domingo, 10 de diciembre de 2023

Un guerrero en las eras oscuras

 L.C.

Las aventuras desmesuradas del guerrero bárbaro que atiende por Conan son un arquetipo de la novela popular, los tebeos y el cine. Y por ese orden cronológico las conoció el público. El personaje fue creado por un joven tejano, Robert E. Howard, cuando tenía 23 años. Para publicar en el pulp Weid Tales una serie de espada y brujería en año 1932 había desarrollado una serie de personajes que empezaba con el reyezuelo Kull y en la cuarta entrega de la serie empezaba con el reyezuelo Kull, y en la cuarta entrega de la serie aparecía Conan. El relato en que aparecía se titulaba El fénix y la espada, y allí quedó marcado el prototipo del guerrero bárbaro ambientado en la Era Hiboria, combatiendo la brujería, el fanatismo, el abuso militar y la injusticia sui generis. El vasto territorio en que Conan realiza sus peripecias aventureras es un continente pre-europeo, una especie de trasposición antes de la deriva continental, cuando Asia y Europa aún estaban más próximas y las islas británicas no eran tales. El primitivo guerrero, que ve morir siendo niño a su familia, se forjará indomable pasando por todas las profesiones y trabajos endurecedores. De ladrón a pirata pasará a soldado de horda o ejército disciplinado, para llegar a general invencible y caudillo mercenario. Termina como rey en Aquilonia, un imperio que abarca extensiones tan amplias como la Inglaterra, Francia y España actuales. Dominar este apetecido reino le costará Dios y ayuda, sostenerlo más todavía y defenderlo casi la vida. Varias veces lo pierde y lo recupera.

La saga de Conan es casi espurea, pues apenas un par de relatos son del creador del personaje, que se suicidó siete años después de imaginarlo. Pero sus seguidores y amigos recopilaron sus notas y apuntes y recorvirtieron aquello en una veintena de relatos y centenares de guiones para los cómics y el cine.

Ilustración de Conan por Frank Frazetta


Las portadas de las novelas fueron dibujadas por un extraordinario ilustrador y dibujante de cómics, Frank Frazetta, que así dio imagen visual al héroe. Pero los primeros comics los dibujó otro gran visualizador, el británico Barry Windsor-Smith, quién le imprimió otro carácter al musculoso de Frazetta. De 1970 a 1973 el personaje tendrá la elegancia "prerafaelita" de Barry, pero enseguida pasa a la rudeza barroca de John Buscema y luego a muchos otros dibujantes que hoy todavía lo siguen recreando.

Un cineasta que luego ganaría el Oscar, pero que entonces era casi un desconocido, Oliver Stone, había escrito un guión para la adaptación al cine del héroe que dibujaría Barry Windsor-Smith, del que Stone era gran admirador. Eran los finales años 70 y Conan era ya un personaje de culto entre los jóvenes y adultos, que lo veían como un símbolo de la lucha y la rebelión contra los opresores...

De los Estados Unidos el personaje había llegado a Europa, y en esos años 80 iniciales los comics del guerrero de la Edad Hiboria estaban traducidos a todos los idiomas. En Francia, Italia y España eran más que populares. Se seleccionaban como piezas de culto y se pedían reediciones al agotarse las series. Un productor cinematográfico italiano aficionado al género, que ya había realizado dos adaptaciones de héroes del cómic en 1968 y 1980 (Diabolik y Flash Gordon, respectivamente), el astuto Dino de Laurentis, decidió que había que pasar al cine aquel personaje tan popular. Y se lo encargó a John Milius, quien con el guión de Oliver Stone se vino a España a rodar las brutales aventuras del guerrero hiborio. Para protagonizarlas buscaron un mister universo, un tipo a la moda culturista de aquellos años, el austríaco Arnold Schwarzenegger, que, cargado de pieles, fetiches y armas medievales, marcó el nuevo modelo de héroe de las eras oscuras. Las poses del tipo fijaron al personaje en las mentes de millones de adolescentes y harían evolucionar la imaginería del primer creador gráfico. Ni Frazetta ni Barry Windsor-Smith podrían ya modificar la estampa del hercúleo mito arrebatado al cómic y consagrado ya para la Historia del cine.

El filme titulado Conan el bárbaro se estrenó en 1981 y cosechó un éxito insospechado, lanzando al intérprete al estrellato del cine mundial. Y con el acierto cinematográfico se relanzó la serie de tebeos, y nuevas versiones surgieron hasta con adaptaciones de la película. De Laurentis encargó una segunda entrega al experimentado Richard Fleischer, que ya había adaptado otros héroes del cómic y reconocidos filmes de guerra, manteniendo el mismo intérprete. Esta segunda entrega con el título de Conan el destructor resultó menos solemne y algo más parecida al "cine de romanos", pero mantuvo el tipo entre los seguidores y le valió al director un nuevo encargo un año después, 1985, para realizar una especie de continuación con el personaje de Red Sonja, la compañera sentimental y de aventuras del feroz guerrero.

Hoy en España, como en muchos otros países del mundo, Conan sigue vivo 70 años después de nacer en un relato de folletón, saltando a los cómics y el cine como un símbolo inquietante de la mitología juvenil de los años 80 y 90.


Revista Leer nº 144 Julio-Agosto 2000

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