sábado, 15 de septiembre de 2018

Españoles por el mundo

JAVIER FERNÁNDEZ
12 Septiembre, 2018


'Sherlock Frankenstein y la legión del mal'. Jeff Lemire, David Rubín. Astiberri. 152 páginas. 16 euros.

Con el mundo globalizado, cada vez son más los historietistas españoles que han encontrado sitio en otros mercados. Ahí está, por ejemplo, el gallego David Rubín (Ourense, 1977), que alterna sus trabajos en el territorio nacional con títulos estadounidenses como El momento de Aurora West y La caída de la casa West (con Paul Pope), Ether (con Matt Kindt), Rumble (con John Arcudi), diversos números de la magnífica Black Hammer (con Jeff Lemire) o la miniserie Sherlock Frankenstein y la Legión del Mal (un spin off de Black Hammer). Esto último ha sido publicado recientemente por Astiberri en un solo tomito que incluye los cuatro números de la serie limitada de Dark Horse, junto con el número 12 de Black Hammer y casi treinta páginas de extras. Ya les he hablado antes de Black Hammer, uno de los tebeos de superhéroes de mayor calidad que han aparecido recientemente (con el toque introspectivo que caracteriza los mejores trabajos de Lemire), ganador del premio Eisner a la mejor serie nueva y elegido como mejor cómic de 2017 por el gremio de libreros de Madrid. La química entre Lemire y Rubín es total, y el resultado es un cómic soberbio de principio a fin, en el que se Lucy se adentra en el asilo para criminales de Spiral City en busca de respuestas sobre el misterio de la desaparición del superhéroe Martillo Negro. De lo más recomendable.

Pero no solo América es la tierra prometida para los dibujantes españoles, del mercado francés nos llega ¡Salud!, novela gráfica escrita por Philippe Thirault y Nadar (Pep Domingo; Castelló de la Plana, 1985). El dibujante narra con elegancia y aplica unos colores atmosféricos a esta estupenda historieta situada en el final del franquismo y protagonizada por un inmigrante que abre un restaurante en el centro de A Coruña y tiene que hacer frente a la violencia policial y los oscuros estertores del régimen. Nadar demuestra aquí una vez más su talento, que le ha granjeado diversos premios y nominaciones en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona.


Malaga Hoy

Humanos frente a robots

JAVIER FERNÁNDEZ
12 Septiembre, 2018


'Descender 5. La rebelión de los robots'. Jeff Lemire, Dustin Nguyen. Astiberri. 120 páginas. 15 euros.

Con trabajos del calibre de Essex County o Black Hammer (por citar dos de los publicados por Astiberri), Jeff Lemire se ha labrado un sitio entre los mejores historietistas norteamericanos actuales. Igualmente fenomenal es la serie Descender (dibujada por un Dustin Nguyen en plena forma) que, de la mano del pequeño robot Tim-21, nos introduce en un rico universo de ciencia ficción en el que la humanidad ha sido devastada por unos gigantescos robots conocidos como los Cosechadores. El quinto tomo, La rebelión de los robots, compila los números 22 a 26 de la cabecera publicada originalmente por Image. Aquí se alza al fin la resistencia robótica y se crea el escenario para el esperado enfrentamiento entre humanos y robots.


Malaga Hoy

Viñetas europeas

Con enorme belleza plástica, David Sala recrea la angustiosa partida entre el campeón del mundo de ajedrez y un aristócrata vienés


JAVIER FERNÁNDEZ
12 Septiembre, 2018



'El jugador de ajedrez'. David Sala. Astiberri. 128 páginas. 21 euros.


Entre la propuesta europea de Astiberri (y mientras devoro El hombre garabateado, de Serge Lehman y Frederik Peeters, del que ya les hablaré), me gustaría destacar varios títulos publicados en los últimos meses por la editorial bilbaína. El primero de ellos es El jugador de ajedrez, la espectacular adaptación a viñetas de la última novela de Stefan Zweig realizada por el francés David Sala. Con enorme belleza plástica, Sala recrea la angustiosa partida entre el campeón del mundo de ajedrez y un aristócrata vienés que aprendió a dominar el juego durante el nazismo. En palabras del autor, el texto de Zweig sigue de plena actualidad "por el tema del triunfo de la barbarie y de la brutalidad frente a la cultura, el humanismo y la imaginación (...) aún estando lejos de lo que ocurría en 1930, vemos resurgir una atmósfera particular que desgraciadamente recuerda las ideas inquietantes y nauseabundas de aquel periodo". El trabajo de Sala es de los que se quedan clavados en la retina y, no por casualidad, la revista L'Express ha calificado la obra de "suntuosa" o el crítico Benjamin Roure le aplica el calificativo "deslumbrante". La edición de Astiberri, que les recomiendo encarecidamente, se completa con dieciséis páginas de estudios y bocetos.



 


Pantera, del belga Bretch Evens (los lectores inquietos recordarán sus dos primeras novelas gráficas, publicadas por la añorada Sins Entido: El lugar equivocado y Los entusiastas), es otro festín para los sentidos, en el que destaca tanto el talento narrativo del dibujante como su peculiar sensibilidad con los colores. La historieta nos presenta a la pequeña Cristina, que vive con su padre y su gata. Cuando muere la mascota, una misteriosa pantera acude a su dormitorio para consolarla y le descubre el reino de Panterlandia. Pero lo que parece una fábula mágica se va tornando progresivamente en una pesadilla perturbadora, a medida de que el felino se va volviendo más y más manipulador. Como explica el propio Evens: "Pantera es una criatura mágica o un demonio, que llega a la habitación de Cristina para consolarla por la pérdida de su gato. Intenta ser su amigo ideal, sigue todas sus sugerencias para evitar sorprenderla o preocuparla. Luego empieza a buscar información sobre ella. Se muestra dócil para amansarla. Un poco como haría un pedófilo que se gana la confianza de su futura víctima y la aísla de sus protectores (...). Pantera es un monstruo, como los de los cuentos de hadas o los de Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak".



 


Finalmente, les recomiendo también Esclavos del trabajo, el álbum autobiográfico de debut de la joven polaca Daria Bogdanska, que formó parte de la selección oficial del Festival de Cómic de Angoulême 2018 y fue finalista del premio Artemisia 2018. El cómic narra con frescura y valentía la problemática laboral de la dibujante, que emigra a Suecia en busca de una nueva vida y se topa con una precariedad y una indefensión social que rozan la esclavitud y que la llevarán a luchar por sus derechos y los de sus compañeros.



Malaga Hoy




jueves, 13 de septiembre de 2018

Pongamos que hablo de Berlín

Culmina, en su tercer volumen 'Ciudad de luz', la odisea creativa que Jason Lutes inició hace 22 años


JOSÉ LUIS VIDAL
12 Septiembre, 2018





Hay creaciones que, como este Berlín en particular, pueden ser consideradas como la obra de toda una vida (o al menos una buena parte de esta) de un autor. En el caso concreto del norteamericano Jason Lutes, le ha llevado la friolera de 22 años completarla. Tras una ardua labor de documentación, el autor al que conocíamos por sus trabajos junto a guionistas como Ed Brubaker (The Fall) o el dibujante Nick Bertozzi (Houdini. El rey de las esposas), y el cómic que nos abrió los ojos a su personal obra, Juego de manos, se puso manos a la obra para hacernos viajar en el tiempo, exactamente a 1928. Y el destino de este viaje es, nada más y nada menos, que la ciudad de Berlín.

En un vagón de tren se va a producir un inesperado encuentro entre los dos personajes principales de esta historia a la que podríamos calificar como coral. Pero vayamos por partes, ya que Marthe Müller, una joven dibujante, perteneciente a una familia bien, y que desea conocer la gran ciudad, se va a tropezar con uno de sus habitantes, el cínico escritor y periodista Kurt Severing. Ambos congenian inmediatamente y antes de despedirse en la estación de tren, prometen volver a verse.

La historia de su relación, que terminará siendo amorosa, es solo una de las que podemos conocer en este largo relato dividido en tres volúmenes: Ciudad de piedras, Ciudad de Humo y, el que finalmente acaba de ser publicado por Astiberri y culmina la trilogía, Ciudad de Luz.

En ellos vamos a comprobar que los protagonistas de esta historia son todos y todas los habitantes de la gran urbe. Este va a ser un gran paseo por sus calles, plazas, casas… Y en él vamos a ser testigos de los pensamientos de, por ejemplo, un guardia que dirige el tráfico, o un pobre hombre que deambula sin un destino fijo. Un periplo que nos va a llevar a conocer a otras piezas-personajes que componen este gran mosaico: El editor de Kurt, que tiene una gran amistad con él y se preocupa por sus problemas más de lo que debiera, además de defender sus ideas políticas y sociales desde el periódico que dirige, Weltdüne.

O cómo la vida de Silvia Braun, una chiquilla, hija de una familia pobre, cuyo padre pertenece a la policía, dará un vuelco cuando su madre, que hasta entonces había tenido una actitud pasiva, comenzará a meterse en el mundo de los movimientos políticos, concretamente en el partido comunista de la época, de la mano de un hombre, Otto, que tendrá mucha importancia el en futuro devenir de la muchacha, que deberá madurar de una manera brutal, y cuyo crecimiento veremos a través de las páginas del cómic, así como el insondable odio que, poco a poco, va creciendo en su interior y marcará su futura existencia.

La familia Schwartz, judía, también será un eje sobre el que gire el relato. Ya que, como no podía ser de otra manera, en él se nos narra la ascensión al poder del partido nacional socialista, más conocido como partido nazi y el odio que van a ir propagando entre la población hacia los hasta entonces congéneres. El joven David, un apasionado seguidor del mago Houdini, sus padres y abuelo, van a sufrir en sus propias carnes la terrible sombra que se va a ir cerniendo sobre la ciudad.

Pero, volviendo al personaje de Marthe, su relación con los compañeros de la escuela de Bellas Artes, en concreto con Anna, una chica lesbiana que viste como un hombre y con Margarethe, una vieja y casquivana amiga de Kurt, la van a llevar a otro Berlín que ella desconocía: el de las fiestas, el tropel y los excesos. Una caída sin freno que transformará su vida para siempre.

O la de los norteamericanos Cocoa Kids, un grupo de jazz compuesto por hombres de color, y cómo uno de ellos, Johnny, se va a encontrar de bruces con algo que no esperaba, el amor…

Muchas son las historias que conoceremos, y sobre todo cómo, con el paso del tiempo, algunos personajes evolucionan, cambian. Unos para bien, otros todo lo contrario. Cuando terminemos de leer este tercer y último tomo, la vida de todos y todas las protagonistas ya no será la misma, como tampoco lo va a ser la de la gran ciudad, a la que, al principio de esta última entrega llega Adolf Hitler, y de la que se va a hacer dueño.

A través del diario de Marthe, de los escritos de Kurt, de los pensamientos y anhelos de los habitantes de Berlín, haremos un viaje a través del tiempo a una época ya lejana, antesala de uno de los momentos más terribles y dramáticos de la humanidad, que dejará marcado de por vida a un pueblo como el alemán. Obra ésta que debería servir de recordatorio, en una época, la actual, en la que el 'huevo de la serpiente' parece haber renacido de nuevo…

Colmado de importantes premios (Eisner, Harvey…) esta trilogía está considerada como uno de los mejores cómics históricos de todos los tiempos, un clásico moderno, ejemplo vivo de hasta donde se puede llegar en el terreno de la novela gráfica y que el propio autor confiesa que su interés por la época y hechos que magistralmente narra le vinieron de golpe tras contemplar, atónito, los horrores que el nazismo cometió en los años posteriores a los reflejados en el cómic.


Malaga Hoy


Atrapado en un mundo que no es el suyo

El pato Howard debuta en los años 70 como secundario y acaba de protagonista con Steve Gerber. El descontento de Disney por las semejanzas con Donald cambió luego su fisonomía


GERARDO MACÍAS
12 Septiembre, 2018



'Howard El Pato Vol. 1'. Guión: Steve Gerber y Mary Skrenes. Dibujos: Val Mayerik, Frank Brunner, John Buscema, Gene Colan y Sal Buscema. Panini Cómics/SD, 2016.

El pato Howard es hijo de los setenta, una década en la que en Marvel Comics se dio todo un aluvión de nuevas ideas, aunque sujetas a la censura del Comics Code Autorithy, con barreras a la libertad que eran una losa para muchos creativos. Uno de ellos, Steve Gerber, había dejado muestras de su osadía en series como la protagonizada por el Hombre Cosa.

Howard debutó en Adventure Into Fear nº19 (diciembre de 1973) y El Hombre Cosa nº1 (enero de 1974), cuando un mago convocó a seres de otros puntos del multiverso que se unieron al protagonista, el Hombre Cosa, y se vieron envueltos en un drama interdimensional. El plantel incluía al pato Howard, nacido en un mundo de humanoides inteligentes con aspecto de patos, que parecía morir.

Las cartas de protesta inundaron la redacción por la muerte de Howard, y el pato encontró acomodo como complemento en Giant Size Man-Thing, y luego en la serie Howard the Duck. Finalmente, Howard no muere, pero tras la caída al vacío dimensional aterriza en nuestra realidad, rodeado de quienes él llama monos sin pelo, atrapado en un mundo que no es el suyo.

Gerber integra a su criatura en el Universo Marvel: se pasean por la serie Spider-Man, Doctor Extraño y los Defensores. Incluso aparece el grupo de rock Kiss.

En Cleveland, Howard se instaló en el piso de la modelo Beverly, y comenzaron una relación sentimental pese a la diferencia de especie. Beverly es libre, independiente, y conocedora de su potencial físico. Howard es reaccionario, frente al carácter liberal de la joven protagonista. Gerber se atreve con un erotismo discreto, gracias a la compañera humana del pato.

Vemos escenas hilarantes y otras tan atrevidas que no se publicarían en un cómic de Marvel en el siglo XXI. El guionista hace un análisis de la sociedad de entonces, cuyos males no están tan lejanos de los de hoy.

Aunque Howard ha intentado vivir una vida lo más normal posible, ha tenido que hacer frente a numerosas amenazas, sobre todo a su archienemigo, el Doctor Bong.

Gerber decidió presentar al pato a la Presidencia de Estados Unidos en las primeras elecciones tras la dimisión de Richard Nixon. En una época de derrumbe del sueño americano, como fueron los setenta, el escritor introdujo la sátira política.

Howard también se alzó contra las películas de Kung-Fu (inventando un estilo de lucha, el Quack-Fu), se burló de las sectas e incluso ridiculizó las novelas románticas.

Durante una década, el pato gozó de gran popularidad y junto al talento gráfico de portentos como Val Mayerik, Frank Brunner, Sal Buscema, Klaus Janson y Gene Colan, Steve Gerber pasea a Howard y a Beverly por las páginas de la serie.

Disney amenazó con denunciar a Marvel por las semejanzas de Howard con el Pato Donald y la compañía optó por evitar un conflicto legal, llegando a un acuerdo que cambiaba ligeramente al personaje, retocando los ojos, los pies… y poniéndole pantalones.

Este conflicto hizo que Gerber denunciase a Marvel, lo que derivó en un largo proceso legal que acabó con un acuerdo secreto, justo antes de que la popularidad de Howard lo convirtiese en el primer personaje de Marvel en protagonizar un largometraje y, además, producido por George Lucas: Howard, un nuevo héroe (1986).

Las discrepancias provocaron el despido de Gerber en 1978, y el inicio de una batalla legal que se extendió durante años.

A mediados de los ochenta, Gerber volvió a trabajar para Marvel, aunque el pato cayó en el olvido hasta la miniserie de 2001 con la que Gerber resucitó al personaje para el sello Max de Marvel, orientado a un público adulto. En la miniserie, Gerber decidió convertir a Howard en un ratón (en referencia a Mickey Mouse), lo que demuestra la osadía de este guionista. Steve Gerber murió en 2008, e incluso en sus últimos días, siguió dedicado a escribir guiones de cómic.

En 2009, Walt Disney, que tantos problemas había dado a Gerber, compró Marvel, y se cerró el círculo: tras los créditos finales de la película Guardianes de la Galaxia (2014), mientras el Coleccionista recogía los restos de su colección, aparecía el pato Howard. En 2017, Howard aparece en el filme Guardianes de la Galaxia Vol. 2, hablando con la gente de un bar de Devastadores y coqueteando con una mujer en Contraxia.


Malaga Hoy


lunes, 10 de septiembre de 2018

Las tres historias de Muhammad Ali: la del hombre, la del mito y la de la comunidad negra


La editorial Flow Press lanza 'Muhammad Ali', de Sybille Titeux y Amazing Ameziane, la última gran biografía del boxeador en viñetas

Portada del cómic sobre Muhammad Ali.

FRANCISCO MIGUEL ESPINOSA
Madrid 15 AGO 2018 -

No es la primera vez que el nacido como Cassius Marcellus Clay Jr. en 1942 aparece en un cómic. Pero sí es la primera vez que su verdadera historia, y no solo sus hazañas sobre el ring, sirven como narración al servicio de la viñeta. Y eso que lo hemos visto combatir contra el mismísimo Superman en una locura publicada en 1978 por DC Comics, obra de Dennis O'Neil y Neal Adams. Un combate que, por cierto, gana el campeón de los pesos pesados.

La figura de Cassius Clay, o más conocido por su nombre de guerra, Muhammad Ali, se ha convertido en símbolo del boxeo de élite. Su nombre se asocia instintivamente al calificativo de “campeón”. Pero, ¿de dónde salió? ¿Conocemos realmente su historia? Los amantes del boxeo y de la Historia (así, en mayúsculas) tal vez sepan algo o mucho sobre el tema, pero para los profanos para quienes el puño fantasma es ya solo un mito, la editorial Flow Press lanza un guante: Muhammad Ali, de Sybille Titeux y Amazing Ameziane, la última gran biografía del boxeador.




El rey de Marruecos Hassan II condecora a Muhammad Ali en el Palacio Real de Rabat, en 1998. ABDELHAK SENNA AFP

La historia de Cassius Clay son en realidad tres historias: la del hombre, la del mito y la de la comunidad negra. Hacer malabares en un cómic con estas tres narraciones supone un esfuerzo que los autores resuelven con un biopic cuya estela será imborrable. De lo que ya conocemos —sus provocaciones, sus éxitos, su negativa a ir a Vietnam y la consiguiente retirada de licencia para boxear, sus luces y sus sombras y su cambio de nombre—, los autores deciden narrar en segunda persona la historia de la vida de Clay, desde sus inicios en Kentucky, hasta su reunión con el presidente Obama y la inclusión de su estrella en el paseo de la fama.

Mucho más que historia del boxeo
La lucha por los derechos civiles de la comunidad negra; los escándalos de abuso de autoridad, la conversión al Islam de Clay, el activismo de Malcolm X y el asesinato de este y de Martin Luther King Jr. se nos presentan como una sucesión de páginas que parecen arrancadas directamente de las revistas más importantes de la época (de hecho un par de páginas centrales están extraídas y readaptadas de la revista Life).

Una de las páginas del cómic sobre Muhammad Ali.

Las implicaciones políticas que tiene la vida del mejor boxeador de todos los tiempos (y aquí cada cual expresará su opinión de forma vehemente) se narran de forma sencilla, asequible para el gran público y, sobre todo, para el público español que tal vez no acumule mucha información sobre una época que no vivió. Pero es la crudeza de algunas viñetas (el asesinato de Malcolm X) lo que hace que la Historia cobre vida en este cómic de apenas ciento veinte páginas (en formato europeo; es decir, de considerable altura y anchura). Un repaso a los años más turbulentos de la lucha racial.

Entrelazado con esto, la historia de los combates más importantes de Ali; contra Liston, contra Frazier, se nos presentan con una inteligente paginación por rounds, destacando las claves del combate y las consecuencias que la victoria, y en ocasiones la derrota, tienen para nuestro protagonista, pero también la sarta de eslóganes y declaraciones bien medidas para hacer mella en los rivales y en la opinión pública.

Muhammad Ali es escoltado por el comandante del centro de reclutamiento de Houston en 1967 tras negarse a alistarse. AP

En la lectura de Muhammad Ali es imposible no sentir empatía con el boxeador: uno siente que está en constante lucha; que no hay un minuto de paz en una vida que parece golpeada a cada segundo. Como ocurriera en la mítica cinta Rocky (John G. Avildsen, 1976), la vida golpea y golpea y lo que importa no es ganar, sino aguantar hasta el último round. De manera igualmente inteligente resultan las páginas en las que los oponentes de Ali hablan sobre sus combates, un recurso utilizado para aquellos que Muhammad perdió.

Llegados los finales de los setenta, el boxeador empezaba a acusar la edad, el cansancio y las heridas (emocionales y físicas), por lo que se volvió un fanfarrón que no cumplía sus amenazas sobre el ring; y encarando la cuesta final de su vida, se suceden los comentarios (reales) de grandes figuras del boxeo sobre el ascenso y caída del mito.

Se narran además algunos hitos fuera del ring, tal vez menos conocidos; como aquella vez en la que el boxeador lanzó a petición del público durante una charla el poema más corto registrado: Me. We. Cambiando una sola letra, todas las diferencias sociales, todas las luchas de clases y toda aversión desaparecen.

Y si hablamos de dibujo, los lápices de Amazing Ameziane se toman su tiempo para mostrar formas; colores apagados que nos ayudan a centrar la atención donde el cómic quiere; los escenarios están en penumbra, pero los personajes aparecen detallados con un realismo magnífico. El uso de la doble página y la exquisita combinación entre los bocadillos (cuadros de texto) y la composición casi onírica de algunas escenas (sobre todo aquellas en que se narran muchos acontecimientos históricos seguidos) recuerda a veces al mejor cine noir. De hecho, leyendo Muhammad Ali la sensación se parece bastante a la de ver la gran cinta de Martin Scorsese, Toro Salvaje (1980), pues el uso del color y la oscuridad, de los “silencios visuales”, parece emular con notable calidad la fotografía de Michael Chapman en la película.


Portada completa del cómic sobre Muhammad Ali.

No pasaremos por alto por el sensacionalismo que provocan algunas páginas; algunas aseveraciones más bien cuestionables o lo poco que se habla de algunas de las payasadas más sonadas del campeón y de sus decisiones más polémicas. Por otro lado, ninguna mención al mítico combate con Chuck Wepner que inspiró la película Rocky, algo que se hubiera agradecido.

Flow Press sigue una atípica línea editorial: se definen a sí mismos como “libros visuales para explicar el mundo” y es una afirmación que les va pintada. Muhammad Ali no es solo un elaborado biopic sobre un gran boxeador, quizás el más grande; es también una historia de la lucha racial y el mayor combate de todos los tiempos: el que enfrentaba a la comunidad negra contra las injusticias sociales propias de la época.


El Pais. Tentaciones

sábado, 8 de septiembre de 2018

La Imposible Patrulla-X: Dios ama, el hombre mata

JON SEDANO
7 septiembre 2018


Chris Claremont Brent Anderson 96 págs. a color 18 euros Panini Comics

Si hubiera que elegir un cómic de la Patrulla-X para llevarse a una isla desierta, sería este. Su excelente dibujo, la calidad de los diálogos, la crítica que impregna cada página y sus relecturas para encontrar nuevos detalles, hacen de él una de las joyas del noveno arte. Escrita por Chris Claremont y dibujada por Brent Anderson en 1982, el relato profundiza en el temor a lo desconocido. El reverendo Stryker, que años después veríamos en la segunda película de la saga, realiza una campaña de persecución contra los mutantes. Magneto encabezará al grupo de Homo Superior para hacer frente a la caza de brujas.


Diario Sur