sábado, 23 de junio de 2018

Mucho más que tablas

David Sala reinterpreta la última novela que escribió Stefan Zweig antes de suicidarse en Brasil en 1942 en el cómic 'El jugador de ajedrez'

TEREIXA CONSTENLA

18 JUN 2018


Detalle de 'El jugador de ajedrez', cómic de David Sala.

El cómic está pescando en todos los charcos. Uno de ellos, cada vez más frecuentado, es el de las adaptaciones de obras literarias. Solo en los últimos meses se han publicado, entre otras, versiones de Sostiene Pereira, El diario de Ana Frank o La ciudad de cristal. Aunque en este mercado predominan las novelas gráficas de títulos que han arrasado en las librerías (un ejemplo fue Suite francesa), de cuando en cuando algún dibujante se desmarca con una elección de riesgo, motivada más por la obsesión personal que por el cálculo comercial. Le ocurrió a Rayco Pulido, que se rebeló contra el desconocimiento de la figura de Pérez Galdós entre sus alumnos canarios y decidió aunar sus fuerzas como profesor y como dibujante para crear Nela, una sutil relectura gráfica de Marianela.

 Mucho más que tablas

Ahora se ha traducido al español El jugador de ajedrez, el álbum donde el dibujante David Sala reinterpreta la última novela que escribió Stefan Zweig antes de suicidarse en Brasil en 1942. Una traslación que también nació de una fijación del ilustrador por Novela de ajedrez, el texto donde Zweig condensó la perversión nazi de la que había huido y que ha sido llevado al cine, al teatro y a la ópera. El escepticismo ante el proyecto salta por los aires gracias a la gran carga evocadora de sus páginas, que lo mismo entroncan con una fotografía de Robert Doisneau en París que con telas diseñadas por Klimt y otros modernistas vieneses.

David Sala (Décines, Francia, 1973), curtido antes por otras adaptaciones literarias (Nicolás Eymerich, inquisidor), ha huido del facilismo de lo literal. Sin adulterar el espíritu de la novela, ha optado por crear un álbum donde todo el poder descansa sobre lo visual, con la pátina ensoñadora de las acuarelas, páginas con ventanas al estilo de Richard McGuire y una composición secuenciada sobre la locura capaz de transmitir el abismo de la sinrazón sin apenas palabras. La fuerza del dibujo traslada tanto la intensidad del duelo entre dos singulares jugadores de ajedrez como el trauma de la tortura que sufrió en el pasado uno de ellos. Los colores a veces están al servicio del mar y a veces de la claustrofobia del barco. Una versión gráfica capaz de valerse por sí misma, con valor añadido y dispuesta a emanciparse de la obra que la inspiró. Mucho más que una partida acabada en tablas.


Titulo: El jugador de ajedrez

                                        Autor: David Sala.

                                        Editorial: Astiberri (2018).

                                        Formato: tapa dura (128 páginas).


El Pais. Babelia Nº 1.386 Sabado 16 de junio 2018

Bolaño en viñetas

MATÍAS NÉSPOLO

18 JUN. 2018


El murciano Javier Fernández y la valenciana Fanny Marín adaptan a la novela gráfica la celebrada novela breve de Roberto Bolaño 'Estrella distante'.

A quince años de su muerte, aniversario que se cumplirá el mes próximo, el chileno Roberto Bolaño sigue creciendo. Siguen creciendo la leyenda del beatnik latinoamericano, la dimensión póstuma y el lugar de su obra, las ediciones en todo el mundo y el número de lectores. Pero no sólo eso, sino que también crece a la manera de un rizoma -símil que seguramente agrade a la catedrática Dunia Gras que habla de la dimensión fractal en la narrativa de Bolaño- la obra de otros autores generada por y desde la del chileno.Aún no se enfrió en los anaqueles el personalísimo homenaje gráfico a Bolaño de Aitor Saraiba y Paula Bonet Por el olvido (Lunwerg Editores) ni la lograda ópera prima del argentino Diego Gándara, Movimiento único (Seix Barral) que traza una impagable imagen del autor, cuando llega un nuevo título. Se trata de la adaptación a la novela gráfica de Estrella distante (1996) en Random Cómic. Las viñetas las firma la valenciana Fanny Marín (1983) y el guion, el murciano Javier Fernández (1984), doctorado en la UB con una tesis sobre la influencia de la narrativa norteamericana en la obra del chileno. «Empecé a leer a Roberto Bolaño con el fervor de un adolescente en 2003, cuando escribía y dibujaba en fanzines como los que se describen en Los detectives salvajes. Lo estudié durante una década entre la carrera, las clases y el doctorado y he intentado adaptarlo sin la rigidez analítica del profesor de literatura entusiasta ni la fidelidad acrítica del discípulo. En el fondo creo que me he buscado una excusa para pasar más tiempo en ese universo narrativo», explica Fernández desde China, donde da clases de español.

Mientras la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña) prepara unas jornadas de homenaje al chileno para este año, la publicación coincide con la reedición en la Biblioteca Roberto Bolaño de Alfaguara de la novela póstuma El Tercer Reich y de la inclasificable La literatura nazi en América (1996). De uno de los personajes de esta última, o de una entrada de esta suerte de enciclopedia abreviada de la infamia literaria americana, nace Estrella distante. La historia de un gris aspirante a poeta de los años de Allende llamado Ruiz-Tagle que, tras el golpe del 73, se convierte en Carlos Wieder, un vanguardista piloto que escribe versos fascistas en el cielo a lomos de un avión de la Luftwaffe.

EL Mundo



Reunión de talentos


JAVIER FERNÁNDEZ
20 Junio, 2018


'MAD grandes genios del humor: Wally Wood, Vol. 2'. Harvey Kurtzman, Wally Wood. ECC. 88 pág. 9,95 euros.

Nombre propio del tebeo estadounidense y autor de la máxima calidad, Harvey Kurtzman revolucionó el medio con una carrera impecable que alcanzó su cima en el humor. A comienzos de la década de 1950, se sacó de la chistera la revista MAD, donde fue un verdadero hombre orquesta. Contó con la ayuda de diversos dibujantes, encargados de perfilar los guiones de Kurtzman, como el malogrado Wally Wood, uno de los grandes artistas de su generación, dotado de un talento natural para la narración gráfica. Los dos números de MAD Grandes genios del humor: Wally Wood, de formato reducido para alcanzar un precio inmejorable, son un testimonio del choque de trenes artístico entre Kurtzman y Wood, una delicia por la que no pasan los años.


Malaga Hoy


Una necesaria recuperación

JAVIER FERNÁNDEZ
20 Junio, 2018


'Colección Jesús Blasco - Cuto, Vol. 1'. Hermanos Blasco. ECC. 208 pág. 25 euros.

Ecc sorprendió a los aficionados con la creación de la Colección Jesús Blasco, (cuya primera entrega, la recopilación integral del wéstern Los guerrilleros, salió a la venta a comienzos de este mismo año), una iniciativa que viene a cubrir el vacío quizá más doloroso de la historia de nuestro tebeo: el total olvido del que está considerado padre de la historieta española. La apuesta continúa con el primer volumen dedicado a Cuto, ídolo de los niños de posguerra (al menos de los que podían aspirar a leer sus aventuras), emblema del semanario Chicos e icono por excelencia de la producción de Jesús Blasco (y hermanos), que regresa a librerías ocho décadas después de la creación del personaje, en un libro de cuidada edición y jugosos paratextos que contextualizan al autor y la obra y ayudan a comprender su relevancia. En una sola palabra: imprescindible.


Malaga Hoy

Un superhéroe inagotable

JAVIER FERNÁNDEZ
20 Junio, 2018


'Batman: Superpesado'. Scott Snyder, Greg Capullo y otros. ECC. 160 páginas. 16,95 euros.

Desde que a Frank Miller se le ocurriera en 1987 engordar las relaciones de Batman con el género negro en el muy influyente arco argumental Batman: Año Uno, las mejores aventuras del Hombre Murciélago siempre han estado recubiertas de un barniz noir (véanse La broma asesina, El largo Halloween, El hombre que ríe o spin-offs tan notables como Catwoman o Gotham Central). Este paradigma se quebró en 2006 cuando Grant Morrison puso sus creativas manos sobre la franquicia y la dinamitó por completo a través de una etapa demasiado larga y compleja para resumirla en pocas palabras (baste saber que juega con la idea de que todos los tonos y variaciones de Batman engendrados a lo largo de las décadas son igualmente válidos y pueden convivir unos con otros).

El sucesor principal de Morrison a los guiones, Scott Snyder, ha seguido arrimando el ascua a la sardina de la innovación y la singularidad, apoyado en un sobresaliente Greg Capullo, dibujante forjado en la Image de los 90 que ha sabido mantener la espectacularidad de aquellos años, adecuándola al refinamiento cinematográfico del momento actual. Superpesado es la siguiente piedra de la edificación que Snyder y Capullo están construyendo alrededor del superhéroe más representativo de estos primeros compases del siglo XXI. Tras la muerte aparente del Caballero Oscuro en Final de juego, la criminalidad de Gotham ha vuelto a dispararse, y es entonces cuando aparece un nuevo Batman, embutido en una moderna armadura desarrollada por la corporación Powers International. El presente volumen contiene los números 41 a 45 de Batman y el especial DC Sneak Peak: Batman, todos publicados originalmente en 2015, más una galería de portadas alternativas y bocetos. A la fiesta se suman el guionista Brian Azzarello y el dibujante Jock, con quien Snyder ya había colaborado en sagas tan recomendables como Espejo oscuro. Un tebeo fresco y elegante que muestra la versatilidad y la capacidad de adaptación de un personaje que parece inagotable cuando va camino de ochenta cumpleaños.



Malaga Hoy

Crepúsculo esmeralda

El volumen recopila algunos de los hitos más importantes de la historia del policía espacial, desde la muerte de Superman al funeral de Jordan


JAVIER FERNÁNDEZ
20 Junio, 2018

'La muerte de Green Lantern'. VV.AA. ECC. 384 páginas. 34,50 euros.

Se dice que los 90 fueron una mala época para el cómic de superhéroes, y no es cierto. Es verdad que durante la segunda mitad de la década de 1980 se publicaron algunos de los títulos más celebrados de toda la historia del género, que autores como Frank Miller y David Mazzucchelli alcanzaron niveles de calidad insuperables, que fueron los años del desembarco en América de una generación irrepetible de escritores británicos (los Moore, Morrison, Gaiman y Milligan, por citar solo cuatro) y que la bonanza del mercado dio paso a un periodo de especulación editorial y una escalada de ventas que poco o nada tiene que ver con criterios puramente artísticos y sí con estrategias comerciales. Pero en los 90 hubo también espacio dentro del género para joyas creativas de primer orden: Los Invisibles, Marvels, Kingdom Come, Enigma, Supreme, etcétera. Esta especie de esquizofrenia ha de mirarse en perspectiva, y da cuenta de la vitalidad de unos años excitantes en los que se alumbraron propuestas tan antagónicas como Spawn y Madman.

En lo que a DC se refiere, y dejando de lado el prestigioso sello Vertigo, que nació y dio entonces sus mejores títulos, a poco que uno rasque se topa con obras de gran calado como el Starman de James Robinson, la JLA de Grant Morrison o El Espectro de John Ostrander, en las que los guionistas son los auténticos protagonistas. Lo mejor de este material va regresando poco a poco a librerías gracias al interés de ECC, que ha encontrado una mina en el pasado reciente de la editorial de Superman y Batman. En esta línea se enmarca el rescate del Flash de Mark Waid, del que se han publicado ya cinco gruesos tomos recopilatorios. El más reciente, Punto muerto, incluye los números 108 a 121 de The Flash, los 9 a 11 de Impulse, el 1 de The Flash Plus y el 1 de DC Universe Holliday Bash, en los que Waid, asistido por dibujantes como Óscar Jiménez, Humberto Ramos o Paul Ryan, sigue enriqueciendo el universo del velocista con una efectiva mezcla de elementos nuevos y tradicionales. La muerte de Barry Allen en Crisis en Tierras Infinitas hizo que el papel de Flash recayese en Wally West, y Waid desarrolló su personalidad con solidez, arropándolo con las aventuras de otros velocistas como Jay Garrick, Johnny Chambers o Jesse Quick, secundarios de lujo para una serie que es puro dinamismo.

De esos mismos años, aunque en un escalón cualitativo inferior, es el Green Lantern de Ron Marz, con quien el manto del policía espacial pasó de Hal Jordan al joven Kyle Rayner. La muerte de Green Lantern recopila algunos de los hitos más importantes de esta larga etapa, comenzando con las postrimerías de la muerte de Superman y terminando con el funeral de Jordan. Además de los episodios de Marz, la recopilación incluye colaboraciones de otros guionistas como Dan Jurgens, Geoff Johns y Karl Kesel, y el apartado gráfico lo completa un elenco de hasta diez dibujantes. Es la oportunidad perfecta para asomarse a un periodo convulso e injustamente valorado que merece una segunda lectura.


Malaga Hoy


viernes, 15 de junio de 2018

SPIROU y El SULFATO ATÓMICO


Jordi Canyissà


Este álbum no es únicamente uno de los mejores del año, sino uno de los mejores de la historia del cómic. Tanto es así que no resulta sorprendente que, en 2012, la prestigiosa revista francesa Lire escogiera QRN en Bretzelburg como el décimo mejor cómic de todos los tiempos, ni que lo calificara como la mejor aventura de la serie protagonizada por Spirou. Su autor, André Franquin, fijó el canon humorístico de la historieta francobelga —y, por extensión, de buen parte de fuera de esas fronteras— y, a pesar de ello, su obra ha pasado excesivamente desapercibida en nuestro país. Un error que la nueva edición integral y comentada de este álbum debería ayudar a corregir. Presentado en páginas de dos tiras para respetar su formato de creación, el libro re- produce con exactitud el luminoso y fértil trazo del dibujante belga, a menudo amortiguado por un uso poco afortunado del color. No es inoportuno recordar que el propio Franquin lamentó el coloreado de algunas secuencias del episodio, con lo que esta edición en blanco y negro tiene algo de justicia poética.

Publicado originalmente entre 1961 y 1963, QRN en Bretzelburg es ante todo una divertida y ágil historieta en donde la aventura y el humor están perfectamente engarzados, desde el prólogo que protagoniza el simpático Marsupilami hasta las páginas que relatan la incursión de Spirou en un hermético país —Bretzelburg— sometido a una permanente escalada armamentística para protegerse del país vecino. Franquin, junto con su guionista Greg, construyen un efectivo relato antimilitarista y denuncian con humor temas nada frívolos: desde la manipulación de los gobernantes por parte de oscuros asesores hasta el enriquecimiento generado por la venta de armas, pasando por el castigo que las dictaduras infligen a su pueblo. Una evocación de la tensión de los años de la Guerra Fría explicada con una comicidad deliciosamente absurda y atemporal. Si Hergé supo plasmar el enfrentamiento de dos países vecinos en El cetro de Ottokar, la causticidad de Franquin y Greg consigue aquí ridiculizar el estamento militar al completo.

QRN en Bretzelburg supone un punto de inflexión para la serie, que entona aquí el fin de su inocencia, al tiempo que marca un antes y un después para Franquin. Gráficamente, el autor ha ido abandonando la claridad de álbumes anteriores como La Máscara para introducir una mayor densidad en sus viñetas y un trazo más barroco y nervioso, que aquí alcanza una saturación gráfica extrema. Las páginas son una enorme demostración de destreza: castillos, trenes, bosques y grutas son dibujados con un detallismo febril, mientras que los personajes adoptan una expresividad inédita. El dibujo de Franquin, tierno y mordiente a la vez, es capaz de elaborar secuencias antológicas como la persecución de los protagonistas en la estación de tren o la batalla campal en la cocina del doctor Kilkil. Su dinamismo es frenético. El álbum es un hito estético con el que cualquier dibujante humorístico de historieta deberá medirse a partir de entonces. Cada viñeta, cada secuencia, sirve como lección de dibujo y de narrativa gráfica. El iconoclasta Marcel Gotlib —uno de los pilares de la revista Pilote— aseguraba haber aprendido a dibujar leyendo esta historia y sostenía, nada más y nada menos, que la segunda y muy discreta viñeta de la plancha 15.a era la mejor de toda la historia del cómic porque gracias a una gestualidad adecuada lograba sugerir un mensaje inequívoco aunque implícito.

Fuera del ámbito francófono, QRN en Bretzelburg ejemplifica mejor que ningún otro álbum el impacto que el cómic francobelga tuvo sobre la tradición historietística española y, más concretamente, sobre la llamada escuela de Bruguera. A partir de 1968, la célebre editorial en donde publicaron Francisco Ibáñez o Manuel Vázquez tomó esos álbumes de cuidada factura como modelo para renovar el estilo de sus series más conocidas. El caso más claro es la primera aventura larga de Mortadelo y Filemón, El sulfato atómico, cuyos puntos de contacto con QRN en Bretzelburg saltan a la vista. El país que visitan los dos detectives de la TIA, Tirania, es un trasunto de Bretzelburg: las casas, los uniformes de los soldados, los coches de lujo o los autobuses desvencijados, recuerdan inevitablemente a la aventura dibujada por Franquin, de quién también toma la idea del sulfato —vista en El prisionero de los 7 budas— aunque añadiéndole una vis cómica endiablada. La influencia, reconocida por Ibáñez, se explica también por las imposiciones editoriales de la época, por la obligación de producir muchas páginas en muy poco tiempo y por de la necesidad de apoyarse en documentación gráfica, que no era fácil de conseguir antes de la llegada de Internet.

En la historia personal de André Franquin, la gestación de QRN en Bretzelburg está marcada por la fricción con su editor —que le obligó a cambiar el guión con el episodio en marcha— y por el bloqueo sufrido a mitad del álbum, cuando se sintió incapaz de seguir dibujando y tuvo que abandonarlo durante quince meses. Milagrosamente, el resultado final no se resiente de esos problemas, aunque acabarán provocando que Franquin abandone la serie para dedicarse exclusivamente a Gastón Elgafe, una obra más personal. Los comentarios a pie de página del periodista y crítico Hugues Dayez ayudan al lector a conocer estos y otros detalles de una obra por fin editada con el cariño y el rigor que los clásicos merecen.




QRN en Bretzelburg Franquin y Greg
Dibbuks Bélgica
Rústica
136 págs. Blanco y Negro

Obra relacionada

La máscara André Franquin
(Dibbuks)
El sulfato atómico Francisco Ibáñez
(Ediciones B)
Aquiles Talón Greg
(Trilita Ediciones)
Gastón Elgafe André Franquin
(Norma Editorial)



COMICS ESENCIALES 2017
Un anuario de ACDCCOMIC & JOTDOWN
primera edición abril 2018