La hora del bocadillo
¿Qué ocurriría si, de pronto, un animal de granja pudiera hablar y tener aptitudes muy humanas?
La portada de la novela gráfica 'Elmer'.
José Luis Vidal
02 de noviembre 2025
El autor de esta novela gráfica tiene una larga y exitosa carrera dentro del mundo de los comic-books norteamericanos. En los años setenta hubo una potente llegada de dibujantes y entintadores filipinos, una auténtica legión, que dejaron su indeleble huella en cientos de páginas protagonizadas por los héroes de los universos Marvel y DC. Nombres como Tony DeZuñiga, Steve Gan, Rydy Nebres, Nestor Redondo, Ernie Chan, Alex Niño, Rafael Kayanan.
Gerry Alanguilan perteneció a una generación posterior, y en su currículum está el haber embellecido los lápices, por ejemplo, de Leinel Francis Yu, uno de los grandes dibujantes de La Casa de la Ideas.
Desafortunadamente, los avances tecnológicos han hecho que el papel del entintador, tan importante en la maquinaria de esta industria, haya desaparecido, por lo que algunos de estos artistas, como el propio Alanguilan, tuvieron que renovarse o, mejor dicho, dar rienda suelta a sus sueños, como era el de dedicarse a dibujar, por fin, historias propias.
Y ahora llega a nuestro país una de sus obras, Elmer, en la que nos sumerge en una curiosa distopía.
Cuando miráis a vuestro perro o gato, ¿no os habéis preguntado nunca que les pasará por la cabeza, qué ocurriría si pudieran hablar?
Pues bien, justamente eso ocurre en este cómic, pero con los gallos y gallinas…
Pero no adelantemos acontecimientos, y presentemos a su protagonista, un gallo llamado Jake. Su vida actual es un desastre, está desempleado, carga en su memoria con un momento muy traumático y tampoco es que tenga una relación muy cercana con su familia (solo ve de vez en cuando a su hermana May, y nada o casi nada a Francis, que tiene una exitosa carrera cinematográfica como actor) hecho este que va a cambiar de manera inesperada.
El padre de Jake, Elmer, sufre un ataque al corazón, por lo que al protagonista no le queda más remedio que regresar al hogar familiar, pero cuando llega ya es demasiado tarde, y su progenitor ha pasado a mejor vida.
Será entonces cuando recibe de manos de su frágil madre un objeto, algo tan importante que le va a abrir una puerta al pasado, y de paso a conocer la vida de sus padres. Cómo, en un terrible momento, justo antes de morir, pudieron hablar, comunicarse con el matarife humano, ocasionándose una violenta escena que no será la única de su camino, ya que la integración de los gallos, como ciudadanos con todos los derechos, no va a ser cosa sencilla. El odio y la incomprensión de los humanos va a colocarlos en situaciones extremas, y Elmer tan solo contará con la ayuda de, curiosamente, un granjero, Ben, que le dará cobijo a él y su futura familia, salvándolos de más de un momento crítico y de Joseph, un gallo de pelea, campeón de mil combates, que no se va a achantar cuando una turba de descontrolados hombres vengan a por ellos.
La lectura del biográfico cuaderno donde Elmer relata su vida hará que Jake se replantee muchas cosas, comprenda mejor a sus padres y el auténtico calvario por el debieron pasar antes de poder tener una vida tranquila. Y así trate de dar un volantazo a su desastrosa existencia, lidiando con sus propios fantasmas.
Gerry Alanguilan crea aquí un relato, una fantástica metáfora en la que nos muestra la peor cara del ser humano, en la que la ‘gallofobia’ hace que los humanos pierdan los papeles, dejándose llevar por sus más bajos instintos hacia una población de animales que nunca pidieron transformarse, pero que ahora sí tiene la palabra para luchar por sus derechos.
Por desgracia, los comportamientos humanos relatados en este cómic son de lo más habitual en estos oscuros tiempos que vivimos, donde se violenta e insulta a los que se considera diferentes, ya sea por su origen y color de piel, o sexualidad. Quién sabe, tal vez la lectura de esta interesante obra abra los ojos a más de uno y les haga replantearse su comportamiento.
Diario de Cadiz

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