jueves, 15 de noviembre de 2018

Relevo en la producción

JAVIER FERNÁNDEZ
14 Noviembre, 2018




'Los Pitufos. Integral 4'. Peyo y otros. Norma. 240 págs. 32 euros.

La reedición integral de Los pitufos alcanza su cuarto volumen, que recopila los álbumes El extraño despertar del pitufo perezoso, El pitufo financiero, El pitufador de joyas, Doctor pitufo y El pitufo salvaje, el primero de ellos publicado allá por 1991. Como explica Antoni Guiral en el completísimo prólogo que acompaña a las historietas (no me canso de alabar la capacidad de Guiral para informar a los lectores de todos los detalles que rodean a la edición de cada una de estas historietas), asistimos aquí al inevitable relevo en la producción de Los pitufos: Peyo, que ya había dado el paso a la esfera empresarial (como se explica en el anterior integral), firma sus últimas páginas y deja la serie en manos de otros colaboradores que mantendrán alto el nivel de calidad. Se trata del guionista Thierry Culliford (hijo de Peyo) y el dibujante Alain Maury.


Malaga Hoy

Un álbum revisado

JAVIER FERNÁNDEZ
14 Noviembre, 2018



'La sombra de un hombre'. Benoit Peeters, François Schuiten. Norma. 104 págs. 26 euros.

La sombra de un hombre es uno de los álbumes más importantes de Las ciudades oscuras, esa maravillosa serie escrita por Benoit Peeters y dibujada por François Schuiten que se cuenta entre las mejores historietas de todos los tiempos, con su desbordada imaginación y la elegancia infinita de sus imágenes. En esta ocasión, la reedición sirve para que los autores revisen el contenido y realicen una serie de modificaciones que se explican en detalle en el apartado final, de modo que, en palabras de Peeters, "el álbum que se publica hoy difiere de manera evidente del de 1999". Se modifican viñetas, desaparecen cinco páginas, que se incluyen en el epílogo y "el final, sobre todo, es completamente nuevo y del todo diferente".

Malaga Hoy

sábado, 10 de noviembre de 2018

El cómic de Lorca: vida, muerte y homosexualidad, sin tapujos

Ian Gibson y Quique Palomo llevan a viñetas la vida del poeta sin dejar de lado sus aspectos más ocultos ni su asesinato

Portada del cómic de Ian Gibson y Quique Palomo sobre Lorca.

JESÚS RUIZ MANTILLA
Madrid 8 NOV 2018
La pistola de una mano anónima apunta a su cabeza, cara a la muerte. El resplandor como tímido fondo de un cauto amanecer no borra la negrura de la noche. Olivos, pedruscos y la sombra del poeta rodean la fosa en los alrededores de Alfacar (Granada). Por la contraportada desfilan el resto de víctimas que acompañaron a Federico García Lorca en la hora final. A paso lento, le sigue Dióscoro Galindo, el maestro republicano y cojo de Pulianas. Al fondo, un guardia de asalto sujeta en lo alto del vehículo a uno de los banderilleros anarquistas —Francisco Galadí o Joaquín Arcollas— que cayeron también en aquella jornada de odio, sangre y hiel…


Es el dibujo elegido en la portada de Vida y muerte de Federico García Lorca (Ediciones B), el cómic que Ian Gibson y el dibujante Quique Palomo han creado conjuntamente. Muestra a Lorca sin tabúes ni tapujos. Su infancia en la Vega de Granada y su juventud en Madrid como inquilino de la Residencia de Estudiantes. Familia y amores clandestinos; triunfos globales —España y América— y los fracasos de sus intimidades. La proteína de su obra y el desperdicio que supuso su caída a manos de un escuadrón asesino. Una inmolación, con señales de escarmiento, a manos, dice Gibson, “de la que el poeta había llamado poco antes la peor burguesía de España: la granadina”.

No es fácil dibujar a un mito. Todo el mundo guarda en la memoria cualquier gesto, una fotografía, el sintagma de una sonrisa. “Existe una iconografía lorquiana”, comenta Palomo. “Dentro de esas circunstancias hay cosas que resultan fáciles y otras no tanto. La primera es que lo puedes caricaturizar. Existe en él una relación entre las cejas y la frente muy característica. Algo pasa con su barbilla, también”.

“Su obsesión por la injusticia social era  visible desde sus escritos iniciales, como su público y notorio antifascismo", asegura Gibson

Pero debe dar juego para 600 imágenes. “Con variaciones sobre esos elementos, se puede intentar”, asegura el dibujante. Y entre diversos escenarios que te conducen por una vida intensa. “Trazándole y estudiándole te das cuenta de que fue alguien que aprovechó su vida y sus circunstancias para ir a por todas”. Y eso que en ciertos aspectos no lo tuvo fácil. “Ser homosexual en las primeras décadas del siglo XX conllevaba demasiadas restricciones. Pero, por otra parte, eso produce en él unas revelaciones y cuestionamientos que enriquecen su obra”.

Su identidad sexual fue uno de los motores principales a exprimir en su afán creativo. “Todo un eje para el trabajo”, comenta Quique Palomo. Su crimen, también: “Aquella situación de caos y represión debía ser reflejada en nuestro cómic”. También el escarnio, enjaulado en una gélida coreografía de sombras, al mismo nivel que la alegría de vivir.

Como la que nos transmite desde su infancia, donde alternaba los juegos callejeros con su afición a representar misas. Su fascinación por los cómicos de la legua, los títeres y la música popular junto a un apego a la mística de la tierra y los arados, contagiada por su padre. O su juventud en Madrid, con sus inseparables Dalí y Buñuel. Anduvo enamorado del primero, con quien compartió escarceos y verdadera pasión, pero mosqueado a menudo con el otro, debido a ese empeño que tenía el aragonés en pasearle por burdeles para ahuyentar —o confirmar— sus sospechas de que fuera homosexual.

Junto a ellos también desfilan por las páginas otros grandes cómplices del autor: Manuel de Falla, Andrés Segovia, Margarita Xirgu, sus poetas más o menos coetáneos… También amantes cruciales, caso de Emilio Aladrén. O los lugares donde se transformó y triunfó: Nueva York, Cuba, Buenos Aires. Un completo recorrido por la luz de su imán antes de que lo despeñaran en el martirio.

La complicidad entre Palomo y Gibson no ha fallado desde el primer momento: “Empatizamos enseguida”, afirma el hispanista experto en la figura del poeta. “Quique ya admiraba a Lorca, de modo que nada de empezar desde cero. Le pasé una sinopsis de su vida y obra y leyó mi biografía. En nuestras primeras sesiones decidimos poner mucho énfasis sobre la larga infancia del futuro autor en la Vega de Granada, raíz de su mundo. Y sobre la extraordinaria vitalidad creativa que le permitió elaborar en solo veinte años (1916-1936) un muy variado corpus literario hoy admirado y estudiado universalmente”.

Aparte de los temas ya mencionados, Gibson hace hincapié en otros: “Su obsesión por la injusticia social, visible desde sus escritos iniciales y su público y notorio antifascismo. La identificación con la Granada mestiza perdida desde 1492 y sobre la que Lorca creía que le había empujado a sentirse cerca de los perseguidos. Su compromiso con el programa cultural de la República y una incomparable combinación de dones, entre ellos, el de la música. La extraordinaria mezcla de lo popular y lo más contemporáneo característica en su producción…”, apunta el autor. Con ese deseo perpetuo de acercarse continuamente a lectores de todos los ámbitos y su afición al dibujo, a Lorca, sin duda, le hubiera encantado este guiño a la cultura popular en forma de cómic.


El Pais


viernes, 9 de noviembre de 2018

Deriva dimensional

JAVIER FERNÁNDEZ
07 Noviembre, 2018




'Authority: El año perdido'. VVAA. ECC. 304 páginas. 29,50 euros.

Creado para el sello WildStorm por Warren Ellis y Brian Hitch, como continuación del trabajo del primero en la serie StormWatch, The Authority es uno de los tebeos de superhéroes más influyentes de las dos últimas décadas. La cabecera se inició en 1999 y tuvo dos etapas espectaculares, la inicial, de Ellis y Hitch, y su continuación a manos de Mark Millar y Frank Quitely. Una y otra han sido compiladas por ECC en dos tomos, y a estos se suma ahora Authority: El año perdido, con lo que podría haber sido el siguiente gran paso en la trayectoria del supergrupo, y es que, en 2006, Grant Morrison y Gene Ha se hicieron cargo de Apolo, Midnighter y compañía. Por desgracia, la cosa se fue al traste a los dos números por los compromisos de Morrison con DC. Y así podía haberse quedado todo, como un proyecto frustrado más, cuando, tres años y pico más tarde, WildStorm decidió completar la línea argumental encargando el trabajo a Keith Giffen y Darick Robertson. Giffen pidió a Morrison que le explicara cuáles eran sus planes para la serie y supo adaptarse a ellos para llevarlo todo a buen puerto (el dibujante Robertson no permaneció demasiado, y su puesto fue ocupado por otros artistas como Jonathan Wayshak o Brian Stelfreeze). Así que lo que tenemos aquí, la vibrante deriva de The Authority en otra dimensión, es también un apunte de lo que podría haber sido y no fue.

WildStorm tuvo su momento de gloria a comienzos de siglo y su fulgor se apagó bruscamente en pocos años, pero goza de suficiente prestigio aún como para que el reciente reinicio de su universo haya despertado suficiente expectación en los lectores. Máxime cuando este ha estado capitaneado por el propio Ellis. The Wild Storm es el título de la cabecera con que Ellis y el dibujante Jon Davis-Hunt, desde 2017, andan reinventado los personajes de este fascinante universo de ficción. ECC nos la sirve en tomos, el segundo de los cuales contiene los números 7 a 12, y les recomiendo que les echen un vistazo, pues son de lo mejorcito que hay ahora mismo por ahí.


Malaga Hoy


El Tintín español

'Cuto' es una serie de historietas de aventuras creada por el gran Jesús Blasco en 1935. El autor es uno de los primeros dibujantes nacionales que ha triunfado en el extranjero


GERARDO MACÍAS
31 Octubre, 2018


'Cuto nº 1'. Guion y dibujos: Jesús Blasco. ECC Ediciones, 2018.

Jesús Blasco (Barcelona, 1919-1995) es uno de los grandes del cómic mundial de todos los tiempos, y de los primeros dibujantes españoles en triunfar en el extranjero, sobre todo en Gran Bretaña (Zarpa de Acero).

Jesús Blasco forma parte de la primera generación de historietistas españoles que, tomando como modelo a los autores americanos de los años treinta, se dedicarían al cómic de forma profesional.

Cuto es una serie de historietas de aventuras creada por Jesús Blasco en 1935, y protagonizada por el personaje homónimo, que, a lo largo de los años cuarenta se publicó en las páginas de la revista Chicos.

El origen del protagonista se encuentra en una serie de historietas que Jesús Blasco publicó en 1935 en la revista Boliche, titulada Cuto, Gurripato y camarilla, que relataba las travesuras de un grupo de chicos, dirigidas al policía de su barrio. El autor se basó para crear la fisonomía de Cuto en la de su hermano pequeño, Alejandro Blasco. La serie tenía un grafismo caricaturesco y estaba dirigida al público infantil.

De ahí pasó el personaje a la revista Chicos, donde protagonizó breves historietas humorísticas autoconclusivas, una serie de cuentos, y una novela por entregas. Es el niño aventurero más emblemático de la historieta española (comparable en este aspecto con Tintín, con quien también comparte el gusto por los pantalones bombachos).

Cuto es un niño español, aunque vive en San Francisco. Trabaja como periodista (otro punto en común con Tintín), lo que le lleva a enredarse en numerosas intrigas policíacas y de espionaje internacional. Sus aventuras transcurren en lugares exóticos, y apenas hay otra conexión con España que la nacionalidad del personaje.

Chicos fue una de las más importantes revistas de la historia del cómic español, y de las pocas que desafió, aunque fuera tímidamente, a la censura franquista.

Cuto es como cualquiera de los lectores de Chicos, pero no vive como ellos: se pasea y habla con chicas, conduce todo tipo de vehículos, viaja por el mundo, se enfrenta a dictadores en los años cuarenta... Pero, claro, como era un niño no pasaba nada, y coló.

En esto fue revolucionario: en vivir los sueños de la calle; en dar voz de forma alegre a ese tiempo de silencio, al largo silencio de la época.

Es divertido ver la rapidísima evolución del personaje, en tan solo seis aventuras y menos de tres años. Con estilo caricaturesco, en El pequeño policía (1940-1941) el modelo es Mickey Mouse, mientras que para El Mundo perdido (1942-1943), el compañero de Cuto ya es de estilo realista a imagen de los dibujos de Alex Raymond.

Con solo quince años, Jesús Blasco ganó un concurso de historietas de la revista Mickey que le abrió las puertas de la industria. Y era tan bueno, que el cómic español se le quedó pequeño enseguida, siendo uno de los primeros dibujantes españoles en triunfar fuera de nuestras fronteras.

Fue tal el éxito de Jesús Blasco que sus hermanos Pili, Alejandro y Adriano decidieron seguir sus pasos formando una de las familias de dibujantes más célebres de la historia. Los hermanos trabajaron por separado hasta 1953. En los años cuarenta, Jesús muestra una actividad y una evolución increíbles, al mismo tiempo que en las páginas de Chicos y de Mis Chicas (la versión para niñas) aparecen progresivamente Pili Blasco, Alejandro Blasco, y Adriano Blasco.

Hay que tener en cuenta que eran adolescentes cuando empezaron a publicar, igual que lo había hecho Jesús antes de la guerra. Pero hay una diferencia: Jesús se espabiló solo, mientras que sus hermanos pequeños lo tuvieron siempre a él como modelo. Lo admiraban mucho, y reconocían su autoridad.

Aliados Alejandro y Adriano con él, Jesús podría producir el triple con su precio, en lugar del precio de sus hermanos, que era más bajo. Además, Alejandro y Adriano individualmente no habrían tenido tantos encargos. Sobre la forma de trabajo, Adriano hacía primero los esbozos a lápiz, Alejandro se dedicaba sobre todo a los fondos y Jesús fue siempre el responsable del entintado y acabado final.

Cuando en los años noventa, la Biblioteca Nacional de París dedicó una gran exposición a los maestros de la bande dessinée del siglo XX, Blasco fue uno de los cincuenta creadores mundiales destacados en la muestra.


Malaga Hoy


Ampliar horizontes

JAVIER FERNÁNDEZ
31 Octubre, 2018

'Impertérrito'. Silvestre. Reino de Cordelia. 64 páginas. 16,95 euros.

La trayectoria de Federico del Barrio incluye obras maestras como la serie Las memorias de Amorós, Lope de Aguirre: La conjura o El artefacto perverso, todas ellas en colaboración con Felipe Hernández Cava, y álbumes tan poéticos, pessoanos, como La orilla, León Doderlin o Tiempo que dura esta claridad. Pero Del Barrio posee también un lado beckettiano, experimental, que asoma en el grafismo de su seudónimo Caín (con el que, y de nuevo junto a Hernández Cava, compone su tira diaria en La Razón) y, sobre todo, en los trabajos firmados como Silvestre.

La máscara metaliteraria debutó a mediados de los noventa en el número 2 de la revista franco-belga Pelure Amère y se concretó rápidamente en el volumen Relations, alumbrado por la editorial francesa Amok, que, por entonces, partía la pana con sus propuestas arriesgadas. Hasta la fecha, Del Barrio nos había regalado dos álbumes excelentes, Relaciones (Sins Entido) y Simple (De Ponent), ambos publicados en 1999, el primero más deslavazado, el segundo más denso, pero no menos juguetón. Y ahora que casi se cumplen veinte años de aquella interesantísima duología, llega a librerías el inesperado tercer acto de la puesta en escena de Silvestre, Impertérrito, en lo que se percibe (sumándolo a la aparición de Tiempo que dura esta claridad) como una apuesta fuerte de Reino de Cordelia por Del Barrio.

Impertérrito ahonda en la investigación del dibujante sobre el vacío y las máscaras, de modo que tiene un mucho de teatral, y tensiona los límites del lenguaje con plena conciencia del hecho creativo. Es una lectura apasionante, que quizá no sea para todos los públicos (aunque no sé yo por qué no debería serlo), con su equilibro entre la forma y la nada, el silencio y los largos textos que se apoderan de pronto de la página. Negro, blanco y gris, las figuras esquemáticas, lo inasible y los borrones simbólicos dialogan en este valioso discurso con el que Del Barrio vuelve a presentar su candidatura para figurar entre los mejores historietistas de nuestro país.


Malaga Hoy