domingo, 18 de marzo de 2012

Portafolio del 9º arte


Es algo normal que se acumulen restos, como si se tratase de la resaca en la playa del mar, una cantidad ingente de fotocopias, posters, publicidad, comics repetidos, y en definitiva una masa de imagenes de mi adorada Historieta que llenaba varias carpetas muy grandes. ¿Que acabó ocurriendo? que dispuse de algo de tiempo y la ecuación arrojó al cabo de unos meses estas páginas de "collage", eran otros tiempos, incluso disponiendo del adorado Photoshop, que no lo tenía, y resultó que poco a poco iban apareciendo páginas y más páginas. El primer sorprendido fui yo mismo, el monstruo crecía sin parar y comenzaba a gustarme su aspecto.

Lo que comenzó por puro aburrimiento , lo juro, comenzaba a parecer el trabajo de un editor loco, pero un editor al fin y al cabo. Y claro, al final, cuando terminé, realmente parecía un libro, nada menos que 352 páginas, sin incluir la portada y la contraportada, y no solo eso, era lo más parecido a ver mi propio mundo de la Historieta, un caleidoscopio enorme y variado, muchos años volcados en los comics, las historietas, los tebeos. Llamadlos como queráis. En definitiva, a medida que trabajaba en él me pareció el regalo perfecto para un amigo. Han pasado diez años y la red me permite almacenarlo, al menos en parte, y aquí está. Como me decía el viernes un amigo del Ojo, si en su día nuestro blog había sido un reflejo de un proyecto de historietas, y aún sigue siendolo, ojo, ahora era también un reflejo de mi mismo, al menos en lo que respecta a algunas facetas. El libro, volverá a su dueño y yo podré disfrutar de unos momentos de nostalgia cuando quiera, entrando en el blog.








































































miércoles, 14 de marzo de 2012

Reunion, cuaderno de bocetos de Manel Fontdevila, 2011



En la última de las reuniones aperiódicas-desordenadas-fantásticas-y-caóticas del Ojo apareció este fantástico libro de bocetos de Manel Fontdevila, REUNION, publicado por ¡Caramba!. Fantástico porque resumía en un claro ejemplo práctico un gran número de elementos, a saber: el eterno e infinito trabajo de abocetar ideas sin parar, o simplemente dibujar algo que te motiva que está frente a ti, es interesante conservar el material que uno va acumulando (envidia me dan los editores que seguramente no pudieron incluir mucho más material y disfrutaron de un enorme tesoro en las manos), observar como se puede elegir cualquier formato para la publicación de una obra gráfica, estudiar tu propio estilo de dibujo, su evolución, en definitiva un base de datos que normalmente tienen todos los dibujantes, e incluyo la introducción de manel fontdevila de su propio cuaderno porque explica mejor que yo los elementos del cuaderno. Y mujeres, muchas mujeres.


Las primeras reuniones a las que acudí se celebraban en la Avenida Diagonal, frente a Rambla Catalunya, varios pisos por encima de la camisería manejable amisería Furés. Un sitio práctico, manejable y, a pesar de su condición de edificio de oficinas, entrañable. Evidentemente, todo el mundo decía que no, que las redacciones de El Jueves entrañables eran las de antes, así es la condición humana. Da igual. La reunión, pues, se celebraba dos o tres días a la semana, en el despacho de Óscar, que tenía una mesa ad hoc. Lo mismo pasaba cuan­do nos trasladamos a Viladomat; no así en el actual y brand new edificio de RBA, en Glories, donde una aséptica salita acristalada cumple estas funciones.
El objetivo, preparar los contenidos con los que el semanario satírico El Jueves debe seducir semanal­mente a su clientela. Repasábamos un poco el mundo, lo que traían los papeles, lo que daban por la tele, también lo que la calle pusiera ante nuestras narices, los chismes que nos habían contado.
Intentábamos interpretarlo y traducirlo en páginas humorísticas que se encargaban al autor idóneo: "consejillo de redacción" se llama, aún, el invento. Ahí llegamos en otoño de 1997, con Albert Monteys, encargados de dar una pátina ,  


juvenil al proceso: "¡Los pier­cings! ¡Festival de Benicás­sim!", tal era el calibre de nuestras aportaciones. Estaban también en la mesa Óscar y J.L. Martín, editores de la revista, Mayte Quílez,
Maikel y Fer. Algunos se fueron, llegaron otros, Pepe Colubi, Guille Martínez-Vela, siempre
notarios de la actualidad, abogados del diablo, pa­ladines de la chanza y la falta de respeto, en fin, ya me entendéis. No es muy ortodoxo mezclar la intro­ducción con las dedicatorias, pero si a alguien debe dedicarse este raro objeto es a todos ellos.
En este proceso tomábamos no­tas, apuntábamos temas e ideas , en hojas sueltas, en cualquier papel al alcance de la mano. Y también, a lo largo de la reunión, uno hacía pequeños dibujos, al hilo de lo que se estaba diciendo o no, en modo automático: éramos dibujantes y dibujábamos, no tiene más secreto la cosa. Estos papeles acababan todos en la papelera, ley de vida 100%. Pero con el tiempo te quedaba la sensación de haber perdido ideas y bocetos, en su mayoría ya imposibles de resucitar: de ahí la costumbre de la libretita.
Repasadas a posteriori, estas  libretas contienen, y no por orden de importancia, 1, dibujos
de forma automática; 2 compuestos de igual forma, y, también, a partir de frases cazadas



a vuelapluma de boca de mis contertulios o de los titulares de la prensa, casi siempre fuera de 
contexto; 3, algún apunte, del natural o a partir de fotos del periódico; 4, bocetos de chistes de diferente grosor e intención, desde el chiste de actualidad a la broma privada, muchos de ellos
inéditos y sin utilidad posible fue­ra de este formato improvisado; 5, mujeres, posi­blemente dibujadas bajo la influenza subconsciente del uso del Metro de Barcelona, lugar éste donde (yo lo he visto) se dan cita muchas de ellas; 6, listas de temas susceptibles de haber sido tratados en la revista, encabezados por la fecha de la reunión, o por el número de El Jueves para el que trabajábamos. Leídas de corrido son un repasillo curioso a la actualidad reciente. 7, tipografías variadas: me gusta
 la letra a mano a pesar de mi mala caligrafía. Y 8, pongamos un etcétera, hasta por si acaso.
Manuel Bartual y Alba Diethelm, equipo Caramba, han seleccionado y puesto en orden las páginas aquí recopiladas: mi más sincero agradecimiento a ellos por este trabajo. Por lo demás, empieza ya la experiencia, la propuesta, el documento.  La libreta: ¡desde su espiral, millones de reuniones os contemplan!

Manel F.












Retrato íntimo del amor de Sorolla



El museo del pintor inaugura una muestra dedicada a su esposa Clotilde
M. JOSÉ DÍAZ DE TUESTA Madrid 12 MAR 2012 
periodico El Pais


Cuando era un estudiante, Joaquín Sorolla empezó a trabajar en el estudio de fotografía que Antonio García, el padre de un amigo, tenía en Valencia. Allí se dedicó a colorear fotografías (aun no existían en color), lo que determinaría la peculiar mirada de su obra. Y también conoció a una hija del fotógrafo, Clotilde García del Castillo. Los dos eran adolescentes y desde entonces no se separaron. Ahora, una exposición en el Museo Sorolla, Clotilde de Sorolla, rinde homenaje a esta mujer que lo fue todo para el pintor: su esposa, su musa, su modelo favorita, la madre de sus tres hijos y hasta su minuciosa contable, como se aprecia en alguno de los libros de cuentas que se puede contemplar en la muestra hasta el 14 de octubre.

La exposición, que reúne 34 lienzos, 40 dibujos, 49 fotografías y algunos objetos personales, ocupa la primera planta del museo, que correspondía a la zona privada y los dormitorios de este edificio de corte clásico que en vida del matrimonio fue vivienda y taller, junto a un magnífico jardín inspirado en Granada, que el pintor supervisó hasta el último detalle.

La obra que realizó desde que la pareja se conoce hasta que el joven matrimonio se traslada a Asís y nacen sus tres hijos, ocupa el ámbito denominado Intimidad, que se extiende más o menos hasta 1900. Dibujos en los que se ve a Clotilde mirando por la ventana, cosiendo o con alguno de sus hijos y, sobre todo, leyendo, de lo que se deduce que o bien era una gran aficionada a la lectura o era una manera cómoda y descansada de posar (o ambas cosas a la vez), según apunta la conservadora del museo, Almudena Hernández de la Torre.


 'Desnudo de mujer' (1910), único retrato que muestra desnuda a Clotilde.



Vida cotidiana

Óleos como Clotilde con los hijos el día de Reyes (1897-1890) o la chinesca La celosa (1895) (en la que están la hija pequeña y la mayor: se supone que ésta es la celosa); fotografías que el padre hace a una joven Clotilde ataviada de valenciana o de novia vestida de negro (costumbre de la época) y de cada uno de los hijos, María, Joaquín y Elena recrean la vida cotidiana de la primera época del matrimonio.


La Musa cuenta la faceta de Clotilde como modelo predilecta del pintor. Posa continuamente para él. Sorolla acude ya entonces a exposiciones nacionales e internacionales con el fin de conseguir encargos y en la carpeta que lleva para mostrar su trabajo aparecen numerosos retratos de ella. Pero también fue modelo anónima de alguno de sus estudios, como el dibujo Estudio del natural (1905), cuyo cuadro compró el Museo Metropolitano de Nueva York.

Y aunque no está ese retrato final sí que se muestra la fotografía en la que él sale pintándola, aunque luego cambiara la composición. El único desnudo que se expone, Desnudo de mujer (1910) “parece evidente” que es Clotilde, destaca la conservadora, “pero no figura en el título porque no parecía muy propio del momento".

Sorolla fue a partir de 1900 un pintor de éxito y Clotilde tuvo que asumir el papel de mujer de hombre famoso. Por eso el siguiente apartado lleva por título La mujer del gran artista, que llega hasta 1920, cuando el pintor sufre una hemiplejia. Hasta llegar ahí, en las obras de estos años se percibe el ascenso social y económico del matrimonio a través de las actitudes, los vestidos, la casa, el jardín… Y en las escenas de playa a las que durante este periodo se dedica en cuerpo y alma.

La exposición reúne 34 lienzos, 40 dibujos, 49 fotografías y algunos objetos personales
El matrimonio mantuvo a lo largo de su vida una intensa actividad epistolar y se exponen algunas de sus cartas en las que Clotilde, por ejemplo, le dice lo mucho que le echa de menos cuando al despertarse se encuentra la cama vacía, y los cuadernos donde ella (Sorolla la llamaba “mi ministro de hacienda” apuntaba los títulos y las valoraciones, documento ahora capital para los documentalistas. También se exponen otros objetos, como algunos collares o una preciosa blusa de seda atribuida a Fortuny con la que Sorolla le pintó un pequeño retrato también expuesto.

 'Clotilde con los hijos, día de Reyes. 1900'.


La crónica íntima y familiar de la vida de la pareja y sus hijos termina en la pequeña habitación dedicada a La Fundadora del Museo. Es la época final y la culminación, en la que se adivina una gran historia de amor. Sorolla acaba de sufrir la hemiplejia que le impide volver a pintar. Clotilde con mantilla, un retrato en el que está vestida totalmente de negro, como una premonición ante su pronta viudedad, preside la estancia entre fotografías del entierro multitudinario del pintor en Valencia y otros documentos junto a uno de los últimos retratos da Joaquín, su hijo, que sería el primer director del museo inaugurado en 1932, gracias, una vez más, a la decisiva intervención de esta mujer que en los tres años que le sobrevivió convirtió la casa familiar en un lugar de memoria.



'Clotilde sentada en un sofá'.