viernes, 26 de octubre de 2018

El cierre de una etapa

JAVIER FERNÁNDEZ
24 Octubre, 2018



'La increíble Patrulla-X, 2'. Joss Whedon, John Cassaday. Panini. 360 págs. 32 euros.

El segundo volumen integral de La increíble Patrulla-X de Joss Whedon y John Cassaday contiene el final de la intervención del dúo creativo, esto es, los números 13 a 24 de Astonishing X-Men (2006-08) y el Giant-Size Astonishing X-Men 1 (2008). Son dos arcos creativos completos (Desgarrada e Imparable), más el cierre de la etapa, en los que los mutantes se las verán, entre otras cosas, con amenazas galácticas en la onda de lo que Whedon venía planteando ya en la televisión. Si Grant Morrison agitó la franquicia a comienzos de la década con sus New X-Men, Whedon y Cassady demostraron con solvencia que la fórmula refinada por Chris Claremont y John Byrne 30 años antes seguía teniendo completa validez. Como extras, el volumen incluye comentarios a detalles que pueden pasar desapercibidos en la lectura, así como una entrevista al célebre guionista.

Malaga Hoy


Terror en el planeta de los simios


JAVIER FERNÁNDEZ
24 Octubre, 2018



'Archivos de El Planeta de los Simios. Volumen 1'. Doug Moench, Mike Ploog, Tom Sutton y otros. Panini. 368 páginas. 39,95 euros.

Para los que nos criamos leyendo cómics en la década de 1970, las revistas para adultos publicadas por Marvel siempre tendrán un lugar especial en nuestro corazoncito. Títulos como Tales of the Zombie, Vampires Tales o Dracula Lives se plantearon en su día como respuesta al renacer del género de terror auspiciado por la editorial Warren, y la propuesta muy pronto se amplió a otros territorios como la fantasía, las artes marciales o la ciencia ficción. Dentro de esta última temática, los lectores veteranos recordarán las estupendas adaptaciones al cómic de la saga fílmica de El planeta de los simios, que se acompañaron de nuevos arcos argumentales de la mano de autores tan interesantes como el guionista Doug Moench o los dibujantes Mike Ploog y Tom Sutton. Estos tres son los artistas principales del volumen que nos ocupa, primero de Archivos de El planeta de los simios, que Panini pone a disposición de los lectores en un formato y características similares a los de la colección Marvel Limited Edition, y que traduce al castellano el rescate emprendido en idioma inglés por Boom! Studios.

En lugar de apostar por una reedición cronológica y completa de cada una de aquellas revistas, lo que tenemos aquí es una de las sagas, seguramente la mejor, que se fueron serializando en los distintos números del magacín: Terror en el planeta de los simios, una delicia a la que le faltó el cierre, tal como explica Rich Handley en el epílogo. A falta de más, Handley, quien también firma el prólogo, nos cuenta los planes de Moench para el futuro (frustrado) del serial. Más allá de sentimientos nostálgicos, estas páginas se sostienen en el tiempo por la solidez del trabajo de Moench y, sobre todo, por la belleza de los lápices de Ploog y, en menor medida, por los de Sutton. Frank Chiaramonte, Herb Trimpe y Virgil Redondo completan el apartado gráfico de un volumen que incluye también las espectaculares portadas pintadas por Bob Larkin, Gray Morrow y Malcom McNeill, impresas sin elementos tipográficos para mayor disfrute visual.


Malaga Hoy


En las mejores manos

Gene Colan firmó una temporada de la historia del superhéroe ciego llena de dinamismo y en la que plasmó referentes del mundo del cine



JAVIER FERNÁNDEZ
24 Octubre, 2018

'Marvel Gold. Daredevil: La prisión viviente'. Stan Lee, Gene Colan. Panini. 528 páginas. 39,95 euros.


Aunque Daredevil comenzó su trayectoria en 1964, el superhéroe ciego tuvo que esperar quince años hasta encontrar el tono adecuado para sus historietas. Fue un jovencísimo Frank Miller el que revolucionó el universo del personaje (insuflando, de paso, nueva vida al género con su tono oscuro y violento, la incorporación de motivos japoneses y sus numerosos hallazgos narrativos), hasta el punto de redefinirlo por completo. Pero hubo también vida antes de Miller, comenzando por los primerísimos episodios realizados por autores de la talla de Bill Everett, Wally Wood o John Romita. Estos comienzos pasaron a otro nivel cuando el apartado gráfico recayó en manos del gran Gene Colan, que firmó una larga y deliciosa temporada, plena de dinamismo. En palabras del propio Colan: "Mi mayor y más entusiasta plataforma de referencia era el cine. Traía todas las emociones necesarias para la historia. Las películas se convirtieron en el catalizador que me animaba, y la pantalla de cine era mi viñeta. Aprendí especialmente cómo los cineastas utilizaban las luces y las sombras. (...) Daredevil era el personaje que más cercano sentía. Poder dar todos esos saltos y vueltas gimnásticas sin vista era una habilidad única y un desafío a la hora de conceptualizarlo. Encontrar un modo de ilustrar la imagen distorsionada en la mente de Daredevil se convirtió en algo esencial para mí. (...) Quería que los lectores experimentasen el concepto de lo que Daredevil percibía. La apariencia de los objetos sólidos y la gente tenían que ser mostradas en su forma más simple para ser entendidas. Lo único que lamento es no haber ilustrado esto las veces suficientes".

La prisión viviente, segundo tomo de la recopilación en la colección Marvel Gold de las primeras aventuras de Daredevil, contiene lo mejor del trabajo realizado por Colan junto al guionista Stan Lee, los números 28 a 47 de Daredevil (1967-68), junto con el Annual 1 (1967), el número 73 de Fantastic Four (1968) y una buena cantidad de extras, entre los que destacan las introducciones de Colan y de Lee. Es un material entretenido, muy superado en el terreno literario, pero que sigue marcando un altísimo estándar de calidad en el apartado visual, y es que Colan se hallaba en plena forma en aquellos años, con su particular mezcla de clasicismo e innovación formal.



Y ya que hablo de Daredevil, aprovecho para recordarles que sigue adelante, en la colección Marvel Saga, la recopilación de la fenomenal etapa de Ed Brubaker y Michael Lark, uno de los hitos recientes de la historia del cuernecitos. Sin miedo es el título del tomo décimo octavo, que recopila los números 100 a 105 del volumen 2 de Daredevil (2007-08), así como el Annual 2 (2007), entre los que destaca el citado número 100, un especial que cuenta con la colaboración de artistas tan sobresalientes como Marko Djurdjevic, John Romita, Bill Sienkiewicz, Alex Maalev, Lee Bermejo o el propio Colan. Todo un festival para celebrar la vitalidad y la riqueza de matices de un personaje único en el género.



Malaga Hoy

lunes, 22 de octubre de 2018

Perro de estroncio de Grober y Ezquerra



El 1 de octubre falleció Carlos Ezquerra, dibujante de comics, seguramente más conocido por ser el co-creador de Judge Dredd. Pero en mi tierna infancia pude leer Perro de estroncio y debo decir que me causó una gran impresión. No llegó al shock, pero casi. 

Mis más sinceras condolencias. Pongo unas páginas del comic. Es el comienzo, en la entrada al infierno. Si tenéis oportunidad, leedlo.







domingo, 21 de octubre de 2018

¡Una historia de amor que no termina! Los comics, tú y nosotros por Bartolomé Seguí







Los colores de lrán


Marjane Satrapi es la única dibujante iraní de cómics. En 'Persépolis' narró su biografía en blanco y negro. Ahora, en color, ha pintado en Barcelona un mural para una exposición. En él ha trasladado sus experiencias en Europa y su visión de Occidente. Por Jordi Soler. Fotografía de César Lucadamo.

 Marjane Satrapi manipula un aparato de radio mínimo mientras mira a distancia el lienzo que está a punto de pintar: va pasando de una emisora a otra hasta que da con una canción de Aretha Franklin, y eso la pone en sintonía para encender un cigarro, dar un trago a su café y mojar el pincel en un recipiente desbordado de pintura negra. En el lienzo, que tiene las dimensiones de un mural, ya ha trazado con lápiz las directrices de su composición, un tumulto de cuerpos que tienen algo de personajes de cómic, aunque cuando le digo esto a Satrapi, ella me responde con una cortesía colérica: "Esto es un mural, no un cómic". Y yo, sin hacer mucho caso a su cortesía y seguro de que algo de cómic hay ahí, comienzo un reclamo que se queda en puro embrión: "Sí, pero algo tendrá que ver...". Y entonces, apuntándome con los dos dedos en los que lleva cogido el cigarro y dejando que Aretha Franklin, que sigue de fondo, le mueva rítmicamente un pie, zanja la cuestión: "No, esto es un mural, una pintura grande, no un cómic. ¡Estoy pintando un mural!", y entonces me da la espalda y aplica la primera pincelada negra. Satrapi trabaja, encerrada en una de las salas del Centre de Cultura Contemporánia de Barcelona (CCCB), en este mural que será parte de una exposición colectiva titulada Occidente visto desde Oriente, perspectiva que a Satrapi le fascina y le irrita, y esta obra que pinta, supongo, será otro de esos exorcismos que ha ido haciendo en los últimos años esta mujer que ostenta el título de ser la única dibujante iraní de cómics.

Con unos dibujos en blanco y negro de alto contraste va narrando su autobiografía; el personaje principal, una muchacha iraní que deja su país para vivir en Europa, es ella misma contándonos en capítulos lo que va experimentando en Occidente, que es justamente lo que pinta en el mural del CCCB, encerrada en esa sala donde, además de Aretha Franklin y yo, está el fotógrafo que va registrando sus trazos, capturando las imágenes que después acompañarán estas líneas. "Ya lo tengo", le digo a Satrapi, "este mural es como un cómic reconcentrado; como uno de sus libros, que pueden leerse de un solo golpe de ojo". Y en cuanto digo esto quita el pincel del lienzo y se encara conmigo para decirme, con una calma crispada que me invita a cambiar de tema: "Es un mural, ¿vale?".






El cómic de aires autobiográficos de Marjane Satrapi se titula Persépolis, y es un éxito editorial, en cuatro tomos, que ha vendido miles de ejemplares. En el tomo 3, por ejemplo, vemos a Satrapi recién llegada de Irán y enfrentándose de golpe con el mundo occidental, diciendo cosas como: "Va a ser guay ir a la escuela sin el velo, sin tener que golpearme todos los días por los mártires de la guerra"; o paseando por un supermercado austríaco y metiendo en el carrito toda clase de lejías y detergentes perfumados, que le hacían mucha ilusión; o poniendo en práctica, al pie de la letra. esa idea occidental de Simone de Beauvoir de que si las mujeres hicieran pipí de pie, su concepción del mundo cambiaría, y entonces Satrapi, o más bien su versión en cómic, se pone de pie, se levanta la falda y pone en marcha su visión de Oriente sobre Occidente, con un resultado catastrófico: "Lo probé, pero me goteaba por la pierna izquierda. Era un poco asqueroso". Los cuatro tomos de Persépolis no sólo tratan de las desventuras de Satrapi durante su choque frontal contra Europa; también ilustran al lector sobre Irán, sobre la revolución islámica, sobre el uso del velo, sobre la guerra..., una visión de primera mano del mundo islámico que no suele encontrarse en un cómic.

"El problema de los cómics es que son los bisexuales de la cultura", dice Satrapi mientras busca otra canción en su radio mínima y, no sé cómo, da con otra canción de Aretha Franklin. "Quiero decir que la gente, o escribe, o dibuja; se suele entender la heterosexualidad y la homosexualidad, pero la bisexualidad ya es algo más complicado. A mí me gusta escribir y dibujar, éste es el primer problema. El otro es que el dibujo, el cómic, está asociado con los niños. El cómic es el único arte donde dibujar es escribir, y esto no es como escribir algo, sino como no escribir lo que ya has dibujado. Por ejemplo, estoy sentada en un sofá, muy enfadada, y mi madre entra en la habitación; la miro y le digo: 'Mamá, ¿en dónde estabas?'. Lo que hago aquí no es escribir todo esto, sino dibujarme enfadada y sentada en un sillón viendo cómo mi madre entra en la habitación, y entonces sí escribo: 'Mamá, ¿en dónde estabas?'. Éste es el lenguaje del cómic, llámalo menor si quieres, no me importa; el cómic es un medio, y en éste hablo de política, de ejecuciones...".


OCCIDENTE. Marjane Satrapi, ante el mural que ha pintado para la exposición 'Occidente visto desde Oriente' en Barcelona. Una obra en la que aparece una lámpara, homenaje a la de Picasso en el 'Guernica'.

"De cosas nada cómicas", le digo, y ella, otra vez dejando que su pie se mueva según el ritmo de Aretha, puntualiza: "Sí, pero el cómic no tiene que ser cómico, es más bien una novela gráfica; es como si yo te digo a ti: tú eres escritor, así que no utilices el humor, escribe como un escritor serio. Además, todo esto no es problema mío", concluye. Pues mío casi tampoco, pienso, y por instinto de supervivencia no digo nada, porque Satrapi ya ha cogido nuevamente su pincel y, mientras reemprende su labor, empieza a decir que lo poco que se sabe de Irán en Occidente, descontando las noticias bélicas, se sabe por el cine, y entonces yo caigo en la cuenta de que el estremecedor cineasta Abbas Kiarostami es iraní. Ya para entonces he notado, y la cosa empieza a obsesionarme, que cada vez que Satrapi pronuncia la sentencia "we the iranians" ("nosotros los iraníes") en su inglés tocado por el francés, parece que dice "we the uranians" ("nosotros los uranianos").



En el cómic, Marjane Satrapi narra su biografía, 'PERSEPOLIS'. Una de las viñetas de 'Persépolis', publicado en España por Norma Editoriaf. la de la mujer que abandonó su país, Irán.



"Irán es un país muy grande; era el imperio persa donde convivían turcos, árabes, mongoles, griegos, romanos... Irán, como país, existe hace 4.000 años, así que hemos tenido una buena dosis de intercambio cultural", me dice Satrapi cuando le pregunto por las influencias occidentales de su niñez. "De niña leía periódicos iraníes, y Astérix, y Tintín en persa. Vengo de una familia muy abierta: mis padres me llevaron a ver Belle dejour, que es una película que entonces podía verse en cualquier capital del mundo; fui niña en Teherán en los setenta, y entonces oía lo mismo música iraní que música disco en inglés; crecí en un país que estaba verdaderamente abierto al mundo occidental. Desafortunadamente, nosotros sabemos más de ustedes que ustedes de nosotros; en Occidente, cuando dices que vienes de Irán, de inmediato te dicen: 'Las mil y una noches'. Y la verdad es que tenemos muchas otras cosas, vidas normales que no son la de Scherezade, también puedes ser otras cosas. En Irán, por ejemplo, puedes comprar y leer un libro de García Márquez, o de los poemas de García Lorca, o ver películas de Buñuel".

Y mientras enciende otro cigarro y bebe un poco de café, se queja de los estereotipos que de los países árabes tiene la gente de Occidente, y acto seguido me pregunta que dónde he nacido yo, y mi respuesta cae como un balde de gasolina al fuego: "En México", le digo. "Ahí tienes", dice abriendo desmesuradamente los ojos, como la Satrapi que vive en sus cómics, "el estereotipo de México es el de un país lleno de ladrones y traficantes de droga donde todos hacen siestas muy largas". "Vale, vale", le digo, "no se desvíe del tema, que estábamos hablando de su infancia en Irán". Pero ella, en lugar de hacerme caso, me hace una pregunta que provoca una carcajada del fotógrafo: "Y en Ciudad de México, ciudad donde viven veinte millones de personas, ¿son todos mariachis?".

Después de la carcajada reparo en que Bob Marley ha sustituido a Aretha Franklin en la radio mínima y que Satrapi no ha corrido a darle al dial, así que supongo que debe gustarle, y antes de que la entrevista se nos desquicie le pregunto sobre el asunto de los símbolos religiosos en Francia, país en el que vive desde 1994, y le recuerdo un artículo suyo sobre el tema que publicó en el diario británico The Guardian. "Mira", empieza a decirme con un perceptible cabreo, después de abandonar su pincel y su café, y de sentarse en una silla frente a mí, "hace unas semanas murió el papa, y aun cuando Europa presume de secularización, las banderas se pusieron a media asta aduciendo que se trataba de un jefe de Estado; pero resulta que en la misma semana murió el príncipe Raniero de Monaco, y no hubo ninguna bandera a media asta para él. Y no tengo nada en contra, pero la realidad es que hoy secularización es igual a cristianismo: si eres cristiano, eres secular y puedes poner la bandera a media asta e ir a llorar por el papa; pero si eres judío o musulmán y se te nota un poquito, enseguida te califican de religioso, y eso no es divertido. Todo este follón en Francia lo han hecho por setecientas niñas que llevan velo, eso es todo, y han armado un follón todo el año por setecientas niñas; da la impresión de que lo que en realidad pasa es que le tienen miedo al islamismo, y cada vez que el Gobierno francés quiere hablar con los musulmanes va con un imán, como si todos estuviéramos representados por él, sin pensar que somos muchos musulmanes seculares. Si eres un muy buen futbolista árabe y tu nombre es Zinedine Zidane, eres francés; pero si eres un ladrón, árabe de tercera generación en Francia, entonces dicen que eres un ladrón de origen árabe. Cuando eres un ladrón, eres árabe, y cuando eres un crack del fútbol, eres francés. ¿Qué significa eso? No podemos seguir hablando de Occidente y de Oriente. ¿Qué es eso? La Tierra es redonda, y tú siempre estás en el oriente de algo".

Satrapi se calla de golpe, se levanta y se dirige a la radio mínima, que ahora transmite una canción de Madonna, una banda sonora anticlimática que corta apagando el aparato. Aprovecha que se ha levantado para encender otro cigarro, e inmediatamente después vuelve a la carga: "¿Qué es eso de los paises musulmanes?, ¿de Marruecos a Indonesia?, ¿de Bosnia a Somalia? Por ejemplo, hacen exposiciones de pintura de los países musulmanes en general [como ésta, pienso yo, y desde luego no digo nada], pero no hacen ninguna de la pintura de los países cristianos, donde tendría que haber un peruano, un islandés, un maltes y un italiano. El problema de poner a todos los musulmanes en la misma bolsa es que pierden su identidad. Cuando los europeos dicen 'país musulmán', lo que están diciendo en realidad es que lo único que le da significado a un país, a una cultura, es su religión. La Inquisición española no es la cultura europea, es un error en su historia que padecieron los europeos; lo que pasa en nuestros países es justamente esto, la Inquisición, y ésa no es nuestra cultura. Y lo estamos padeciendo: vivimos en una dictadura, y eso quiere decir que no hemos podido escoger a nuestros gobernantes".

Satrapi terminó con su cigarro y lo liquidó aplastándolo contra el cenicero -según sus cálculos, porque lo que en realidad hizo fue extinguirlo contra mi magnetófono sin darse cuenta-, y dejó la silla para encender nuevamente su radio mínima y dar casi inmediatamente con otra canción de Aretha Franklin; entonces pensé que quizá era el aniversario de la cantante, o que Satrapi tenía verdaderos poderes uranianos.

Luego me dijo, quizá para rebajar el nivel de intensidad de su discurso, que estaba haciendo la película de los cuatro tomos de Persépolis, un trabajo titánico que efectúa desde hace dos años, dibujando a mano cuadro por cuadro, sin ayuda del ordenador, que, según ella, "le resta vitalidad al trazo". Después regresa al mural, a su visión personal de Occidente, donde hay un científico, un gamberro de chándal y pistola, un torso invertido de mujer y una lámpara que se parece a la que pintó Picasso en el Guernica, detalle que le hago notar y ella me dice: "Como estoy pintando el mural aquí, me apetece que tenga algún elemento que recuerde a un pintor español". Y mientras sigue aplicando sus pinceladas negras, le digo qué leí por ahí que ella era una princesa persa. Satrapi se detiene en seco, deja su pincel y regresa a la silla para decirme: "No sé por qué en Europa les fascinan tanto los reyes y las princesas. Mi bisabuelo era rey y tenía 85 esposas, así que imagina el número de hijos que tuvo y multiplícalo por tres generaciones; así verás que somos miles de princesas iraníes". Y entonces se me queda mirando, y haciendo ojillos sus ojazos me pregunta: "¿Crees que yo podría ser una princesa?". Como ya sabía que cualquier respuesta empeoraría las cosas, dije simplemente lo que pensaba: "Sí, ¿por qué no?". "¡Ah, sí!", gritó Satrapi, y se puso de pie mientras yo retiraba mi magnetófono para que no fuera a extinguirlo ahora de un manotazo, "pues te voy a decir algo: a mí las familias reales europeas me parecen horribles, ahí el que no es muy feo es estúpido". "Vale, me retracto", dije, "no parece una princesa". Ella se quedó conforme, aunque no contenta, según deduje por lo que dijo a continuación: "¿Has acabado ya con tus preguntas?". "Sí", le respondí, y pedí permiso para husmear un rato por ahí. "Haz lo que quieras", dijo, y regresó a su pincel y a su mural, a darle vuelo a su contagiosa percepción de Occidente. •

 'Occidente visto desde Oriente' (miniaturas islámicas, fotografías y obras de artistas contemporáneos) podrá verse en el Centre de Cultura Contemporánia de Barcelona desde el 26 de mayo hasta el 25 de septiembre.


El Pais Semanal Número 1.495. Domingo 22 de mayo de 2005

sábado, 20 de octubre de 2018

Los tatarabuelos del tebeo

Una exposición en la Biblioteca Nacional traza un original recorrido por el cómic que arranca en el Antiguo Egipto

MANUEL MORALES

Madrid 4 OCT 2018

Desde que el ser humano se irguió, empezó a trazar dibujos para contar sus historias, ya fueran para sí o para sus dioses. Ese embrión de los tebeos de hoy puede remontarse al Antiguo Egipto, a las vendas para envolver momias con dibujillos sobre la tela para acompañar al difunto en su partida al más allá. Ese largo viaje en el tiempo por la ilustración, que finaliza con historietas de figuras del cómic o la novela gráfica, como los estadounidenses Chris Ware o Richard McGuire, es la propuesta de la exposición de la Biblioteca Nacional ¡Beatos, Mecachis y Percebes!, que puede visitarse hasta el 13 de enero de 2019.

Con piezas de la propia BNE, más las prestadas por el Museo Arqueológico Nacional, el Museo ABC o el Archivo Histórico Nacional y de coleccionistas privados, se cuenta, en diez vitrinas acompañadas de reproducciones, fotografías y paneles, una historia muy visual cuyo comisario, Enrique Bordes Cabrera, ha organizado en tres entregas, como si fuera un tebeo. Beatos muestra la etapa que arranca con las vendas egipcias del 323 antes de Cristo, hasta los inicios del siglo XIX y tiene piezas especiales como los códices, “que fueron creados por amanuenses de forma similar a como han trabajado los autores de cómic, con gran libertad gráfica”, subrayó Bordes. Sobresale un facsímil de un códice maya (siglo XVI) realizado sobre una tira vegetal plegada como un biombo, y uno del Beato de Tábara (Zamora), del siglo X, que recoge la atareada vida de los monjes en el interior de un monasterio, visible gracias a un corte transversal. Sí, un precedente del 13, Rue del Percebe que creó Francisco Ibáñez en los años sesenta del pasado siglo y de las populares historietas en ese formato del París de finales del XIX, creadas cuando se empezó a vivir en edificios de varias plantas.

Esta sección incluye incunables, ediciones creadas en los primeros momentos de la imprenta que imitaban a los libros anteriores a este invento; más grabados, estampas... La exposición, “una mirada ligera y sin prejuicios, incluso irreverente”, según los organizadores, sigue con Mecachis, nombrada así en honor al ilustrador y humorista gráfico madrileño Eduardo Sáenz Hermúa (1859-1898), que adoptó ese seudónimo. Con este maestro del tebeo sin texto se da paso a un periodo en que nacen la fotografía y los tebeos como los conocemos hoy. Es el auge, también, de nuevas publicaciones, como las aleluyas, series de estampas con versos populares al pie. El francés Gustave Doré ilustra ediciones de la Biblia o el Quijote y ensaya un antecedente de novela gráfica “en la que cuenta una historia irreverente de Rusia que, sin embargo, no cuajó”, señaló Bordes.

En otra vitrina se hace mención “al que muchos consideran padre del cómic moderno”, el pintor suizo Rodolphe Töpffer, y a la explosión de prensa con contenido gráfico en el XIX, con bellezas como las páginas del semanario satírico La Caricature, con el dibujante Alberto Robida. La producción nacional está representada por la revista Blanco y negro, con nombres como Joaquín Xaudaró.

El último tramo se llama Percebes, en homenaje a la archiconocida tira de Ibáñez. Se enseña la primera de las 400 creadas por el dibujante catalán de la mano de la editorial Bruguera. Son historias que retratan a varias generaciones y a todo vecindario: el moroso, la cotilla... Otra cara ofrece la reivindicación del movimiento vanguardista del isotipo, que saltó de país en país huyendo de los nazis y en el que destacaron artistas como Marie Neurath, autora de publicaciones infantiles, o el pintor Gerd Antz. Las últimas páginas son para novelas gráficas de Premios Nacionales de cómic como Rayco Pulido y de autores como Juan Berrio, Miguel Brieva, Ana Galvañ y Carla Berrocal, que demuestran “la salud increíble del tebeo español”. Son dibujantes que se ocupan de temas cotidianos porque, como dice Bordes, “la vida es como un tebeo” y lo que nos sucede se podría contar en viñetas, con sus correspondientes “¡boom!”, “¡catacroc!” y “¡zas!”.


12 fotos
Los orígenes del cómic
La Biblioteca Nacional recorre la historia de los tebeos
EL PAÍS
3 OCT 2018


1¡Beatos, Mecachis y Percebes! es el nombre de la exposición sobre la historia de los tebeos que acoge la Biblioteca Nacional. En la imagen, el 'Códice Tro-cortesiano' o 'Códice Madrid' (siglos XVI-XVII). MUSEO DE AMÉRICA

2'Comoediae', xilografías basadas en obras del comediógrafo romano Publio Terencio Africano. BIBLIOTECA NACIONAL

3 'El mercado de Olavide', de Carla Berrocal. Madrid Destino, 2018. 3'El mercado de Olavide', de Carla Berrocal. Madrid Destino, 2018. BNE


 4'Escenas de la vida de Aquiles', estampa de un bajorrelieve de un sarcófago, obra de Bernardino Capitelli. BNE


5Grabado con la 'Historia de San Juan Bautista'. BNE

6'La historia del hermano Eckhart'. BNE


7'Lo que está pasando', de Miguel Brieva. RESERVOIR BOOKS

8'Romance de la Inmaculada Concepción'. BNE

9'Ortogonal', una obra realizada para esta exposición. SERGIO GARCÍA


10'Rituales', Astiberri, 2015. ÁLVARO ORTIZ

11'Sucesos de la historia de Europa en el siglo XVI, de Franz y Abraham Hogenberg. BNE


12Facsímil del 'Beato de Tábara', siglo X. ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL