jueves, 14 de septiembre de 2023

El peligro de leer en tiempos de Goya

Por Berna González Harbour



Goya fue tan espléndido en su producción que jamás sentenció, ni dictó ni aleccioné, sino que se limitó a sugerir, a mostrar, a poner a nuestro servicio las herramientas para que fuéramos nosotros los que reflexionáramos y sacáramos conclusiones. Es una de las claves por las que su obra -colosal- sigue generando torrentes de pensamiento e investigación. Goya nos zarandea, nos cambia, nos provoca y los estudios sobre él siguen renovando la amplitud y los ecos de su mirada. Uno de esos estudios acaba de ver la luz. Es Goya o el misterio de la lectura (Cátedra), en el que Luis Martín-Estudillo (Alicante, 1978) analiza un ángulo nunca explotado; los libros, la palabra escrita que se relaciona con Goya y su obra.

El catedrático de la Universidad de Iowa propone aquí un nuevo recorrido por sus cuadros, estampas y dibujos íntimos atravesado por los libros que reflejó en ellos, por las palabras que escribió y por sus lecturas. Y lo sitúa en el contexto de auge y caída de la Ilustración que acompañó al pintor y que tuvo en la lectura, precisamente, una de sus armas de apertura, pero también de peligro.

La élite de la sociedad española estaba accediendo con muchos límites a la lectura, pero lo hacía en medio de una ambivalencia que queda bien descrita en el libro: la lectura, sobre todo si es colectiva y grupal como se estilaba entonces, puede adocenar; pero también puede extender la razón, abrir los sentidos, desmontar prejuicios y liberar al lector. No hay una sola versión.

La pugna entre esas dos visiones recorre la época y la obra de Goya. Los peligros de leer se vislumbran en su obra, como deja claro en series como la de los asnos lectores, donde ridiculiza al impostor que se atribuye la costumbre de leer sin ser capaz de elevarse. Como también ensalza momentos individuales de lectura edificante en numerosos retratos y, especialmente, en los que se refieren a la Constitución de Cádiz, que llega a refulgir en su obra. La lectura aparece aquí como una construcción de identidad, nos dice el autor. Y el artista indulta incluso a algún monje lector frente a tantos hombres del clero a los que ridiculizó por su glotonería o estulticia.

Al contrario que otros pintores de época, Goya apenas dejó nada escrito: las cartas de su amigo Martín Zapater; la lección que entregó a la Academia de Bellas Artes de San Fernando y que, por su defensa de la libertad de creación en contra de las normas, se ha convertido en germen de la modernidad; y las frases que escribió en sus grabados, casi siempre con dobles y triples sentidos que invitaban a reflexionar. Pero Martín-Estudillo ha sabido hilvanar su pensamiento en un libro bellísimo que incorpora, además, obras poco conocidas en España.


'La lectura', grabado de Francisco de Goya (1819-1822).


No falta el Quijote, que aludía a la enajenación por la lectura. En el dibujo Don Quijote (Museo Británico de Londres), las imágenes que emergen de la mente de nuestro hidalgo al leer conjugan figuras híbridas de humano y animal y hasta una mujer de pechos desnudos que se introduce la mano bajo la falda mientras un hombre se sumerge en ese mismo lugar. La literatura erótica o pornográfica también recorría España y el rastro de sus efectos -la excitación- se vislumbra en obras como Magdalena penitente (Museo Lázaro Galdiano), La lectura (Biblioteca Nacional) o Piénsalo bien (colección particular).

La profusión de las obras retratadas y el análisis que hace de ellas es un regalo para sus seguideros. Y sobre todo lo es el contexto de ambivalencia de la época que Goya -y el autor del libro- que nos sabe trasladar.




Goya o el misterio de la lectura

Luis Martín-Estudillo

Cátedra, 2023

252 páginas. 24,95 euros


El Pais. Babelia nº 1647. Sábado 17 de junio de 2023


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