Abogado defensor de día, héroe de noche. Su nombre es Daredevil, y su casa el Bronx neoyorquino
José Luis Vidal
12 de octubre 2025
Hay que admitir que la sombra de Frank Miller es muy, muy alargada, y aceptar el encargo de continuar las aventuras del diablo rojo es, todo hay que decirlo, un auténtico marrón.
La etapa de Miller en Daredevil trajo de vuelta a un personaje y una colección que había perdido el interés de los lectores, por lo que los editores de Marvel le dieron libertad creativa total al autor.
Y vaya si lo hizo. Nos regaló una etapa mítica, en la que la faceta superheroica quedaba a un lado, dando más importancia al drama, los traumas de la infancia y un toque noir que a la colección le vino de maravilla, además de la creación de un personaje como Elektra.
Pero claro, todo tiene que acabar (en apariencia, ya que al artista aún le quedaba mucho y bueno que contar en la colección) y Frank Miller voló de estas páginas para enfrentarse a otros retos creativos y convertirse en lo que es, un mito de los cómics.
Así pues nos encontramos con una colección que ha perdido a su mejor autor, así que había que buscar un sustituto lo antes posible. Y en este paréntesis, este nuevo volumen se abre con un par de episodios escritos por Alan Brennert y Larry Hama que, afortunadamente, están acompañados en el apartado gráfico por Klaus Janson, entintador de Miller, que supo llevarse lo mejor del trabajo de ambos, sobre todo en los aspectos gráficos y narrativos, por lo que en un buen puñado de números, ya acompañado por el guionista que soportaría el peso de la colección, vamos a disfrutar de lo lindo con el arte (ahora completo) de Janson.
¿Y cuál era el nombre de ese ‘afortunado’ guionista?
Pues nada más y nada menos que Denny O’Neill, un escritor del todo fiable, que se hace con el personaje con extrema rapidez, dándole a la colección un toque muy personal, y siguiendo con ese tono más noir que superheroico que ya estableció Miller, además de añadir más de un momento humorístico a la narración.
Periodistas corruptos, peligrosas travesías en crucero, el contrato de un anciano falsificador, el error que una ebria Heather cometerá y uno de los momentos cumbre de esta etapa. Como ya todos los que sois fans del personaje y la etapa Miller sabéis, Daredevil dejó a su odiado enemigo Bullseye postrado en la cama de un hospital, con la espalda rota.
Pues bien, un misterioso grupo rapta al villano, trasladándolo muy lejos, concretamente al País del Sol naciente, Japón. Por si esto fuera poco, en escena entra alguien inesperado, el mutante canadiense más famoso de los cómics, que echará una mano (y garras) al protagonista que, de golpe y porrazo, viajará a tierras niponas para enfrentarse al misterioso Viento Oscuro, el tipo que está detrás del secuestro.
Obviamente, Daredevil y su némesis volverán a verse las caras, pero no seré yo quien os destripe ese enfrentamiento.
Y así, página tras página, Denny O’Neill demostró en esta colección lo gran guionista que era, transformando un encargo envenenado en un etapa apasionante y divertida.
Pero, otra de las razones por la que este volumen es esencial en la historia del personaje es porque, tras el paso por las páginas del dibujante William Johnson, que vendría a recoger el relevo de Janson, se incorporaría un joven con poca experiencia pero que página a página iba a ir mejorando, dejando entrever su talento en las viñetas.
Se incorporó a la colección en la entrega 206 y a partir de ese momento, sin que nadie, ni editores o lectores lo supieran, se iniciaba el sendero hacia el éxito más completo, ya que aquel joven llamado David Mazzuchelli iba a dibujar en un futuro no muy lejano una autentica obra maestra de los cómics.
Pero no corramos, ya que resulta una delicia ver aquellos primeros escarceos, y disfrutar de la evolución gráfica que página a página, fue convirtiendo a Mazzuchelli en uno de los mejores dibujantes del medio. Y O’Neill supo describir las situaciones perfectas para que él se luciera.
En fin, una etapa esta imprescindible para los seguidores de Daredevil, que nos lleva a las calles neoyorquinas, donde el crimen aguarda en cualquier esquina de la Cocina del Infierno, el barrio donde Matt Murdock se crió, creció y, tras un desgraciado accidente, su vida se transformó completamente, convirtiéndolo en Daredevil.
Diario de Cadiz
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