicar, como autor completo, guionista o dibujante en la principales editoriales de nuestro país (Ponent mon, Edicions de Ponent, Norma, La Cúpula…).

Danide, que se encarga en esta ocasión de la parte gráfica, es un ilustrador que también ha realizado múltiples obras, que han sido editadas en nuestro país y en Francia (Fagocitosis, Potlatch) además de participar en diversas antologías (Rubor, Tales of the end of the world…) y forma un dúo artístico con su hermano Raúl, como los Deamo Bros. (Serie B).

Pero, ahora que los conocemos un poquito mejor, toca hablar de Máculas, una obra que han conseguido publicar bajo el sello Spaceman Project, una editorial que está revolucionando el panorama nacional con su planteamiento, en el cual tanto la producción de la obra en sí (impresión, traducción, etc) como el sueldo de los autores se financia a través de un crowdfunding, consiguiendo así la cifra necesitada para que el equipo creativo pueda percibir una remuneración a la altura de su esfuerzo. En esta obra en particular, nos sumergimos, y nunca mejor dicho, en el mundo de los cómics, de la viñeta. Conoceremos, por una parte, a un personaje de ficción, Dott Spot, un tipo que vive obsesionado por obtener poderes, y para ello se ha convertido en concursante de Hermano Ojo, un reality donde varios cazarrecompensas obtendrán nuevas habilidades a medida que vayan apresando a villanos.

Pero las cosas no le van a resultar fáciles al muchacho, ya que además de su carácter apocado, el resto de personas que lo rodean (incluidos sus compañeros de piso) no se lo toman nada en serio, además del peligro que suponen, competidores como el expeditivo Gun Man Joe…

En paralelo a esta historia nos trasladamos a la "realidad", en la que a Scott De Meester, el guionista y dibujante de la serie protagonizada por Dott Spot le dan la peor de las noticias, y es que debido a las bajas ventas de ésta, va a ser cancelada. Desesperado, emprenderá un viaje lleno de sobresaltos y misterios junto a la colorista (por la que bebe los vientos) Mina Shepperd, en busca del creador del personaje.

Al mismo tiempo, en las páginas del comic-book, otro personaje, el profesor Gedanken tratará de explicar a los lectores que no existe una sola realidad, sino que hay un multiverso con infinitas versiones del nuestro (en este caso el "mundo" reflejado en los tebeos).

Iremos avanzando en la trama, en la que los hechos se van desarrollando con gran rapidez. Por un lado, el joven Dott Spot descubrirá que es la clave de un misterio, en el que están involucrados un viajero de otro mundo, una versión mucho más heroica de él, y una entidad extraña, una gran mancha de colores, mácula, que lo va a embarcar en un alucinante viaje a través de la historia de los cómics, con diversos guiños por parte de los autores, que van a recrear con gran talento las páginas protagonizadas por personajes de sobras conocidos y a los que e lector puede tratar de identificar en un juego de ¿Quién es quién?.

El destino que le espera a Scott es bastante oscuro, ya que tras recurrir a la ayuda del creador del personaje, el desquiciado Spinelli, regresará a su ciudad para ir al lugar donde todo empezó, La General, donde conocerán a alguien que parece tener las claves de lo que está ocurriendo.

Los autores nos llevan por este increíble periplo narrativo utilizando la metaficción, recurso en el que se utiliza el propio medio (en este caso, el cómic) y se le enfrenta a la realidad, creando un juego de autorrefencias (las hay tanto por los temas, las situaciones, como cantidad de guiños gráficos. Sirva como ejemplo la figura de IBÑ, que a todos nos va a recordar a cierto personaje, un auténtico clásico de las viñetas españolas) y los protagonistas, en ciertos momentos, se sienten "observados", por la mirada del lector.

Y si el guión de Jordi Pastor es de lo más original que he leído en los últimos tiempos, qué decir de la labor gráfica de Danide, que se marca un auténtico tour de force creativo, con un trazo potente, que va adaptándose a las diferentes historias que se narran en paralelo, pasando del color al blanco y negro, y de paso homenajeando a diversos autores del medio.

Una auténtica maravilla. Una obra ésta que reflexiona, de manera extremadamente amena, sobre este medio que todos los lectores amamos, el Cómic.


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