lunes, 25 de septiembre de 2023

A lomos de viajeros y exploradores

 Por Jacinto Antón


Homo viator 
Pepe Pérez-Muelas
Siruela, 2023
450 páginas. 23,70


En el estimulante y creciente panorama de la literatura de viajes en nuestro país, a punto de aparecer los nuevos libros de Gabi Martínez (sobre el delta del Ebro) y Jordi Esteva (el segundo tomo de sus memorias de nómada), y con la nueva novela de nuestra gran viajera Patricia Almarcegui (
Las vidas que no viví, una preciosa filigrana de mezcla de culturas distantes) recién publicada, surge este sorprendente Homo viator (Siruela), primer libro de Pepe Pérez-Muelas, profesor de Literatura en Sevilla, columnista y viajero, y una obra que parece que salga de la nada, como una nave de otro planeta aterrizando en el género. Se trata de un voluminoso libro de no ficción que recorre la historia del descubrimiento del mundo a lomos de viajeros y exploradores de todas las épocas y pelajes. Pérez-Muelas cuenta esa gran aventura de manera más o menos cronológica utilizando las experiencias de los viajeros históricos, pero también las suyas propias mientras avanza desde Oriente hacia Occidente para terminar literalmente en la Luna y en un cementerio de Roma lleno de colegas.

Lo más sorprendente del libro es su personalísimo punto de vista, libre de modas, de tendencias, de voces y conceptos que podrían considerarse imprescindibles en el género de viajes actual (también de datos: se habla del reciente hallazgo del Endurance de Shackleton, pero no de los de Erebus y Terror de Franklin). La única deuda contemporánea que señala Homo viator es con El infinito en un junco de Irene Vallejo, libro al que se refiere el autor en el marco de sus abundantes pasajes sobre el viaje en la cultura clásica. Por lo demás, Pérez-Muelas viaja con su propia mochila, sus ideas, sus libros y su brújula (y su mapa, el del cartógrafo milanés del siglo XVI Urbano Monti, su leitmotiv). Lo hace con una desconcertante falta de prejuicios (si quiere mete a Oriana Fallaci entrevistando a Jomeini en 1979 o un trozo de una novela de Paul Auster) y sin ningún complejo, marchando animosamente hacia delante como quien guía su safari a machetazos.

De hecho, desde el principio seguimos el trayecto del autor por el mundo de los descubrimientos con una suerte de fascinación por la caída: a ver cómo se la pega en el itinerario. Es como seguir a Scott en la Antártida o al coronel Fawcett (que por cierto no sale) en la Amazonia. En los primeros tramos del libro su tono puede resultar algo enervante y producir la sensación de que estamos ante una obra algo naif y deslavazada. Suena todo un poco a ya oído. Qué decir de que aparezca el aventurero argentino Alfredo Barragán y no Thor Heyerdahl.

Sin embargo, a medida que avanzas en la lectura vas cayendo en una extraña fascinación: la voz de Pérez-Muelas se te va haciendo simpática y cercana, te atrapan su forma de contar fresca y felizmente desinhibida, sus gustos tan personales (el capítulo sobre montañismo, que lo pone porque le apetece, qué pasa, o el del Camino de Santiago; su fijación con la arqueología, o con Yuri Gagarin), y ya no puedes parar. Es verdad que quién podría detenerse en una catarata de aventuras como en la que nos va precipitando el autor encadenando hábilmente unos viajeros con otros, una historia asombrosa con la siguiente. Mucho es bien conocido -ahí están, pasándose el testigo, Heródoto, Jenofonte, Pausanias, Ibn Battuta, Marco Polo, Magallanes, Orellana, Cook, James Brooke, Mungo Park, Burton, Speke, Livingstone y Stanley, Alexandra David-Néel, Lawrence de Arabia o André Malraux-, pero ello no le resta emoción y el autor nos lo cuenta como si fuera la primera vez, con lo que recuperamos aquel viejo entusiasmo de los descubrimientos (y valga la palabra).

Viaje de viajes, Homo viator nos lleva a lugares que Pérez-Muelas ha recorrido (más y mejor, de lo que crees al principio) o que ha imaginado en sus lecturas de las expediciones. Hay pasajes de una emotiva implicación personal, como las noches contemplando las cremaciones en los ghast de Benarés, menciones inesperadas a autores inciáticos para el escritor, nacido en Lorca en 1989, como Octavio Paz, Hermann Hesse, Pasolini, Kapuscinski, Neruda, Italo Calvino o Mika Waltari, y frases muy hermosas que jalonan el largo camino. Khajuraho: "Sexos desparramados, una multitud fornicadora que se alza al amanecer y produce una música triste y sentida". O Filé: "El incienso ya no espantará la sombra de los cocodrilos". 

Interesado por la interrrelación entre Oriente y Occidente, Pérez-Muelas presta especial atención a los viajeros españoles (Clavijo, Pedro Páez, Alí Bey, Malaspina). Y parece disfrutar no sólo con la gran panorámica, sino explicando las pequeñas historias de personajes poco conocidos (la monja Egeria, que buscaba la estatua de sal de la mujer de Lot, o el conquistador Diego de Ordás, que fue a buscar azufre para hacer polvora al cráter del Popocatépetl). De repente, te encuentras asistiendo y sonriendo ante lo que cuenta sobre Michel Peissel, o porque cita a Heinrich Harrer, y a George Mallory, o porque dedica un capítulo a la aviación y habla de Saint-Exupéry o Amelia Earhart. ¡Habrá que seguirle los pasos a Pérez-Muelas!


El Pais. Babelia nº1.661. Sábado 23 de septiembre de 2023


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