viernes, 12 de julio de 2013

Eric Powell: Galeria





Al dibujante Eric Powell sería facil resumirlo en su obra: The Goon (El Bruto), pero supongo que gestiona con maestría su derecho a controlar su esfuerzo y su modo de ganarse la vida. Para una mayor y exhaustiva información via wikipedia aquí.
A mi, particularmente, me parece un dibujante, narrador e ilustrador excepcional. Esta es una muestra, con un poco de todo. Disfruten.
































































El Prado a través de una cerradura

 LA BELLEZA ENCERRADA

'La belleza encerrada' ofrece una historia alternativa de la colección en 281 obras de pequeño formato
La muestra está comisariada por la conservadora Manuela Mena
El recorrido va de Fra Angelico a Fortuny e incluye piezas de Durero, Patinir Rubens o Goya
IKER SEISDEDOS Madrid 17 MAY 2013


‘La Oración en el huerto con el donante Luis I de Orleans’, anónimo francés, obra recién adquirida por la pinacoteca española, una de las joyas de la exposición 'La belleza encerrada'. Temple sobre tabla, 56,5 x 42 cm, (1405–1408). 

Si Dios está en los detalles, la nueva muestra del Prado, La belleza encerrada. De Fra Angelico a Fortuny, alberga aspiraciones realmente divinas. Propone, con el apoyo de la Fundación BBVA, algo así como una historia alternativa del museo, entre los siglos XIV y XIX, a través de 281 obras de pequeño formato (y no tanto) escogidas por la conservadora Manuela Mena, la más veterana del lugar, entre las cerca de mil que la comisaria calcula dentro de esa categoría en el Prado.



‘El tránsito de la Virgen’, de Andrea Mantegna. Tabla de 54,5 x 42 cm. (1462). La mayoría de las piezas expuestas tienen un formato reducido.


Algunas son de sobra conocidas: ahí está Durero en la segunda de las 17 salas, mirando de medio lado en su inmortal autorretrato o, a su lado, el pobre viejo barbudo de Patinir, con la suerte irremediablemente echada y a medio camino por la laguna Estigia, o las visiones de la romana villa Médici de un tal Velázquez. Otras, la mitad, apenas se han visto; emergen o bien del mítico Prado oculto, esos almacenes que últimamente no ganan para húmedas sorpresas, o bien del Prado disperso, conjunto de obras que la pinacoteca tiene repartidas por museos e iglesias de España.

Están los últimos fichajes, como la tabla francesa del siglo XV La oración en el huerto con el donante Luis I de Orleans o un paret de reciente adquisición, y las inesperadas sorpresas: el conjunto primorosamente restaurado de bocetos de Rubens para la Torre de la Parada, pabellón de caza de Felipe IV, o la adjudicación de un Cristo atado a la columna al catálogo del pintor de la órbita sevillana de Murillo Cornelio Schut, posible tras una limpieza a fondo que permitió descubrir las iniciales C. S.

El conjunto ha pasado la ITV de los talleres de la pinacoteca; obviamente, el detalle solo se aprecia si las obras están en perfecto estado de revista. La limpieza (“la belleza también está encerrada bajo los barnices”, advierte Mena) no es la única arma empleada por la conservadora para hacer aflorar los detalles. Le asiste la organización de los espacios: las enormes salas de la planta baja de la ampliación se compartimentan en 17 pequeños gabinetes de organización temática y discurso cronológico (“la cronología afecta al arte como nos afecta a nosotros… desgraciadamente”, continuó la comisaria). También ayudan el azul turquesa de las paredes (que en ocasiones se agujerean para enfocar las miradas y permitir que las perspectivas crucen furtivas de unas salas a otras) y otros ingenios expositivos, como la colocación de piezas en lugares abuhardillados o el efecto más especial de todos: una dieciochesca cámara oscura en la que al final de un agujero aguarda Muchacha durmiendo, flamante óleo sobre lámina de cobre de Luis Paret y Alcázar.


'Desnudo en la playa de Portici', de Mariano Fortuny. Óleo de 13 x 19 cm. (1874). La mitad de las obras expuestas no se han visto con regularidad en el Prado en los últimos años.