viernes, 7 de febrero de 2025

Fouché. El genio tenebroso Las cloacas del estado

Yexus



Fouché. El genio tenebroso

Kim

Norma Editorial 

España Francia 

Cartoné

120 págs.

Color

Obras relacionadas

El arte de volar

Kim (guion de Antonio Altarriba)

(Norma Editorial)

El ala rota

Kim (guion de Antonio Altarriba)

(Norma Editorial)

Nieve en los bolsillos

Kim

(Norma Editorial)

Martínez el Facha

Kim 

(Dolmen)


Bien es cierto que el humor satírico y costumbrista ha caracterizado la producción de Kim (Joaquim Aubert) durante la mayor parte de su trayectoria, con especial relevancia del popular Martínez el Facha, aparecido en el semanario El Jueves desde su primer número, en 1977. Y que, quizá encasillado en este género, pasaron sin embargo desapercibidos algunos intentos tan breves como dispersos de realizar un cómic de corte más realista y personalizado. Pues bien, dicha inquietud solo fructificó plenamente cuando Antonio Altarriba le brindó la oportunidad de dibujar las memorias de su padre durante la guerra civil y la dictadura en la novela gráfica El arte de volar, publicada en 2009 y galardonada un año más tarde. Con lo que el autor barcelonés obtuvo el Premio Nacional de Cómic a punto de cumplir los setenta. Su excelente acogida sin duda los animó a realizar una suerte de continuación en El ala rota (2016) y posiblemente a intentarlo en solitario al propio Kim, que, sin abandonar el tono biográfico, rememoró su juventud como trabajador en Alemania con el libro Nieve en los bolsillos (2018).


Parece que el nuevo rumbo estaba trazado. El guionista y dibujante catalán se reinventa defini- tivamente en el formato de novela gráfica, con el que se afianza pero no deja de sorprender a sus lectores por el cambio de registro que supone su última obra. Ya que Fouché. El genio tenebroso es una prolija biografía del político francés del mis- mo nombre, procedente de la novela homónima de Stefan Zweig. Su azarosa vida transcurrió entre los siglos XVIII y XIX, por lo que conoció la revolución, el imperio napoleónico y la restauración borbónica, sobreviviendo a todo ello gracias a su astucia y su capacidad de manipulación. No fue tan conocido como Robespierre, Danton o Marat, pero sin duda fue una figura esencial para una época tan convulsa en la historia de Francia. Absolutamente brillante sin dejar de ser un canalla, fue un superviviente nato. El estadista «perfecto», en su inteligente ejercicio del arte de la vileza. Comparable a personajes de nuestros días como Edgar Hoover o el fiscal Villarejo, manejó de tal manera la información que poseía que en todo momento colmó sus ambiciones de riqueza y poder a despecho de los vaivenes políticos.

Cerca de tres años de trabajo invirtió Kim en la difícil labor de adaptar una obra tan densa. Fue obligatorio un proceso de síntesis que no traicionara ni minimizara el libro original, por lo que son inevitables los profusos bloques de texto y las grandes elipsis para poder incluir tal cantidad de información. Como compensación, ofrece viñetas primorosamente trabajadas, en cuanto a la composición, el detalle y la precisa reconstrucción histórica. Siempre intentando eludir la redundancia entre imagen y texto, a base de añadir elementos de su propia cosecha (en forma de elementos visuales o diálogos) que ayudan a matizar o ampliar los eventos contenidos en la narración escrita y caracterizar mejor a los personajes. Incluso recurre a los globos de pensamiento, tan poco frecuentes hoy en día, para redistribuir o descargar en ellos parte de los textos.

Siguiendo las directrices de la novela original, el argumento no se centra en los grandes acontecimientos. No hay aquí, salvo raras excepciones, viñetas espectaculares con la descripción de batallas o relevantes hechos históricos, como podría ser la toma de la Bastilla o las gestas militares de Napoleón. Al escritor y al dibujante no les interesan demasiado, transcurren en off, ya que realmente se centran en la biografía de Fouché a nivel particular, con un tono más bien intimista. En su retorcida personalidad, sus decisiones y la interrelación con tantas figuras esenciales para la política del momento. Es un relato sobrio, a pesar del clamoroso trasfondo histórico.

Semejante estilo se acentúa con una estructura narrativa tradicional, de dos filas de tres viñetas por página, normalmente cuadradas salvo que se quiera resaltar algún hecho excepcional. De hecho, esta estructura clásica es la preferida por Kim, la que normalmente se puede hallar en sus obras de mayor o menor extensión. Por ello es este un tipo de cómic honesto en su carácter esencial y su rechazo al impacto gráfico fácil y al experimento vacuo en aras de la pura narratividad.

La gran novedad en un libro de semejante envergadura es la introducción del color. Y Kim es un experto, como bien ha demostrado en historias cortas, portadas e ilustraciones, por no mencionar su experiencia como pintor. Lo cual sin duda multiplicó la laboriosidad del proceso, dado que el autor rechazó simplificar la tarea usando colores planos y recurrió a su técnica habitual; es decir, el empleo de acuarelas y gouache para dotar de matices, texturas y volumen a sus dibujos. Incluso la portada está realizada al óleo. Todo un trabajo de orfebre y una labor casi pictórica en cuya estética sin duda han influido artistas de la época como Jacques-Louis David, Ingres o Delacroix.

Finalmente, cabe resaltar que la obra contiene una lectura muy actual en clave política. Quedan en evidencia las cloacas del Estado y la eficacia de la corrupción, el chantaje y la manipulación mediática. Porque sobrevivir a periodos tan contrapuestos obteniendo beneficio y riqueza a base de hipocresía, carencia total de escrúpulos y cambios de opinión contradictorios demuestra que ya existía la desmemoria y debería suponer una lección que se debe recordar constantemente.




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