La Hora del Bocadillo
Uno de los personajes más carismáticos del underground norteamericano se despide de los lectores españoles con un buen puñado de locas historias
21 de septiembre 2025
Nunca me han gustado los adioses. Trato de evitarlos a toda costa pero, afortunadamente, en el mundo de la ficción este momento nunca existe, ya que siempre que queramos podemos volver a disfrutar de ese libro, película o, en este caso particular, de las viñetas de nuestros cómics favoritos.
Es por ello que, aunque el quinto volumen de Las crónicas de Odio suponga una despedida de sus protagonistas, siempre tendrá un lugar destacado en nuestra/vuestra comicteca, a la que seguro que vamos a acudir en más de una ocasión para que Peter Bagge nos ponga una sonrisa con las tribulaciones de sus personajes.
En esta quinta entrega nos encontramos con un Buddy algo cambiado físicamente, sus famosas greñas no están por ningún lado, y su apariencia se asemeja más a la de un clásico lobo de mar, con parche y gorra incluida, que a otra cosa.
El negocio de los objetos de memorabilia no va demasiado bien, por lo que Buddy aprovecha la cercanía de un desguace para meterse de cabeza en el mundo de la chatarra, Y lo hará, pese a la desconfianza de su pareja Lisa, con su antiguo socio Jay, un tipo que salta de un negocio a otro con mucha habilidad.
A la nueva responsabilidad como pater familias se unirá una pesadilla que le persigue desde hace tiempo, la localización del cadáver de Apestoso. Y lo malo es que su hermano Butch, bajo los efectos del alcohol, se irá de la lengua, poniendo las cosas más difíciles.
Por su parte, el peso de la maternidad y su vida en casa hacen que, la ya de por sí desequilibrada Lisa, trate de encontrar una distracción, un hobby que la saque del agobio existencial. Lo conseguirá desde el momento que conozca a una de las madres del colegio de Harold Jr., de la que se hará amiga desde el minuto uno.
Juntas formarán un dúo musical que en breve consigue su primer bolo. Pero tal vez las cosas nos sean lo que Lisa piensa…
Y si hay un momento especial en este volumen es cuando Buddy y Lisa viajan para que este conozca a unos personajes que tan solo habían sido nombrados en anteriores historias, y que de hecho han marcado fuertemente el carácter y personalidad de la pareja de Buddy.
Son los padres de ella, una pareja que, desde el primer momento, y debido a sus personalidades y achaques, van a espantar al sorprendido yerno, que pondrá pies en polvorosa en cuanto pueda, dejando a Lisa al cuidado de sus progenitores y mostrándonos que, al fin y al cabo, Buddy Bradley siempre va a ser el mismo tipo holgazán, pasota, al que le gusta pasearse por la casa en calzoncillos y no hacer nada en todo el santo día.
El tomo se completa con un buen montón de historias protagonizadas por varios de los personajes del Universo Odio, e incluso vamos a poder disfrutar de una parodia de la relación de Peter Bagge con sus editores en Fantagraphics, un trío abandonado en una isla.
Y a todo esto, que ya de por sí es canela fina, hay que añadir un buen montón de extras, inéditos hasta ahora en nuestro país: Portadas, ilustraciones, guía de personajes, un ‘concurso’ para elegir a la novia perfecta para Apestoso…
Además de las risa que provoca este genial cómic, que no ha envejecido para nada, con el paso del tiempo ha llegado a convertirse en el retrato mordaz, pero no menos real de una sociedad como la norteamericana, formada en buena parte por esa población que en las proclamas de un psicópata con ínfulas de dictador han encontrado un camino de baldosas amarillas que, sin ellos saberlo, está pavimentado con mentiras, leyes surrealistas y el dolor de esa otra parte de la población que está sufriendo en sus carnes las injusticias de este presidente de color cheeto.
Peter Bagge es el cronista perfecto, ya que mezcla la ironía en sus desopilantes argumentos con un estilo heredero del cartoon, y ha convertido la saga de Odio en un clásico modero que todo buen lector de cómic debería disfrutar.
Para finalizar, elogiar como siempre tanto la traducción de Hernán Migoya y la rotulación de Iris Bernárdez y Joan Mulero. Sin su aportación, la edición española de Odio no sería lo que es.
Así que como ya os decía al principio, detesto los adioses. ¡Así que nos vemos en nada, Buddy!
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