martes, 8 de marzo de 2016

Antártida- Storyboard por Andrés Hispano


Antártida. Francisco Casavella- Andrés Hispano Colección Storys Ediciones Glenat, S.L. 1ª edición: Septiembre 1995




andrés
hispano
"Hola soy Cuqui, ¿te gustaría dibujar un story para un largometraje?" La voz al otro lado del teléfono me dejó perplejo ¿Un hombre que se llama Cuqui? ¿Un largometraje? . La respuesta fue rápida y el hombre resultó encantador (productor para más señas). Pero lo mejor fue participar de un proyecto dirigido por Manuel Huerga en el que el concepto de "trabajo en equipo" fue tangible y por ello tremendamente enriquecedor.

Con seguir de cerca el proceso de realización de una película yo me daba por pagado (ahora puedo decirlo, Cuqui), pero no podía ni sospechar hasta qué punto iba a involucrarme personal y profesionalmente. Responsable de eso fue, nuevamente, Manuel por escucharme cada vez que sugería algo o le traía imágenes que .pensaba, podrían ayudar.

La confianza de la que disfruté me hizo sentir a menudo como un director tras la cámara, pues tras las reuniones y las aclaraciones me quedaba con el guión en una mano y el papel en blanco en la otra. Puesto que el guión no lo precisaba, la planificación de las secuencias corría a mi cargo.

Esta primera planificación era la más dura, pero para mi sorpresa, pocas veces fue corregida de manera significativa. Visto con cierta perspectiva, algunas de nuestras largas charlas sobre alguna escena en concreto, pueden parecemos hoy algo gratuitas (dado que después factores de todo tipo cambiaban las cosas) pero ayudaron desde el primer día a trabajar cada escena de la película como si del momento definitivo se tratase. Esa sensación de "trabajo útil" lo era sobre todo por mantener muy alto el ritmo y la moral del proyecto, en momentos en los que eran tantas las cosas por decidir como las ya decididas (actores, localizaciones, director de fotografía, etc.). El story era "la película antes de la película", o lo que es lo mismo, era algo en lo que creer y sobre lo que trabajar cuando el primer grito de "Acción!" estaba aun lejos.

No quiero pecar de ingenuo y suponer que el dibujante encargado del story va siempre a sentirse como yo me sentí en Antártida. La actitud de Manuel y Francisco Casavella permitieron que me integrase completamente en el engranaje de la película. Supongo que a ello contribuyó la perfecta sintonía que, desde el primer día, compartimos. Los meses que trabajamos juntos fueron, por todo ello, un placer y una lección permanente. Ahora nos queda la certeza de un extraño vínculo fraternal, que es garantía de futuras lecciones y colaboraciones. Quizás así se entienda porqué la aventura de Antártida ha sido para mí mucho más que un encargo profesional, más que un primer contacto con el cielo del cine.

Y ahora, algunas cosas sobre la realización del story.
Antes de dibujar una sola viñeta, Manuel se encargó de que tuviese muy claro qué tipo de película deseaba hacer. Para ello empleamos al menos dos semanas revisando secuencias y planos de otras películas, fotografías, pinturas y las más variadas referencias que puedan imaginarse. Después me enfrentaba directamente al guión. Manuel revisaba los bocetos, los corregía cuando era necesario y entonces se pasaban a limpio. Los dibujé a lápiz y después hacia fotocopias de ellos, entonces les daba un toque de lápiz (es decir, sombras) con rotuladores Pantone Tria (no disuelven el fijador de la fotocopia y dan un aspecto de acuarela muy agradable). Preferí sombrear las fotocopias (en lugar de hacerlo sobre el lápiz original) porque contrastaban e! trazo del lápiz hasta un negro propio de tinta china. Las sombras, pensé, me ayudarían a dejar siempre claro donde estaban izquierda y derecha, en casos de contraplanos y cambios de ejes.

Lo más difícil, o pesado, era mantener las coordenadas de fondos (que se repetían a lo largo de varias viñetas). Por ello trabajé con mesa de luz, calcando los fondos de una a otra viñeta y manteniendo así una continuidad que demostró ser muy útil, especialmente al realizar el animatic.

Entre unas y otras secuencias del story, podían haber pasado hasta cuatro meses. Las correcciones se sucedieron en función a cambios en el guión y localizaciones definitivas. Lógicamente cada nueva versión del story era algo más sintética y, quiero pensar, más expresiva también. En cualquier caso, debería justificar los ligeros cambios de estilo que se pueden apreciar en el paso de algunas secuencias a otras.

A excepción de Ariadna Gil, el resto de actores estaban, cuando empecé a trabajar, por determinar. Teníamos, lógicamente, un perfil bastante preciso de cada personaje. A aquellas descripciones procuré atenerme, pero buscar un parecido con los actores que finalmente aparecen en la película es inútil.

Existen bastantes diferencias entre este story y el largometraje que finalmente se proyectará. La principal afecta al final de la película, aunque las más numerosas son recortes de guión que están indicados en esta edición. Pero hay otras no tan ortodoxas. Una de las diferencias más curiosas se debe a que soy zurdo, y supongo que debí haberlo tenido en cuenta. Al visualizar la película, planificándola, moví a los personajes (preferentemente) de izquierda a derecha . No es que tenga mucha importancia, pero llegó un día en que alguien comentó "Yo imaginé al revés esta escena" y todos repitieron "Yo también". Luego el problema era yo. Entre las correcciones que fuimos haciendo y las aportaciones del director de fotografía, Javier Aguirresarobe, se fue difuminando esa tendencia. No creo que sea grave, pero es un ejemplo de los factores que pueden determinar cómo imaginamos una escena.

Por último debo señalar que este story responde (espero) a lo que Manuel quería de un story. No conozco dos storys resueltos de la misma manera. Ni siquiera en Antártida se esperaba lo mismo de una escena a otra. En algunos casos Manuel deseaba filmar una secuencia con retroproyecciones y por ello el story debía reflejar exactamente los ángulos de las tomas y el tipo de planos. En otros casos la atmósfera era primordial, y era preferible dibujar (incluso a color) planos generales del lugar de acción, aun cuando esos planos no aparecían estrictamente en la película. Finalmente, la posibilidad de filmar un animatic, nos envalentonó y obligó a planificar con la misma dedicación todo el guión, a pesar de saber que ciertas secuencias se verían sujetas a cambios importantes, principalmente debido a las localizaciones definitivas. Con todo esto quiero decir que la función y la forma de un story pueden variar sensiblemente dependiendo de lo que el director desee y lo claro que lo tenga.

Este es el story que nos a salido y me alegró comprobar cómo circulaban las copias del mismo por el plato, aunque a menudo fuera para señalar las cosas que se cambiaban. Era un referente continuo. Y una prueba viva y útil de que cada escena se había creado y considerado con dedicación y cariño desde hacía tiempo.

Nada más. Espero que a través de este story pueda recorrerse cómodamente el camino que va del guión de Francisco Casavella a la película de Manuel Huerga. Para mí fue una ruta feliz e iniciática que me llevó al corazón de una antártida francamente acogedora.




MEMORIAS DE GUS Raul Arias + Nacho Moreno (y cuarto) IV

























Publicado en el suplemento El Pequeño Pais del periodico El Pais, año 2005

lunes, 7 de marzo de 2016

COMO ENMARCAR UN 'MORTADELO'

 Puede usted invertir en un Picasso para su salón o en un número de 'Spiderman', que su bolsillo sufrirá lo mismo. Las subastas de cómics se han convertido en algo muy elevado

TEXTO_Aitor Marín


Página de Spirou dibujada por Franquin y vendida por 60.000 euros 


EN SU PRIMERA SUBASTA EN ASIA, celebrada los días 5 y 6 del pasado octubre en Hong Kong, la casa Artcurial obtuvo 7,25 millones de euros, algo por debajo de lo previsto. La culpa la tuvo el cuadro de Picasso Busto de mujer (1967), valorado entre 2,5 y 3 millones de euros, que no encontró comprador. No ocurrió lo mismo con los originales de cómics que puso a la venta en la capital asiática y que reportaron a la empresa 3,8 millones de euros. Incluso un coleccionista asiático pagó 1,1 millones de euros por un dibujo del álbum de Tintín El loto azul. Dice Eric Leroy, especialista en cómics de esta casa de subastas que lleva cinco años ofreciendo ilustraciones originales, que los compradores se han dado cuenta de que queda igual de bien colgar de la pared del salón una viñeta que un cuadro. Con un valor añadido: conecta en cierto modo con su infancia, el principal motor del gusto. "La fuerza de nuestro negocio radica en que todo el mundo ha leído tebeos. Este es un mercado que toca a los jóvenes, pero también a las clases medias y profesionales liberales de entre 30 y 50 años", cuenta.

Portada original de Francisco Ibáñez para 13 rue del Percebe

El reconocimiento del original del cómic como obra de arte está creando un mercado cada vez mayor. También la casa de subastas británica Christie's se lanzó en abril de 2014 a vender dibujos de autores tan populares como Uderzo (Astérix), Franquin (Spirou) o Edgard P. Jacobs (Blake y Mortimer). Las ventas rozaron los cuatro millones de euros. En un mundo tan caprichoso como el del arte -por un cuadro de Van Gogh se ha llegado a pagar 66 millones de dólares-, esta cantidad no parece espectacular, pero es un síntoma de que los precios aquí también se disparan. La prueba: la fiebre que provoca cualquier garabato que haya salido de los limpísimos pinceles de Hergé. Una ilustración suya de 1937 para las guardas de uno de sus álbumes alcanzó en 2014 los 2.665.000 euros, lo que supone un récord mundial. Hasta entonces, lo más caro relacionado con el noveno arte era un ejemplar en perfecto estado del número uno de Action Cómics, donde se veía por primera vez a Superman (1938). El tebeo rozó en 2011 los dos millones de euros.



  Portada de Todd McFarlane para The Amazing Spider-Man adquirida por 606,790 euros

 Plancha de La mujer trampa, de Enki Bilal (361.000 euros)

"Hace unos años, los precios eran más normales, y me da la sensación de que podríamos estar acercándonos a algo parecido a una burbuja inmobiliaria", advierte Rafael Amat, autor del blog Artcomicenventa. Su web pretende dar a conocer este mundo y permite además acceder a páginas y tiendas online nacionales e internacionales de venta de originales.

En la subasta de Christie's también se colaron algunos trabajos de autores españoles, como Miguelanxo Prado, Premio Nacional de Cómic en 2013. Dentro de los artistas nacionales, Amat sitúa como los más buscados a Francisco Ibáñez (Mortadelo y Filemón, Rompetechos) y Jan (Superlópez), que conservan la mayor parte de sus originales. "Al no haber demasiada oferta en el mercado, se revalorizan", explica. Entre los estadounidenses, priman las planchas de superhéroes y los clásicos. "Artistas como Jack Kirby, la etapa de SpiderMan de Steve Ditko o las tiras de Snoopy, de Charles Schulz. También John Byrne, quien se ha revalorizado muchísimo en los últimos años, hasta el punto de que algunas de sus páginas de X-Men han alcanzado los 60.000 euros". En Europa, se cotizan el cómic franco-belga de Hergé, Uderzo o Franquin, y autores como el italiano Milo Manara (El clic).

El número de obras disponibles en el mercado es uno de los factores que sitúa a los autores europeos por delante de los estadounidenses en lo que a precio se refiere. "Los primeros tienen un modo de rebajar más de autor, lo que implica una menor producción. Detrás de un tomo de la Marvel o la DC suele haber un trabajo en cadena: un dibujante a lápiz, otro que entinta, otro colorista... Sin embargo, en Europa suelen recaer todas las funciones en la misma persona. Ahí tenemos ejemplos como Moebius, Hergé, Morris o Peyó (Los pitufos)", continúa Rafael Amat, que tiene un consejo para aquellos que quieran iniciarse en este tipo de coleccionismo: "Que no empiecen, esto es como una droga". 




Portada de El garaje hermético, de Moebius (280.000 euros)

  Ilustración de Tardi (125.800 euros) 

 Página de guarda de Hergé para un álbum de Tintín publicado en 1937 y vendida en 2014 por 2.665.000 euros.


revista ICON nº25 marzo 2016, El Pais

Realidad paralela (Manuel Jabois, por Marcos Martín)







 revista Smart Jot Down marzo 2016, número 6, El Pais











Una verdad incómoda


Por Patricio Pron

"HAY DEMASIADAS NOVELAS miserables, y demasiada miseria. Este libro no es uno de esos", advierte la narradora de Una entre muchas a su lector; sin embargo, su historia no puede ser más dura: entre los 10 y los 16 años de edad (es decir, entre 1975 y 1981), la autora, cuya identidad es un misterio, fue víctima de abusos sexuales por parte de tres hombres adultos.

El año 1975 fue (además) en el que se hicieron públicos los primeros asesinatos del que sería llamado "el Destripador de Yorkshire", quien abusó sexualmente de y asesinó a 30 mujeres e hirió grave-mente a otras 9 entre ese año y 1981 (la historia será recordada por los lectores de las novelas del Cuarteto de Red Riding de David Peace); investigaciones internas de la policía de ese condado demostraron más tarde que los agentes habían tenido al asesino en sus manos prácticamente desde el comienzo de la investigación, pero que una serie de errores y prejuicios llevaron a que éste se librase una y otra vez de estar entre los principales sospechosos: la convicción de que el asesino no debía de ser una persona "normal" y de que, al igual que Jack el Destripador (sobre el cual la prensa británica modeló su figura), éste sólo escogía como sus víctimas a prostitutas.

Muy posiblemente, la suposición de que el asesino de Yorkshire "sólo" se interesaba en las meretrices haya traído algo de calma a la traumatizada sociedad civil del condado, pero la inexistencia de pruebas para sostener esa hipótesis y el hecho de que no todas las víctimas ejercían la prostitución constituían, como demuestra la autora, una expresión del gesto incluso más inquietante (y desafortunadamente habitual) de culpar del abuso sexual a la víctima y no al victimario, como si la violencia sexual constituyese un castigo en cierto sentido previsible y supuestamente merecido por el ejercicio de una actividad que, como la prostitución, la sociedad condena, pero a la que recurre con frecuencia. La autora sabe de lo que habla: cuando los abusos de los que había sido objeto se hicieron conocidos, su padre la insultó y sus compañeros de colegio comenzaron a llamarla "guarra" y a apartarse de ella como si los abusos de los que había sido víctima hubiesen sido provocados por ella de algún modo.



Una entre muchas
Una
Traducción de Santiago García Astiberri Bilbao, 2016 208 páginas 19 euros

"La verdad es horrible, pero", sostiene Una, "debemos aprender de ella (...). Entonces, ¿cuál es la verdad? Tal vez sea algo como esto: la gente ordinaria es capaz de practicar una violencia extraordinaria. Las mujeres y las niñas no son ni vírgenes ni putas. Nada de eso tiene gracia". En otro sitio, la autora afirma: "Los que sobreviven son la prueba viviente y parlante de que los efectos de la violencia sexual son superables", pero la suya no es ni pretende ser una historia de superación, sino más bien el testimonio de lo que fue crecer bajo la sombra del Destripador de Yorkshire y en un contexto de desempleo masivo, protestas por la pérdida de derechos laborales, violencia pública (IRA) y privada, alcoholismo y violencia doméstica, hipocresía (los increíbles abusos sexuales del presentador televisivo Jimmy Savile corresponden a este periodo), ineptitud policial y machismo, al que la autora debió sumar el dolor de haber sido víctima de abusos.

Una entre muchas (una solución inteligente de traductor y editores a las dificultades de traducción del título original, Becoming Unbecoming) es, pues, un testimonio, pero también una advertencia a los lectores de que la violencia sexual adquiere muchos rostros en nuestra sociedad y que la permea por completo; sus recursos y bibliografía final pueden hacer pensar que se trata de un texto destinado al uso práctico, pero Una entre muchas es también un extraordinario tour de forcé en el que su autora recurre a metáforas visuales del abuso y de la culpa de extremada delicadeza (árboles, insectos, vestidos para muñecas de papel, crisálidas) para narrar una verdad incómoda pero que es necesario (de hecho, es muy necesario) que escuchemos.

EL PAÍS BABELIA 05.03.16


NUEVOS CONTRATOS CON LA VERDAD


Por Jorge Carrión

La fusión de periodismo y cómic revoluciona con técnicas híbridas el arte de contar la realidad

En enero, la prestigiosa revista italiana Internazionale publicó un reportaje de 40 páginas sobre el asedio de Kobane, población siria en la frontera con Turquía. La firmaba Zerocalcare, autor de tebeos. El formato, por tanto, era periodismo en viñetas. El número se agotó en pocos días. En algún momento del siglo XIX se estableció un contrato entre los periodistas y la opinión pública en cuya letra pequeña se decía que, pasara lo que pasara, había que preservar la objetividad. Un siglo después de la primera bomba contra ese mito (la del modernismo: Rubén Darío, José Martí...) y medio siglo después de la segunda (la del nuevo periodismo americano: Rodolfo Walsh, Gabriel García Márquez,




Comic de Dan Archer a partir del testimonio de un abogado en San Francisco

Truman Capote, Hunter S. Thompson...), el reporterismo en cómic desactiva todas las convenciones del realismo objetivista. Por lo general está narrado en primera persona, no tiene intención fotográfica y recurre a los recursos de un lenguaje (el icono, el símbolo, la onomatopeya, la caricatura...) que distorsiona por principio, que no sabe ni quiere ser literal. El estilo de Zerocalcare es sucio, grotesco, underground; pero convence por su verdad.

Internazionale no es el único ejemplo de medios impresos que apuestan por ese lenguaje documental, en franca expansión en nuestras conciencias. En la misma Italia encontramos desde 2009 la revista Mamma!, de periodismo y sátira ilustrados; y el Corriere délla Sera impulsó en 2013 la colección Graphic Journalism, con títulos imprescindibles de la no ficción en viñetas como Persépolis, de Marjane Satrapi, o Shénzhen, de Guy DeLisle. Paralelamente, en Francia se han consolidado dos proyectos ambiciosos e innovadores: la revista XXI, con un reportaje en cómic en cada número, y La Revue Dessinée, la única publicación periódica documental que yo conozca íntegramente dibujada. Opinión y crónica, con humor o sin humor, en historietas.

Autores como Igort, Claudio Calia, Sophie Yanow o el precursor del género, Joe Sacco, además de publicar regularmente en revistas y diarios de prestigio, editan sus viajes e investigaciones de largo aliento en forma de novela gráfica. Pero son solo dos de todas las opciones posibles. Proliferan las ilustraciones que se convierten en documentales mas o menos animados. O los trabajos cross-media. Las hibridaciones son infinitas. Vivimos una época de adaptaciones y metamorfosis. 'Todos vuelven', de Gabriela Wiener, nació como un guión de crónica radiofónica, mutó en texto para la revista argentina Anfibia, se transformó en cómic con dibujos de Natacha Bustos para la peruana Cometa —con 30 páginas más, para XXI— y terminó como epílogo de su libro Llamada perdida. En cada uno de esos lenguajes y continentes fue encontrando lectores distintos. Nuevos contratos de lectura. Como los que a partir de ahora encontrará Che Guevara. Una vida revolucionaria, la biografía de Jon Lee Anderson, que se está convirtiendo en una trilogía en cómic gracias al arte del dibujante José Hernández y la apuesta de la editorial Sexto Piso.

En términos de recepción, que la realidad esté dibujada, a menudo con el autor en su interior representado con rasgos caricaturizados, provoca en el lector una empatia automática, que lo conecta emocionalmente con los libros infantiles y los tebeos y los dibujos animados, con una representación más amable de lo real (aunque el cómic sea durísimo). En términos de producción, en una época de invasión tecnológica constante, en que todo lo que digas o hagas puede ser grabado, en que el turismo saquea iconográficamente los territorios que visita, el periodismo dibujado recurre a herramientas blandas, que se ganan la confianza de las autoridades y de los entrevistados porque no son vistas como amenazas. El lápiz y el papel no están prohibidos en las cárceles, ni siquiera en las dictaduras más herméticas. Dan Archer comenzó su carrera de periodista en Old Bailey, el tribunal penal más antiguo de Londres. Fue allí donde se dio cuenta de que el dibujo era un instrumento muy poderoso para contar historias que no se pueden grabar tecnológicamente. Entre sus cuadernos de entonces y sus proyectos actuales de cómics en pantallas simultáneas e inmersión en realidad virtual se abre un abanico de estrategias para la realidad. Las une la convicción de que todos los medios cuentan. Y de que hay que renovar constantemente nuestros pactos con la verdad.

Jorge Carrión es escritor. Ha publicado la crónica en cómic Barcelona. Los vagabundos de la chatarra (Norma) con Sagar.


Publicado en el suplemento Ideas de El Pais, domingo 6 de marzo de 2016


viernes, 4 de marzo de 2016

Morrison 'superstar'

ECC reedita 'Zenith. Fase Uno', uno de los títulos primerizos del escritor escocés, serializado originalmente en la revista británica '2000 AD'.

JAVIER FERNÁNDEZ 




ZENITH. FASE UNO. Grant Morrison, Steve Yeowell. ECC. 128 páginas. 14,95 euros.

Mes tras mes, Grant Morrison sigue fuerte en la mesa de novedades. Tan pronto concluye la edición o reedición de alguna de sus obras, una nueva recopilación llega para ocupar el hueco, y, a este ritmo, pronto estará disponible en librerías la práctica totalidad de su bibliografía (aprovecho, ya que estamos, para recordar que sigue inédita en nuestro idioma la vieja y polémica serie The New Adventures of Hitler, por si alguien se atreve a rescatarla). Como quiera que la mayoría del trabajo de Morrison se ha venido desarrollando en el seno de DC, la editorial que más títulos del escocés nos ofrece por estos lares es ECC. Solo en este mes de febrero nos han llegado tres estupendos tomos que paso a recomendarles.

Comenzando por lo más antiguo, Zenith. Fase Uno es la reedición de uno de los títulos primerizos del escritor, serializado originalmente en la revista británica 2000 AD desde su número 535, alumbrado allá por 1987. Con estupendos dibujos en blanco y negro de Steve Yeowell, Zenith fue algo así como la carta de presentación de Morrison, quien tejió un originalísimo tapiz de superhéroes y referencias a la cultura pop, tan refrescante y desenfadado que le abrió a toda velocidad las puertas del mercado estadounidense. Esta esperada nueva edición de ECC no solo mejora la calidad de la impresión, sino que, además, incluye una amplísima cantidad de extras como bocetos originales o las portadas a todo color de los números correspondientes de 2000 AD. También a color van algunas de las páginas interiores, para gozo de los lectores que antes las leímos en blanco y negro. En total serán cuatro tomos, que no deben faltar en la biblioteca de cualquier aficionado al género de superhéroes.

El zoo humano es la primera de las tres entregas que compondrán la recopilación de la influyente etapa de Morrison al frente de Animal Man. Este fue el primer trabajo suyo para una DC que, en la década de los 80, andaba buscando talento en el Reino Unido y, como ya he apuntado, percibió el potencial del autor de Zenith. La propuesta de Morrison para Animal Man fue rompedora, con sus alegatos en pro de los derechos de los animales y sus numerosos elementos metaficcionales, que aún hoy sorprenden por la originalidad y la efectividad de la puesta en escena. En el tablero de dibujo, un discreto Chaz Troug añade cierto encanto naif a uno de los títulos clave de la escena superheroica de su tiempo. Este primer tomo incluye los números 1 a 9 de la serie original (1988-1989), junto con las impactantes portadas de Brian Bolland y un prólogo firmado por el propio Morrison.


Y ya de este siglo, tan reciente que aún tiene fresca la tinta, nos llega Superman y los Hombres de Acero, con el que da comienzo la recuperación en tapa dura de la reinvención del primer superhéroe emprendida a raíz de los Nuevos 52. El tomo en cuestión imprime los números 1 a 8 del volumen 2 de Action Comics (2011-2012), con un puñado de portadas alternativas y demás material extra. Otro cómic que no tardará en ser calificado como clásico.

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