lunes, 24 de junio de 2013

El papel esencial de Helga de Alvear

La galerista y coleccionista muestra en su Fundación de Cáceres 285 piezas de obra gráfica

ÁNGELES GARCÍA Cáceres 22 JUN 2013 - 18:03 CET1


CHRISTO (Gabrovo, 1935). 'Wrapped Monument to Vittorio Emanuele (Project for Piazza del Duomo, Milano)' , 1975. Litografía y collage sobre papel Guarro y cartón. 71 x 56 cm. Ed. 32/75


MARCEL DZAMA (Winnipeg, 1974). 'The Great Gesture Became Tragic, 2011'. Tinta y gouache sobre papel. 35,6 x 55,9 cm.

'The Great Gesture Became Tragic', 2011, dibujo del artista canadiense Marcel Dzama perteneciente a la colección de Helga de Alvear.

Las obras que los artistas realizan sobre el papel suelen recoger la primera idea sobre la historia que han decidido contar. Son la semilla de posteriores grandes piezas. Así lo hacía Picasso con sus dibujos preparatorios o mucho antes, Leonardo da Vinci. En realidad son muy pocos los que prescinden de ese paso previo a la realización de una obra posterior. Por eso, la obra sobre papel es la más íntima y personal de los artistas y también por esa misma razón, una coleccionista tan singular como Helga de Alvear tiene a este soporte como el preferido dentro de la inmensa colección de arte contemporáneo que atesora.

La fragilidad de conservación del papel obliga a que permanezca habitualmente resguardado de la luz y de los cambios de temperatura. Es muchísimo más frágil que pintura o la escultura. Por ello es difícil contemplar una selección (285 obras de 121 artistas) como la que la coleccionista y galerista ha decidido mostrar en el Centro de Artes Visuales de la Fundación Helga de Alvear en Cáceres hasta principios de octubre.

Las obras recorren todo el arte contemporáneo. Desde el siglo XX hasta lo que va del XXI. Parte de la colección procede le las obras heredadas por Helga de Juana Mordó. El resto las ha ido adquiriendo en esas ferias de las que jamás vuelve sin haber comprado algo. Hay artistas españoles y extranjeros, conocidos en su mayor parte y otros desconocidos, porque la galerista siempre hace caso de su ojo y de su gusto, nunca mira primero la firma. Considerada la colección más importante de España (“aquí no hay había interés por el papel, se consideraba menos”, comenta ella) es muy diferente a las famosas colecciones internacionales en las que se encuentran siempre los mismos nombres. La mirada de Alvear (Kirn, Alemania, 1936) es forzosamente centroeuropea y ajena a la moda anglosajona.

Estrella de Diego, profesora e historiadora, comisaria de la exposición y colaboradora de EL PAÍS, es seguramente la persona que más a fondo ha estudiado la colección de Helga de Alvear. “A diferencia de otros”, explica, “su colección se ha ido expandiendo por fascinaciones porque la propietaria cree en el presente, en todo lo que va ocurriendo. No es una coleccionista que va rellenando los huecos de lo que supuestamente le falta, ni hace un recorrido por las modas. No hace concesiones y se queda con lo que le gusta. No cree en las colecciones hechas por encargo y por ello nunca ha tenido asesores. Alvear se retrata en su colección”.
Vista general de una de las salas de la exposición en la Fundación Helga de Alvear en Cáceres.
JOAQUÍN CORTÉS

Como prueba de esa peculiar personalidad, la exposición arranca con un singular retrato de la coleccionista realizado por Karin Sander (Bensberg, Alemania, 1957). La versión conceptual de Helga es uno de esos papeles que se utilizan con un rodillo para quitar adherencias de la ropa. Sander pasó el papel por el rostro de Helga para extraer su ADN y resumir así la corporeidad de la galerista. Después, repartidos por las tres plantas del edificio, los papeles van narrando la historia reciente del arte contemporáneo con las primeras vanguardias como punto de arranque; Calder, Óscar Domínguez, Marcel Duchamp, Julio González, Max Ernst, Joan Miró, Pablo Picasso. Vienen después los artistas españoles protagonistas durante la posguerra española: Tàpies, Saura, Millares, Palazuelo, Chillida, el Equipo 57. Los racionalistas y conceptuales se encuentran en una sala en la que predominan las obras de Nacho Criado, Esther Ferrer o Elena Asins. De esta última, recuerda Helga de Alvear que fue la primera en apostar por ella. “Vendrían luego los premios y el interés por su obra. Pero me interesó en cuanto vi lo que hacía”

JULIO GONZÁLEZ (Barcelona, 1876 – Arcueil, 1942). 'Portrait de Marie-Thérèse au chapeau, ca. 1926'. Lápiz sobre papel. 30,5 x 19,7 cm.

El pop o la nueva figuración de Gordillo, Alcolea, Albacete o Barceló dan paso a pequeños espacios dedicados a los grandes nombres internacionales. Dubuffet, Appel, Francis Bacon, Louis Bourgeois, Christo, Lichitenstein, Long, Matta-Clark, Nolam, Nam June Paik, Lygia Pape o Robert Smithson, entre otros muchos. Los artistas más contemporáneos conviven en un espacio en el que se mezclan creadores nacionales y extranjeros: Ignasi Aballí, Marlene Dumas, Jorge Galindo, Dora García, Mark Lombardi, Paul McCarthy o Haegue Yang.

Dice Estrella de Diego que cada uno de estos papeles, de los que solo se muestran el 30% de la colección total, tienen una relación personal con la coleccionista. Algunos los ha buscado, otros los ha encontrado por sorpresa. Así ocurrió con dos dibujos de Kandinski. “Estábamos en el viejo despacho de Juana y en uno de los cajones aparecieron dos papeles envueltos en seda que debían de llevar allí despistados desde los orígenes de la galería.”. Uno lo vendió y el otro es uno de los tesoros más apreciados de su colección.

Alvear, considerada una de las galeristas más poderosas de Europa, asegura que la colección se seguirá ampliando porque es incapaz de dejar de comprar todo aquello que le guste, aunque no consiga más allá del 20% de descuento que se hacen dentro del gremio.

Sobre la ampliación de la sede de la Fundación con un edificio de nueva planta que aportaría 10.000 metros cuadrados a lo ya existente, Helga de Alvear parece resignada a esperar a que vengan tiempos mejores, la crisis se supere y la Junta de Extremadura pueda completar el proyecto.

 El Pais 22 de junio 2013

miércoles, 19 de junio de 2013

David Aja: "Estar nominado a cinco Premios Eisner es flipante"

  • Su serie 'Ojo de Halcón' es una de las grandes favoritas
  • Y Aja está nominado a mejor dibujante y portadista
  
JESÚS JIMÉNEZ 12.06.2013

El joven dibujante David Aja (Valladolid, 1977) es una de las actuales estrellas del cómic. Su nueva serie dedicada al Vengador Ojo de Halcón (Panini), con guión de Matt Fraction, es una de las favoritas a los Premios Eisner (los más importantes del cómic norteamericano), con cinco nominaciones.
Es flipante -nos confiesa David- me pilló un poco de sopetón, porque el editor nos lo comunicó el día antes del anuncio oficial. Fraction y yo ya estuvimos nominados por El Inmortal Puño de Hierro (2007) a mejor serie nueva. Pero esta vez son cinco las nominaciones (mejor serie, mejor nueva serie, mejor guión, mejor dibujo y mejor portadista); estamos a la par que Chris Ware’s Building Stories, y Fatale, de Ed Brubaker y Sean Phillips. Y hay dos nominaciones que me tocan directamente, las de mejor dibujante y portadista. Solo estar nominado junto a los mejores del año ya es una pasada. Y más después de la paliza que nos hemos dado con este cómic. Es una pequeña recompensa”. (Los ganadores se conocerán el próximo 19 de julio en la Comic-con de San Diego)

martes, 18 de junio de 2013

IIº Premio Internacional del Cómic Costa Brava

18.Jun.2013    Por Jesús Jiménez  

Este viernes, 21 de junio, en el Museo de la Mediterranea, se inaugurará  el séptimo festival del Cómic de Torroella y se convocará la segunda edición del Premio Internacional de Cómic Costa Brava que, con una cuantía de veinte mil euros para la obra ganadora, es el mejor dotado de cuantos se conceden en España.
En este enlace podéis consultar las bases para participar en esta segunda edición del premio.


jueves, 13 de junio de 2013

No le mires a los ojos por Ann Nocenti-guión y John Bolton-dibujo y entintado (Classic X-Men nº25 )




















  Publicado en Classic X-Men nº25 por Comics Forum Editorial PlanetadeAgostini agosto 1990

El fotoperiodismo tiene mucho arte

El fotoperiodismo tiene mucho arte
Ámsterdam acoge por unos días un debate sobre la manipulación y estetización de la imagen
World Press Photo 2012
JUAN PECES Ámsterdam 26 ABR 2013 - 21:26 CET39


Thomas Kanuwera, inmigrante zimbauense en Sudáfrica,retratado tras una brutal agresión. / PEP BONET

La exposición de fotografía y multimedia itinerante más conocida del mundo, la que da a conocer las obras galardonadas con los Premios World Press Photo, no es un evento artístico, sino una celebración del mejor fotoperiodismo. Pero, al igual que ocurre con otros ámbitos fronterizos de la creación humana, los elementos formales, el tipo de enfoque narrativo y el tratamiento visual empleados confieren una creciente importancia al papel del fotógrafo como creador y responsable de una declaración de intenciones más o menos explícita.

Tanto en la muestra, recién inaugurada en Ámsterdam en la Oude Kerk —la antigua iglesia gótica—, como en las jornadas de proyecciones y debates paralelas, se detecta no sólo una mayor conciencia de las posibilidades expresivas del medio (ya sean imágenes fijas o en movimiento), sino la aceptación de que el aspecto creativo no interfiere necesariamente en la veracidad de un documento. Es más, a menudo es capaz de potenciar la inmersión del espectador en la realidad que se pretende comunicar.

Al dar una mayor importancia a aspectos como el tipo de iluminación, el encuadre o el contexto (y el subtexto) de la imagen, la fotografía documental refleja una querencia que ha definido tradicionalmente a la cultura en sentido amplio: la voluntad, no solo de transmitir una realidad, sino de crear una obra original, de conmover y de perdurar en el tiempo.

Una de las imágenes más impactantes incluidas es la que muestra a una mujer, Aida, tras el bombardeo de su hogar en Idlib por el Ejército sirio en la primavera de 2012. La sangre atestigua las heridas sufridas en el ataque. Pero son sus ojos los que muestran el horror de una persona que ha perdido a su marido y a dos de sus hijos.

“Esos ojos verdes me recordaron a toda mi familia, emigrada de Homs a Buenos Aires a principios del siglo pasado”, explica el autor de la imagen, Rodrigo Abd. “Sus otras tres hijas, ensangrentadas por las heridas sufridas en la explosión, me hicieron el signo de la victoria mientras las fotografiaba”, recuerda el fotógrafo de Associated Press. “Para mí no hay un conflicto entre estética y documento. Si las herramientas fotográficas y el conocimiento estético son usados para el objetivo final, que es documentar mejor y aumentar la sensibilización, bienvenidos sean”.

Profundizar es también el maná al que aspira el sueco Paul Hansen, ganador del premio 2013 a la foto del año, que muestra a niños víctimas de un ataque del Ejército israelí en Gaza, en primer plano de una procesión de familiares en duelo.

“La dialéctica entre ellos y nosotros siempre acaba descomponiéndose cuando te aproximas al individuo, a su contexto y conoces su destino”, dice Hansen. No podemos quedarnos en una foto del día que se reduzca a un signo de exclamación simplificado”.

El fotógrafo recibió algunas críticas por el tratamiento de la luz en su imagen, que habría acentuado la espectacularidad de la foto. Él les resta importancia: “Entiendo que en ese contexto geopolítico siempre habrá quien ponga interrogantes”.

Santiago Lyon, vicepresidente de AP y presidente del jurado de fotografía de los World Press Photo, que vio la foto original y la publicada, defiende a Hansen. “Aunque nuestros estándares [de agencia] en cuanto al retoque son más estrictos, no pretendemos que sean los únicos. Mi única preocupación es que la manipulación en la posproducción pueda cambiar la percepción de la escena y engañar al lector, y en ese caso no es así”.

En esta edición de los premios se detecta un reconocimiento creciente del documental multimedia. En esta categoría han sido premiados, en la subcategoría de piezas interactivas, el fotógrafo Miquel Dewever-Plana y la periodista Isabel Fougère por Alma, un proyecto multisoporte centrado en el testimonio de una expandillera guatemalteca.

“Hemos buscado mostrar a Alma con una estética sobria para obligar al espectador a mirarla a los ojos, dentro de una narrativa lineal, no fragmentaria, y rehuyendo la estética arquetípica de la marginalidad”. Fougère reivindica, asimismo, “la liberación” que ha supuesto utilizar “códigos de la dramaturgia, la cinematografía, la literatura…” para superar “los límites formales del periodismo”.

Si Picasso descompuso la forma para plasmar en un lienzo la masacre de Guernica, la fotografía documental del siglo XXI sigue buscando nuevas vías para contar lo vivido y apropiarse de (casi) todos los recursos formales a su alcance.

El fotógrafo mallorquín Pep Bonet ahonda en esa experimentación en su corto documental Into the shadows, sobre la explotación de inmigrantes en Johannesburgo, primer premio en su categoría, y que en realidad es “el avance de un largometraje pensado para festivales de cine”. Bonet entiende que, “para contar según qué historias, la fotografía sola no basta”. Y recuerda que “la capacidad que tiene la gente de recordar una historia tiene mucho que ver con la presencia de una estética fuerte”.

A veces es la constatación del espectáculo que ofrece la realidad lo que hace mágica una foto. Así le ocurrió a Daniel Rodrigues, freelance portugués reconocido por su imagen de jóvenes jugando al fútbol en Guinea Bisau. “Estamos habituados a la fotografía de fútbol con teleobjetivo”, dice. “Yo quise jugar con ellos y meterme en el partido para mostrar captar su felicidad, su acogida… ese África que trasciende el cliché de la miseria”.

Javier Manzano, fotógrafo y camarógrafo freelance mexicano premiado por su reportaje sobre la guerra de Siria, destierra cualquier pretensión artística del fotoperiodismo, aunque admite la preocupación estética en la realización de la imagen “como una capa secundaria, por debajo de la evidencia”.

Hay que alejarse del campo de batalla para poder alcanzar la amalgama entre información y creación estética. Y concluir, viendo la obra de autores como Fausto Podavini (Italia), Stephan Vanfleteren (Bélgica), Maika Elan (Vietnam), Jessica Dimmock, Stephanie Sinclair (EEUU) y Anna Bedynska (Polonia), que se puede, por momentos, distraer la atención del documento, provocando una placentera y ¿pecaminosa? experiencia estética.

El Pais sabado 27 de abril de 2013

Dos portadas, un chiste y publicidad por F. Ibañez y Raf

 Super Mortadelo año 1979

 Mortadelo Extra ¡Feliz Navidad! año 1983






Dalí o la gallina de los huevos de oro

 Dalí o la gallina de los huevos de oro
El genio surrealista, objeto de la gran exposición que ahora llega a Madrid, sigue generando dinero.
Su Fundación, una de las más lucrativas de Europa, explota y gestiona un patrimonio que el artista legó al Estado.
La única Dalí viva, despojada de derechos sucesorios, se aferra a su memoria
ESPECIAL Sueños y Pesadillas de Dalí
PATRICIA ORTEGA DOLZ Madrid 20 ABR 2013 - 11:58 CET23

'Prenatal memory', retrato de Dalí, obra del fotógrafo Philippe Halsman. / MAGNUM

Los vientos de tramontana se arremolinan en torno a la herencia de un genio. Lali Bas Dalí, sobrina del pintor de Figueres, la única familiar viva que lleva el apellido de uno de los máximos exponentes del surrealismo, no piensa pagar “ni un solo euro” diga lo que diga esa sentencia dictada hace algo más de un año por un tribunal francés. Se pongan como se pongan “los de la Fundación”. “Me tendrán que llevar esposada”, dice extendiendo los brazos y ofreciendo sus muñecas en el salón de su casa, en el barrio de San Gervasio de Barcelona, la misma que compró cuando se casó con Manuel —“el vecino de toda la vida”— hace más de 50 años, y de cuyas paredes cuelgan valiosas obras de su tío Salvador Dalí.

Hay un retrato de su madre, Montserrat, prima hermana del pintor; un precioso dibujo a carboncillo llamado Merienda sobre la hierba, una Mujer con cántaro, ese eterno paisaje de Cadaqués… Ya no está el cuadro cubista titulado Pierrot et guitare que tantos años estuvo colgado en el cuarto de niña de Lali y del que, un buen día, jugando a las cocinitas con una amiga, arrancó una cucharita que llevaba pegada: “Ese, con el roto, se lo vendí a un particular y luego me fui de viaje con mi marido y mis hijos”, cuenta. En todo caso, ninguno de esos cuadros, ni los pocos que ha vendido ni los que conserva, formarán parte de la gran retrospectiva del artista que, procedente del Museo Pompidou de París, se inaugurará el próximo 27 de abril en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Pretenden que les devolvamos parte del dinero cobrado (...) Me tendrán que llevar esposada"
Lali Bas Dalí
La rebeldía de esta mujer jovial de 74 años, que combina con elegancia las maneras exquisitas y el desparpajo, no se debe a esos vientos fríos del norte propios de la región catalana de l'Empordà, de donde es originaria la familia. No es tampoco un arrebato, ni fruto del carácter cafre que caracterizó a los Dalí, según cuentan los libros, incluido el que la propia Lali escribió con motivo de la celebración del centenario del nacimiento del artista en 2004: Los Dalí, historia de una familia. Su resistencia es más bien la consecuencia de diez años de litigios con la Fundación Gala-Salvador Dalí de Figueras.

La resolución judicial dictada hace un año desposeía a los familiares del artista de los llamados “derechos sucesorios” que les habían reconocido hasta entonces las leyes francesas y por los que cobraban una cantidad anual. “Nada, una minucia, ni para comprar un buen bolso”, es cuanto concreta Lali. “Y ahora, encima, pretenden que les devolvamos parte del dinero cobrado”.

“Sevillano y sus amiguitos”, como ella llama a la cúpula de la fundación, son el gerente, Joan Manuel Sevillano, y los directivos de la que hoy, con 30 años de vida, es una de las fundaciones privadas más lucrativas de Europa, con un excedente de casi cinco millones de euros y 1,5 millones de visitantes al año —más que el Museo Thyssen y menos que el Prado—. El año pasado ingresó 15.459.618 euros, invirtió 902.998,90 y gastó en “actividades de interés general” 10.572.106,10. Una máquina de hacer dinero que se puso en marcha en 1983, con Dalí como presidente, tocado por la reciente muerte de su compañera Gala y ya enfermo de parkinson.


Lalí Bas Dalí. / GIANLUCA BATTISTA
La idea surgió seis años antes de la muerte del pintor. Se trataba de crear un organismo que velara y preservara los derechos sobre su obra, la protegiera y la difundiera. Por aquel entonces Dalí ya cosechaba más que atenciones. Había sido nombrado marqués de Púbol por el rey Juan Carlos, residía en el castillo del mismo nombre en lugar de en su casa costera de Portlligat —“Se lo consiguieron llevar allí y lo apartaron de su familia”, apostilla Lali— y vivía rodeado tanto de hippies como de políticos locales y personas influyentes de ámbito nacional. Sin ir más lejos, su abogado pasó a ser Miguel Domenech, presidente de la UCD madrileña y concuñado del que fuera presidente del Gobierno por aquella época, Leopoldo Calvo Sotelo.

El circo de Dalí se profesionalizaba a medida que se acercaba el final de sus días y pasaban a la historia aquellos singulares colaboradores-secretarios, que antes habían sido futbolistas o fotógrafos y después, en algún caso como el del conocido como capitán Moore (John Peter Moore), impostores que supuestamente le hacían firmar hojas en blanco para rellenarlas después.


Joan Manuel Sevillano, gerente de la Fundación Dalí. / PERE DURÁN
“Lo acordonaron”, sentencia Lali. “Cuando mi madre y yo fuimos a verlo al hospital nos salió al paso un guardia civil que no nos dejó pasar”, recuerda. “Se había quemado porque se incendió su habitación de Púbol, provocó un cortocircuito de tanto llamar a aquel timbre de pera que tenía. Y luego se lo llevaron a la casa de Figueres, junto al museo”, cuenta. “Dejé de verle a finales de los setenta y mi madre, a la que quiso mucho, poco después”, asegura. “¡Si hasta consiguieron enterrarlo en Figueras en lugar de en la tumba que él mismo dejó preparada junto a la de Gala en el castillo. Y ahí está, vacía. El alcalde de entonces, Marià Lorca, dijo (y sigue diciendo) que su última voluntad fue que quería ser enterrado en el museo, quien quiera que lo crea”, añade arqueando las cejas.

“Yo le creo”, dice Imma Parada, que empezó de vigilante y ahora es responsable de comunicación en la Fundación. Hoy, cuando millones de personas pisotean la sepultura del genio en ese pequeño parque temático daliniano que es el teatro-museo de Figueres, quienes dirigen todo ese cotarro con sumo celo son los directivos de la entidad. Un ex alto ejecutivo de una empresa cementera, que es el gerente Sevillano. Un prestigioso ingeniero, Ramón Boixadós, nacido en Figueras hace 85 años, expresidente de Renfe y de Exel (Iberia), uno de los responsables de las obras de la Villa Olímpica... Sustituyó a Dalí en la presidencia. Y Antoni Pitxot, de 79 años y director vitalicio de la entidad desde el principio. En total, 21 patronos en un patronato con representación de las distintas administraciones.

Todos a una. Ese es el secreto de su éxito económico. Todos, incluyendo al despacho de abogados de Miquel Roca (también patrono vitalicio de la Fundación desde 1997), “todo el día a la gresca”, en palabras de Sevillano, para que nadie —ni familiares— utilice la marca Dalí en vano, sin permiso y, sobre todo, sin pagar por ello. “En el caso de una tesis doctoral de un estudiante, por ejemplo, el pago sería simbólico”, asegura.

Esta es la mejor no-inversión del Estado"
Joan Manuel Sevillano, gerente de la fundación
Desde que en un alambicado convenio firmado en 1997 el Estado español —“heredero universal”, según el testamento del pintor— le cediera la gestión y explotación de los derechos inmateriales de la obra, el activo de la marca, a cambio de un canon anual que supone “entre un 4% y un 5%” de los beneficios obtenidos, la Fundación es algo así como la SGAE de Dalí. Salvo porque además ha desarrollado un merchandising impresionante, con unos 600 artículos y ya está explorando los productos de alta gama. “Es la mejor no-inversión del Estado”, presume Sevillano, de 50 años, que habla y se desenvuelve como quien se siente tocado por el éxito: amplia sonrisa, actitud resolutiva, andar decidido… Pero que reconoce que cuando llegó en 2003, de la mano de Boixadós, “solo sabía de Dalí lo que había estudiado en el instituto”. No obstante, metido convencionalmente en un traje, defiende sin complejos en conferencias la eficacia de un trabajo organizativo basado en el pragmatismo y en lo que él entiende como “independencia política y económica”. “Ordenamos y optimizamos los derechos. Para los contenidos están otros. Y ahí están nuestros resultados”.

En ese terreno, y mientras la nueva Ley de Propiedad Intelectual no parece ir ni para adelante ni para atrás, los gestores dalinianos están a la vanguardia. “Lo peleamos todo, dentro y fuera de España. Los derechos lo son en el mundo entero, también en Francia”, dice aludiendo de pasada al caso de la familia Dalí. “Hay que creérselo, en lo único que somos primeros espadas es en patrimonio cultural, hay que sacar pecho, como está haciendo ahora el museo del Prado”.

Entre tanto, Lali Bas Dalí pasa las hojas del álbum de fotos en el salón de su casa: su madre de pequeña con su tío en Cadaqués, los dos primos con Federico García Lorca, ella de adolescente sobre el regazo de Gala, años después de visita con sus hijos en Portlligat o donando una obra de su tío a la Fundación. Y decenas de autobuses, de escolares y de jubilados, de España, de Francia, de Rusia, crean un hormigueo incesante en los alrededores del edificio de la Fundación, el antiguo teatro convertido en museo y coronado con huevos gigantes siguiendo las excéntricas directrices del pintor. Un símbolo monumental de la gallina de los huevos de oro de Dalí.


El Pais sabado 20 de abril de 2013