sábado, 25 de agosto de 2018

UN GATO CURIOSO, UNOS VECINOS DECONSTRUIDOS y MUCHO JAZZ

Jaume Vilarrubí

Cages es más que una historia, son varias que a su vez esconden otras muchas más en su interior. Y solo si estamos lo suficientemente atentos y tenemos un poco de suerte las podremos deshilvanar por las diferentes habitaciones de este enigmático edificio de vecinos.

Un sinuoso gato negro (alfa y omega del libro) hace las funciones de cicerone y nos presenta los diferentes habitantes de las jaulas de esta finca: el pintor, el escritor y su mujer, el músico, la portera, la vecina del papagayo, la botánica, Jeffrey, el marchante de arte, y los enigmáticos hombres de negro. Todos atienden a su función coral y responden a la importancia de su reparto con tanta vehemencia como misterio.

Cages no es un bocado fácil, es un plato complejo con diversidad de sabores que se sobreponen de manera sorprendente y arriesgada. No espere de Cages un bocadillo, ni un plato de macarrones, sin desmerecerlos espere alta cocina a riesgo de no corresponder pero con la esperanza de satisfacer a un exigente gourmet. Dicho esto interpelo al lector para que le permita alguna pequeña licencia o algún cabo suelto, que seguramente no dejarán a nadie indiferente pero que permite una complejidad necesaria.

McKean es talentoso, de eso no hay duda, forma parte de esa clase de autores inconformistas a los que no se puede atar y que gustan de galopar a su libre albedrío: como Bill Sienkiewicz, Moebius, o Bill Plympton, por citar solo a algunos de diferentes escuelas que conviven con la constante de tantear sus límites sin temor.

El autor, conocido habitualmente por combinar diferentes estilos gráficos, nos muestra aquí todo su repertorio, empezando por las portadas, continuando por los textos introductorios y acabando
por definir el propio Corpus Christi del libro con collages, retoques fotográficos, y dibujos a tinta. Un dibujo a tinta plano, figurativo y bicolor (negro y gris azulado) con generosas manchas negras que recuerdan al argentino José Muñoz, sobre todo en la última etapa de Alack Sinner (Salamandra, 2017), pero que también decide dotar de volumen cuando lo considera oportuno combinando diferentes técnicas que conforman un amplio abanico de recursos: Desde aplicar rugosas pinceladas de óleo hasta directamente desenfocar las imágenes.

La estructura de la página se mantiene en 3 × 3 en la mayor parte del libro, pero cuando necesita explotar, la explota literalmente y se descompone con naturalidad y absoluta libertad jazzística al servicio del orden narrativo, igual que los bitonos, o los márgenes que bailan frenéticos al son de la batuta de McKean.

El autor es natural de Maidenhead (Reino Unido), un pequeño pueblo cercano a Londres desde donde su pasión por el dibujo y la ilustración le condujo a estudiar en el Berkshire College of Art and Design. Es en esta escuela donde conoce al joven guionista Neil Gaiman, con el que fragua una celebradísima amistad que le llevará a ilustrar una serie de magníficas obras: La trágica comedia o cómica tragedia de Mr. Punch (Norma, 2002); Violent cases (Planeta, 2003); Los lobos de la pared (Astiberri, 2003); El día que cambié a mi padre por dos peces de colores (Norma, 2003); Señal y ruido (Astiberri, 2008); Cabello loco (Astiberri, 2010). Mención aparte merecen sus aclamadísimas portadas para la serie Sandman (ECC Ediciones, 2013) recopiladas en un solo volumen, The Sandman Dustcovers (Norma, 2002), y las portadas de la miniserie Muerte: el alto coste de la vida (Norma, 2005).

La bibliografía de McKean se completa con la exitosa y personal reinterpretación de Batman por parte de Grant Morrison en Asilo Arkham (ECC Ediciones, 2014); y la reciente Black Dog: Los sueños de Paul Nash (ECC Ediciones, 2017), con guion propio.

Cages fue publicada originalmente entre 1990 y 1996, en diez números por parte de Tundra y Kitcken Sink Press. La esperadísima edición española llegó de parte de Norma Editorial en un majestuoso volumen recopilatorio en 1998. En 2017 nos llega una nueva y cuidada edición por parte de ECC Ediciones, con un prólogo del maravilloso Terry Gilliam, a quién podría imaginar como una proyección en el mundo del celuloide de la capacidad creativa y onírica del propio autor británico. Paralelamente McKean ha tenido diversas incursiones en el mundo del celuloide, siendo lo más reseñable un par de películas: Máscara de Cristal (Sony, 2006), y Luna (2014). Parece difícil de superar pero la capacidad creativa del autor no se acaba aquí, su profundo humanismo también se expresa mediante la música, hasta el punto de ser un notable pianista de jazz e incluso de cofundar un sello discográfico: Feral Records.

Como verán no estamos ante un creador que se aburra, más bien lo contrario, hiperactivo hasta la médula, siendo este Cages que nos ocupa su obra más personal y, me atrevería a decir, su cima. Una obra tan resplandeciente como exigente, coral y diversa, onírica y terrenal. Y en medio de todo, como siempre, el amor. Un amor reluciente y necesario que ayuda a equilibrar el torrente de emociones que se pasea por las páginas y las viñetas de este castillo, y por supuesto por sus jaulas.

Recuerdo cuando leí por primera vez Cages: en cuanto lo acabé, sentí la necesidad de volverlo a leer, y lo hice. No sé si me habrá pasado esto alguna vez más... pero recuerdo aún hasta la música que escuché mientras tanto. Y sí, era negra, muy negra, y también muy bonita.

Cages
Dave McKean
ECC Ediciones Estados Unidos 
Cartoné
504 págs.
Color

Obra relacionada:

Sandman
Neil Gaiman con varios dibujantes
(ECC Ediciones)

Mr. Punch
Neil Gaiman y Dave Mckean
(Norma Editorial)

Sin título
Cameron Stewart
(Astiberri Ediciones)

Castillo de arena
Frederick Peeters y Pierre Oscar Lévy
(Astiberri Ediciones)

El edificio
Will Eisner
(Norma Editorial)


COMICS ESENCIALES 2017 Un Anuario de ACDCOMIC & JOT DOWN


UNA VIÑETISTA DE CUIDADO

Marc Charles

La vida de la gente, con más, no es mejor. Necesitamos una economía del cuidado. Simple: producir menos y centrarnos más en cuidarnos.
Joan Tronto, politóloga, responde a Yeray S. Iborra en eldiario.es el 30 de septiembre de 2016


Este 2017 que hemos dejado atrás ha sido un año importante para Flavia Álvarez-Pedrosa (Barcelona, 1987), más conocida como Flavita Banana. En febrero, Lumen publicaba Las cosas del querer, libro en el que las mujeres se expresan con absoluta naturalidad, más allá de la condición de género, sin obviar que los roles femenino y masculino no tienen sentido alguno para su visión de la realidad. En otoño, ¡Caramba!, la editorial de Alba Diethelm y Manuel Bartual, le editaba el libro que nos ocupa, este Archivos Estelares, antología de 200 viñetas de la autora barcelonesa, que nace a propósito de la autoedición del agotadísimo y más breve Archivos Imperiales, publicado en diciembre de 2016.
Y para rematar el año, Flavita Banana participaba, junto a sus colegas Carla Berrocal, Raquel Gu, Susanna Martín, Paulapé y Ana Belén Rivero, en la reducida pero muy interesante exposición Dones Dibuixades, reinterpretación de la obra de Núria Pompeia, pionera de la viñeta feminista en nuestra tierra, por parte de estas seis autoras. La exposición, comisariada por Pepe Gálvez y Alfons López, se pudo visitar hasta el pasado 4 de febrero en la biblioteca Ignasi Iglésias-Can Fabra de Barcelona, antes de iniciar un periplo a lo largo y ancho del territorio catalán. Flavita se encargó de la reinterpretación de tres viñetas de Mujercitas (Punch, 1975).

Han pasado más de 40 años desde la publicación del libro, pero, como refleja la dibujante en su revisión, el problema de fondo persiste. Inteligentemente, la autora barcelonesa cambia el conflicto entre niño y niña por las preferencias gay o trans de los progenitores actuales, le da una vuelta de tuerca a la condición laboral de la mujer y certifica que persisten los sometimientos que las mujeres tienen que aguantar aun ahora. En las tres viñetas, el problema de fondo se mantiene, ya que en cuatro décadas no han cambiado ni las proyecciones de nuestros deseos y frustraciones sobre nuestros retoños ni las actitudes machistas, ni la discriminación por motivos de género. En este anclaje evolutivo insiste la selección de momentos estelares recopilados en el volumen que nos ocupa.
Para lograrlo, se sirve de lo justo y necesario. El dibujante y humorista gráfico Darío Adanti cree que los chistes de Flavita Banana tienen algo de haiku por esa depuración de texto y dibujo y por su invitación a la reflexión. Solo dibuja y escribe lo imprescindible para noquear al lector con esas reflexiones a veces cínicas, otras absurdas, que, no obstante, destilan un verdadero amor por el género humano, una reivindicación del cuidado propio y del prójimo.

Al leer estas páginas se infiere un ingente trabajo para encontrar la frase exacta, la palabra apropiada. El contraste con el dibujo, apenas esbozado, sin rostros ni filigranas, potencia el mensaje, sea un absurdo de la vida moderna, las crisis en las relaciones de pareja o el humor disparatado a lo Monty Phyton. Porque Flavia se mueve bien en el nonsense depurado, aquel que aparece en viñetas como la de la contraportada de Archivos Imperiales (2016): «Ricardo soñó que era anoche un espía, pero al despertar sigue siendo una patata frita».

Cuando a Flavia le preguntan si es feminista, responde con tino que en estos tiempos no hay otro remedio que ser feminista, sin importar el género. Poco amiga de las etiquetas, sus dibujos beben tanto del humor negro de Chaval como de la filantropía de Sempé o la gestualidad de Blutch. Una titán del Pentel que también desciende de la tradición arrancada por Pompeia, el fallecido Forges o El Roto.



Archivos estelares
Flavita Banana
Astiberri Ediciones España
Cartoné
208 págs.
Blanco y negro


Obra relacionada:

Mujercitas
Núria Pompeia
(Punch)
El Senyor Lambert
Jean Jacques Sempé
(Blackie Books)
Los traviesos
Liv Strömquist
(Reservoir Books)
El fruto prohibido
Marion Fayolle
(Nórdica Libros)
Hark! A Vagrant
Kate Beaton
(Ponent Mon)



COMICS ESENCIALES 2017 Un Anuario de ACDCOMIC & JOT DOWN

viernes, 24 de agosto de 2018

El final de la Guerra Fría

El periodo de cambios que vivía DC Comics desencadenó el nacimiento de 'Liga de la Justicia', sin la coletilla "de América". La serie se hace "internacional" en 1987

GERARDO MACÍAS
22 Agosto, 2018

'Liga de la Justicia Internacional'. Guion: Jean Marc DeMatteis y Keith Giffen. Dibujos: Kevin Maguire. ECC Ediciones, 2017.

En los años finales de la Guerra Fría, DC Comics vivía un período de cambios que comenzaron con la serie Crisis en Tierras Infinitas (1985), en el que Marv Wolfman y George Pérez simplificaron el Universo DC, que se reinició, entre otros autores, con John Byrne en Superman y George Pérez en Wonder Woman.

En Liga de la Justicia de América nº 261, el grupo se disolvió y su líder, Detective Marciano, saltó a Leyendas nº 6, abriendo paso, un mes después, a Liga de la Justicia nº 1 (mayo de 1987), por vez primera sin la coletilla "de América", impropia del género, vendido en todo el mundo.

De Leyendas surgen los miembros de esta etapa, casi todos segundones, al estar los principales en renovación: un siniestro Batman, reflejo de El retorno del Caballero Oscuro de Miller; Dr. Destino, que reúne la alineación; el Green Lantern Guy Gardner, fan de Stallone y Reagan; la feminista Canario Negro; Capitán Marvel, un niño en el cuerpo de un adulto más poderoso que Superman; Blue Beetle, que DC compró a otra editorial; y Detective Marciano.Mención aparte merecen los no procedentes de Leyendas: el escapista Mister Milagro con su ayudante, Oberón; y la japonesa Doctora Luz, reclutada por un empresario, Maxwell Lord, con contactos en altas esferas, y del que no se conocen sus intenciones. El rasgo diferenciador de la nueva Liga de la Justicia es el tono humorístico de los guionistas Keith Giffen y J. M. DeMatteis, un humor basado en la interacción entre personajes, que deja regusto a sitcom y a buddy movie. No se sacrifica en pos del humor la esencia de los protagonistas, la personalidad de cada uno sigue siendo reconocible.

Destaca Kevin Maguire, un novato que dibuja expresiones y poses cuya naturalidad añade comicidad al conjunto.En el nº 1, la primera misión del equipo consistió en detener un ataque terrorista contra la sede de la ONU, organizado por Maxwell Lord desde las sombras para poner a prueba a la Liga.

En junio de 1987, coincidiendo con Liga de la Justicia nº 2, Gorbachov anuncia la Glásnost y la Perestroika, y en el mismo número, debuta Bialya, país ficticio del Golfo Pérsico, gobernado por el dictador Rumaan Harjavti, que trata de aprovechar contra la URSS a los Campeones de Angor, parodia de los Vengadores de Marvel. El objetivo del grupo formado por Wandjina (Thor), Hechicera Plateada (Bruja Escarlata) y Blue Jay (Yellow Jacket), es destruir el armamento nuclear de la Tierra. El accidente de la central nuclear de Chernobil tuvo lugar un año antes, como recuerda el propio Gorbachov en su cameo del nº 3, en el que Maxwell Lord le telefonea para que permita a la Liga ayudar en un incidente similar, solucionado por Wandjina. La brigada de Rocket Red, superhéroes militares soviéticos, expulsa a la Liga de suelo ruso al final del caso.

En el nº 4 llega Booster Gold, un nuevo miembro del grupo, impuesto por Maxwell Lord, y se marcha la Doctora Luz, también llegada a través del empresario. En el nº 7 (noviembre de 1987), la cabecera se rebautiza Liga de la Justicia Internacional, a raíz de que el grupo incapacitó un satélite (enviado por alguien que manipula a Maxwell Lord) que atacó la Tierra, consiguiendo el reconocimiento de Naciones Unidas, que autorizó al grupo para actuar como fuerza pacificadora, con embajadas por todo el mundo.

En dicho número, Superman hace dos intervenciones para apoyar el estatus internacional del grupo: la primera, ante Ronald Reagan; la segunda, ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

En el nº 7 vemos que Oberon, ayudante de Mister Milagro, es socio de Maxwell Lord, algo que desconocía el escapista, convencido por su ayudante para ingresar en el grupo en el nº 1.

A cambio de conceder el estatus internacional para el grupo, la ONU propuso dos miembros nuevos, concretamente dos superhéroes militares: el estadounidense Capitán Átomo; y Rocket Red 7, de la brigada de supersoldados soviéticos. Todo ello, cuando estaban cerca el final de la Guerra Fría y la caída de la URSS.

Liga de la Justicia Internacional es una serie imprescindible desde 1987 hasta 1992, los años que sus responsables estuvieron al frente, y dio lugar a varios spin-off, entre los que destaca Liga de la Justicia Europa, tan divertida como la original.


Malaga Hoy

Asesina de cuento de hadas

JAVIER FERNÁNDEZ
22 Agosto, 2018

'I hate Fairyland, 1: Loca para siempre'. Skottie Young, Jean-François Beaulieu. Panini. 160 pág. 16 euros.

Más conocido por sus versiones de los héroes Marvel en plan bebé, así como de las aventuras de Mapache Cohete, el sin par Skottie Young se desmelena en la serie I Hate Fairyland, un delirante cruce entre Alicia en el País de las Maravillas y el género de acción más violento y alocado. La protagonista es Gertrude (Gert), una mujer de 40 años atrapada en el cuerpo de una niña de seis, que lleva tres décadas en un mundo mágico del que no puede escapar. Quizá el hecho de haberse convertido en una asesina psicópata sea precisamente el motivo por el que no puede volver a casa, pero de momento se las pasa dando hachazos en el País de las Hadas. El primer tomo recopilatorio de Panini contiene los números 1 a 5 de la colección.


Malaga Hoy

Un ejemplo de realismo sucio

JAVIER FERNÁNDEZ
22 Agosto, 2018

'Saint Cole'. Noah Van Sciver. Ediciones La Cúpula. 116 páginas. 13,50 euros.

Siempre atenta a nuevos autores y tendencias, la veterana Ediciones La Cúpula nos trae la interesante novela gráfica Saint Cole, del estadounidense Noah Van Sciver (hermano de Ethan Van Sciver, más conocido por su trabajo en DC Cómics), uno de los nombres que han venido sonando últimamente con fuerza dentro el panorama independiente. Van Sciver se dio a conocer en 2006 con la cabecera autopublicada Blammo, una de cuyas historietas fue seleccionada para la antología Best American Comics de 2012, y ha sido nominado en numerosas ocasiones para el premio Ignatz, que ganó al fin por su mini cómic My Hot Date. Publicada en 2015, Saint Cole valió a su autor una nominación a los premios Ignatz, y es un ejemplo de realismo sucio, cuatro días en la vida del joven protagonista, que pone rumbo a la tragedia, cuestionando las bondades de la institución familiar.


Malaga Hoy


La mujer fatal eterna

JAVIER FERNÁNDEZ
22 Agosto, 2018

'Fatale Integral 1'. Ed Brubaker, Sean Phillips. Panini. 312 páginas. 26 euros.

Si hay un equipo creativo estadounidense que se asocia al género negro en las últimas décadas, este es, sin duda, el formado por el guionista Ed Brubaker (Capitán América, Gotham Central) y el dibujante Sean Phillips (Wildcats). Juntos han firmado títulos tan celebrados como Sleeper, Criminal o Incógnito, haciendo siempre gala de esa química perfecta que se da solo en contadas ocasiones.

Panini recupera ahora en edición integral otra de sus series, Fatale, que mezcla con acierto el género negro con el terror lovecraftiano. Como explica el propio Brubaker en su epílogo: "Fatale comenzó como una parte pequeña de un proyecto mayor que abandoné para hacer Criminal. (...) según pasaban los años, había una parte que seguía incordiándome, la idea de la Mujer Fatal eterna. (...) Nunca había visto a nadie hacer algo así antes, tomar a la Mujer Fatal y convertirla en una protagonista con la que empatizar, hacerla una persona real, no una vagina llena de perdición para algún hombre". La idea terminó de cuajar cuando Brubaker añadió "una capa de horror y de lo sobrenatural". Con el dibujante Sean Phillips en el apartado gráfico y el color de Dave Stewart, el resultado es un tebeo brillante, elegante y adictivo.

Dice también Brubaker: "Cuando lo presenté, no tenía ni idea de que iba a convertirse en la serie con más éxito que hemos hecho hasta ahora, sólo quería hacer algo nuevo y distinto. (...) pude escribir una historia épica que crecía según la contaba, hasta el punto de que acabó siendo el doble de larga de lo que había previsto en un principio". La magnífica edición de Panini ofrece los diez primeros números de la serie, publicados originalmente por Image en 2012, acompañados de una gran cantidad de extras (portadas, artículos, dibujos, bocetos y hasta una especie de tráiler de presentación de la obra en viñetas). Toda una gozada para los amantes del terror, el género negro y para todos los que quieran acercarse al trabajo de una pareja artística fundamental en el tebeo comercial de nuestro tiempo.


Malaga Hoy


LA EDAD DEL HOMBRE Javier Mora Bordel


En 1990 los prometedores Neil Gaiman, quien justo un año antes había irrumpido en el mercado norteamericano con su aclamado Sandman, y Mark Buckingham asumen el reto de continuar la saga de Miracleman tras el exitoso paso de Alan Moore. El solo intento ya les honra. Junto con Watchmen, también del genio de Northampton y Dave Gibbons, y Dark Knight, de Miller, hablamos de una de las obras que revolucionaron el panorama superheroico a finales de los ochenta. En sus páginas, Moore descompone minuciosamente la identidad de este mito a través de un análisis naturalista. Asistimos a una auténtica cosmogonía que desgrana paso a paso la psique ambivalente de un hombre hecho dios en la Tierra y la posterior conformación de su panteón de seres excepcionales por encima de las antiguas leyes de los hombres. Como hecho más novedoso, su sola presencia transforma el mundo a su imagen y semejanza. Los dioses sobre las cenizas de un Londres posapocalíptico forjarán esta Edad Dorada.

Pocas veces la elección de un título es tan emblemática. Es cierto que Gaiman y Buckingham nos presentan una sociedad idílica sin guerras, ni enfermedades o hambrunas. Pero esta perfección lo es solo en apariencia. Miracleman vela como un padre protector para conducir a sus hijos por el buen camino, sin embargo, en ningún momento llega a plantearse cómo se sienten. Esa es la única sombra en este paraíso: el conflicto humano. Lo épico se desvanece para revestir de intimismo a la obra. Ya no hay batallas cósmicas por dirimir, sino individuos confundidos por sus demonios internos y que aún no entienden los resortes que mueven esta felicidad regalada. El mismísimo Hesíodo se hubiera sentido orgulloso del regusto lírico que desprende cada viñeta.

Gaiman y Buckingham plasman los dilemas del hombre corriente. Un planteamiento sencillo pero sumamente novedoso (recordemos que se adelanta cuatro años a Marvels de Busiek y Ross) que parece querer darle la vuelta a la célebre cita de Nietzsche con la que Moore abría su particular versión de Miracleman. Ahora su «helo aquí» desnuda el alma humana. El eterno testigo de las hazañas y proezas del héroe se convierte así en el protagonista. Por suerte o por desgracia, el retrato es fidedigno. A modo de haikus modernos, los relatos autoconclusivos que conforman la obra reflejan a la perfección nuestro espíritu contradictorio y desconfiado. Ya sea con la búsqueda infructuosa de consuelo («Oración y esperanza») o cariño («A flor de piel»), ya sea tratando de superar un pasado plagado de mentiras sin cabida en este nuevo orden («Una historia de espías») o un superficial presente cargado de frustración y desidia («El cuento de Winter»), ya sea asumiendo nuestro complejo de inferioridad («El grito») o rebelándonos ante el poder establecido («Tendencias»), o ya sea recibiendo de las manos de la muerte una segunda oportunidad («Recuperación») a riesgo de desaprovecharla («Memorias del inframundo»), el que el ser humano se haya encontrado de bruces con el paraíso terrenal no significa que haya encontrado su lugar en el mismo.

Quizá se les pueda reprochar a ambos autores cierto exceso sentimental en el carnavalesco capítulo final de este primer arco argumental que inauguró su accidentada etapa en Mirademan (recordemos que del siguiente, La Edad de Plata, solo se llegaron a publicar dos números antes del cierre de Eclipse en 1993) pero el conjunto no se resiente. Los diálogos frescos y sugerentes de Gaiman y el estilo camaleónico de Buckingham ofrecen en estos seis números un amplio mosaico de la condición humana. Poco importa que hayan pasado décadas hasta su reedición por Marvel en 2015, una vez resueltos sus contenciosos legales con McFarlane. Ninguna de estas historias ha perdido un ápice de frescura ni de vigencia. Como las grandes obras artísticas resiste los avatares del tiempo sustentada en la legitimidad de un mensaje con el que cualquier lector es capaz de identificarse: encontrar la belleza por encima de todas las cosas.

Miracleman: La Edad de Oro.
Neil Gaiman (guión),
Mark Buckingham (dibujo)
y D´Israeli (color)
Panini Comics
Cartoné
208 págs.
Color

Obra relacionada:

Marvels
Kurk Busiek y Alex Ross
(Panini Comics)

Astro City
Kurt Busiek y Brent anderson
(ECC Ediciones)

Watchmen
Alan Moore y Dave Gibbons
(ECC Ediciones)

Next Men
John Byrne
(Norma Editorial)


COMICS ESENCIALES 2016 Un Anuario de ACDCÓMIC & JOT DOWN