jueves, 12 de agosto de 2010

Frank Cho

Introducción al autor Frank Cho en el número 1 del libro “Liberty Meadows” publicado en España por la colla de la pessigolla en 2001, volumen que comprende el material y tiras de plancha dominicales publicadas entre 31-III-1997 y 14-XII- 2000.

“Frank Cho ha conseguido una sorprendente popularidad gracias al éxito de su tira de prensa Liberty Meadows y a sus impecables ilustraciones de los tradicionales temas de aventuras para su publicación en Titanic Tales y Jimgrim and the Devil at Ludd, que intentan recrear los tradicionales pulps. Y sus fans han empezado a pelearse por conseguir uno de sus originales. Los comic-books donde se recopilan sus tiras de prensa se agotan con regularidad, número tras número, y los primeros números ya van por su 4ª edición. La recopilación de University2 , las tiras de prensa realizadas durante sus años universitarios han alcanzado la 5ª edición.

Ganó la Charles Schulz Plaque por su “excellence un cartooning”, el Scripps-Howard Award como mejor dibujante universitario y el Ignatz Awards for Outstanding Artist and Outstanding Comic por Liberty Meadows.

Su verdadero nombre es Duk Hyun Cho y nació en Seúl, Corea del Sur, en 1971. Los padres de Cho emigraron a EE.UU. cuando este tenía 6 años, y Frank se volvió hipersensible hacia todo lo norteamericano. Una vez en el instituto, decidió que quería ser dibujante. En la universidad creó varias tiras de prensa para los periodicos universitarios, eligiendo finalmente Univesity2 como su vehículo de expresión. En 1996 obtuvo su licenciatura en Enfermería por la Universidad de Maryland y firmó un contrato con Creators Syndicate Inc. Para continuar University2 bajo el nombre de Liberty Meadows.

Se casó en abril de 1999 y vive en Baltimore, con su esposa Cari y Truman, su perro salchicha.





















































Herbert James Draper (1863 – 1920)

Herbert James Draper (Londres1863 – 1920) fue un pintor inglés de la era victoriana. Estudió arte en la Real Academia de Londres y se comprometió en varios viajes educativos a Roma y a París entre 1888 y 1892. En 1890 incluso trabajó de ilustrador. En 1891 se casó con Ida con la cual tuvo una hija. En 1894 tuvo comienzo el periodo más productivo de Drapper. Principalmente se enfocó en temas mitológicos de la antigua Grecia. Su obra El lamento de Icarus de 1898 ganó la medalla de oro en la Exposición Universal de París en 1900.

Via Wikipedia













miércoles, 11 de agosto de 2010

Horace Vernet (1789 1863)

Emile Jean Horace Vernet (30 de junio de 1789 - 17 de enero de 1863) fue un pintor francés de batallas, deportista, y orientalista árabe.

Vernet era hijo de Carle Vernet, otro famoso pintor, el cual era hijo de Claude Joseph Vernet. Irónicamente nació en el Museo del Louvre de París cuando sus padres se refugiaban allí durante la Revolución francesa. Pronto empezó a interesarse por los temas bélicos y representó su idealización del soldado francés.

En 1819 llega a representar de forma inmensa, escenas de batalla a gran escala. Eligió las campañas napoleónicas, sobre todo en Italia, como por ejemplo, la Batalla del puente de Arcole (donde representa a Napoleón portando la bandera de Francia), la Batalla de Marengo y la captura de Roma. En 1839 realizó el primer daguerrotipo del puerto de Marsella.

Vernet pintó muchas más escenas de las Guerras Napoleónicas, como la Batalla de Jena. Además mientras realizaba sus pinturas, acompañó al ejército francés destinado a la Guerra de Crimea, representando diferentes acciones que se produjeron durante la contienda, como la Batalla del Alma. También ejerció de cronista gráfico en Argelia, en donde las tropas francesas capturaron el Paso de Mouzia. Vernet murió en su casa de París en 1863.

En una de las historias escritas por Arthur Conan Doyle sobre el detective Sherlock Holmes, El intérprete griego, Sherlock dice que uno de sus antepasados fue Horace Vernet.

(Cosas de la Wikipedia)













lunes, 9 de agosto de 2010

Una cantera inagotable de ficción



REPORTAJE: EN PORTADA



Una cantera inagotable de ficción

FIETTA JARQUE 07/08/2010



Historiadores y escritores a partes iguales desconfían del fenómeno comercial de la novela histórica. Pero están de acuerdo en que la calidad en la escritura y el rigor deben ser lo esencial

Parece como si el deseo de viajar en el tiempo se viera hoy satisfecho simplemente a través de la ficción. Pero una ficción que recree al detalle la forma de vivir de otras épocas y en proximidad de personajes históricos en momentos determinantes de la aventura de su vida. El fenómeno de la novela histórica se mantiene al más alto nivel en España desde hace más de una década. Las mesas de novedades de este género no dejan de renovarse con obras de autores que se inician en la ficción amarrados fuertemente al andamiaje de la historia. Una afición que se extiende también a las series de televisión (Roma, Águila Roja, Los Tudor, Espartaco, sangre y arena, por citar algunos ejemplos). Y que cuenta con apasionados foros de aficionados como hislibris.com. Es una moda, ciertamente, y revisando o leyendo muchos de esos libros es evidente que la calidad de la escritura suele ser baja, mediocre. Pero hay algunas cosas en las que todos están de acuerdo.

"Historiadores y novelistas son como dos coches que se cruzan en la carretera en direcciones contrarias", dice Almudena Grandes

"En las librerías se encuentran muchas novelas históricas, entre las que hay buenas, malas y regulares. Esa mescolanza crea cierta prevención. Es algo que sucede también en otros géneros como la novela negra o la romántica, por eso me parece injusto que se considere todo un género como el histórico dentro del mismo prejuicio", reclama Santiago Posteguillo, quien no tiene inconveniente en que sus obras sean consideradas novela histórica, "siempre que se mantenga el sintagma de que el sustantivo es novela y el adjetivo es histórica", subraya este lingüista, autor de la trilogía de Escipión (Ediciones B). "Es esencial que la novela tenga una buena tensión dramática y un nivel de historicidad razonable", apunta. "No cabe duda de que la novela histórica cumple un papel de divulgación. Por eso es algo que los historiadores no deberían criticar, nosotros rellenamos un espacio para el conocimiento que muchos de ellos no practican".

El medievalista José Enrique Ruiz Domènec reconoce que lee más novela histórica de lo habitual en su profesión. "Últimamente hay mucho interés entre los historiadores por lo que se llama 'otros modos de comunicación del pasado", explica. Esos modos pasan por la ficción o simplemente por el estilo narrativo. "La afición por la historia despertó en Francia a mediados de los años setenta, cuando se empezaron a publicar y demandar libros de historia de uso colectivo. Incluso los historiadores más serios y prestigiosos (como Hobsbawm o Duby) se prestaron a ello llevados por su compromiso con la sociedad, y se convirtió en un fenómeno editorial. Eso los llevó a refinar y mejorar su escritura", apunta Ruiz Domènec. "Ese es el drama español. Todavía hay un divorcio entre los académicos y los divulgadores. Ese vacío en España lo ocupa la novela histórica".

"En la explosión de este fenómeno hay un antes y un después de El nombre de la rosa", señala Ruiz Domènec. "Eco la escribió cuando estaba en la cúspide y era el gurú universitario. Había educado conceptualmente a toda una generación cuando consideró que la mejor manera de acercarse a un público más amplio podría ser mediante unthriller como aquel. Una novela que tenía mucho de la novela negra de los años treinta y cuarenta, pero que servía para entender lo que sucedió en la Italia del siglo IV, como una metáfora política del siglo XX. Hay novelistas extraordinarios que han abordado la historia, desde Cortázar y García Márquez hasta Vargas Llosa y Pérez Reverte. Este último se documenta profundamente y usa esos elementos correctamente en su construcción de la novela. Yo recomiendo mucho Un día de cólera (Alfaguara) sobre el 2 de mayo a mis alumnos. (Posteriormente ha publicado otra, El asedio). En la microhistoria la novela se crece en el detalle".

Entre dramas de romanos, manuscritos medievales y biografías noveladas hay un periodo histórico que en España ha generado en los últimos años muchas recreaciones que mezclan ficción y realidad: la Guerra Civil. Después de terminar El corazón helado, ambientada en esta contienda bélica, Almudena Grandes se ha embarcado en un proyecto de seis novelas ambientadas en la posguerra. La primera, Inés y la alegría (Tusquets), está a punto de aparecer. "Como la mayoría, yo creía que sabía mucho sobre la Guerra Civil, pero cuando estaba escribiendo Corazón helado me di cuenta de que no sabía nada", admite. La escritora hizo la carrera de Historia con especialidad en Prehistoria, aunque nunca pensó que volvería a ella. "Lo de estudiar Contemporánea me parecía una vulgaridad", recuerda. Pero la vida -y la literatura aún más- discurre por extraños caminos. Sus modelos para este proyecto son los Episodios nacionales, de Pérez Galdós, y también las seis novelas de El laberinto mágico, de Max Aub. "Mis seis novelas transcurren en el marco histórico de la posguerra. Los personajes reales interactúan con los míos. Al ir investigando se me despertó una tremenda avidez por la historia. Es otro mundo, como estudiar otro idioma".

La relación entre novela e historia, según Grandes, debe guardar tantas "lealtades como libertades". "Al no haber una versión oficial de la historia me formo mis propias hipótesis", dice. "Cuando escribes novelas se deben respetar ciertas coyunturas. Hay que ser leal con los hechos, mantener ese cordón umbilical, porque lo contrario es fraude. Lo que el novelista hace es interpretar, no inventar".

"Yo me llevo muy bien con los historiadores, me nutro de ellos", reconoce. "Aunque también puedo ser audaz. La historia de la Guerra Civil sigue estando en construcción. Se asentaba en los libros de los anglosajones y los franceses, pero ahora los historiadores de mi generación la han tomado por los cuernos y están escribiendo libros muy importantes. Las interpretaciones están cambiando", afirma. "Los historiadores y los novelistas son como dos coches que se cruzan en la carretera en direcciones contrarias".

Según Ruiz Domenec la novela histórica actual tiene auge porque hay muchas más y mejores formas de documentarse. "Hoy se hace mejor historia que antes", subraya. "Se han publicado muchos estudios excelentes en las últimas décadas, muchos más que en épocas anteriores. Por eso y por otras razones, la historia es la cantera de la novela".