ANTONIO TRASHORRAS
A la hora de enfrentarse a la ingente obra gráfica dejada, tras su fallecimiento en 1978, por el ilustrador e historietista norteamericano Basil Wolverton, el primer impulso que le asalta a uno, no es otro que limitarse a encadenar una serie de perplejos adjetivos que, aplicados a su trabajo, hasta parecen quedarse cortos.
Monstruoso, grotesco, excesivo, enloquecido... son algunos de los lugares comunes esgrimidos cada vez que se trata de describir toda la desbocada insania presente en los inimitables wolvertoons.
Sin embargo, escarbando bajo esa merecida montaña de epítetos, que no hace sino confirmar el estupor que durante generaciones ha asaltado a todos aquellos que se han acercado al hilarante trabajo de este titán del grafismo demente, hallamos el talento latifundista de uno de los humoristas más contundentes y personales que jamás haya dado la historieta estadounidense.
Nacido el 9 de Julio de 1909 en la pequeña localidad de Central Point, Oregon, Basil Wolverton crecería en un ambiente rústico (sus padres, Clarence y Olive, eran granjeros) y sin demasiado acceso a la cultura institucionalizada. No obstante, sí que se sentiría atraido desde bastante pronto por el mundo del espectáculo y muy especialmente por el "vaudeville", vocación de comediante que incluso llegaría a materializarse en un breve paso por los escenarios cuando todavía era un adolescente.
Finalmente su autodidacta pasión por el dibujo, así como su relativa facilidad (fruto de la inspiración más que de la formación) para reflejar en el papel personajes y situaciones absolutamente disparatadas, le impulsaron a tratar de abrirse camino como historietista.
Admirador de Rube Goldberg, sus primeros trabajos profesionales, consistentes en chistes e ilustraciones humorísticas, aparecerían publicados dentro de la revista American's Humor a partir de 1926. La primera de aquellas ilustraciones ya preludiaba muchas de las constantes de lo que posteriormente sería su humor desquiciado y salvaje, al representar a un extravagante cirujano partiendo en dos a un indefenso paciente con una gigantesca hacha
("Fue un comienzo delicioso", afirmaría años después). Instalado ya en Vancouver, Washington, donde pasaría la mayor parte de su vida, Wolverton contrae matrimonio en 1934 con Honor Lovette, muchacha de constitución facial notablemente flexible, experta en muecas e impagable modelo para el dibujante en muchas de sus más chocantes creaciones.
Fruto de esta unión nacería en 1948 su único hijo Monte, quién, con el tiempo, seguiría los pasos artísticos de su padre.
En Junio de 1937 debuta como historietista propiamente dicho en el número I de la revista Circus, The Comic Riot de la recién fundada Globe Comiesen. En los escasos tres números de vida de esta publicación Wolverton iniciaría dos series tituladas Spacehawks y Disk-Eyes, the Detective, esta última realizada bajo el seudónimo "Dennis Langdon" (homenaje al genial cómico del celuloide mudo Harry Langdon) por imposición del editor Monte Bourjaily.
Su siguiente trabajo sería una serie de ciencia ficción titulada Space Patrol, aparecida en la páginas de la revista Amazing Mystery Funnies en 1939, preámbulo estilístico de la que se convertiría pronto en su obra más conocida: Spacehawk (nada que ver con su anterior Spacehawks). Nacida en 1940, dentro del número 5 de la revista Target, Spacehawk tardaría poco en convertirse en la estrella de esta publicación de la Novelty Press. El enfoque del género fantacientífico adoptado por Wolverton en dicha serie se caracterizará tanto por su carácter rabiosamente ingenuo (puro material de derribo procedente de la más celérica literatura "pulp" y los rocambolescos seriales cinematográficos de la Republic y la Monogran) como por su atmósfera agresiva, dislocada y surrealista, en ocasiones decididamente aberrante.
No obstante, pese a la notable aceptación popular de este bizarro personaje, especie de Flash Gordon anfetamínico y un punto siniestro, los editores presionarían al autor para que atemperara un tanto la truculencia de la serie, tratando así de constreñir la desbocada imaginación wolvertoniana dentro de unos cauces expresivos algo más ortodoxos. Esto provocaria el inmediato desinterés del dibujante hacia Spacehawk y su cancelación definitiva en el número 34 de Target en 1942. Lejos de significar un serio frenazo profesional, la finalización del compulsivo Spacehawk en cambio daría paso, inmediatamente, a la etapa más fértil de toda la carrera de Wolverton, gracias a su concluyente vuelta al humor excéntrico con Powerhouse Pepper, obra que anticipa en casi una década la rompedora escuela cómica agrupada en torno a la cabecera MAD. Creado para el primer número de la revista Joker, lanzada en abril de 1942 por Timely Comics (embrión de lo que, más tarde, seria Marvel Comics), Powerhouse Pepper, muestra a un Wolverton en la cima de su impredecible creatividad tanto gráfica como literaria, merced a un uso recurrente del "gag" visual en segundo plano, una expresividad reminiscente tanto del "burlesque" como de las milimetradas pantomimas filmicas de Chaplin, Langdon o Charley Parrot Chase, un empleo alucinógeno de las alteraciones, los retruecanos y los ripios en el interior de unos diálogos delirantes y unos argumentos extremadamente volátiles, ubicados en un universo inestable y caprichoso digno casi de un Lewis Carroll pasado de revoluciones. Sátira del (aún en pañales) género superheróico, las descabelladas peripecias de este calvo forzudo eternamente ataviado con su jersey de cuello vuelto a rayas horizontales delataban la influencia del Thimble Theatre de Segar (de quien hereda no sólo el trazo serpenteante sino también su gusto por el desvario verbal y las tramas rocambolescas)| y del travieso "nonsense" del Smokey Stover de Bill Holman, así como del caótico "screwball" de los cómicos cinematográficos Olsen y Johnson ("Loquilandia", "Casa de Locos"...).
Paralelamente a Powerhouse Pepper (personaje que llegaría a obtener revista propia y cuyas aventuras se prolongarían hasta 1948), Wolverton crearia, para otras revistas (tanto de la Timely como de Fawcett), un puñado más de series, impregnadas con su intransferiblemente lunático sentido del humor, tales como: Inspector Hector, The Crime Detector, Flap Flipflop, the Flying Flash, Soop Scutle o Mystic Moot and His Magic Snoot. En 1946 su descomunal capacidad para la distorsión anatómica hallaría una inmejorable excusa para explotar en el concurso organizado por la United Feature Syndicate con el objeto de plasmar, por vez primera, el espeluznante rostro de "Lena la Hiena", célebre personaje de L'il Abner cuya extrema fealdad hacía que hasta Al Capp se negara a dibujarla frontalmente.
Wolverton, por supuesto, ganó de calle dicho concurso, creando uno de los semblantes más horripilantemente nauseabundos jamás reproducidos en papel.
Gracias al retrato de "Lena, la Hiena" Wolverton se convertiría, de pronto, en toda una celebridad nacional, atrayen do la atención instantánea de millones de lectores fulminantemente noqueados por la hilarante fealdad de su indescriptible criatura. Esta popularidad le serviría para ser llamado por la revista Life para publicar en sus páginas numerosas (y muy bien remuneradas) caricaturas de diversas personalidades del deporte, la política o el espectáculo. Pronto sus actividades se extenderían a la ilustración publicitaria, realizando también multitud de caricaturas de actores famosos y anuncios de prensa para Universal Pictures y Metro Goldwyn Mayer.
A pesar de tan exitosa inmersión en la parcela humorística (cuya lógica culminación llegaría al comenzar a colaborar con el superventas MAD de la EC), Wolverton continuaría descargando su pasión por las fantasías espaciales y los esperpénticos B.E.Ms (Bug Eyes Monsters) con no pocas historias cortas incluidas en los "comic books" "alienígenas" de la editorial Atlas. Mas, por desgracia, la llegada del nefasto Comics Code estrangularía el mercado del tebeo de género, obligando a Wolverton a refugiarse del chaparrón reaccionario en el campo de la ilustración, con encargos como el de una ambiciosa adaptación de la Biblia, titulada The Story of Man (posteriormente The Bible Story), para la Embassador Press.
A finales de los 6o, el talento de Wolverton se vería reivindicado, de forma más o menos explícita, por toda la horda de autores responsables de la eclosión del comic "underground". El trabajo de dibujante como Rory Hayes, Jay Lynch, S. Clay Wilson, Gilbert Shelton o Robert Crumb, delataba a las claras que la semilla de feismo plantada décadas antes por el indómito Basil germinaba ahora en toda una generación, dispuesta a hacer del desequilibrio y el exceso su única bandera.
En 1973 regresaría triunfalmente a la historieta para prestar su inagotable sentido del absurdo a Plop!, el fugaz "magazine" humorístico de la D.C., donde sorprendería a toda una nueva generación de aficionados, sobre todo gracias a sus inauditas portadas. Esa resultaría, a la postre, la última incursión en la industria del comic de Basil Wolverton, cuyo fallecimiento tendría lugar el 3I de Diciembre de 1978.
Hoy, el legado gráfico del mayor creador de "freaks" nacido en este siglo, puede rastrearse fácilmente en la obra de historietistas como los estadounidenses Peter Bagge, Dan Clowes, Drew Friedman, Kim Deitch e incluso en el chiflado Edika; además de influir, en su momento, al singular italiano Benito Jacovitti, maestro del "slapstick" pirotécnico cuyo virtuosismo cinético presenta una gran afinidad con el Wolverton más huracanado y absurdo, el de Powerhouse Pepper.
¿Se animará pronto algún editor a dar a conocer aquí la exorbitante obra de este genio desconocido para el lector hispano?. Seguro,... cuando el Papa ponga una ferretería. De modo que, si están interesados, vayan haciéndose, por ejemplo, con el tomo francés Basil Wolverton (editado por Futuropolis en 1980), la reedición norteamericana de Spacehawk a cargo de Dark Horse Comics o el imprescindible Wolvertoons: The Art of Basil Wolverton, una pasada de libro publicado por Fantagraphics.
No se arrepentirán.
Revista Viñetas nº2 febrero 1994 Ediciones Glenat
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