Hierba
Keum Suk Gendry-Kim
Reservoir Books
Corea del Sur
Rústica con solapas
480 págs.
Blanco y negro
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No negaremos que los premios —más todavía cuando son tantos y del calibre de los obtenidos por Hierba— consiguen aumentar la relevancia de cualquier título que se publique en nuestro país y que el número de lectores, y por tanto de cifras de ventas, aumente exponencialmente. Pero Hierba continuaría siendo una obra maestra aunque no acumulase galardones de mejor cómic del año para The New York Times, The Guardian e incluso para diversos medios españoles, o no se hubiera llevado a casa ese Prix Bulles d’Humanité. Obviamente no estamos en ese escenario, porque la primera obra de Keum Suk Gendry-Kim publicada en nuestro país carga con una mochila bien nutrida de reconocimientos por parte de medios, público e industria, pero nació desde la modestia más absoluta. Desde ese emotivo prólogo titulado «A casa», Keum Suk Gendry-Kim le cede todo el protagonismo de Hierba a una Lee Ok-Sun anciana cuyos gestos de bondad salen ya a la superficie desde esas fugaces, tiernas y cargadas de significado diez páginas iniciales.
Keum Suk Gendry-Kim nació y estudió Bellas Artes en Corea del Sur, aunque haya vivido du- rante prácticamente dos décadas en Francia. Hierba es su primer cómic en coreano y no se me ocurre mejor motivo para escribir en su idioma materno que descubrirle a los lectores de aquí y de allí una de esas historias tan crueles que, si el mundo fuera justo, jamás deberían quedar en el olvido. Para darle forma, llevó a cabo numerosas —e imagino que altamente emotivas— entrevistas con la propia Lee Ok-Sun. Hierba se centra en su caso personal, poniendo así nombre y apellidos a una de los millares de jovencitas coreanas que, durante la Segunda Guerra Mundial, fueron forzadas a convertirse en esclavas sexuales para los soldados japoneses. Se estima que la cifra de estas «mujeres de consuelo» estuvo entre 60.000 y 200.000, la mayor parte de ellas procedentes de entornos pobres y rurales. Y Hierba es un homenaje a todas ellas, además de un ejercicio de justicia poética para que jamás las olvidemos.
Pero, al margen del evidente valor histórico de Hierba a la hora de hablarnos de aquel episodio, estas casi quinientas páginas nos cuentan muchísimo más. Nos descubren lo cruda que era la vida en la Corea de posguerra para las chicas de familias humildes. Nos recuerdan que, muchas veces, los grandes héroes y las grandes heroínas no son un puñado de violentos guerreros con sus hazañas sangrientas, sino simples personas anónimas —aunque Lee Ok-Sun jamás volverá a serlo para nosotros— que consiguieron sobrevivir en un mundo hostil, horriblemente hostil, rehaciendo sus vidas y manteniendo su humanidad incluso en los momentos más complicados. Además de todo ello, Keum Suk Gendry-Kim nos ofrece más argumentos para que la lucha feminista continúe en el centro del debate público, porque Lee Ok-Sun sufre lo que sufre por ser pobre, sí, pero sobre todo por ser mujer en un mundo de hombres sin compasión.
Por tanto, lo primero que debe saber cualquier persona que se acerque a Hierba es que se sumergirá en un largo viaje empapado de tristeza y crueldad —que muchas veces solamente intuimos, gracias a que la autora evita dibujar las escenas más atroces—, pero es virtud de la coreana que la obra consiga despertarnos también los mejores sentimientos y emocionarnos con los escasos chispazos de felicidad que vive Lee Ok-Sun. Si el valor de la cultura es hacernos mejores personas, quede claro que Hierba lo consigue.
Lee Ok-Sun falleció en diciembre de 2022 a la edad de noventa y cuatro años. Esté dónde esté, Dios le debe una vida mejor.
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