domingo, 30 de abril de 2017

El arcángel surfista

Con guión de Stan Lee y dibujos de John Buscema la colección de Estela Plateada nace en plena eclosión del movimiento hippie con una temática más de reflexión que de acción.

GERARDO MACÍAS
26 Abril, 2017


'Marvel Gold. Estela Plateada de Stan Lee y John Buscema'. Guión: Stan Lee. Dibujos: John Buscema. Panini Cómics, 2015. Edición Original USA: Silver Surfer nº 1-18 (Marvel Comics, 1968-1970), Fantastic Four Annual nº 5 (Marvel Comics, 1967), Epic Illustrated nº 1 (Marvel Comics, 1980) y Not Brand Ecch nº 13 (Marvel Comics, 1969).


Galactus debutó en Fantastic Four nº 48 (1966), en un intento de elevar el nivel de los antagonistas de Los Cuatro Fantásticos. Habiéndoles enfrentado a monstruos subterráneos, antihéroes submarinos, tiranos europeos, y a invasores alienígenas, a Lee y a Kirby se les ocurrió plantear un adversario que fuera una divinidad.

Galactus, el devorador de mundos, es un gigante con una G de God (Dios en inglés) en el pecho. El Dios imaginado por Stan Lee y Jack Kirby. Los Cuatro Fantásticos se sienten hormigas ante él.

El método Marvel en sus primeros años era una lluvia de ideas de guionista y dibujante que los convertía en coargumentistas. Luego, el dibujante traía las páginas y el guionista ponía los diálogos.

Cuando le llegaron a Stan Lee las páginas de Fantastic Four nº 48, había un personaje volando sobre una tabla de surf. Según Kirby, si Galactus era un ser divino, tenía que tener un heraldo. Y ese era Silver Surfer, el arcángel del Dios que era Galactus.

En 1968, Stan Lee decidió darle su primera oportunidad a Silver Surfer en su propia serie en solitario, y no sólo eso, sino que se reservó como único guionista del personaje durante mucho tiempo. En España se tradujo por Estela Plateada.

Esta primera serie protagonizada por Estela Plateada no es de superhéroes, sino de carácter filosófico, religioso y moral como corresponde al arcángel de un Dios extraterrestre.

El nº 1 cuenta que Norrin Radd se había ofrecido como heraldo a Galactus en sacrificio para que éste no devorara su propio mundo, el planeta Zenn-La.

Galactus le otorgó poderes cósmicos, piel plateada y una tabla de surf voladora para ejercer de heraldo. Silver Surfer vagó por las galaxias buscando planetas deshabitados pero con suficiente energía para alimentar a Galactus.

Al haber traicionado a su Dios para proteger a la Humanidad impidiéndole devorar La Tierra en Fantastic Four nº 48-50, Silver Surfer es condenado a no poder salir jamás de nuestro planeta. Estela Plateada se va enfrentando a las lacras de la Humanidad, reflexiona sobre las miserias de ésta, y se pregunta si merece la pena luchar por ella.

En el apartado gráfico, tenemos a John Buscema, justo entre dos de sus trabajos más recordados: Los Vengadores y Conan el Bárbaro, ambas con guiones de Roy Thomas.

Este extraterrestre mesiánico lo daría todo por redimir a esa Humanidad que no comprende y que tampoco le comprende a él. La belleza de su discurso, y lo puro de sus intenciones, hacen que su filosofía sea aún válida. En 1968, el cómic tuvo a Stan Lee, John Buscema y su Silver Surfer; en 1971, la música tuvo a John Lennon y su Imagine.

El principal enemigo de Silver Surfer es un demonio llamado Mefisto, que, en el Universo Marvel, es considerado como la encarnación personificada del Mal.

Inspirado en el Mefistófeles de Fausto de Goethe, Mefisto es capaz de lo que sea para apoderarse de las almas que considera valiosas. Puede cambiar de forma a voluntad y manipular la materia. Tiene su propia dimensión parecida al Infierno, donde gobierna a sus almas esclavas.

No puede pasarse por alto el año 1968 en el que fueron publicados estos cómics: la eclosión hippie y el pacifismo opuesto a la guerra de Vietnam se reflejan perfectamente en este extraterrestre incapaz de comprender las contradicciones del ser humano, enfrascado en poéticos monólogos, donde Stan Lee da lo mejor de sí mismo, y que John Buscema interpreta en clave teatral, con bonitas poses declamatorias.

Esta colección tuvo una duración corta. Quizás por la temática más orientada a la reflexión y menos a la acción que otras series, o a que tuviese más páginas, que implicaban un precio mayor que el de las demás colecciones. En el nº 9 se abarató el precio reduciendo el número de páginas, pero la serie fue cancelada en el nº 18.

Después del cierre, Estela Plateada obtuvo a lo largo de los años siete series mensuales y varios especiales. En 1998 se emitió en Fox Kids la teleserie animada Silver Surfer. En 2007, se estrenó en cines el largometraje Fantastic Four: Rise of the Silver Surfer, con este personaje interpretado por Doug Jones en movimientos, mientras la voz la recrea Laurence Fishburne.

Malaga Hoy


El clasicismo transgresor de un maestro: Irving Penn


Revolucionó la fotografía de moda a principios de los 40, pero su maestría creativa abarcó distintos campos. Una retrospectiva en el MET celebra su centenario



GLORIA CRESPO MACLENNAN
28 ABR 2017


Nude No. 72, Nueva York, 1949–50 IRVING PENN / CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

“Una buena fotografía es aquella que toca el corazón del espectador y lo cambia después de haberla visto”, decía Irving Penn. Sencilla explicación por parte de uno de los grandes maestros de la fotografía del siglo XX, quien durante casi siete décadas no dejó de sorprender al público a través de imágenes de engañosa simplicidad e intransigente y austero clasicismo, capaces de desafiar a las convenciones del lenguaje fotográfico con el talante renovador de la vanguardia. Compleja tarea.

Consideró la fotografía como el medio para ahondar en la historia visual del hombre. Un enlace adecuado que conectaba el Paleolítico con un presente multicultural. En sus imágenes el tiempo se detiene. Es eterno. “Debido a que Penn se empapó del arte de todas las eras, sus imágenes están cargadas de profundas conexiones históricas, y aunque estas son en gran parte invisibles en una primera consideración, todos las presentimos de forma instintiva”, señala la comisaria Maria Morris Hambourg. “Esta aceptación histórica, junto con la autoridad del talento de Penn, es lo que otorga a sus fotografías esa calidad atemporal que identificamos en el gran arte”.

Rochas Mermaid Dress (Lisa Fonssagrives-Penn), París, 1950 IRVING PENN / CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

Morris es la comisaría de Irving Penn:Centennial, una exposición inaugurada la semana pasada en el Metropolitan Museum de Nueva York, que celebra los cien años de este célebre creador nacido el 16 de junio en Plainfield, New Jersey, Estados Unidos. Muestra que aspira a ser la retrospectiva más extensa del artista norteamericano celebrada hasta el momento, y que incluye tanto las obras más grandiosas como las más desconocidas, de sus principales series.


“Uno está perdido en el momento en que sabe cual será el resultado”, decía Juan Gris. De forma intuitiva Penn supo de esta máxima del pensamiento creativo cuando, en los albores de su carrera, trabajando con Alexei Brodovitch, sin cobrar, en la revista Harper´s Bazaar, un becario tiró por accidente un negativo del diseñador ruso al suelo. Penn recordaba que al llevarle el negativo a su maestro, este lo miró y sin inmutarse le dijo:“forma parte del medio”. “¡Sorpréndeme!”, reclamaba con frecuencia Brodovitch; este enemigo del cliché y de la imitación, que en esos momentos rediseñaba el diseñó gráfico de América como director artístico, y con quien había iniciado contacto cuando lo tuvo de profesor en el Penssylvania Museum and School of Industrial Art. Debido a su precaria economía, Penn dormía en el estudio de su mentor. Por las noches examinaba minuciosamente una colección de publicaciones que incluían a Arts et Métiers Graphiques, Cahiers d´Art, Verve y Minotaure, alumbrándole por los senderos de la rutilante vanguardia parisina; en especial el surrealismo.

Truman Capote, Nueva York, 5 de marzo, 1948 IRVING PENN / CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

Penn no hubiera sido Penn sin Brodovitch, pero tampoco lo hubiese sido sin Alexander Liberman. Este era también un exiliado ruso. Llevó el arte de vanguardia a las páginas de Vogue, ejerciendo como director de arte; aunando la sofisticación europea con el pragmatismo americano. Penn sería una figura clave en esta hazaña. Fue Liberman quien incitó al joven americano a realizar él mismo sus fotografías, cuando trabajando como diseñador para la revista, los fotógrafos (entre ellos Horst, Cecil Beaton y Erwin Blumenfeld) objetaban sus propuestas como portadas. Su primera portada para la famosa publicación de Condé Nast se publicó en 1943: un bodegón de un bolso, un pañuelo y un cinturón, a color.

Su reputación se forjó a través de las páginas de Vogue mediante la fotografía de moda, los bodegones y los retratos. Realizaría más de 150 portadas durante toda su carrera. Desde sus inicios marcó los estándares estéticos para la elegante moda de la década de los cuarenta y los cincuenta, con exquisitas imágenes de lenguaje rotundo, meticulosamente orquestadas, donde las telas adquieren una calidad escultórica que transmuta a sus modelos, convirtiéndolas en clásicas diosas contemporáneas. La ropa más que un artículo para ser lucido, queda sintetizada en formas que desvelan una silueta. Sin duda alguna, su modelo favorita fue Lisa Fonssagrives, con quien se casó en 1950. Ella protagonizó algunas de sus fotos más icónicas.

After-Dinner Games, Nueva York, 1947 IRVING PENN / CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

Entre 1946 y 48 Liberman le encargó una serie de retratos de los personajes más relevantes del mundo de la cultura del momento. En su estudio construyó un ángulo vertical de fondo a modo de esquina, donde situaba a sus modelos. Esta incomoda localización potenciaba la expresión del modelo y junto a las distorsiones creadas por la perspectiva, y una cuidada atención a la iluminación, otorgaba a los personajes un poderío indiscutible. “Muchos fotógrafos piensan que su cliente es el sujeto”, señalaba Penn en una entrevista al The New York Times en 1991. “Mi cliente es una mujer de Kansas que lee el Vogue, a la que trato de intrigar, estimular, alimentar... Puede que un retrato severo no suponga para al sujeto la mayor alegría del mundo, pero es enormemente importante para el lector”.

Cigarette No. 37, Nueva York, 1972 IRVING PENN / CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

La necesidad de ser libre para experimentar estuvo muy presente durante toda la vida del artista. De ahí que supo trabajar simultáneamente como artista y como fotógrafo para revistas y publicidad, marcando una pauta que hoy nos puede parecer habitual, pero no lo era entonces. Su serie de desnudos femeninos forma parte de uno de sus proyectos personales. Su cámara, está vez, se deleitaba en cuerpos rollizos retratados sin ningún pudor en planos cercanos de cruda textura y tonalidad poco realista.“Estos desnudos no solo se rebelaban contra las convenciones de belleza de mitad de siglo sino que iban en contra de la práctica fotográfica, donde aún se perseguía una buena resolución en el detalle y una representación realista”, señala Morris. Liberman se negó a publicarlos, menos uno. Edward Steichen, entonces conservador del MoMA, también los rechazó.

“Fotografiar una tarta puede ser arte”, defendía. Así buscó la belleza en lo perecedero, en la fruta madura, en las colillas de los cigarros, en los desperdicios, o en las calaveras de animales. También posó su mirada en las culturas exóticas, retratando a los indios Quechua en Perú, y a las tribus de Guinea Papúa, cuya estética de la belleza retaba a los cánones occidentales. Pero en todo ello siempre había una búsqueda por la perfección. En la introducción al libro Passage: A word record, Liberman recuerda este afán, cuando en un encargo en el que Penn debía fotografiar unas copas rotas en una bandeja, insistió en que, en pro de la autenticidad, las copas fueran del carísimo cristal Baccarat; así varias docenas de copas cayeron al suelo antes de que Penn se sintiera satisfecho.

Murió en 2009 habiendo aportado, como diría la crítica de arte Rosamond Bernier, “una poesía a la inmovilidad”.

Irving Penn, Centennial. The Metropolitan Museum of Art. Nueva York. Hasta el 30 de julio


Cuzco Children, diciembre, 1948
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

Mouth (for L'Oréal), New York
IRVING PENN / CPRTESÍA IRVING PENN FOUNDATION 

Deli Package, Nueva York, 1975
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION 

Girl Drinking (Mary Jane Russell), Nueva York, 1949,
IRVING PENN / CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION 

Three Asaro Mud Men, Nueva Guinea, 1970
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

Glove and Shoe, Nueva York, 7 de julio, 1947
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION


Ingmar Bergman, Estocolmo, 1964
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

Marlene Dietrich, Nueva York, 3 de noviembre , 1948
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

Naomi Sims in Scarf, Nueva York, ca. 1969
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION 

Pablo Picasso at La Californie, Cannes, 1957
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION


Single Oriental Poppy, Nueva York, 1968
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION

Ta Tooin (The Bowery), Nueva York, ca. 1939
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION 

Three Dahomey Girls, One Reclining, 1967
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION 

Tribesman with Nose Disc, Nueva Guinea, 1970
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION


Two Miyake Warriors, Nueva York, 3 de junio, 1999
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION 


Ungaro Bride Body Sculpture (Marisa Berenson), París, 1969
IRVING PENN/ CORTESÍA IRVING PENN FOUNDATION
























El Pais Babelia

miércoles, 26 de abril de 2017

El beso del Ayuntamiento ROBERT DOISNEAU / 1950





  "Esta foto me recuerda lo que yo llamo el universo visceral: un hombre, una mujer, dos bocas, dos cuerpos, el deseo del otro y de amarse para siempre... Sucedió en otra vida", afirma sonriendo Jacques Carteaud desde el sur de Francia. "Resulta difícil creer que sea yo, ¿verdad?".

Desde luego. Retratos de la época confirman que es él el joven que abraza apasionadamente a una joven con una chaqueta de punto delante del Ayuntamiento de París. Pero éste de ahora es otro, alguien que cuenta los años con serenidad: "48 años ya. ¿Quién iba a pensar que ese beso pasaría a la posteridad?". Nadie. Ni Robert Doisneau ni la agencia Rapho, a la que, en la primavera de 1950, la revista Life encarga un reportaje sobre los enamorados en París. Minada por la escasez, Francia está en plena reconstrucción y no hay nada que se libre de la cartilla de racionamiento. Sólo una cosa. "París y el amor forman un tema eterno", subraya Anette Doisneau, hija mayor de Robert. Se da la consigna de recurrir a figurantes, porque la agencia Rapho acaba de perder un juicio. Así es como Robert Doisneau acude a la Academia Simón en busca de una pareja que pueda posar. Entre los 350 estudiantes de arte dramático destacan "dos enamorados auténticos": Francoise Bornet y Jacques Carteaud. Éste ha ido a París para dedicarse al teatro. Es un joven atractivo que, para (sobre)vivir, posa para fotonovelas, publicidad o fotografías de moda: "Y me encontré con que me pagaban ¡por besar a la mujer que amaba! ¡Un sueño en estado puro!". En la placa de contactos se ve a la pareja que pasea en torno al Ayuntamiento, un "lugar simbólico de París". Solamente cinco fotos. "En aquella época todo era escaso y caro, y mi padre se preocupaba por ahorrar", explica Annette Doisneau. En cuanto a la foto, se impuso con claridad cuando la publicaron en Life, pese a que a Robert Doisneau no le agradaba especialmente: "La encontraba un poco facilona. Él, que se comparaba a un pescador de imágenes más que un cazador, prefería esperar que las fotos fuesen a él, más que forzarlas". Robert Doisneau nace en 1912, en Gentilly (Francia), en una familia de artesanos. Después de formarse como grabador-litógrafo, trabaja en un taller especializado en publicidad. Allí es donde descubre la fotografía. Durante sus horas libres hace fotos de los alrededores para "inscribir los decorados", con su Rolleiflex 6"6. "En ese medio vulgar que me rodeaba", deja escrito, "a veces percibía fragmentos de tiempo en los que el universo cotidiano parecía liberarse de la seriedad. Mostrar esos momentos podía ocupar toda una vida". Así fue.

Después de pasar por el departamento de publicidad de Renault, entra en la agencia Rapho tras la guerra. Acaba de nacer la revista Paris-Match, que encarna una "loca sed de imágenes". Robert Doisneau se traslada a Montrouge, en las afueras del sur de París, de donde no se mudará nunca más. Allí instala su estudio, en el que hoy se conservan los 350.000 clichés de su colección. Un fresco formidable de su época en el que este humanista cuenta la vida de la gente importante y la gente corriente de la región parisiense. Pasea por las calles, se sumerge en un café o en una fábrica de gas, en busca de "la imaginación social": "París es un teatro en el que pagamos la butaca con el tiempo perdido", escribe él, que maneja la cámara reivindicando la subjetividad. Es un director nato, y no duda en reconstruir una escena que le ha gustado con un figurante. Cuando, en 1986, Éditions du Desastre inician la publicación de carteles, Doisneau es un fotógrafo de renombre. Después de que su foto del beso haya dormido más de 40 años en sus archivos, el editor la selecciona y sella así el nacimiento de un símbolo. "El cartel se vendió inmediatamente en el mundo entero", cuenta Annette Doisneau, "y mi padre empezó a recibir enseguida cartas de personas que aseguraban reconocerse en la foto". El primero, el hombre con la boina a la izquierda de la pareja, un abogado de Montreal que descubrió la imagen gracias a un vecino. Envía a Doisneau una foto en la que posa con el célebre cliché en la mano. La misma boina, las mismas gafas, el mismo traje: es él. Y después hay decenas de enamorados que "decían amablemente que se reconocían en la pareja". Robert Doisneau les responde con la misma amabilidad hasta que "la historia se convierte en pesadilla". Una pareja exige conocerle. Se organiza una cena. "Por desgracia", suspira Annette, "mi padre no les dijo que eran ellos, pero tampoco les dijo que no eran. No quería, según me explicó, derribar su sueño". La pareja lleva al fotógrafo a los tribunales y reclama daños e intereses. Desestiman la querella, pero recurren. "Fue indigno", recuerda Jacques Carteaud, al que Robert Doisneau localizó para que le ayudara en su defensa. "Lo único positivo fue que me permitió conocer de verdad a ese hombre tan delicioso". En cuanto a la antigua novia del guapo actor, también ella corre al ataque para obtener derechos de autor. Pierde, pero Doisneau queda profundamente afectado: "Esos asuntos arruinaron el último año de su vida", cuenta Annette. "Decía con frecuencia: es triste pensar que lo único que voy a dejar es esta foto". Texto: Mane-Monique Robín / Capa



Annette, hija, del famoso fotógrafo Robert Doisneau, con la histórica y polémica imagen del beso ante el mismo escenario de la fotografía: el Ayuntamiento de París,
 
El Pais Semanal 100 fotos del siglo.

jueves, 20 de abril de 2017

Una colección frenética

JAVIER FERNÁNDEZ
19 Abril, 2017





'Demon, de Garth Ennis, 1'. Garth Ennis, John McCrea. ECC. 296 páginas. 29,50 euros.

Antes de firmar la serie Hitman, el guionista Garth Ennis y el dibujante John McCrea pasaron un tiempo relatando las desventuras de Demon, el antihéroe creado por Jack Kirby a comienzos de los 70, y que más tarde fue recuperado por Alan Moore en Swamp Thing. Es precisamente en el segundo anual de The Demon donde Ennis y McCrea inventaron al célebre asesino a sueldo, pero Demon ofrece mucho más que el debut de Hitman. Demonios, fanáticos religiosos, moteros sacrílegos, supervillanos de medio pelo y hasta un ejército de nazis zombis se dan cita en las páginas de esta colección frenética y alucinante. Son dos tomos recopilatorios, el primero de los cuales incluye el citado anual y los números 40 y 42 a 49 de The Demon (1993-94).


Malaga Hoy

Una guerrera romana

JAVIER FERNÁNDEZ
19 Abril, 2017


'Marada: La mujer lobo'. Chris Claremont, John Bolton. ECC. 112 páginas. 13,50 euros.


Ecc recupera en un solo volumen a todo color las aventuras de Marada: La mujer lobo, un clásico de los 80 publicado originalmente en la revista Epic Illustrated, y que solo había visto la luz parcialmente en nuestro país. Son, en total, tres historias: La espada quebrada, Caza real y La máscara del hechicero. Las dos primeras salieron en blanco y negro en la revista y fueron recuperadas en su día en forma de novela gráfica, con las páginas coloreadas para la ocasión por el propio Bolton, que se confiesa en el prólogo muy satisfecho con el resultado final; la tercera ya vio la luz directamente a color. Escrito inicialmente como un guión de Red Sonja, Claremont transformó a la protagonista en una guerrera romana del principio de nuestra era para evitar problemas de derechos, y Bolton se volcó en estas páginas sofisticadas, bellas y muy excitantes.


Malaga Hoy

100% Paul Pope

JAVIER FERNÁNDEZ
19 Abril, 2017




'Grandes autores de Vértigo: Paul Pope'. Paul Pope y otros. ECC. 112 páginas. 13,50 euros.

Pocos historietistas estadounidenses de los últimos años han generado tantas críticas positivas como Paul Pope (Filadelfia, 1970). Con cuatro premios Eisner en su haber, Pope se vende, o al menos se ha vendido en la década anterior, como uno de los dibujantes más radicales y avanzados del panorama contemporáneo, y aunque creo que dista mucho de ser la verdadera vanguardia del medio, lo cierto es que todos sus trabajos tienen una cualidad especial que los hace brillar, especialmente si se los compara con su entorno más cercano, esto es, el mainstream o el indie convencional. No quiero que piensen que no me emociona el trabajo de Pope, lo cierto es que he flipado con todo lo que he leído suyo. Me alucinó su Batman: Año 100 y me gustaron mucho las otras cosas que hizo para Batman, su monográfico de la serie Solo, las historietas cortas y portadas en Bizarro Comics y Strange Tales y, por encima de todo, el maravilloso serial de Adam Strange que publicó por entregas en Wednesday Comics. Sucede que lo de Pope me parece más destacable, más rupturista, en un entorno fosilizado como el género de superhéroes que en la vibrante, y más irredenta, escena del tebeo de autor, y es por eso que destaco las intervenciones que ha realizado en cabeceras de alta visibilidad por encima de otros títulos, digamos, más personales.

Con su particular mezcla de influencias, la densidad de sus imágenes y su continua búsqueda de un estilo propio, Pope es de los autores a los que merece la pena seguir de cerca, y el tomo Grandes autores de Vertigo: Paul Pope ofrece una estupenda oportunidad de acercase a su obra. Van aquí reunidas un buen montón de historietas que vieron la luz en publicaciones de los sellos Vertigo y Paradox Press: The Big Book of Hoaxes, Vertigo Winter's Edge, Weird War Tales Special, The Big Book of the '70s, The Dreaming, Weird Western Tales, Solo, Ghosts, Strange Sports Stories, así como ilustraciones y portadas de series como Transmetropolitan, The Sandman: The Dream Hunters o Strange Adventures.


Malaga Hoy


¡Odio la sopa!

Mafalda es una niña espejo de la clase media hispanoamericana y de la juventud progresista que se preocupa por la paz mundial. Se rebela contra el mundo legado por sus mayores.

GERARDO MACÍAS
19 Abril, 2017

'Todo Mafalda'. Guión y dibujos: Quino. Edición Original Argentina: semanario Primera Plana, diario El Mundo, semanario Siete Días Ilustrados, etc (1964-1973). Edición Española: Todo Mafalda (Editorial Lumen, 2013).

Si leemos la frase "odio la sopa", todo el mundo la asociamos enseguida a la niña filósofa, Mafalda. La sopa era el alimento de las clases bajas argentinas de los años sesenta, era el único plato en la mesa de los que menos tenían... Pero en las tiras de Mafalda, la sopa era una alegoría a los regímenes militares, una sutil manera que encontró el genio de Quino para mostrar su rechazo por las dictaduras.

Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido como Quino (Mendoza, 1932), es un humorista gráfico e historietista hispano-argentino. Su obra más renombrada es la tira cómica Mafalda, publicada originalmente entre 1964 y 1973. Los padres de Quino fueron emigrantes andaluces y los primeros dibujos los hizo inspirado por un tío suyo, Joaquín, dibujante publicitario.

Mafalda es una niña, espejo de la clase media hispanoamericana y de la juventud progresista, que se muestra preocupada por la paz mundial, y se rebela contra el mundo legado por sus mayores. Precisamente son sus mayores, pero también los amigos de su edad de la pandilla y el colegio, los que coprotagonizan estas tiras. Quino lleva ya muchos años demostrándonos que los niños son los depositarios de la sabiduría.

Mafalda es muy popular en Hispanoamérica, y en algunos países europeos como por ejemplo España, Italia, Grecia y Francia. Ha sido traducida a más de treinta idiomas.

El escritor, filósofo y profesor de universidad italiano Umberto Eco (1932-2016) considera muy importante leer la tira Mafalda para entender Argentina; sin embargo, las inquietudes que manifiestan ella y sus amigos en la historieta son de índole universal.

En 1962, Quino llevaba ya cerca de una década realizando humor gráfico, cuando su amigo Miguel Brascó, humorista y escritor que había trabajado en algunas de las mismas revistas que aquél, fue contactado por Agens Publicidad con el fin de crear una tira de historietas para promocionar la marca de electrodomésticos Mansfield, de la empresa Siam Di Tella.

La tira funcionaría como publicidad encubierta al aparecer en medios impresos. Brascó recordó que Quino le había comentado que tenía ganas de dibujar una tira con chicos y le sugirió realizar una historieta que combinara a Peanuts (Carlitos y Snoopy) con Blondie. La empresa había puesto como condiciones indispensables que en la historieta apareciesen dibujados algunos electrodomésticos y que los nombres de los personajes comenzaran con M.

Quino dibujó entonces varias tiras protagonizadas por una familia tipo constituida por un matrimonio de clase media con dos hijos: un niño y una niña. En esta familia ficticia, los rasgos del matrimonio son similares a los de los padres de Mafalda de la etapa posterior, mientras que el hijo no se asemeja a ninguno de los personajes clásicos de Mafalda. Su hermanita sí es reconocible como Mafalda, aunque exhibe un diseño arcaico.

La historieta realizada por Quino fue ofrecida al diario Clarín, pero la estratagema publicitaria fue descubierta y la campaña no se llevó a cabo. Posteriormente, Miguel Brascó publicó en el suplemento humorístico Gregorio de la revista Leoplán, del cual era director, tres de las tiras dibujadas para la campaña fallida.

En 1964, Julián Delgado, director de la revista Primera Plana, acuerda con Quino comenzar a publicar en ese medio Mafalda, ya desvinculada de propósitos publicitarios.

Mafalda está muy ligada a la pantalla. De hecho, el propio Quino reconoció que tomó su nombre de la película argentina Dar la cara (1962), un drama basado en la novela homónima de David Viñas dirigido por José A. Martínez Suárez.

El personaje saltó a la pequeña pantalla en 1965 en una serie de animación de 260 episodios que contó con la participación del propio Quino. Una ficción que fue exportada a numerosos países y que ha tenido varias ediciones en DVD bajo el título de El mundo de Mafalda.

Mafalda también tuvo adaptaciones al cine. Fue en el año 1982 en Mafalda (La película), una cinta de animación dirigida por Carlos D. Márquez y Alberto Cabado.

En 1993 llegó el segundo largometraje basado en este personaje, dirigido por el cubano Juan Padrón (¡Vampiros en La Habana!), colaborador habitual de Quino.


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